Beyond Redemption (Privado)

27 de Abril de 2013.
20:05

Oh, I see your scars, I know where they’re from
Sensually carved and bleeding 'till you’re dead and gone

Mi aspecto no era mejor que mi estado de ánimo. con la barba de algunas semanas ya hasta le había dado forma para no lucir tan desmejorado, después de todo sentía el peso de cada uno de los años que llevaba cargando y los recientes acontecimientos habían agravado el ser lo que era. Mi condición, mi circunstancia, mi esencia innegable que me traía tanto lo bueno como lo malo del mundo, aunque después de todo bajo cualquier estigma se lleva la misma cruz, hablando figurativamente en mis aires de sacerdote.

Tal era el caso de cierta humana que conocía y que vivía con más angustias de las que merecía, que no parecía la jovencita que debía de ser, era más bien un espíritu envejecido a la fuerza en un cuerpo frágil. Temperance había sido tan cercana a mí que en ocasiones ponía una barrera sentimental entre los dos, porque era la vasalla del Príncipe, porque era una chiquilla en comparación mía, porque era humana y yo vampiro, porque Dana me había hecho añicos cualquier esperanza y entonces no debía ni podía verla con otros ojos. Era imposible. Encima de todo la llegada de Odisea también comprometía una gran parte de mí sin embargo no la había vuelto a ver luego del Festival.

Atravesé la entrada del Jardín Japonés, de noche no se apreciaba la variedad de su vegetación pero llegaba la brisa de los artefactos que hidrataban las plantas, el aroma entraba con descaro por mi nariz, ese olor a verde, ese perfume de la naturaleza que en Primavera se acentuaba. Fui a la banca más próxima, me senté y coloqué los codos sobre mis rodillas, encorbado con la vista a un punto muerto, tenía un suspiro atorado en la garganta. Nuevamente me permití acceder a esas memorias que atesoraba aunque fueron mi condena:

El estado de Temperance al llegar a Helldone la mañana del Festival era casi tan falto de vida como el mio, la recosté en la cama que solía recibirme por las noches -un féretro era demasiado así que "dormía" en el colchón todavía firme a pesar del uso.- La esperé hasta que su respiración se volvió constante, cuando sus mejillas tomaron el poco color que tenían y sin necesidad de palabras pasaron las horas. Le atendí de la mejor manera que pude intentando cocinar algo que la hiciera recuperar las fuerzas, con la tetera siempre lista para darle alguna infusión que le calmara los nervios. Le brindé mi compañía en cada segundo, tomando su mano desde una silla que llevé junto a la cama. Poco a poco tomé el valor de mirarla fijamente a los ojos, esa mirada tan profunda pero perdida durante los primeros momentos. Desafortunadamente lo primero que surgió de sus labios era la pregunta por el Príncipe a lo cual siempre respondía con un : "Ahora estás mejor aquí" mientras que por dentro pensaba que tal vez, sólo tal vez se daría cuenta de lo diferente que era estar lejos de la horda de la Hermandad.

El sentimiento de culpa por la última discusión en la mansión no me dejaba a ningún momento, mucho menos con el silencio de Temperance mientras se recuperaba, sus preguntas recurrentes por Odette aunque ya le había explicado que la había dejado en manos de Alexis. Eso había sido durante una semana: tensión entre los dos, culpa, miedo y una extraña sensación al estar cerca. El hechizo se rompería cuando Everett diera con el paradero de su vasalla y entonces no sólo la sacó de mi hogar, se encargó de que mi bar fuese clausurado obligándome a reubicarme en Brooklyn Heights. Aquello era razonable, había raptado a la dama que consideraba de su propiedad y por ello también me restringió el acceso a la mansión. También lo comprendía pero aún así la busqué, mediados por un mayordomo humano que nos ayudaba a intercambiar correspondencia. Esas cartas que atesoraba, mismas que me decían que me extrañaba y yo respondía igual. Hasta que una noche llegó la carta que me traería a éste Jardín. Sus palabras eran casi increíbles: iría a vivir conmigo. Las razones, los motivos, las consecuencias y demás lo hablaríamos precisamente cuando apareciera pero algo tenía que ver con el Príncipe.

