Un nuevo comienzo

El día no me acompañaba, quizás había sido mala idea aquello de ir a alguna de las tiendas de la zona para comprar algo de comida, aunque parecía que las tiendas ya no vendían comida o eso es lo que comprobaba cada vez que me acercaba a uno de los innumerables escaparates en la zona, aquella noche parecía además bastante fría y oscura, quizás tendría que ver mucho con lo rumores de que los víveres para los humanos estaban siendo atacados últimamente por seres que no querían que nosotros siguiéramos viviendo en aquel fructuoso mundo, aquel abrigo parecía que ya no se asemejaba a aquel que llevaba cuando tan solo tenía diecisiete años, quizás por que se me había quedado pequeño o por el desgaste parecía que me mojaba mucho más e incluso parecía que el frio se hacia el dueño de mi cuerpo.

Los pasos se asemejaban al ritmo tan tranquilo que llevaba, hacia ya más de una semana que no sabía de mi antigua dueña, ahora parecía encontrarme sin rumbo y sin dueño. Intenté acelerar el paso pero parecía que las tiendas no se asemejaban a lo que yo quería, una botella de agua o algo para llevarme a la boca, hacia varios días que no comía.

Tras seguir por la claridad de la calle a lo que parecía un espectro a lo que yo recordaba cuando era más pequeño me acordé de que seguía sin encontrar la tienda a la que iba a comprar siempre algo de suministros con mi madre, según recordaba era en aquella zona pero no lograba visualizar la tienda, mis guantes blancos seguían posados sobre las palmas de mi mano no me desprendía de ellos aunque ya no estuviese ni de servicio, quizás porque mi piel era demasiado sensible a aquellas temperaturas.

Decidí investigar en uno de los callejones, porque hacia recordarme que era por alguno de ellos donde se situaba antiguamente aquella tienda donde compraba mi madre la miel, quizás ya no se encontraba abierta, tras los acontecimientos que habían sucedido en la ciudad, parecía que todo el mundo parecía haber huido hasta de sus propios negocios, era eso o unirse a ellos, los nuevos amos del país…

Alesha se encontraba caminando por las calles de Central Park, luego de finalizar un pequeño concierto de piano en un bar cercano. Llevaba puesto un hermoso vestido blanco que llegaba a la altura de sus rodillas, unos tacones de color rojo, ps siempre tenía que llevar algo rojo. Era un poco maniatica, en ese aspecto. El viento soplaba fuerte, y cantaba una hermosa melodía si prestabas algo de atención, mientras jugaba con el cabello ondulado de Alesha.

Veía la gente pasar, escuchando los latidos del corazón de cada humano que pasaba a su lado, escuchando las voces de cada uno de ellos. Una sonrisa se asomo en su rostro al mirar a una pequeña niña que se aferraba con fuerza a la mano de su madre, recordó a su pequeña hermana Amelia, aquella pequeña niña de cabellos oscuros y ondulados, carita de angel.

Entre la multitud un chico captó su atención, al parecer estaba algo perdido. Decidió seguirlo, sus pasos eran firmes, pero lentos, al ver que aquel humano entro a un callejón se preocupo un poco y apresuro sus pasos, no quiso hacerlo con velocidad pues no quería asustar al muchacho.

- Perdido? - preguntó con tono de voz calmado y dulce. Poso una de sus manos sobre su cintura, levantando una de sus cejas, mientras se paraba detrás del chico. Miró hacia los lados, y la mayoría de las tiendas que alli se encontraban, estaban cerradas, y las que no, muy pocas cosas se veían en sus estantes.


Off: Espero no te moleste que haya entrado a tu tema.

Escuchó una voz, solo esperaba que no fuese alguno de esos vampiros que empezaban a salir en las noticias de que estaban en contra de los pactos con los humanos, tras darme la vuelta observé mejor a la chica que parecía como algo segura de que yo me hubiese perdido, cuando sabia perfectamente en que zona estaba transitando, debido a que durante mi etapa de infante solía pasear por la zona e ir a comprar, aunque siempre nos cobraban de más por ser extranjeros y sobre todo de la mismísima Rusia.

Al parecer nadie en América había aceptado aquello de que la URSS había muerto definitivamente, debido a los comentarios que había recibido cuando tan solo era un chiquillo en pleno instituto y en plena clase de historia. Pero al parecer, aquello ya no importaba, si eras rubio, negro, chino o mongoles, por lo menos en aquella ciudad tan solo contaba con aquello de la supervivencia.

No podría sobrevivir si no comía algo pronto pero al parecer las tiendas de la zona no me ayudaban en nada de lo que buscaba.

-Tan solo estaba buscando una tienda, pero al parecer el tiempo ha hecho que se encuentre cerrada

El tiempo o quizás los acontecimientos, gracias a los políticos por habérnoslo ocultado durante tantísimo tiempo aquello a lo que muchos paranoicos ya habían avisado e incluso lo habían investigado como un claro síntoma de que al final saldría a la “luz”…

La ciudad, mejor dicho el mundo entero ya no era como antes los tiempos habían cambiado, la humanidad poco a poco estaba decayendo, y eso traia como consecuencia que las economias mundiales tambien decayeran. Antes podías salir a altas horas de la noche, y encontrabas muchas tiendas abiertas, la multitud invadía las calles, pero ahora ya eso no era así.

