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Sipnosis
Memento Mori
Tras el festival

Fue un mes de locura, el que transcurrió luego del Festival de Invierno, luego de los cepelios de las víctimas, el poder quedó en las manos del Gobernador, Everett Goodweatherm tendría el control total sobre la ciudad, pero Azuka había logrado parte de su objetivo: Los rumores de que el gobierno de Washington ya no estaba tan convencido de compartir el poder con los vampiros; la situación se estaba saliendo de manos, y los cainitas y garras rojas parecían estar ganando la partida. Pero ninguno de los artífices de la destrucción, pensaron que los berkeser se volverían un problema para todos, porque los vampiros que no fueron asesinado por ellos, se transformaron en berkeser, que se han transformado en una manada que deambula por las alcantarillas atacando a quien se les enfrente o quien esté en su menú del día.

Humanos y Vampiros ya no tenían una alianza tan sólida como antes, y las desconfianzas estaban surgiendo.

Mientras que en medio quedaban los licanos, o por lo menos, parte de ellos, Fenrir y Fianna, pero quien padeció la peor parte fueron los Fenrir que en el atentado perdieron a su líder, del que jamás encontraron el cuerpo. Quedaría en manos del nuevo líder de los Fenrir y de Gissiel Earhart, determinar el destino de su clan y tradiciones, pero entre los licanos, se sabía la atrocidad cometida por las Garras Rojas, comandados por Arthur Redclaw, que se habían vuelto muy fuertes.

Por su parte, los rebeldes, el pequeño grupo de disidentes ya no parecían estar tan solos en su lucha, el gobierno de Washington los contactaría extra oficialmente para conseguir sus fines: controlar la ciudad, de una o de otra manera. Etienne LeBlanc, tendría que decidir..

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In the cold light.

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Mensaje por Invitado Vie Feb 01, 2013 4:11 pm

Forget past indiscretions and stolen possessions: You're high.

Fondo musical:
Junio 17 /2014

Luego de que pareciera que se la había tragado la tierra al estar desaparecida por días y noches, -sin que nadie preguntase por ella o si quiera la recordara- Claire apareció en una habitación maltrecha con tantos olores mezclados que a penas eran superados por los nuevos agujeros en su cuerpo de origen incierto, unos parecían de aguja y otros de colmillos, incluso tenía algunos moretones que le daban un verdadero aspecto precario; hierba mala nunca muere, decían por ahí, por lo que ella debía ser de tal estirpe para continuar con vida luego de haber estado entre tantos seres de los cuáles no tenía memoria.

Seguía respirando, aunque inundara sus pulmones de tabaco. Su corazón bombeaba y por sus venas corrían más sustancias sintéticas que glóbulos rojos pero por alguna razón todavía estaba en el mundo para salir en sus dos piernas de aquél hotel de mala muerte cerca de la Zona Cero. Un gran dolor de cabeza, náuseas y un hambre voraz se dirigió sin rumbo a tomar lo ajeno para sobrevivir con un pensamiento cínico que se repetía constantemente: "Debió haber sido una gran noche"

En realidad no tenía idea de cuánto tiempo había pasado pero no era asunto que le atormentara, sólo necesitaba volver a las andadas, evitar que la realidad le invadiera los sentidos, haciéndola preguntarse por qué se comportaba de esa manera, por qué vivía una situación tan vacía y por qué sus ambiciones no iban más que el superar la fiesta anterior. La realidad tenía un sabor amargo que trataba de ahogar en alcohol e ignorar con estupefacientes, sólo que al parecer se estaba volviendo más difícil de ignorar o ella se estaba haciendo resistente a las drogas comunes. Afortunadamente había escuchado de un nuevo lanzamiento en un bar que no conocía y esa noche se encaminó hacia Toxicity para probar la Pluma Negra. Vestía medias oscuras bajo la falda corta para ocultar los moretones y una blusa de mangas largas con tela transparente para disimular los orificios que no terminaban de cicatrizar, andaba con paso seguro entre el territorio oscuro, justo a las afueras de lo que fuera la mansión de un vampiro reconocido.

Llevaba algunos días de abstinencia y por ello se le percibía temblorosa, dudó por un instante de entrar a ese lugar, un segundo que se prolongó para hacerla detenerse con un atisbo de sentido común. Sin saber por qué no dio un paso más, en su lugar fue en sentido contrario como si alguien manipulara sus movimientos y fue entonces cuando lo vio: un joven de mezquilla y camisa blanca justo debajo de un farol, extraña imagen que la dejó perpleja. Lo miró desde la distancia, acercándose lentamente como si no quisiera que se esfumara. Al llegar a su lado se aclaró la garganta y buscó un cigarrillo en su bolso, sin éxito.

-¿Qué haces aquí? .- soltó sin reparo alguno, curiosa porque la ansiedad parecía haberse quedado pasos atrás.
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Mensaje por Invitado Dom Feb 03, 2013 5:54 am

17 de Junio
2014
11:15 p.m.
Cercanías a Central Park

El día había pasado entre curaciones y ayudando a organizar a los muchos visitantes que estaba teniendo en la Catedral. Y era que el rumor de la presencia de ángeles se había esparcido por las zonas circundantes, atrayendo a un sin número de personas y otros seres. Por supuesto era sabido que el lugar no era ningún sitio turístico y Haziel tuvo que organizar a sus hermanos para poder mantener el área en orden. Para el azabache, había sido un día en el que había visto muchos tipos de reacciones distintas y sobre su ser, ahora cargaba con el peso de muchas más historias que había podido escuchar...las desgracias que había traído la llegada de los demonios.

Haziel salió del interior de la catedral, cuando el reloj ya estaba próximo a marcar las once de la noche. Afuera los alrededores se encontraban en total silencio, un silencio que escondía la presencia de cientos de criaturas infernales intentando acercarse. El apoyo de los cazadores y la milicia humana había mantenido a las criaturas bastante lejos del edificio y los ángeles eran los encargados de determinar la protección del lugar con la sal de roca de la que disponían. El aire era frío, pero contra su piel se sentía como una caricia. La expresión del ángel guardián era tranquila, sus orbes miraban hacia el cielo estrellado y su boca apenas dibujaba una sonrisa. Vendrían tiempos mejores, su espíritu se lo decía.