Repentinamente un aroma sobresalía entre todas las flores y alcé la vista para verla doblar en la esquina.

Eran pocos los recuerdos que tenia de aquella semana, algunas imágenes, algunos sonidos, flashs de secuencias inconexas donde solo la voz de Vladimir sobresaltaba en medío del dolor que sentía su cuerpo y la angustia de saber que no estaba donde correspondía, pero si donde quería, y aquella emoción que surgió muy pálidamente se fue incrementando a medida que los días pasaban y Vladimir mostraba una preocupación que Temperance jamás había experimentando, el vampiro solo deseaba cuidar de ella y antes sus mimos, los barrotes de oro de su prisión se hicieron mas evidentes y molestos, eran significativamente mas visibles ahora que podía comparar la preocupación del vampiro con loa cuidados fríos y posesivos de Everett.

El primer día, la chica esperaba que el vampiro buscara su satisfacción, buscara sus labios, como lo hacia Everett o Ursula, cuando nadie la miraba, pero no Vladimir cuidaba de ella con esmero, se preocupaba de su alimentación y de que recuperara fuerzas tras la tunda que esos vampiros le habían dado y que por poco la despacha. Que diferente era de la mansión donde ella debía cuidar de sí misma porque muchos olvidaban que era humana, que debía dormir, comer, que enfermaba y mas ella, que siempre había tenido una salud débil. Vladimir mostraba en sus cuidados todo lo contrario a aquella casa y que aunque Temperance no podía recordar del todo porque su conciencia iba y venia los primeros días, no podía dejar de pensar en Vladimir cuando la apartaron de su lado, de Porque a pesar de que no recordase la mayor parte de las cosas, las sensaciones se mantenían presentes, de que alguien se preocupaba de ella y de que no era solo un juguete o un símbolo de un mundo que comenzaba a caerse a pedazos.

Dolió, dolió como nunca imagino cuando los brotherhood llegaron a casa del vástago, y la arrancaron de sus brazos. Aquel vampiro que había ido por ella, se la llevo forcejeando con la joven que insistía en volver conde Vladimir que era sujetado por dos vampiros. Everett fue implacable, le perdonaba la vida solo porque había salvado a Temperance pero que por haberse quedado con ella por esa semana, no podría verla jamás también. Cerraría su bar y cuando Temperance supo que no podría llorar mas por volver donde Vladimit, se comió su frustración y aquella pena la relego a una mínima expresión de si misma, con ataques que la dejaban in obvie te y un mutismo que desaparecía cuando Alexis llamaba dándole noticias de Odette.

Sin embargo, lo peor estaría por venir y seria de la mano de Ursula, que sin lograr conseguir el corazón de Temperance, ni su cuerpo por las buenas, o el silencio; intento conseguirla por las malas, concretizando gran parte de sus cometidos, menos, llevarse el corazón de Temperance, intento llevarse su vida, apretando su cuello, y buscado extinguir la vida de su creación que no le pertenecía. Nadir fue a rescatarla, nadir atendió su ruego, ni Everett que ocupado de la ciudad la había dejado sola, mi Henry; que siendo el mayordomo contratado para cuidar de ella, se había ausentado por aquella noche. Así que sin mas, seria ella misma que en un acto ajeno a su naturaleza peleo hasta sacarse a la mujer de encima, y atravesar su espina dorsal con el tizonero de la chimenea. Claramente que eso no la mataría, pero si la dejo lo suficiente imposibilitada para no moverse mas.

