Un vistazo al pasado -LIBRE-

Lugar: Long Islad City... The Metropolitan Museum of Art
Día: 11 de diciembre
Hora: 19:51

La noche anterior se había terminado antes de que pudiese regresar a su residencia actual, así que tuvo que optar por buscar un hotel para pasar las horas del día con comodidad… una habitación en un hotel cercano fue la opción idónea… afortunadamente en esa ciudad día y noche parecían ser lo mismo; los establecimientos permanecían abiertos sin importar la hora… y claro que eso se debía a dos razones, la primera es que la ciudad era enorme, por lo que la demanda era muy amplia… y la segunda, no tan demarcada y obvia, pero para ojos que prestasen atención sería un tanto evidente el hecho que desde que los vampiros saliesen a la luz… aquellos negocios que solían cerrar en su horario nocturno ya no lo hacían… a excepción claro de aquellos negocios personales y pequeños, cuyos dueños temían por una pálida visita nocturna.

Durante el día pasó encerrada en la habitación, leyendo alguna revista… ahhh… como se lamentó de no llevar un libro consigo, ocasionalmente el televisor de la habitación era encendido, y el noticiero sobre un nuevo trato de los brotherhood con algún magnate brillaba despampanante… al parecer los de su especie eran cada vez más aceptados por la sociedad humana, al menos superficialmente, porque tras las caretas públicas un temor sofocante era lo que sentían sobre sus pechos frágiles… las protestas que se vieron al inicio por algún grupo alarmista habían cesado, claro, habían sido convenientemente callados… algunos sobornados, otros tantos, habían desaparecido sin dejar rastro.

Al final el día había terminado y el manto nocturno de esa fría noche se hacía presente… había comenzado a nevar hacía pocas horas, y tanto las aceras adoquinadas como las carreteras de asfalto sólido estaban cubiertas por una suave capa blanca; los vitrales eran limpiados para mantenerles transparentes y que cambio de temperatura no les empañase, permitiendo una buena vista dentro de las tiendas…. La vampiresa caminaba con paso ligero, su traje negro no demasiado grueso, quizá la hubiese hecho temblar de frío, si su raza fuese otra… es probable que las personas que la observaban pasar se preguntaban cómo era que andaba con tan poco abrigo por esas calles de hielo… es probable que muchos de ellos se figurasen la idea de que se trataba de alguno de esos inmortales que ahora caminaban abiertamente como miembros de su sociedad.

Su camino sin rumbo fijo la llevó por varias calles aglomeradas… hasta que un escaparate en la distancia le hizo pensar que ese quizá sería un buen sitio para vislumbrar esa noche; la verdad un poco de nostalgia no vendría mal… Una lámina en metal en la entrada decía “The Metropolitan Museum of Art”, nombre que se repetía a grande con luces llamativas… el edificio era de proporciones bastante amplias, varias columnas y unas escalinatas estaban a primera vista en su fachada, por suerte parecía tener un horario muy flexible, el sitio estaría abierto hasta la casi media noche.



Una vez allí pagó el boleto de entrada, 25 dólares… dentro del lugar pudo observar una recepción bastante amplia, con una enorme fuente y varias esculturas a lo amplio de la estancia, ahí mismo los distintos pasillos llevaban hacia las salas que se especializaban en distintos artistas y periodos del arte.



Aquellas salas debidamente organizadas presentaba obras maestras de Rembrandt, Vermeer, Degas, Van Gogh y Matisse; esculturas de la antigüedad griega y romana; armas y armaduras; arte africano, americano y asiático; artes decorativas europeas, y mucho más… ciertamente era un sitio encantador, y ella degustaría del mismo el tiempo que determinase conveniente.

Apenas si comenzaba a degustar las obras de arte que se encontraban en la recepción, cuando una presencia desconocida, pero sobresaliente en aquel lugar se hizo presente, sin lugar a dudas se trataba de uno de los de su estirpe, lo sintió cada vez más cercano, y decidió dejarlo llegar hasta sí, sería interesante conocerle, sólo esperaba que no se tratase de uno de los brotherhood, no tenía ánimos para un enfrentamiento en batalla, pero, de tener que destruir a quien se convirtiese en un estorbo, lo haría sin pensarlo dos veces.

Finalmente aquel hombre que sigilosamente había llegado hasta su lado, posó una mano sobre su barbilla luego de cruzarse de brazos… ella le observaba con el rabillo del ojo apenas, hasta que él hizo un comentario sobre la obra de arte que frente a ellos se encontraba. La vampiresa con suma sutileza comenzó a analizarle, era la primera vez que se cruzaba con él; poseía el típico aroma de los suyos, recubierto por un poco de aroma a tabaco en sus ropas, al parecer poseía el hábito del cigarrillo, que para alguien como él, o ella, no resultaba un mal hábito, pues, no morirían por ello.

