Formando una Familia {privado}

24 de Diciembre
12:45

Era víspera de noche buena, pero las navidades ya no significaban lo mismo desde que los vampiros habían salido de las sombras de la noche. Ya no habían tantas personas en las calles ni celebrando navidad, aunque el rojo, dorado y verde aun reinaban en las casas resaltando en medio de la nieve que había caído. Temperance nunca había celebrado una navidad, los viajes constantes, la soledad de no tener amigos, y luego, estar con los vampiros, había hecho que ella no viviera muchas de las cosas que otras personas si habían vivido. Por eso intentaba que los niños del orfanato de Cristo Our Mission se sintieran queridos, aunque era dificil atenderlos a todos. Temperance iba todos los fines de semana, con permiso del principie, a estar con los niños, y ese día, llevaba regalos para todos, pero también iba a otro asunto incluso más importante. Odette.

Odette era una pequeña de cuatro años, inquieta y hermosa, que se había ganado el corazón de Temperance y también los deseos de cuidar de ella, porque se había dado cuenta de lo que era. Podía ver fantasmas, y eso, a esa corta edad era traumático además de muy peligroso. Si algún vampiro se daba cuenta de aquello, ella desaparecería y su alma no tendría descanso. Pero estaba asustada, llevar a una niña donde los vampiros era peligro, ella vivía con todo aquel miedo, pero también sabía que podría protegerla mejor, incluso el mismo príncipe podría protegerlas, a las dos.

Miraba desde la ventana de la oficina de la directora a los niños jugar con los juguetes que les había traído. La directora le decía que se apreciaba mucho su ayuda, y que esperaba que el gobernador estuviese bien, ella asintió apenas.

- el gobernador está complacido de ayudar - sonrie la chica a la mujer, - quiero hablar con Odette primero, ver si ella desea irse conmigo...- la directora asiente y Temperance sale de la habitación en busca de la niña que debería estar junto a los ojos infantes abriendo los regalos que la joven Temperance había traido.

Ella se paró en la entrada del salón sonriendo por las risas de los niños, si pudiera los ayudaría a todos, pero sólo podía ayudar a una de ellas, a una pequeña a la que amaba como a nadie en el mundo, y sólo quería verla feliz, esperaba eso sí estar tomando la mejor de las decisiones, y claro, que ella la aceptara. Avanzó un poco más, entrando y dejando una estela de su perfume buscando con la vista a la pequeña Odette.

Era un día muy corriente para mi aun que sea una anelada fecha por casi todos los niños del mundo, era navidad... Yo estaba sentada en los tiesos escalones del orfanato, las paredes que me encerraban, allí no te podías fiar de nadie, la ropa desaparecía, los juguetes rotos y la comida muy escasa. Pero detrás de todo aquello había personas buenas como Temperance, solía decirme que algún día cuando obtenga mas dinero cuidaría de mi y viviríamos en una casa rodeada de animales y flores, cientos de ellas. Era mi mayor ilusión, pero yo y ella sabíamos que no le pagasen como se debía, debía servir al príncipe y yo portarme bien en ese orfanato, una jaula para aves sin alas... Tenia un par de amigos, pero el niño mas pequeño había sido adoptado hace unas pocas semanas y a la otra niña trasladada a Inglaterra... La pregunta que siempre oía en mi cabeza no dejaba de sonar: ¿Por que nadie me quiere?, nadie lee los libros que yo leo, nadie escucha lo que yo escucho, nadie piensa lo que yo pienso, a caso ¿hay algo mal en mi?

El atardecer ya parecía cubrir todos el cielo por completo y en unas cuantas horas la noche caería sobre mi cabeza dando paso a San Nicolas, el humilde señor carpintero que repartía juguetes entre los niños mas necesitados, pero Santa nunca llego... En el orfanato nada había cambiado, yo esperaba ver un enorme árbol en el medio de la sala, lazos rojos adornando las paredes y un cálido tono de Navidad... el que siempre falto, aun que yo no tuviese una bonita víspera de navidad, ni dinero, ni lindos juguetes podía pensar en lo bella que era mi vida, asistiría al colegio y... y... bueno aun que mis padres no estuviesen allí siempre los llevaba conmigo, los habría disfrutado mucho en cuento los tuve. Yo sola hablando con mi mente solo me llenaba de depresión, en verdad mi vida no era todo lo que siempre había soñado, vivía sufriendo los maltratos en el orfanato, nos tratan como bestias, los demás niños destrozando mis únicos dos juguetes y en esta fecha despidieron a la jardinera, la única persona amable conmigo, el jardín pedía a gritos amor y cuidado al igual que yo...