Ya no podía mas Temperance, Vladimir rondaba sus pensamientos, tanto como su hija, pero ella estaba mejor con Alexis, además el deseaba que fuera con los, ¿ir? ¿A donde? Es mansión era lo mas parecido a un hogar, pero seria con Vladimir cuando experimento lo que en verdad era un hogar. Lo añoraba, y las palabras de Chistina tomaron mas peso ¿era amor? ¿Amor? Que extraña palabra que encerraba aun mas misterios para un ser a la que le habían enseñado a no notar sus emociones de humana, reescribiendo en ella a in ser ajeno a la realidad, una nereida de las profundidades de su mar inTerior donde Vladimir había dibujado en el coral su presencia.

Asustada como un pajarito, escribió aquella carta. todas las cartas iban firmadas como Mathilda, como su madre, para no ser descubierta, pero la ultima carta estaña cargada con u valentía y su deseo de vivir los últimos años de su existencia en un lugar donde no sintiera la muerte rondando con tanta hambre y en donde su cuerpo y alma no fueran constantemente vulnerados por los que se sentían con mayor poder. El poderoso tiene el control haya que el débil se revela, y así fue con Temperance que en una pequeña maleta echó las tres únicas cosas que le pertenecían, y con las que había llevado el día en que Everett la recibió. Era el libro de espiritismo de su madre, una pequeña caja de música de plata y el oso de peluche que su padre le regalo al año de vida. También echaría dos mudas de ropa, pero no supo que mas echar y hacer, nunca antes había echo una maleta, nunca antes había dejado a Everett pero era por el bien de todos, el no podía cuidar de ella, y ella era una carga y preocupación extra para el. La odiaría, la buscaría, pero ella en la carta que le dejo le suplicaba que no la buscara, que siempre lo iba a querer pero que esa existencia estaba acaba do con ella, y con el. Se sentía mal agradecida, pero no podía seguir, aun sentía las manos de Ursula tocándola, intentando abrirla y saciar su deseos en una acto vil y violento, como quien destruye un pimpollo de rosa. Esa noche se sintió mas vulnerable que antes , pero al mismo tiempo mas fuerte que nunca, había logrado salvarse sola, había tomado una decisión, y esa era la de no dejar que aquella mujer se llevara su inocencia y destruyera su alma.

En la noche, y evadiendo a los vampiros yola guardia, con la misma maestría con la que lo hacían loa vampiros, se coló entre las sombras y busco la forma de llegar al lugar en que se habían citado. Quedaba lejos, debía cruzar media ciudad para llevar, pero sabia que ahí, no había guardia, y que en las noches era casi terreno de nadie.

Busco a Vladimir, sin tener la certeza de que llegaría, quizás no querría mas líos, quizás no deseaba hacerse cargo de ella y sus fantasmas, pero aun así estaba ahí, buscando hasta cuando su silueta desgarbada fue dibujada por la luz nocturna, dándole un aire fantasmagórico, irreal. Todo en esa noche era irreal, la joven ahí, con una maleta y un peluche pegado a su pecho, avanzo entre las penumbras hasta llegar donde él.

Temblaba como un ruiseñor al que le han crecido las plumas para volar e irse, peto que había olvidado como volar y de pie, frente a él, solo le dedico una intensa mirada, de las que solo se obtenían cuando toda el alma y el espíritu de ella se conjugaban en su cuerpo y existía para la persona con la que esta a. Su presencia plena era enorme, atrayente como el aroma de su sangre, pero ahora mostraba real miedo. Temperance soltó las cosas que cargaba y abrazo con una fuerza contenida al vampiro, besando su pecho y perfumando sus ropas con el aroma de su cabello y sus lagrimas.

- Vlad- gimoteo su nombre en un susurro casi imperceptible - temí que no quisiera venir... Pero le pregunto ¿esta seguro? - quería realmente saber que Vladimir comprendía lo que iba a pasar, - temo... Pero deseo estar con Ud., ¿puedo?- fue una doliente petición de asilo, y de cariño, la necesidad de expeimentar de nuevo el como sintió a su lado, el sentirse una persona por primera vez. Lo soltó y limpió con sus manos sus ojos, aun temiendo un no, porque a pesar de que cuando le contó lo que había pasado con aquella vampiresa que fue sentenciada a morir bajo el sol por sus actos; el mismo le había dicho que se fuera con el, aun así, Temperance temía que se arrepintiera al comprender el manojo de problemas que traía consigo la chica.