Era un joven de apariencia sumamente sobria, vestido de forma elegante, completamente de negro… el color más propio para ellos, mensajeros de la muerte, su piel blanca, pálida, como era típico en los suyos, y un bello cabello azabache que lucía esplendido con su atuendo, todo acoplándose para dar a la vista una bella visión… era bastante atractivo, y debía de ser una irresistible tentación para los mortales… de seguro él también se veía agobiado con los mismos que no se resistían a acercarse… ahhh, siempre sufría lo mismo, muchos de esos pobres mortales habían terminado siendo su cena una infinidad de ocasiones.

-No lo está, pero no por eso es menos digna de ser apreciada…

Musitó con suavidad, con su voz fría y femenina a la vez, un tanto gutural y sensual al mismo tiempo, aún mirándole solamente de reojo, con su vista puesta principalmente en aquella arquitectura.

-Al parecer no he sido la única tentada a recorrer el lugar ésta noche…

Continuó pronunciando palabra luego de una leve pausa, a decir verdad no le disgustaba un poco de compañía inmortal esa noche.

Se percató de que ellos dos juntos, un par de bellas figuras marmóreas en aquel lugar lleno de estatuas, lucían irremediablemente acorde con la estancia, podrían fácilmente haber pasado por dos estatuas más de las que en aquel sitio se encontraban… dos bellas estatuas mudadas de finas telas, impregnadas con la oscuridad que habitaba dentro de sus seres… también dándose cuenta de que juntos llamaban la atención mucho más que estando por separado, pero, a la vez, los mortales evitaban acercarse por el mismo hecho de estar juntos ahí, probablemente por miedo, o respeto, quizá pensándoles una pareja… tantas conclusiones que podrían haber sacado.

Es probable que inclusive algunos de esos mortales se diesen cuenta de que la belleza de esos seres era inminentemente sobrenatural, y bueno, desde que salió a la luz el hecho de su existencia entre los humanos, no les sería difícil llegar a la conclusión de que se trataba de un par de inmortales vampiros; a su vez, esto les mantendría alejados, por miedo sin lugar a dudas… a fin de cuentas lo importante es que al parecer estando juntos no se verían importunados por algún insulso mortal buscándoles para sus estúpidos y egoístas fines… ¿Cómo si por el hecho de toparse con uno de ellos tendrían garantizada la inmortalidad?... la muerte es lo que ganarían, sin espacio para dubitaciones… pero bueno, quien busca algo, merece el castigo de encontrarlo… no es verdad?...

La vampiresa aún mantenía su mirada solamente de reojo en aquel atractivo vampiro, le vio entrecerrar sus ojos y luego sonreír; en ese momento la vampiresa volteó su rostro para mirarle mejor, dejando aparte el perfil que le había estado mostrando… él por su parte abrió sus ojos, mostrándole sus llamativas orbes, dedicándole una mirada a la vampiresa con las mismas…

Le escuchó reír una vez más, ésta vez de manera galante, todo de él parecía serlo, sin lugar a dudas un seductor nato… muchos en su especie lo eran, no obstante, era un don que algunos ganaban solamente con la práctica… para él parecía ser algo natural… aquel vampiro negaba con su cabeza, con suavidad, al tiempo que esa sonrisilla picara permanecía en su rostro.

El vampiro reverenció, tomando la mano de la vampiresa, besando el dorso de la misma, un gesto completamente galante, ciertamente algo de épocas antiguas, que se veía ahora solamente entre los suyos, seres antiguos, por los que el tiempo no dejaba huella, más que en su experiencia, que aumentaba al igual que sus habilidades.

Escuchó el halago en sus palabras, y luego su presentación… poseía un nombre poco convencional, aunque quizá no tanto como el propio, su padre sí que había escogido bien al nombrarla así, Azuka… de significado “decisivo”… ella lo era, y él lo había sido al decidir convertirla en su hija eterna.

Pensaba realizar una reverencia de igual forma, para presentarse con el debido protocolo, pero al ver que le ofrecía su brazo, no dudó en tomarlo, con suma suavidad y clase, obviamente, sin perder la elegancia tan característica de la vampiresa… acto siguiente él pronunció palabra una vez más… sin lugar a dudas estaba de acuerdo con ello, sería bastante interesante conocer a éste vástago más a fondo…

La vampiresa sonrió suavemente ante la acción del joven, de mostrarle su largo colmillo, dedicándole una mirada al tiempo que comenzaban a avanzar en medio de esa enorme aglomeración.