Vestido apenas con unos jeans oscuros y una camiseta blanca, comenzó a caminar, alejándose de la catedral. Era tal como había sido antes, en el no lejano tiempo de su vida como espíritu, como ángel curador de almas heridas. Su destino era deambular, escuchar y sanar, y esa noche en lo más profundo de su ser, sabía que alguien le necesitaba...alguien que no estaba muy lejos de allí. Con sus pies descalzos recorrió un par de cuadras entre escombros vacíos, pues por allí tampoco había presencia de demonios. La luna era la única iluminación con la que contaba el ángel, pero no por eso, significaba que tenía problemas para ver, no, su vista era bastante buena incluso de noche. A pesar de poder moverse a gran velocidad, el prefería moverse lentamente, como lo hacían los humanos, percibiendo la mayoría de las cosas a su alrededor.

Unos cuantos metros hacia adelante, el ángel encontró una farola, era la única de la cuadra que aún se encendía, aunque pestañeaba y parecía que en cualquier momento, su luz se extinguiría..."como la luz de este mundo" pensó el ángel, aunque ese era un pensamiento que no iba con él. Siempre había sido una persona positiva, alguien que podía ver a través de la bruma que cubría la verdad, ese era su verdadero yo. Caminó hasta situarse bajo la luz palpitante del farol y allí finalmente se quedó. Quizá sus sentidos ya no eran tan agudos como antes, pero aún así podía sentir que quien lo había llamado, quien caminaba con el alma hecha pedazos y el corazón adolorido, se estaba acercando hacia donde estaba él.

El azabache se quedó en su lugar, erguido de pie y con la mirada tranquila. No pasaron mas que un par de minutos, para que el ruido de un par de tacones inundara el lugar y la sombra de una mujer comenzara a tomar forma unos metros delante del ángel. Él la observó con curiosidad, mientras la forma física de ella comenzaba a ser mas y mas clara a medida que se iba acercando. La observó sin emitir juicio alguno, y en el instante en el que ella se le acercó y le preguntó sobre el motivo de su presencia en el lugar, el azabache no pudo mas que ser sincero con ella: —Vine porque tu me llamaste. —Su mirada se movió un poco para observarla directamente a los ojos en cuanto ella le observara. No deseaba asustarla y la única forma de demostrarle que estaba siendo totalmente verdadero con ella, era mirarla y que viera a través de su mirada, las intenciones que lo movían. —He venido hasta aquí, porque he sentido que me necesitabas. —Ahora le permitiría a ella la oportunidad de responder, de emitir su juicio sobre él. Haziel no deseaba ser mal entendido y ya se había dado cuenta, de que ganarse la confianza de los humanos, involucraba mucho tanto las acciones como las palabras que pronunciaras delante de ellos.

—Soy Haziel. —Saludó a la muchacha pelirroja mientras se giraba para quedar de frente a ella. Con su cabeza hizo una pequeña y gentil reverencia a modo de saludo.
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Mensaje por Invitado Dom Feb 03, 2013 9:52 am

Si alguna vez había estado en calma parecido a lo que ahora experimentaba era un recuerdo oculto en el laberinto de su mente dañada pero su cuerpo podía evocar la familiaridad del momento. Claire estaba tranquila, tan tranquila que le abrumaba y había quedado con la boca entreabierta y los ojos de par en par. Miró al ángel, -sin saber que era uno- lo observó de arriba a abajo, incapaz de proferir algún comentario exagerado o vulgar respecto a su aspecto físico; de más estaba admitir que era atractivo pero sobre todo emanaba paz y su mirada amable penetró con la fuerza de un nuevo amanecer sobre la eterna oscuridad en los ojos de la pelirroja; ventanas a su alma enegrecida por la vida que llevaba pero ahora estaba siendo deslumbrada por ese ser que se hacía llamar Haziel y gracias a su luz tuvo acceso a memorias que en veces parecían sueños.

Pocas veces Claire se mantenía callada y ésta era una de esas veces pues el perfume dulzón del cuello de su madre al abrazarla por la noche invadió sus sentidos, revivió las noches en que por las redadas podía estar en casa en compañía de mamá, cuando creía que esa mujer la quería y le hacía sentir segura entre sus brazos mientras la escuchaba susurrar casi entre dientes:

...ahora que las voces se silenciaron
y los clamores se apagaron, aquí al pie de la cama
mi alma se eleva hasta Tí, para decirte:
Creo en Tí, espero en Tí, te amo con todas mis fuerzas,
Gloria a Tí Señor.
Deposito en tus manos, la fatiga y la lucha, las alegrías
y desencantos de éste día que quedó atrás.

Tenía entonces unos tres años y en aquellos tiempos no entendía el balbuceo de su madre que no era más que una plegaria. ¿Por qué ese recuerdo le asaltaba la razón? ¿No era su madre una simple prostituta sin esperanza? ¿No se supone que no la extrañaba?

El diablo no la iba a soltar tan fácilmente y con sus garras la tomó por el mentón para girarse hasta el joven de cabellos negros, intentando dibujar ese hoyuelo en su mejilla que se formaba al sonreír con descaro pero en su lugar temblaron sus labios con una mueca incierta. Alzando la barbilla, soberbia, vanidosa... fingida.