Ni siquiera la noche podía ser tan densa como la mirada de Temperance a distancia, esa estocada que a ciegas me daba directo en el centro de la inmortalidad haciéndome sentir que no era del todo un ser sobrenatural porque era capaz de sucumbir ante tal efecto. La sentía pese a la oscuridad que se interponía entre los dos, percibía el retumbar en su pecho, esa melodía casi fúnebre que me recordaba la amargura anidada en aquél recinto que dudaba fuese muy diferente al abismo que quedó en el hueco del corazón. Podía oír la manera en que la sangre fluía con vehemencia, oxigenando pensamientos que no era capaz de leer, no iba a enterarme de ellos pero podía suponer de qué se trataban, después de todo en ese instante de silencio seguramente estábamos tan conectados por llevar uno al otro en la mente que no hacían falta palabras. No esperaba un saludo y desconocía cómo abordarla simplemente me mantuve sentado, todavía encorbado hacia adelante aunque con la cabeza en dirección a donde sabía se encontraba la dama de la discordia entre tantos seres mortales o eternos.

Si lo que me provocara fuese hambre sería algo sencillo de sobrellevar de entender, incluso si fuera un ansia por satisfacer de una u otra manera siempre encontraría cómo recuperar la calma, tampoco era deseo, aquello pocas veces lo había sentido y era inconfundible cuando sucedía, dejando de lado que evidentemente le tenía aprecio, cariño y demás no podía llegar a la conclusión de tanta incertidumbre, de la dicha amarga que me traía el pensar en los días que convivimos bajo el mismo techo, de la chispa de melancolía que me arrebataba una sonrisa al escuchar sus pasos aproximarse; me levanté automáticamente luego del estruendo que generaron sus pertenencias contra el suelo, esperé de pie, firme para recibirla con los brazos abiertos y al tenerla en mi pecho sentí que las piernas me traicionaban. Cerré los ojos embriagándome de su perfume y embelesado por su voz que por fin era más que una psicofonía de mis recuerdos al leer sus cartas.

Solté una risa nerviosa, casi imperceptible y en realidad bastante corta, parecía más bien un bufido pero pasaba que su pregunta me resultaba irónica, ¿en verdad dudaba de la firmeza con la que me había presentado en el lugar acordado para tratar ese asunto tan delicado? Seguramente estaba ella nerviosa también y la comprendía, me conmovió y la abracé nuevamente para sentir su cabeza contra el eco del vacio en mi pecho.

-Yo quisiera saber si usted está plenamente convencida, sé que teme porque tenemos el mismos círculo de miedo pero yo arriesgaría mi existencia por poder concretar éste... asunto sin embargo no quisiera que usted tuviera que exponerse de esa manera Temperance.- mis palabras fueron serenas como de costumbre, camufladas por ese tono profundo en mi voz, la noche le añadía un susurro natural a mi forma de hablar pero en realidad me sentía temblar un poco.- Sabemos que técnicamente no puede estar conmigo, no es algo que yo decida así que mi respuesta no es muy válida, yo quiero que así sea pero los deseos no siempre se piden a la estrella correcta.

La separé un poco tomándola por los hombros a pesar de que la ola de pensamientos, emociones, dudas y preocupaciones se hubiesen calmado desde el momento que me abrazó todavía teníamos que charlar, discutir con la cabeza fría los términos de aquella decisión que si se salía de control terminaría fatal y entiéndase por esto un enfrentamiento con el mismísimo Príncipe Everett Goodweather que se extendería hasta mi último aliento.
Tomando su mano delicada y besándola varias veces en el dorso la invité a tomar asiento junto a mí, entornando mis ojos hacia ella comencé a organizar las ideas que debían salir a flote aunque quisiera simplemente llevarla muy lejos.