Mi mayor sueño, el de salir de aquel lugar no se cumpliría, pero viendo otra parte, al cumplir dieciocho años podía vivir en otro lado sin depender del orfanato. Baje las escaleras y salí a los jardines, allí estaba la cocinera llorando, no sabia que le pasaba y me acerque a saludarle, pues la mujer me explico que estaba en banca rota y que no tenia otro lugar al que ir... Le di un abrazo y me quede por allí. Aun que eso me duela, yo no podía hacer nada, solo tenia un juguete sano y era un osito de peluche que siempre abrazaba, ademas de estar rodeada de espíritus susurrantes podía contar con personas que venían a menudo como Violette, Tyler y Marshall entre otros. Solo pensaba en que alguno vendría por esa puerta decidido a adoptarme y llevarme bien lejos de aquel lugar, pero nadie llego y al tiempo mis lagrimas se congelaron desquebrajadas al igual que mi corazón.

La sociedad en si me solía ver como un monstruo, yo también lo solía pesar: ¿Que había hecho para que mis padres mueran? ¿A caso fui mala con ellos? ... Llegue al salón y vi a muchos niños jugando y gritando de la alegría, pase muy rápido, no quería estar en medio de eso. De repente frente a mí se encontraba Temperance repartiendo regalos, derrochando alegría, a cada niño que le entregaba un juguete le obsequiaba un tierno besito en la mejilla, era en realidad una de las pocas grandes personas que había llegado a conocer, darlo todo sin pedir nada a cambio; nunca la verías con mala cara o mal humor, por mas duro que fuese ella te mostraría una sincera sonrisa para demostrarte que nada esta perdido y siempre hay algo bueno que rescatar. Sin dudarlo ni un solo momento me acerque a ella con muchísima alegría y la abrace efusiva mente, era mas que bueno para mi tener a alguien como ella cerca mío. Aun abrazada a ella suspire- ¡Hola! ¿Que te trae por aquí Temperance? -dije contenta, era claro que venia a entregar juguetes pero no me despegaría de ella por nada. Recordando la fecha me sobresalte- ¡Feliz navidad! -dije besando la puntita de su nariz y riendo.

Los niños la rodeaban y enseñaban sus juguetes. Señorita Temperance, Señorita Temperance, trinaban su nombre, intentando llamar su atención y ella se daba el tiempo de atender a cada uno de los niños, diciéndole que esperaba que el juguete le gustara. y dedicarle una tierna caricia, que hacía sentir especial a los niños que sin padre crecían. Ella había crecido sin padre y si no hubiera sido por Axel, hubiera estado en un orfanato, pero esos niños no habían tenido esa suerte y debían crecer sin mayores cuidados; aunque para ser sinceros, Axel jamás se comportó como un padre, ni siquiera como un hermano mayor, al contrario, había mantenido la distancia con ella, marcando la relación de los dos con la formalidad de maestro a discípula, de señor a sierva.

Temperance seguía con los niños, pero seguía esperando que Odette apareciera, se sentía nerviosa, porque no sabía si la niña iba a aceptar irse con ella, además, tendría que explicarle demasiadas cosas, intentar evitar que sintiera miedo de ella misma, de su entorno, pero el príncipe las cuidaría ¿o no?. Mordió su labio inferior cuando los niños le dieron un respiro, y siguió buscando con ojos lánguidos a la preciosa niña. Ahí la vió, corriendo hacia ella, Temperance extendió sus brazos, y cuando ella llegó, la tomó entre ellos, y la abrazó con añoranza.