-No necesito nada de nadie.-respondió tajante, otra vez hundiendo los dedos en su bolso, encontrando al fin un cigarrillo que la hizo volver a sentirse "normal".- A menos que tengas fuego.-alzo una ceja pero no la pudo sostener, se cruzó de brazos y sus pupilas se agitaron de derecha a izquierda, buscando algo o alguien.- ¿Qué puedes ofrecerme? -preguntó con una súplica disfrazada de curiosidad. -...Haziel. -extraño nombre, pensó. Dando un paso con lentitud se aproximó a él, obviando los centímetros que éste le superaba. No podía tratarlo como a todos y por ello incluso le dio un nombre que no daba a todos. Uno que llevaba años sin pronunciar. Uno que, como poco en su vida, era verdad.- Soy Hannah...- sus dedos bailaban sobre sus brazos cruzados y movía la rodilla con insistencia, ansiosa por que esas seis letras la hacían sentir más expuesta que nunca.
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Mensaje por Invitado Jue Feb 07, 2013 10:37 am

El ángel se mantuvo en su lugar mientras la muchacha ahora había cambiado su expresión. Parecía alguien completamente distinta a la primera muchacha que había visto, algo sorprendida, quizá algo perdida dentro de ese torbellino jade que eran sus orbes. Pero no podía hacer falsas suposiciones, ahora ella le observaba con seguridad, apenas permitiendo que él viera como su labio temblaba al dibujar una mueca. ¿Que era lo que ocurría con ella? ¿Que era lo que aquella mujer humana de bonito cabello color zanahoria, escondía en su alma?

La respuesta de ella ante la razón de Haziel para encontrarse allí, provoco un pequeño golpeteo en su interior. Sí, definitivamente su yo consciente no estaba de acuerdo con marcharse y dejarla vagar sola de noche, mucho menos por aquél lugar tan peligroso, pero tampoco podía obligarla a estar en la presencia de alguien que no necesitaba. Aún así, lo que siguió hizo que una pequeña sonrisa se dibujara en los labios del ángel. Él no tenía ningún elemento del que obtener fuego y pensó que ella lo sabría, ya fuera por la humilde forma en que vestía o simplemente, por intuición femenina. De cualquier forma, cuando el pensaba que se le permitiría responderle que no contaba con aquello que ella deseaba, ella le sorprendió preguntándole por lo que podía ofrecerle. El pronunciar su nombre fue para él como una invitación a no irse, sino a quedarse, a escuchar lo que aquella dama tuviera que decir.

Y en cuanto se presentó, Haziel supo que no debía marcharse. Alguien que en realidad no deseara contar con su presencia, simplemente habría seguido caminando o no le habría prestado atención, pero ella, Hannah, incluso se había presentado y, a través de los movimientos de su cuerpo, el castaño podía sentir cierto nerviosismo. ¿Que le ocurría?

—Hannah es un bello nombre. —Murmuró mientras observaba a la joven desde la diferencia de alturas. Los orbes de ellos parecían verse oscuros incluso ante el reflejo de la luz del farol. —Deberás disculparme si te importuno y también, no tengo nada de lo que pueda extraer fuego... —El sonrió al terminar de decir aquello, mas no se detuvo ahí. —Pero si me permites, me gustaría acompañarte hasta donde sea que te dirijas. No me malentiendas por favor. —Haziel negó con la cabeza mostrándose completamente sincero con ella. —Tan solo quiero caminar contigo por un rato, pero, si decides que no quieres que te importune y deseas que me retire, por favor, solo dilo. —Le pidió el hombre mientras daba un paso hacia ella, pero manteniendo la distancia adecuada para no incomodarla.

De momento todo lo que podía ver a través de los orbes de ella, era una densa nube de emociones. Estaba seguro de que sus pasos no habían sido guiados hasta allí por nada, tenía una misión que cumplir en aquél lugar, con Hannah. —Entonces Hannah...¿Me permitirá caminar a su lado por unos momentos? —. Haziel ladeo su hacia un costado su cabeza, aún observando atentamente a la pelirroja. El farol sobre ellos pestañeó tres veces seguidas, como amenazando con entumecer aquella luz que había acogido tanto a la humana como al ángel, y luego de aquello volvió a quedarse quieto, como un espectador silencioso de la conversación entre Hannah y Haziel. Casi como si alguien hubiese actuado por él, se giró lentamente, metiendo ambas manos en los bolsillos de su pantalón y comenzó a caminar sin un claro indicio de hacia donde se dirigía en realidad. Volteó al dar algunos pasos para observar hacia la pelirroja, era su invitación a caminar, ahora solo esperaba la respuesta de ella antes de comenzar nuevamente a caminar. Le sonrió con amabilidad desde su lugar. No siempre podía sentir tan claramente cuando su presencia era necesitada y no era que se sintiera importante, pero justo en ese momento, él estaba completamente seguro de que estaba en el lugar correcto y con la persona indicada.

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Mensaje por Invitado Dom Feb 24, 2013 5:28 pm

Prácticamente devoraba ese cigarrillo, ansiosa por ocultar el estremecimiento que le causó escuchar su verdadero nombre emerger de labios ajenos, esa voz la turbaba por su calma, no sabía estar tranquila, la calma la había abandonado desde que la inocencia se le arrebató pero ahora todo estaba volviéndose más claro, todo el resentimiento, toda la desdicha, todo lo que intentaba ahogar en alcohol había conseguido salir a la superficie y se debía a ese hombre que le hablaba con dulzura.

Las cenizas caían sin siquiera apartar el cilindro mortífero de su boca, sus dedos índice y medio lo sostenían como quien se aferraba para no hundirse, no quería derrumbarse por cosas que creía irrelevantes pero su pobre estabilidad la hacía un manojo de nervios; no surtiría efecto emplear sus actos de seducción banal, tampoco podría usar su ácido humos para salir airosa, estaba desarmada y su única herramienta eran sus pies que en silencio siguieron los pasos de aquel que iba descalzo. No sabía que responder ante tan buenos modos, siempre buscaba el decir algo afilado para quedarse con la última palabra pero su lengua estaba inmóvil, el cigarrillo se estaba agotando y con ello la excusa para no contestar a tan peculiar y distinguido caballero.

-Yo no te llamé.-repitió en voz alta.- Y no quieres acompañarme a donde voy.- cruzada de brazos alcanzó el ritmo del andar de Haziel, volteando a verlo de reojo y cuando el correspondía agachando la mirada.- ¿o quieres ir a beber sangre de demonio para sublevar tus pasiones? ¿ Acaso tienes alguna? -esa última pregunta estuvo cargada casi de ingenuidad. - No, chico, por algo nadie camina a mi lado, siempre escojo el sendero retorcido y en el camino se pierden muchas cosas, como la cordura, la vergüenza y todo lo que no ves en mí.