-Debe estar consciente de que no hay lugar en el que podamos estar con el que no de el Príncipe y que si eso pasa continuaré defendiendo lo que he querido desde que la conocí: su libertad.- aclaré.- Yo sé a lo que me expongo y lo acepto porque el tiempo que podamos estar juntos valdrá la pena, sin embargo, ¿usted está dispuesta a continuar sin interponerse entre él y yo? Podemos ganar mucho pero también perderlo todo, así que dígame ¿qué vamos a hacer exactamente?

Fue un abrazo fuerte, de aquellos que sacan el aire por la emoción y la fuerza, los dos, que en ese acto se volvían fugitivos, se aferraban el uno al otro con la vehemencia de dos amantes prohibidos, y tal como en la una obra trágica, ambos actores, conscientes del sino oscuro y mortecino de sus actos, los ejecutan con parsimoniosa maestría, bailando el requiem de sus finales apresurados.

Temperance sabía de esto, ilusa jamás lo había sido, a pesar de que se le juzgara de liviandad de alma, como Remedios, ella si contemplaba la vida y anotaba en su alma los actos de las personas, y los propios, que ahora estaban incidiendo en su vida. Había dejado de ser mera testigo de su existencia, pero aquel acto de rebeldía, ponía en peligro a la persona que quizás más quería. Se sentó al lado de Vladimir, azorada por sus emociones que ya no podía ignorar en su magnitud; si hasta tenía ganas de llorar tenía, del nerviosismo que comenzaba a tomar sus nervios.

La verdad es que la actitud de Vladimir no ayudó mucho a sus nervios iniciales, pero la calma que emanaba del vampiro, que se sobreponía a la dificil situación la fueron tranquilizando, además, del miedo de caer en crisis. Sujetó su mano, y ahora era ella quien las besaba, y frotaba su mejilla contra aquellas heladas manos, mientras meditaba lo que le decía el Vampiro, porque era cierto, no habría lugar en esa ciudad en donde podrían estar a salvo, ¿Everett respetaria su decision?, Algo en su corazón le decia de que no, Everett no la dejaría ir aunque ella antes se engañase, diciendo que era libre de partir, pero ahora, confrontada a la realidad, las mentiras auto impuestas no podían seguir en pie.

-Vladimir... - luego de un rato en silencio, se atreve a hablar, y aunque no puede hacerlo con sus pensamientos claros, como siempre lo hacía, iría desentrañando la maraña de ideas que la acosaban -nunca antes había deseado la libertad de la que me hablaba, estaba conforme con mi existencia tranquila, simple, sin pretensiones, porque simplemente sentí que más no necesitaba, hasta que llegué a su casa, sentí sus cuidados, su preocupación y me vi confrontada a mi soledad, un mal del que había hecho oídos sordos y que ahora me atosiga y carcome por dentro... acosandome al igual que los fantasmas, Vladimir - mira al cielo, sentía un cansancio horrible - quiero... terminar esta sensación de grilletes, de poder estar donde desee, de sentir libertad y no el espejismo que me cree... quiero a Everett, pero su amor era mi jaula, lo vi claramente cuando me cuidaba... y ya quiero dejar de lamentarme por mí existencia, quiero paz, quiero dejar de sentirme hostigada, acosada por miradas, por deseos que jamás corresponderé, quiero paz, sólo eso deseo, paz, paz- se encoge de hombros, y cubre su rostro con sus manos.

