Conociendo a lo desconocido

Norte América, la potencia más poderosa del globo, había comenzado una carrera armamentista en contra de un enemigo espacial que amenazaba el estatus quo del país, un problema como nunca antes había enfrentado, muy diferente y más difícil de sobrellevar que los grupos que conforman, las razas. Desde entonces y hasta la fecha, las grandes corporaciones han decidido brindar apoyo a la causa para que la raza humana predomine como ya hacía tiempo. Sin embargo, todo cambia radicalmente según aparecen nuevos enemigos públicos, como lo serian demonios y otros monstruos de oscura presencia.

Ahora las razas tenían un enemigo en común, capaz de amenazar todo cuanto se ha logrado. Una guerra se había destapado, por lo que proyectos y prototipos de armas humanas y no humanas han sido usados para combatir el problema que ya ocasionaba un agotamiento social de vulnerabilidad en las personas.

Manhattan actualmente había sido una de las zonas más afectadas, pues miles de personas han muerto después de un lanzamiento de bombas nucleares que agraviaron paulatinamente con el surgimiento de grupos Vampíricos como licanos que buscaban formar parte de este fin del mundo para lograr sus propósitos de erradicar a los políticos y acabar con la fe humana.

Entonces, cuando el momento más grande de ignominia en los últimos años había caído sobre la tranquilidad de Manhattan, robándose la mítica quietud que gozaba desde tiempos memoriales en su corto lugar; en el fin mismo del mundo, se abrieron, dejando que los rayos del sol que se ocultaban con toda su gloria sobre el horizonte; donde una imagen ya se adivina en su lívido paisaje.

Impasible, su hermoso y palidecido rostro de ojos negros revela un gesto de rebeldía, velado tras el perfecto recuadro de una caballera oscura como la noche, acariciándole las blancas y tersas mejillas. El elegante caballero de oscura entidad, que cubría sobre su cuerpo un hermoso traje de chaleco sastre, y representaba en sí mismo la imagen misma de la belleza – Esto es de bárbaros.- musitaría mientras lentamente caminaba entre tierra y suciedad, observando toda la situación que había recaído sobre un lugar tan bello como lo era entonces.

Es entonces que el cruzar de una mujer le haría volver con rapidez la vista al frente, era una de esos ángeles caídos con alas negras, una belleza que pocas veces era vista en estos tiempos, por lo que mirándola con seriedad y rectitud susurro – disculpe usted mi bella dama, fui el único culpable por no estar mirando al frente.- musito, pues ya había comprendido que dicha musa era de igual raza que su persona, por lo que este se haría a un lado, caminando pocos centímetros en donde divisaría una flor carmesí entre basura. Se agacho con gran elegancia y entre sus mano derecha tomo la parte baja de la flor, arrancándola y así entregársela a la bella mujer –Esta flor me ha recordado que siempre hay algo hermoso entre oscuridad y maldad. Por favor, acepte esto.-

La noche comenzaba a propagarse; donde los primeros rayos platinados de la luna se hacían presentes en un lugar que alguna vez fue conocido como Manhattan . Una mirada algo melancólica se asomo en el gesto del joven caballero, que se mantenía añorando el aire y la belleza de una mujer. Poco a poco cerro sus ojos, mientras ella tomaba la flor carmesí entre sus manos; una ciudad moderna, que para el gusto del Vampiro, había perdido la magia ancestral de los gloriosos días. Lo que observo fue solo destrucción y violencia, tanto humanos como vampiros yacían en tierras destruidas, comiendo, alimentándose de ratas, basuras y otros afines. Realmente estaba conmovido por lo que había observado, pero la presencia de tan delicada dama había logrado darle un poco de quietud a su aflicción.

Un dejo de desconfianza se adorno en su temple; siempre expresando un comportamiento adecuado y galante en toda ocasión, pero al mismo tiempo ajeno, manteniendo aquella ambigüedad superior de los antiguos reyes de tiempos antaños. El silencio aplomaría en sus labios al escuchar preguntar sobre su nombre. –Lo lamento my lady, no suelo dar mi nombre a mujer desconocida.- musitaría, esbozando una tenue sonrisa siempre expresando simpatía, desvelando no solo la elegancia, sino también su naturaleza muy diferente a cualquier otro Vampiro. Todo en el estremecía la preciosidad exótica de Rusia, sus ojos tenía esa mirada amable que las mujeres adoran y los hombres envidian. Su sola presencia arrastraba un halito profundo de calor, suave como una pira.

Lentamente cruzo por el lado de la joven chica, colocando su diestra por sobre su hombro, deslizándolo con lentitud mientras se posicionaba a pocos escasos centímetros, acercando el rostro en donde sonriendo susurraría sobre su oído –Mi nombre es LEV ZÁITSEV. Usted tiene un nombre también?.- espetaría, rozando sus labios cálidos sobre su oreja, al expresar su nombre, dejando un leve coquilleo.