Soltó un suspiro, confundida por lo reconfortante de esa presencia. Quería hablar y hablar, decir que estaba sola y perdida, que quería volver a sentir pudor, tristeza, dicha... pero no sabía cómo. Era Claire peleando para volver a esconder a Hannah, una Claire desarmada, una Hannah curiosa y tímida. Ambas en una y él no podía más que notar a esa chica perturbada con la mirada yendo de un lado a otro, sacando cigarrillo tras cigarrillo.

Se detuvo cuando avanzaron algunos pasos y ella lo tomó del antebrazo para que no continuara. Era extraño el tocarlo, de inmediato lo soltó, buscando sus ojos.

-Haziel...-pronunció cuando fue interrumpida por el crujir del suelo. Pasos con olor a azufre se hacían presentes. - ¿Hueles eso?

Una sombra la asechó por la espalda mientras que dos canes del infierno se acercaban detrás de ese come almas.


Última edición por Claire D'Lune el Miér Feb 27, 2013 2:56 pm, editado 1 vez
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Mensaje por Invitado Miér Feb 27, 2013 2:23 pm

Hannah no tardó en llegar hasta donde se encontraba él. Haziel simplemente sonrió al oír como ella negaba el haberle llamado. Entendía que debía ser algo confusa la forma de la que él se explicaba, para cualquier humano, el hecho de que les digan que han escuchado los miedos de su corazón...de su alma, debe parecerles una locura, mas aún el hecho de que el les diga que no es un humano, sino un ángel, pero esa no era más que la verdad, una verdad que cada día se volvía mas conocida, porque ya no solo los demonios rondaban la tierra, sino que ellos también, Haziel y sus hermanos. Ella se veía como una niña pequeña mientras le decía que seguramente no le gustaría el lugar al que ella se dirigía y luego, siguiendo las palabras de Hannah, supo las razones de ella para decir aquello. ¿Sangre de demonio? Ciertamente el ángel se preocupo, ¿Que podría provocar tal veneno en el organismo de un humano? —¿Una pasión? —respondió el mientras sonreía hacia Hannah. Bueno, ciertamente había muchas cosas que aún no se preguntaba sobre lo que había cambiado de el mismo al llegar a la tierra. Pero una pasión como tal...no, su ser estaba demasiado conectado con la humanidad y con el peligro que acechaba a esta a cada momento que pasaba, la presencia de los demonios era lo único que lo mantenía en constante vigilia. No pudo añadir nada más pues ella volvió a hablar y el la escuchó con atención, observando a los ojos de ella mientras escuchaba, para luego responderle con calma: —Pero yo camino justo ahora a tu lado, Hannah, estoy aquí, soy de carne y hueso. Dime ¿Realmente irás a ese lugar? porque de haberlo querido hacer, no vendrías por este camino, no te habrías detenido junto a mí si realmente hubieras escogido aquél sendero. —El no deseaba que ella se molestara, no podía obligarla a tomar una decisión, tan solo quería que ella viera su vida y ella misma identificara sus errores. "Libre albedrío" pensó el ángel.

Haziel la observó mientras ella suspiraba. Podía ser que Hannah escondiera mucho más de lo que deseaba aparentar, que tal como muchos otros, escondiera su verdadero ser bajo un manto de mentiras, para no salir dañada, para no sufrir, para evitar sentir dolor, las razones podían ser muchas al igual que los motivos. Los pasos de ambos solo duraron un par de metros más, pues él ahora había sido detenido por uno de los brazos de ella. El deseaba darle tiempo a ella para que lo conociera y viera que no tenía malas intenciones, solo deseaba acompañarla y protegerla en el transcurso del mismo viaje y si ella habría sus problemas ante él, sería por su propia voluntad y el la escucharía atentamente. Con una expresión amable la escuchó mientras ella pronunciaba su nombre, pero el aroma a azufre contaminó el lugar de tal forma que hasta la pelirroja pudo percibirlo de inmediato. Aquello era extraño, porque pensaba que la zona circundante al bar de los demonios, estaba completamente despejada de otras criaturas, pero aquél aroma era prueba de que esa noche se había equivocado. El suelo crujió bajo el sonido de pasos acercándose. —Hannah.

Haziel tomó a la muchacha por uno de sus brazos y la quitó de su lado, dejándola tras de él para poder protegerla y ocuparse de aquellas criaturas que se habían atrevido a intentar tomar su alma. —Quédate detrás de mí. No dejaré que nada te ocurra. —Murmuró el pelimarrón al tiempo que se separaba un poco de ella y avanzaba hacia adelante a paso firme, enfrentándose primeramente al come almas. El ser de ojos penetrantes inquirió un rugido estremecedor al tiempo que se lanzaba contra el ángel, sus manos con garras iban directo a tomar al hombre y con su boca semi-abierta amenazaba por triturar lo que fuera que sus dientes tocaran. El ángel tampoco podía olvidar a los dos canes del infierno. Al llegar en marcha directa el come almas hacia él, Haziel usó la cruz bendecida que llevaba en una de sus manos, profiriendo un golpe con la palma en el estómago de la criatura y haciendo que dicha cruz contactara con su piel, haciendo que la criatura chillara quemándose.

El ángel ocupo ese mismo momento para empujarlo hacia atrás con una patada en el mismo lugar que había quemado, lanzándolo contra los canes del infierno que se hallaban solo un par de metros por detrás. Uno de los dos perros logró esquivar la caída del cuerpo del come almas, sin embargo el otro aúllo al tiempo que era aplastado por la criatura. Haziel se apresuró a destruir a aquellas criaturas infernales. Sentía que Hannah tuviera que ver aquello. El can del infierno aprovecho la distracción de los otros dos cuerpos y se lanzó hacia adelante, dando un salto sobre los cuerpos de sus compañeros y luego pasando por arriba de Haziel, para poder así llegar hasta donde se encontraba Hannah. Pero el no se lo permitió, con un salto tomó a la criatura por las piernas y la arrojó el la dirección contraria, con el impulso adecuado, la misma calló junto a sus compañeros, tratando de ponerse de pie. Haziel se aproximo hasta las mismas mientras recitaba en voz baja:

—Dominus, mundate his amissa animarum. Nos insontes ab in tenebris metuunt. Deus in nomine tuo et tegant. In nomine Patris et Filii et Spiritus Sancti. Amen. (Señor, purifica estas almas perdidas. Protege a los inocentes de sus miedos y guíanos entre las sombras. En tu nombre mi dios yo me cobijo. En el nombre del padre, del hijo y del espíritu santo. Amén.)