-Everett me buscará, lo sé, no puedo engañarme, pero ya no soporto aquella vida, ser llamada vasalla... pertenecerle como un objeto a alguien y aunque Everett lo dijo muchas veces, que no era así, era el miedo lo que me retenía a su lado, ahora... ahora deberá demostrar si era afecto lo que sentía por mí o solo posesión, como su muñeca- se pone de pie, y gira sobre sus talones para verlo - sé que no habrá lugar donde podamos escondernos, sé que... las penas del infierno se vendrán encima, porque su calor oscuro ya nos rozó cuando me apartaron de ud, pero no puedo volver, sé que mi vida será corta, lo he visto, y no quiero pasar mis últimos años en medio de ultrajes, comprendí, a punta de dolor, que mi libertad espiritual podía serme arrebatada con unas cuantas gotas de sangre... o con la violación de mi cuerpo - se abraza así misma, tenía los moretones de aquellas manos en su cuello delgado.

-pero no me pida que no me interponga entre los dos, apelaré a él, si nos encuentra, tampoco me esconderé como una criminal, he actuado según mi corazón ha dictado, y por una vez, cumplido mis deseos. No tuve valor para quedarme con Odette, pero ahora si lo tengo y pelearé por ella, aunque no la merezca- lo queda mirando con atención, y lleva sus manos a las mejillas de él, acariciandolas, e inclinándose hasta apoyar su frente en la frente de él -estoy decidida, esto lo haré con ud, o sola... no importa el cómo, sino el fin, si Everett me perdona, tendrá mi cariño, no no podrá llamarme de él, porque no tengo dueño, me pertenezco a mi misma, y me debo respeto...- sonríe, mirando sus ojos, a esa escasa distancia -pocas veces he decidido cosas, y menos veces he hecho cosas por mi deseo, quizás sea un capricho, eso dirán algunos, pero en realidad es un grito de mi alma, que no soporta más maltratos, e implora por la libertad de la que me susurraba mientras dormía... quiero saborear aquellas palabras, y vivirlas, aunque en eso se me vaya la vida -decidida, había fuerza y tono en sus palabras, y en aquellos ojos vivaces que se encendían con mayor fuerza. La vela en la oscuridad se transformaba en un hoguera, fuerte e impetuosa, aunque mantenía esa fragilidad y dulzura.

It's when heaven turns to black and hell to white. Right so wrong and wrong so right now.

Sentirla a mi lado me hizo caer en la realidad, separarme de su abrazo todavía me había dejado adormecido por la deliciosa sensación de estar tan cerca de una ninfa, de una musa que bajaba de su pedestal para estremecer mi mísera existencia, para dar calor a mi alma que se abandonaba al frío eterno del infierno porque si de algo estaba seguro era que los que estábamos condenados como yo jamás podríamos sentir de nuevo el calor de la vida, del amor y la seguridad pero al menos con Temperance estaba cerca de ello y ella había sembrado en mí la esperanza de volverlo realidad, me ofrecía un paraíso extendiéndome su mano para salir del limbo.

Casi era capaz de escuchar sus pensamientos y por ello la quise abrazar nuevamente, atraerla por los hombros y prometerle que no tenía cosa alguna de la que preocuparse al estar a mi lado pero en parte ni siquiera yo podía asegurar aquello, era más que lógico que el peligro nos pisaría nuevamente los talones y que mi salvación era un sueño que duraría mientras no nos encontrara la autoridad pero valía la pena arriesgarse para disfrutar de aquello que no se le debe negar a ninguna criatura viva y mi Temperance… mi queridísima Temperance era una criatura que aún gozaba de un corazón vivo que merecía ser venerado como yo estaba dispuesto a hacerlo aunque no era nadie para tener el grandísimo honor.