-Feliz navidad para ti también preciosa - Temperance se sonrojó cuando sintió el beso de la niña, y la abrazó con más necesidad, precionandola sin lastimar contra su pecho - Odi, he traído un regalo para ti, pero no está en este lugar - le contó al oído, separando su rostro del de la niña y sonriendo - te llevaré a un lugar más tranquilo para que lo veas- la bajó y tomó su tierna manito. Las manos de temperance era siempre muy suaves, pero también heladas, en cambio la manito de Odette era tierna, calentita y Temperance sentía gozo en su corazón de poder estar cuidar a una niña como Odette.

Se despidió momentáneamente de los niños, que jalaban de su hermoso vestido color rojo, de ampia falda y de una tela gruesa para protegerla del frío. Una vez fuera del salón, llevó a la niña hacia uno de los despachos donde los padres que iban a adoptar esperaban, ahí, abrió la puerta y entró, con Odette de la mano, dejando pasar a la niña primero.

-Toma asiento- le dice y se sienta a su lado, tomando sus manitos. Estaba demasiado nerviosa, sus ojos bajaba a la manos de la niña y luego subían a sus ojos, sin saber como comenzar. Asi que tomó aire, y acarició la mejilla de Odette -Odi, he hablado... y deseo adoptarte, ya he hecho los trámites y me dejaran que vivas conmigo... mientras todo se concreta, pero... yo quiero saber si deseas que te adopte- su corazón se aceleraba más y más, sería su hija su Odette aceptaba -sé que es algo complicado de pedir a una niña, pero no quiero que vayas conmigo porque yo solo lo deseo... pero debes saber también, que si dices que sí, te protegeré de todo, el príncipe también lo hará y estarás más segura, como yo...- una de as ventajas de estar entre lobos es que no te notaban.

- ¿aceptarias? - apretó un poco más sus manos, y las llevó a sus labios para besarlas, esperando impaciente su respuesta.

Andaba en el orfanato deambulando con una invitada sorpresa, Temperance, sin dudas ella había alegrado mi día, aun que mas no fuese me la hubiese pasado en el prado lejos de los empleados. En el momento en que Temperance abrió sus brazos me acerque mas a ella para darle su merecido abrazo, aun riendo por ese besito molesto. Ella me deseaba una feliz navidad y yo asentí, aun que ella no supiera que la pasaría en el cuarto dibujando animalitos. Sentía como ella me daba otro abrazo el cual respondí con alegría. Ya se me había pasado todo aquello que me amargaba y me obligaba a sonreír. Me sorprendí al escuchar que tenia un regalo para mí, todos los niños habían recibido regalos lindos, el mió debería de ser igual de bonito- ¿Qué es? ¿Qué es? ¿Puedo verlo..? –dije muy contenta e impaciente al punto de querer eso ya.

Mi rostro se torno confundido en cuanto ella menciono que el regalo no estaba ahí, tomo mi manito y yo hice lo mismo con la de ella, una fría pero delicada mano de piel marmolea algo pálida. No podía imaginarme lo que me esperaba, tal vez un conejito, un gatito o una mascota; un hámster también seria bonito, pero Temperance sin anticipar nada solo siguió el camino en silencio y yo al punto de no poder mas daba saltitos.
Tomada de la mano de Temperance ella saludo a los niños los cuales rezongaban y suplicaban que se quedara y entre suplicas siguió el camino hasta la oficina, solo había estado ahí cuando no quería comer y me asustaba un poco. No sabia bien si mi regalo era especial o tan grande que no podía caber en otro lado, un caballo quizás... Estaba feliz de estar con ella, me aferraba a lindos recuerdos los cuales no olvidaría.