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Mensaje por Invitado Miér Feb 27, 2013 6:04 pm

De un momento a otro se encontraba detrás de él y Claire, algo mareada por al olor y el movimiento tan rápido no daba del todo crédito a lo que veía sin estar colocada o en estado etílico. Enmudeció pero un grito ahogado le revolvió por dentro, con los ojos como platos trató de reconocer esos seres que parecían sacados de cuentos para no dormir. Sucedía que su vida estaba tan lejos de la realidad que poco conocía de las amenazas que surgieron de los portales, Claire no salía de clubes o moteles y ahí no entraban ese tipo de criaturas. Los únicos demonios que conocía era los que tenían un aspecto seductor, los que la habían torturado por voluntad propia, de los que se disponía apenas unos minutos a beber para alcanzar un nuevo nivel de placer y dolor. Esto era distinto, era descomunal y aterrador. Sintió miedo como hacía tanto no experimentaba.

Estaba con el corazón desbocado mientras se acercaban tanto, parecían atraídos por algo, como abejas a la miel, y es que el devorador podía fácilmente absorber la esencia de un alma tan desgastada como Claire y ese era su objetivo, en ese lugar que había sido erradicado de seres como ellos de tan bajo rango, el hambre lo hacía buscar personas vulnerables para apoderarse de su espíritu pero Haziel se enfrentaba a él habiendo dicho que iba a protegerla, cosa que ella nunca había escuchado, mas no podía centrarse del todo en eso pues los eventos sucedían de manera acelerada, tanto que no sabía si en verdad estaba pasando. El grito que soltó el que estaba en dos patas la hizo apretar los ojos y llevarse las manos a las orejas, ignorando la valiente contienda que ponía en riesgo al ángel.

-Esto no es real, no es real, no es real.-se repetía entre dientes sintiendo un frío inusual en el pecho.

Mientras el devorador de almas luchaba, las energías negativas de las que Claire se había adueñado le daban una pizca de fuerza para mantenerse. Un nuevo chillido la estremeció haciéndola ver cómo el hombre le daba fin de un golpe. La conmoción tenía a la chica temblando con vehemencia, hasta que reaccionó por la cercanía peligrosa de una de esos perros infernales en dirección al muchacho de pies descalzos y se acercó corriendo.

-¡Cuidado! -avanzó para halar o empujar a Haziel pues desde su percepción, el can podría caerle encima pero se equivocó, iba directo a ella y la alcanzó a penas de un mordisco al levantar el brazos para cubrirse. Los afilados colmillos penetraron en la piel de Hannah, haciémdola soltar un grito ensordecedor que la hizo caer de rodillas, del dolor creyó que perdería el conocimiento, vio a la bestia alejarse cuando el ángel tiró de él dando un salto: en ese momento, con el dolor contrayendo su estómago y la vista nublada, le pareció ver el efecto de la luna tras Haziel creando un casi mágico halo de luz, que fue reemplazado cuando el demonio soltaba una llamarada en el camino hasta el suelo.

Su respiración se entrecortaba por quejas y gemidos de dolor, en el suelo, escuchando palabras que no comprendía de su acompañante que hacían al feroz can retorcerse contra los cadáveres de las otras dos amenazas exterminadas. Hannah bajó la vista hacia su brazo en donde cubría la herida con su mano contraria pero la sangre escurría a chorros, palideciendo rápidamente. ¿Así va a acabar? -pensaba y sus ojos querían conservar la tranquilizadora imagen de Haziel aunque sus párpados trataban de ceder.
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Mensaje por Invitado Mar Mar 05, 2013 9:02 am

Fue luego de que recitara aquellas palabras, que el aroma a sangre humana llegó hasta su nariz, ¿podía ser que en un descuido no hubiera alejado a la criatura lo suficientemente rápido de Hannah? Sí, la sangre no podía ser de nadie más. Si expandía mas sus sentidos, podía sentir la débil y fatigosa respiración de ella...dolor. Apretó los dientes al tiempo que el can del infierno lanzaba un gruñido y seguidamente su alito de fuego, directo hacia él. Haziel extendió sus alas y se cubrió de pies a cabeza, permitiendo que sus poderosas alas pertenecientes al otro plano, recibieran el impacto por él, aunque no por aquello salió completamente ileso. Las plumas grises que componían sus dos alas, comenzaron a incendiarse, pero el no tardo en hacer un movimiento de aleteo para espantar el fuego y seguidamente, volver sus alas al estado en el que las debía mantener para que no se desgastaran, pues sus alas, ya no podían permanecer por tiempo indefinido en su forma física, todo lo que podía hacer, era utilizarlas para ciertos casos, casos como el que acababa de ocurrir.

El can ladro con enfado mientras daba un nuevo salto para lanzarse contra el ángel, quien esta vez golpeo directamente el hocico de la bestia con su puño, arrojándola hacia atrás con la mandíbula descolocada. Los otros dos seres amenazaban con volver a ponerse de pie, sin embargo, el pelimarrón decidió que su estancia en este mundo ya había sido lo suficientemente larga sin contar el daño que habían causado. No podía permitir que dañaran la vida de los seres que amaba, no podía permitir que volvieran a amenazar a Hannah ni a nadie más, ellos se habían buscado su propio final. El ángel llegó hacia donde los seres y se arrodillo junto a ellos, manteniendo una de sus manos sobre los tres cuerpos, presionando uno sobre el otro para no darles oportunidad de ponerse de pie. Entonces, volvió a extender una de sus alas, de donde extrajo una fina espada (la cuál estaba bendecida), el único arma que se había traído de su hogar y la que siempre le había acompañado como su fiel compañera entregada a la protección. Haziel la tomó con su mano libre y murmurando una oración en nombre de aquellos tres seres corrompidos, los cruzó de lado a lado por el pecho, extinguiendo sus vidas del mundo humano.