-La soledad es engañosa, linda, la soledad nos venda los ojos lentamente y nos adormece los sentidos haciéndonos creer que estamos bien cuando nos está exterminando lentamente, termina por exprimir toda fuerza por luchar y seguir adelante.- tomé su mano entre las mías, era tan delicada que era obvio el por qué todos esos instrumentos que tocaba lloraban de alegría cuando sentían sus dedos finos interpretar alguna pieza sobre ellos.- Me da gusto que mis palabras tengan sentido al fin pero creo que mis acciones han abierto la brecha entre nosotros y aquí estamos. El cielo es testigo de que haré todo lo que esté en mis manos para hacerla sentir segura a mi lado, no piense en Everett, no piense en los demás vampiros, ni en los espíritus. Piense en que le ofrezco todo lo que tengo, que le estoy brindando el tiempo que me quede sobre la faz de la Tierra para ayudarla a abrir esas alas y volar muy lejos. Alcanzar la libertad para que nunca vuelva a caer en la manos de la soledad. Yo sé que después de esto no seré eterno, Temperance pero no me rendiré tan fácil. Duraré lo que pueda para que podamos disfrutar un poco de tiempo juntos… si me lo permite.

La intensidad de la mirada ojiverde de la doncella me llamaba como una polilla a la luz, la buscaba aunque la oscuridad quisiera ocultarla, como todos habían querido alejarla de mi pero serían nulos sus esfuerzos porque era tanto lo que la había ansiado y necesitado que mi cuerpo reconocía cada una de sus formas aunque estuviera ciego, mis manos llegaron con perfecto tino a rodear su rostro y la acerque hasta sentir su respiración dándome contra la nariz.

-No quería a Everett, él la hizo creer que de alguna manera lo necesitaba pero yo sé que no es así porque si lo fuera no tendría el valor para estar aquí con la firme idea de llevarla conmigo.-aspire su aroma y mis labios comenzaron a temblar.- Creo que también me quiere, Temperance, creo que usted me ha quitado la venda de los ojos sin proponérselo y ahora vengo con toda la intención de arrancar el velo que la ciega para ver que soy yo con quien debe estar hasta que la verdadera muerte me alcance porque usted seguirá en este mundo cuando yo ya no esté pero mientras pisamos el mismo suelo quiero que andemos de la mano en el mismo camino. No cuente los días que le quedan porque nadie violará ni su cuerpo o su espíritu, tampoco pelee luchas que puede ganar porque yo sé que si se interpone entre Everett y yo, como caballeros nos mantendremos al margen pero sin un resultado concreto. Deje que nosotros nos veamos las caras y que cada quien de lo mejor de si.-acaricié su mejilla con el dedo pulgar de la mano derecha.- No vea esto como una pelea por usted, tiene razón en usted sólo pertenece a usted pero se trata de asuntos que no podemos dejar sueltos como caballeros, repito. No la reclamaré mía pero quiero que sepa que puede considerarme suyo,

Las hojas de los árboles enmudecieron o simplemente les dejé de prestar atención mientras eliminaba esos milímetros que me alejaban de los labios entreabiertos de Temperance. Cada que respondía al magnetismo de su alma llamando a la mía me iba entregando un poco a la locura, perdía la cordura con tal de consumar aquello que no sabía desde cuanto lo quería. Lentamente mis labios hicieron contacto con los suyos y dulcemente atrape su boca de la manera en que ella me había atrapado en otros sentidos.

Cuando Christina le dijo que lo que sentiria cuando Vladimir la tomara entre sus brazos, y la besada, dejará pálido cualquier sentimiento que hubiese sentido hasta antes de se momento, incluso, cuando sintió aquel cosquilleo en su vientre tras el furtivo beso que la vampiresa le dio; Temperance se mantuvo escéptica , porque se creía así misma incapaz de sentir algo más allá de un cosquilleo en el vientre o un calor en las mejillas. Además, tampoco creía que Vladimir tomase su mano, y le dijera tan claramente que la quería, que deseaba que estuviese a su lado, a pesar de que aquella idea le producía una dulce ensoñación, intentaba no pensar en aquello, porque, ¿que podría ver un hombre como Vladimir en ella?. Temperace se había convencido una y mil veces de que Vladimir sólo la ayudaba porque la veía como un ser indefenso y él, tenía complejo de Paladín.