Entre en la sala viéndola un poco asustada y me preguntaba muchas veces por que estaba allí. Me senté casi automáticamente cuando Temperance lo menciono. La mirada de la joven estaba recaída en mis manitos, yo buscaba encontrar sus ojitos y verle. Su suave mano recorría mi mejilla mientras yo estaba expectante de lo que hacia Temperance. Estaba oyendo lo que tanto quería, alguien que apreciaba deseaba adoptarme, es que no tenía motivos para no sonreír y abrazar y así lo hice, la abrace con cariño y reposada en su hombro- ¡Claro que quiero! Lo deseo –dije más que alegrada y feliz, por lo visto ella ya había resuelto lo demás, así que seria mi mamá. Me halagaba demasiado que una persona como ella quisiera que yo fuese su hija. Ella, una joven mujer bella y delicada pretendiendo ser mi madre... es que no tenia motivos para no sonreír, estaba contenta al menos algo de alegría en tanta amargura.

Luego continúo lo que me convenció más aun- Un príncipe… -dije sorprendida y feliz, conocería a un príncipe, como si fuese algo necesario la abrace una vez más. No estaba segura de que ella supiera de mi rareza, mi locura, ver personas irreales, no se lo diría para que no se eche atrás… Luego sonreí de ojos iluminados y mormure suspirando entre un hilo de voz clara y segura- ¡Si acepto! –aun ilusionada de tener lo que tanto anhelaba, una madre, alguien que me quiera sin pedir nada y a alguien a quien querer sin limites, mi mejor navidad si es que recordaba el borroso recuerdo de la anterior.

Y el momento más esperado por Temperace había llegado, el miedo de que la rechazara se había esfumado cuando vio los ojitos luminosos de Odette decir que si deseaba irse con ella, que sí deseaba que ella la adoptara. Temperance de todas formas tomaba ahora el peso de aquella responsabilidad, incluso su mismo cuerpo lo resintió, encogiéndose de hombros, porque ella no era la mejor para adoptar a una niña de 4 años, y sólo se la estaban pasando por ser la "protegida del príncipe". Pero ya se lo había ofrecido, y retractarse sería una crueldad enorme, de la que ella no era capaz. Hacia delante, no retroceder, sólo hacia delante.

-me alegro mucho... mañana pasaré por sus cosas, pero puede irse conmigo en este minuto, si lo quieres - la abrazó con fuerza, mientras la niña preguntaba sobre el príncipe, lo que conmovió el corazón, porque parecía que la niña no sabía de quién estaba hablando. Tomó sus manitos, nuevamente y las besó con cariño, sería su hija, y era una razón para continuar su existencia.

-Odette... debes saber que del príncipe del que te hablo... es el gobernador de New York, él es... un vampiro- sujetó sus manos, para que no saliera corriendo - pero él me cuida, lo ha hecho por 12 años... nunca me ha lastimado, y siento que con él, tú podrás estas a salvo, Odi... sé que puedes ver cosas... y no tardará en pasarte algo si te quedas aquí, sin protección - se mordió el labio inferior, sin saber si aún la niña querría irse con ella -si... si no deseas irte conmigo, lo entenderé, pero esta es la forma que conozco para protegerte- suspiró profundamente, moviendo la cabeza de lado a lado, apesadumbra por lo que estaba contándole, y en cierta forma, disculpándose por el lugar a donde quería llevarla.

-deseo ser tu madre, protegerte de lo que pueda, y es la forma que puedo protegerte... ¿puedo?- le vuelve a preguntar, para ver si la niña estaba realmente segura de irse con ella. La tenía sentada en sus piernas, y ambas se habían abrazado y se mantenían en esa posición, cercanas, pero Temperance aún no estaba del todo convencida de que Odette aceptara lo que le estaba proponiendo, pero ella llevaba mucho tiempo entre vampiros, y no le había pasado nada, cuando Odette tuviera la edad suficiente, podría irse y escapar de toda la existencia maldita de esa ciudad.

-no quiero presionarte, eres una linda niña... quiero cuidar de ti, pero ¿tú estas segura que me quieres como mamá? el príncipe es una buena persona, es vampiro, pero me ha cuidado y cuidará de ti, de los demás vampiros, estoy segura -- acaricia su mejilla, y arregla su cabello detrás de su oreja, ya le había hecho una habitación para ella, al lado de la propia, en donde estaba lleno de juguetes, y color rosado y blanco, una bella habitación para una niña que Temperance sabía que disfrutaría; muchas de esas cosas habían sido de ella de cuando fue niña.