Tras un suspiro de parte de los tres seres, partieron hacia el otro plano y el ángel, quitó la espada de sus cuerpos, manteniendo aquella expresión serena en su rostro, mas no sonreía, no había motivo para sonreír donde había muerte y destrucción.

La espada volvió a su lugar y el hombre se movió hacia donde estaba Hannah a paso rápido, viéndola tendida sobre el piso y con una sangrante herida. Él se arrodillo junto a ella y sin pensarlo mucho, rompió parte de una de las mangas de su camiseta. Quitó la mano de ella de sobre la herida y la ató con la fuerza necesaria para detener el sangrado, pero eso no sería suficiente, una herida por mordedura de una criatura infernal no podía ser tratada según la medicina humana. —¿Hannah? —Le habló el a la pelirroja mientras ahora la tomada en sus brazos. —Escuchame Hannah, no cierres los ojos, no te duermas. Necesito que me digas donde vives ¿Puedes hacerlo? Tu dime donde vives, te llevaré hasta allí para poder curarte. —Una vez que ella le comunicara donde vivía, el se movería lo más rápido que pudiera para así tratar la herida, no podía exponerse a quedarse allí en medio de la nada con ella, con la amenaza de que mas criaturas infernales aparecieran mientras la trataba. El ángel se puso de pie mientras esperaba que la chica le hablara. —Mírame. No dejes de mirarme ¿sí? —Le murmuró el ángel para mantenerla conciente mientras comenzaba a caminar, esperando las indicaciones de ella.

Alrededor de ellos, ahora el silencio era su único acompañante momentáneo. Nadie más recorría las cercanías, solo aquellos dos seres que la luna iluminaba con su leve luz a través de algunas nubes que la cubrían.
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Mensaje por Invitado Mar Mar 05, 2013 6:44 pm

Todo le daba vueltas, se sumía en instantes en las sombras y después las imágenes volvían a ser captados por sus pupilas. No podía gritar ya, necesitaba fuerzas que carecía pues las que tenía se concentraban en su mano presionando ese torrente imparable, la sangre teñía la tierra bajo su cuerpo cada vez más encorvado hacia el suelo, aunado a la pérdida no era sólo la sensación lacerante lo que la hacían temblar, sino el escozor que provocaba en su piel la ponzoña que llevaban en la saliva los demonios, le llegaba a cada rincón quemando por dentro e incluso volviendo tortuoso cada latido de su corazón.

-No... quiero... morir... no aún... ah...-se dejó caer un poco más, estaba recargada sobre su costado, con las piernas entumecidas ya.- ...Dios. -Ni como Claire, ni como Hannah había sido devota; creía, en momentos de lucidez, en que alguien la abandonó a su suerte, en que alguien tiraba los hilos, que ponía color en el mundo y ese mismo ennegrecía el cielo con nubes densas. Alguien que daba vida y muerte, que juzgaba y premiaba. Ahora sentía que era el tiempo de ser juzgada pero sabía que no sería precisamente bueno el veredicto. No quería partir, estaba aterrada aunque pocas cosas podía experimentar en ese estado.
Buscó a Haziel y lo encontró yendo de un lugar a otro, siendo atacado pero salir ileso. ¿Cómo era posible? No lo entendía, el chico se enfrentaba cuerpo a cuerpo, a penas auxiliado por una espada e hizo desaparecer todo soplo de vida en esos seres despreciables. Un suspiro al ver que el ángel resultaba vencedor la llevó de lleno al suelo, la cara contra el polvo y sus dedos deslizándose por su brazo perforado.

Era fuerte pues no se dejaba derrotar por la caricia de Morfeo, aunque parecía que era Hades quien le cerraba los ojos. Sin embargo fue el mensajero del único y verdadero Señor el que la hizo reaccionar con decir su nombre. Un torniquete improvisado suspendía la hemorragia un poco y se aclaró la garganta entre grandes esfuerzos por contestarle.

-Haziel.-intentó enfocarlo pero una luz brillante estaba posada en su visión. No debía seguir la luz, pensó, aunque la luminosidad proviniera de un aura purísima que solo podía medio apreciar porque estaba a punto de pasar al otro plano, ese de donde venía el chico de cabello marrón. Una risa casi delirante fue su primer respuesta ¿Un hogar donde vivir? ¿Cómo explicar que se desenvolvía en las calles? ¿Cómo decir que no era más que una joven errante que creía desperdiciar la vida por gusto y ahora estaba temerosa por el umbral de la muerte?

-No... tengo casa...-tosió un par de veces y su mirada se delataba apenada.- ...motel.-respiró profundamente haciendo una mueca de dolor cuando él se puso de pie con ella en brazos.- ...cerca de aquí.-apretó los ojos como si quisiera esconderse del agónico proceso, la sangre de su propio cuerpo le ardía al correr por las venas, su corazón bombeaba rápido pero quería seguirlo mirando, como le había pedido, por lo que sus orbes casi ausentes volvieron a localizar a Haziel.- A las afueras de la Zona Cero, Motel #9.-hablaba con velocidad.- cuarto 269.-exhaló con fuerza.

Avanzaron sin tener noción de la rapidez, cada vez sentía menos el cuerpo y miles de pensamientos la hacían doler también la cabeza. Un par de lágrimas por fin fueron derramadas por mera voluntad, por miedo y susurró:

-Ayúdame...

Frente a ellos estaba el motel de mala fama, no había recepcionista pasada la media noche por la peligrosidad de la zona. Cada quien tenía su llave y Hannah le indicó el bolsillo de su chaqueta en donde la llevaba para poder entrar a una desordenada habitación todavía con olor a tabaco.