Pero a veces, y solo a veces, las cosas no somo como pensamos, y ahora Temperance podía comprobarlo, porque tenía a Vladimir rodeándola con sus fuertes brazos, y pegándola a su cuerpo, del que se había aferrado con tanta fuerza cuando vinieron por ella. Temperance quedó sin aliento contemplándolo ya con la cabeza vacía de tantos pensamientos y preocupaciones, solo sintiendo, en ese instante, el perfume varonil de Vladimir.

La habían besado antes, otros, otras, habían tocado sus labios, pero sin recibir de estos mayor gesto, sólo sus modales recatados. Sólo, quizás, Christina recibiría un poco, en medio de la confusión de Temperance y con el alma de la joven, prendada del recuerdo de Vladimir y el miedo, en ese momento, de no volverlo a ver más. Ella levantaría sus brazos, y sus manos blancas se colocaron en los hombros del vampiro, recibiendo el tan ansiado beso.

La boca helada de Vladimir no fue un problema, al contrario, Temperance no lo hubiese imaginado de otra manera, si lo hubiese imaginado antes. Cerró los ojos y acompansando los movimientos, se entregó a la violencia con la que su corazón ahora latía, por primera vez, ahí, en su pecho, latiendo con vigor, fuerza; bombeando vida a cada rincón del cuerpo de la joven. Christina tenía razón, cuando Vladimir la besara, su alma gritaría de la felicidad, y comprendería que separados no podrían estar. Se aferró a él, con impetus, con el mismo clamor que un naufrago se aferra al único tablón que le salvará la vida; así estaba Temperance, besándolo como jamás había besado, entregándose sin planearselo a él, a sus palabras y a la manera en que la había leído, incluso antes de que ella comprendiera que si estaba ahí, para irse con él, era porque simplemente su corazón había escogido antes de que su mente.

¿acaso eso era amor? Debía serlo, y si no, era algo demasiado similar. No, Temperance retrocedió en sus pensamientos y se quedó con aquella idea, aquel estado de alma. Era amor, y era por Vladimir, y aquel beso, era la llave para liberarla de las capas de distancia que la cubrían. Sintió en ese momento nervios, ¿estaba besándolo bien?, que futilidades uno puede pensar cuando se encuentra en medio de un instante crucial en nuestras vidas. Sonrió aun besándolo lo acarició con mayor ternura, entrega. Sus manos acariciaron sus mejillas, y cuando el beso se fue acabando, quedaron muy cercanos sólo con la distancia necesaria para ver a los ojos. Lentamente Temperance fue abriendo los ojos, y encontrándose con las pupilas dilatadas de su amado, porque Vladimir era su amado, a partir de ese momento. Se reflejó en ellas, y aún tímidamente, acarició con la punta de sus dedos la mejilla derecha del vampiro.

-hasta este momento... pensé que mi ser no podía sentir nada... que me había acostumbrado a la mesura... a la frialdad cordial con la que me educaron, pero me doy cuenta que hasta ese instante no había vivido... y es entre sus brazos donde me siento feliz. Vladimir, ya curado mis alas, vuelo, vuelo y puedo seguir volando, peor en realidad deseo quedarme a su lado, es verdad... Everett me hizo creer que lo quería, y lo quiero, pero no de esta manera, no así como lo que ahora siento en el pecho - tomó las manos de él y las colocó en su pecho -late con violencia... mi cuerpo por completo vibra en post de su roce, de su cercanía... oh... he estado ciega hasta ahora, y sin aún saberlo mi razón, lo he buscado... pero por favor, como ud me pide que no hable de mis pocos días, ud tampoco lo haga, habrán problemas, mi pasado no me dejará, pero tampoco puedo dejarlo ahora a ud... Vladimir, si es esto es amor, oh... Dios, lo siento intensamente, y sólo quiero verlo, oír su voz... nada más- tomó sus mejillas, y lo besó tibiamente en los labios, sonriendo, ahora cuando sus frentes estaban pegadas.

-vamos... lléveme a casa... donde este, estaré yo...- juntos, ella confesaba sus deseos, de ahí, su libertad era al lado de que su corazón había elegido.