Alesha escuchó al chico y en su rostro se formo una leve sonrisa, camino unos pasos más para acercarse un poco más, y asintió mirando a sus alrededores.

Con el tiempo han cambiado muchas cosas- miró con detenimiento al chico, estaba un poco desarreglado, sus manos estaban cubiertas con unos guantes blancos, parecidos a los que usaban los sirvientes. La piel del muchacho estaba un poco pálida, y podia escuchar como el estomago del muchacho rugía, al parecer tenía hambre, los latidos de su corazón eran lentos. Es dificil en estos tiempos encontrar lugares abiertos, y si los hay, muy pocos conservan sus estanterias llenas. - tomó una bocanada de aire, para luego soltar un suspiro, como si aquello que estaba sucediendo le decepcionara.

Mi nombre es Alesha- extendió su mano para presentarse cortesmente- ¿Te puedo ayudar en algo? Puedo escuchar desde aqui tu estomago rugir - dijo en forma de broma, aunque no mentía. le dió una pequeña sonrisa, para que el chico se sientiera en confianza

Al parecer los vampiros lo escuchaban todo incluso lo que se escuchaba a primera vista, es por ello por lo que me había dado un poco de vergüenza que se hubiera dado cuenta algo que no me hizo mucha gracia que notara una de mis debilidades.

-Es normal, hace bastante que no como aunque me apaño con lo que encuentro por hay, siempre hay mucha comida en los contenedores de la basura.

Era deprimente, pero al parecer el modo de supervivencia en aquel país y en aquel instante parecía que no había cambiado, quizás en que había aumentado considerablemente el numero de personas que se amontonaban cada noche para coger algo de comida y poder sobrevivir un día más en aquel mundo llamado infierno, del que parecía que la sombra se hacía cada vez mas evidente de que ellos, la sujeta que tenía delante en aquel preciso eran los únicos amos, parecía que los humanos ya no podría ser un alto cargo si no les obedecías a ellos, muchos se habían envalentonado en una aventura sin sentido y de la que yo ni respetaba, aquellos que se hacían llamar “rebeldes”.

Una vez tuve un planteamiento en mi vida, si de verdad todo aquello lo hubiese querido mi madre, pero casi nunca sabia si mi madre en verdad hubiera muerto en aquel hospital, o incluso si mi padre seguía vivo, me plantee volver a Rusia pero ya era demasiado tarde para volver a un país que no lo asemejaba con mi infancia, aquel lugar era el único sitio donde podría quedarme.

-Yo soy Henry Rubeus Spellman y no creo que necesite ayuda, estoy bien

Apenas me acordaba de como se trataba con los vampiros desde que hubiese abandonado el hogar de mi antigua dueña, la cual hacía bastante que ya no me mandaba ningún mensaje por si había conseguido algún trabajo para mi…

Aquel chico era un poco orgulloso. Alesha se acercó un poco más a él y le dió una media sonrisa. Estaba claro que él sabia lo que ella era. Aquel desaliñado chico parecía ser el esclavo, o como lo llamaban vasallo de algún vampiro, que al parecer había sido abandonado o quizás él había escapado.

Alesha se sorprendió un poco al escuchar lo que había dicho el chico, se cruzó de brazos y lo miró fijamente, manteniendose en silencio por unos segundos. El chico tenía toda la razón al desconfiar de ella, era vampira, y por naturaleza era una cazadora feroz; aunque con el tiempo había aprendido a controlar sus instintos asesinos. Se alimentaba de bolsas de sangre que eran donadas al hospital, aún es imposible negar que en el comienzo de su vida como vampiro asesino a unas cuantas personas, indigentes, ladrones, asesinos, violadores, personas que no iban a ser extrañadas por alguien, o las cuales su vida era demasiado deprimente, y sólo deseaban la muerte.

¿Contenedores de basura? Eso es algo asqueroso - soltó un suspiro y dió un paso más al chico, lo miraba detallandolo, estaba despeinado, algo sucio, su piel estaba casi amarilla, se podía notar las ojeras y bolsas que se formaban bajo sus ojos por el cansancio; quizás no dormía bien.

Vamos Henry, necesitas ayuda. Sólo mira tu aspecto- dijo haciendo un gesto con la mano- Mira- tomó una bocanada de aire, y suspiró- Entiendo perfectamente que no confies en mi, soy un vampiro ya eso lo sabes, tu, un humano, seres opuestos efectivamente. Si quiesiera matarte lo habría hecho desde hace un buen rato, pero está en contra de mis principios. Déjame ayudarte, darte ropa limpia, y comida

El viento jugaba con la cabellera oscura ondulada de Alesha, ya la luz se reflejaba en su rostro, era como si casi fuera un ángel. Alesha a pesar de ser un poco fría y de caracter algo fuerte, al ver hay alguien que necesitaba ayuda se le "ablandaba" el corazón, y sentía la necesidad de protegerlo.