Última edición por Claire D'Lune el Lun Mar 11, 2013 4:48 pm, editado 1 vez
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Mensaje por Invitado Lun Mar 11, 2013 9:54 am

Al escuchar que no tenía casa, pensó en que debería de auxiliarla en algún otro lugar cercano que al menos les diera algo de protección si las criaturas volvían a atacar, pero luego de un momento, Hannah contestó que vivía en un motel cercano a las afueras de la zona cero. Realmente sentía hacerla hablar en el estado en que se encontraba y ahora todo dependía de que él pudiera dar con el lugar. Aquello no sería nada difícil, ya había recorrido parte de la misma con algunos de sus hermanos, tanto para asegurarse de que los humanos que se movían por el lugar no fueran atacados, como para tratar de mantener el lugar en orden, aunque mucho mas allá no se permitían el avanzar pues sabían de la existencia de un lugar donde los demonios eran los señores de la noche. Los ojos de Haziel se fijaron en los de la pelirroja por un momento. —No nos tomará mucho el llegar allí. —Sonrió para mostrarle seguridad a ella, puesto que la mirada de Hannah se hallaba perdida, desorientada; debía estar haciendo un gran esfuerzo para no caer bajo el peso del cansancio y la perdida de sangre. Él la atrajo contra su cuerpo para así poder moverse aún más rápido, a aquella velocidad que el ojo humano apenas podía distinguir. Recordó el lugar exacto donde había visto el derruido motel con aquel cartel luminoso que avisaba que había habitaciones libres. Las lágrimas de ella rozaron los brazos del ángel, quien preocupado por su estado, apuro todo lo que pudo la llegada hasta las puertas del Motel.

Haziel apoyó la cabeza de ella contra uno de sus hombros mientras se adentraba por la puerta principal (que estaba entreabierta). Adentro todo era bastante oscuro, el tapiz de las paredes era de un color verde azulado, mas el mismo estaba rajado en varias partes. Las luces del techo parpadeaban y otras tantas emitían una luz lo suficientemente tenue para pensar que en cualquier minuto simplemente se volverían oscuridad. El ángel volvió a utilizar su velocidad humana, atravesando aún así el pasillo con rapidez en sus movimientos, observando los números en las placas de las puertas y siguiendo hasta el final del mismo, hasta llegar a la que debía ser la penúltima en aquel solitario y oscuro piso. La habitación #269 se mostraba cerrada y el castaño tuvo que buscar con cautela en el bolsillo que ella le había señalado, para encontrar la llave. La sostuvo contra su cuerpo con una de sus manos mientras con la otra hacía girar la llave en el interior del pomo de la puerta. Luego de un chasquido, la misma dejo ver el interior de la habitación al ángel, revelando una absoluta oscuridad y el frío de una habitación donde la ventana había quedado abierta.

Se metió de lado en la habitación con la muchacha y con su buena vista, localizo de inmediato la cama, tendiéndola con cuidado sobre la misma. Cerró la puerta y dio la luz, la cual era tan tenue como las del pasillo, pero para él estaba bien así. Observó el lugar mientras trataba de localizar lo que necesitaba. Así, tomó una fuente de metal que había hacia un rincón y con ella se dirigió hacia el baño. Allí mismo, en aquél pequeño espacio cuadrado, encontró algunas toallas que se colgó de uno de sus hombros. Llenada la fuente con agua (que a duras penas salía de la llave), se dirigió nuevamente hacia donde había dejado a Hannah. Allí la encontró algo mas pálida de lo que la recordaba y el torniquete estaba cubierto por su espesa sangre. El ángel se agacho junto a ella con las cosas que había conseguido.

—Estarás bien. —Le habló esperando que ella se mantuviera despierta. —Solo sígueme viendo. —El ángel dejó mojando una de las puntas de la toalla mientras quitaba la improvisada venda. Lo primero que debía hacer era limpiar la herida para quitar los restos de la saliva del can del infierno, la misma podría hacer mas difícil la siguiente tarea que iba a resolver, pero esta no era su primera vez lidiando con heridas en las que las criaturas demoníacas tenían que ver. Paso el paño con cuidado sobre la herida, una y otra vez, hasta que la misma quedó limpia, pero la misma se veía bastante mal y la sangre no pararía de sanar. Era justamente ahora que venía la segunda parte. Él se quedó en silencio junto a ella, apoyando la mano que tenía el crucifijo colgando sobre la zona de la herida. La palma estaba en contacto directo con la sangrante herida. Cerró los ojos y dirigió su energía espiritual hacia sus manos, haciendo que estas se vieran de un color extrañamente pálido y borroso. La luz cálida que brotaba de estas, era la del poder de sanación divino. Con ella la herida iría cerrando de a poco, aunque el gasto de energía sería para su cuerpo tan perjudicial como para cualquier otro humano. Haziel mantuvo su vista sobre la pelirroja mientras la energía desde su mano pasaba a la herida, recomponiendo el tejido y deteniendo el sangrado.

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Mensaje por Invitado Lun Mar 11, 2013 7:33 pm

Los sonidos se habían reducido a las fuertes y dolorosas palpitaciones que le daban constancia de que seguía viva. También lo hacía el contacto contra el pecho del ángel que la llevaba con delicadeza, su calidez la alejaba de frío roce de la muerte pero cada instante le era más complicado continuar viéndolo, prenderse a esa sonrisa era como sujetarse al mundo que quería seguir explorando, era como tener fuerzas para la siguiente bocanada y así lo hacía, sabiendo que él había marcado el rumbo de su historia pero sin conocer los motivos para esa intervención divina en su destino.

Lo siguiente de lo que se percató fue la oscuridad en el cuarto que había alquilado hacía algunas noches sin compañía en particular. Era casi patético el sentimiento de alivio por llegar a la alcoba de un motel barato pero se sintió un poco mejor al estar en un sitio conocido, sin embargo, al separarse del joven trató de sujetarlo para evitar que se alejara, con la mirada le suplicó no darle la espalda, no dejarla en esa cama tan vacía para ella sola pero él ya se encontraba en el cuarto de baño en un abrir y cerrar de ojos. Su espalda se hundió en las sábanas, dejó su cabeza caer de lado, comenzando a perder el conocimiento, incapaz de hablar más, solo abandonándose al murmullo de una voz maternal que acallaba los golpes que daba su corazón, cada vez más lentos.

Ya casi no recordaba cómo había terminado en ese estado, ni por qué su brazo ya no era percibido por el resto de su cuerpo, era solo ella con una sensación de estar flotando, la cama se había vuelto una nube que la llevaba a un sitio tranquilo donde la paz la envolvía en una blancura inmaculada. Se le abnegaron los ojos de lágrimas al experimentar tanta calma pero no le fue posible avanzar más.

"Hannah... no es tiempo de partir." -Escuchó de una potente voz antes de que Haziel la hiciera despertar.

Parpadeó, abrumada, sintiendo cada dolencia en su cuerpo pero también la presencia de aquel que se preocupaba por su mejoría. La atendía con cuidado, con extrema delicadeza pero al contacto con aquella toalla mordía su labio inferior para evitar soltar algún alarido de dolor, suspiraba de manera involuntaria, mientras su respiración volvía a tomar ritmo conforme Haziel limpiaba la herida, mas no pudo contener una queja al tiempo que él presionaba de lleno el orificio por donde se le escapaba la vida y, a la vez, le regresaba a causa de esa inmensa energía celestial.

Asombrada y sin comprender del todo, Hannah fue testigo de ese milagro que le llenaba de fuerza por dentro, no sólo desaparecía la molestia en su brazo, recuperaba poco a poco el color en las mejillas, el brillo en la mirada y cada herida se iba sanando en cuestión de segundos. Otra vez podía levantar la cabeza sin tanto esfuerzo, incluso irse sentando mientras el chico seguía imponiendo sus manos llenas de luz con efectos increíbles.

Estaba revitalizada pero lo veía a él con indicios de cansancio.

-¿Cómo..?-dijo con la voz totalmente repuesta, sintiendo desde el hombro hasta la punta de los dedos del brazo antes magullado. Movió la mano, abriendo y cerrándola, dueña de sus movimientos, sin ardor en las venas, en su lugar un bienestar indescriptible. Se sentía sana, plena pero tenía muchas preguntas para él. Las respuestas le interesaban pero nada cambiaría en su forma de verlo, lo miraba ahora con un agradecimiento tremendo, casi con dulzura en sus ojos acostumbrados a miradas frívolas.

Se acomodó un poco más contra la cabecera de la cama, seguía entre las manos del ángel y por se acercó a él llevando su frente a hacer contacto con la de éste, esperando a que diera por terminado lo que fuese que estuviese haciendo para regresarle el alma al cuerpo en más de una forma.

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Mensaje por Invitado Jue Mar 14, 2013 9:12 am

El proceso fue lento, antes, en su condición de ángel/espíritu, el mismo habría sido mucho mas rápido y efectivo, pero ahora que su alma se encontraba fijada a un cuerpo humano, la misma había perdido cierta franja de efectividad y así mismo el proceso se volvía más lento y cansador para él, pero agradecía que aún pudiera conservar ese don, gracias al que podría ayudar a detener el sangrado de Hannah y si su padre todopoderoso lo permitía, ella recuperaría el color y su energía en cuestión de minutos. Con cuidado continuó apretando el brazo de ella con aquella energía santa y tibia, mientras sus orbes se mantenían fijos en el rostro de ella, viendo sus reacciones y evaluando si la situación mejoraba para ella. Le preocupó ver que ella comenzara a llorar, debía ser por el dolor de aquella herida, la misma que él intentaba sanar. —Padre misericordioso. Tu hijo te pide que por favor ayudes a Hannah a luchar contra el dolor y contra la muerte, permítele ver entre las sombras y calmar la ansiedad. Sana su corazón y abrígala con tu calma, padre que todo lo puedes. —Sus palabras salieron de entre sus labios como un suave murmullo. El tejido se fue cerrando, deteniendo el sangrado y curando la piel, hasta que la misma comenzó a formar la costra que quedaría en el brazo de la muchacha, con algunos días de descanso, seguro la misma terminaría por volverse solo una línea oscura en su piel, aunque lamentaba que la misma no fuera a desaparecer para siempre, así era el mal de los demonios, dejaba heridas que el cuerpo no podía olvidar por completo.

El ángel observó tranquilo ahora el rostro de la pelirroja, viendo como el color volvía a ella y su respiración se normalizaba. Su energía se había extendido por el cuerpo de ella para ayudarla a calmarse pero ahora solo podía terminar de ocuparse de la herida, puesto que su energía estaba comenzando a mostrarle el precio a pagar. Se sentía cansado y algo somnoliento. En cuanto al proceso, estaba casi finalizado, dejaría que el cuerpo de ella finalizara el trabajo al comenzar a regenerar el tejido bajo la costra. Algo sorprendido quizá, vio como ella habría los ojos y se incorporaba. Haziel sonrió satisfecho y agradecido, ya estaba hecho. La voz suave de la humana murmuró una única pregunta, la cual no respondió de inmediato. El suspiró mientras ella apoyaba su frente contra la de él, ella incluso había recuperado su temperatura normal. Viendo que Hannah podía ya moverse y que la herida había hecho costra, el ángel quito su mano de sobre el brazo de ella. —Estoy realmente feliz de que ya puedas moverte...y de que tus ojos ya no expresen dolor. —La voz del pelimarrón fue como un murmullo, pero ella podría escucharlo claramente debido a la cercanía entre ambos. Ahora bien, con respecto a la pregunta que le había hecho ella...—Nuestro padre me dio el don para poder curarte. Hannah. —No sabía si ella comprendería aquellas palabras, pero dejaría que ella hiciera las preguntas y expresara lo que deseaba saber.

—No deberías moverte tan bruscamente, la herida está regenerando, pero aún puede volver a abrirse. —Expreso el con algo de preocupación en su mirada. Con una de sus manos tomó el brazo de ella y lo envolvió en un pedazo largo y delgado de toalla, a modo de una venda que evitaría de momento que la herida pudiera abrirse por accidente o infectarse. Sintió sus ojos pesados, pero evitó pensar en su propio cansancio para asegurarse de que ella no se moviera más de la cuenta. Aún deseaba saber si ella sabía lo que se movía por la zona cero, aquellas criaturas demoníacas que la habían impresionado y lo cual llevo a pensar al ángel que quizá ella nunca las había visto hasta ahora.
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