-Es un placer Vladimir… me agrada el haberme topado con usted…

Le dijo con sutileza, con su voz normal, fría y seductora a la vez… una voz que llamaba, ¿qué presa podría escapar de ella?... no muchas realmente.

-Puede llamarme Azuka…

Le dijo finalmente mientras seguían avanzando… escuchó su cuestionamiento, y finalmente se dispuso a responderlo… la verdad todas las salas parecían dignas de ser apreciadas, por lo que la que eligiese estaría bien… así que dejaría esa decisión en manos de aquel bello inmortal.

-Guíame, dejaré que elijas…

Le dijo mientras seguían avanzando, sin prestarle mayor atención a los mortales que no podían dejar de centrar sus miradas en ellos… que eran por demás atractivos y llamativos.

Los mortales algo nerviosos les habrían paso, ellos dos parecían un par de figuras sacadas de aquellos cuadros contemporáneos, donde los ángeles danzaban, claro, éstos ángeles vestían con ropas elegantes, y un par de colmillos filosos se escondían bajo sus labios, tan fríos como su piel… finalmente se acercaron hasta una habitación que remarcaba frente a ellos… un número en una placa decía galería 304, y más abajo su nombre “Europa Medieval”… al adentrarse observo a aquel hombre mover su mano para luego de aclarar su garganta, aparentemente, disponerse a hablar.

Le escuchó pronunciar palabra, al parecer le hubiese agradado vivir durante esas épocas; ella misma no había alcanzado su auge total, pero estuvo más cerca de sus repercusiones, recordó por un instante la Ley sálica, de suma remembranza durante su tiempo mortal, cuando se le había dado cierta importancia a las mujeres, denotando que el heredero al trono sería solamente el hijo mayor de la hermana del rey, garantizando de ésta forma la continuidad sanguínea de la estirpe… sí, fue uno de los primeros grandes cambios que comenzaron a repercutir, dando paso a grandes revoluciones con el pasar del tiempo, cada vez mayores… llegando hasta lo que estaba en pie hoy en día.

Escuchó su comentario final, al que prestó especial atención… que esperaba que en los siglos venideros existiese algo memorable… eso era algo que debería dar como un hecho, aunque claro, no precisamente como fue en siglos pasados, no, en absoluto… sería una era totalmente distinta, cuando la gran profecía se cumpliese, y el fuego azul diese paso a la noche eterna, donde los vampiros reinasen eternamente… ¡ah sí!, sería entonces cuando la gloria más magnánima imperase, el mundo sería lo que ellos quisiesen que fuese… revivir las glorias pasadas… postrarlas aún mejores… todo dentro del rango de lo posible.

Avanzó con él hasta una figura a la que al parecer, el tiempo se había encargado de desarmar y junto a él aquella especie de cofre… leyó la pequeña reseña que el objeto tenía bajo sí… cada uno de las piezas del museo tenían una breve referencia histórica de su origen… le escuchó hablar una vez más; al parecer durante sus comienzos mortales un pasado religioso había repercutido sobre él, sintió su mirada, y ella mantuvo la propia, sintiendo la mano ajena sobre la suya… devolviendo una sonrisa ante la que le obsequiaban, respondiendo con suavidad a su cuestionamiento.

-En absoluto, me es ameno el recorrido, y su compañía…

Siguieron caminando, pasando por debajo de aquel arco, muestra de la cristiandad católica… aquel caballero comenzó hablando una vez más, con la misma galantería que lo había hecho desde el inicio… estaba por responderle, cuando con un tono de voz quizá un poco lascivo, se acercó hasta su fino oído, escuchándole ella hablar con aquel tono etéreo, y ante este último comentario no pudo evitar el mostrar una suave sonrisa en sus labios de delicado rosa.

-Son variadas las acciones que acompañan mis noches, la monotonía de la eternidad puede convertirse en una acérrima enemiga… pero claro, una buena cacería es siempre bien recibida…

Le dijo con el mismo tono de voz que había utilizado desde un inicio… ella sabía muy bien que él estaba en lo cierto, sería sumamente dificultoso para ambos el poder terminar el recorrido esa misma noche, ya que, el tiempo que el museo permanecería abierto al público no sería demasiado… pero, eso no era un inconveniente, muchas noches más eran las que vendrían para ellos en toda la eternidad de existencia que les esperaba.

-Sería todo un honor volver para terminar el recorrido de su brazo…

Le dijo ejerciendo un poco de fuerza en el mismo… no mucha, la que podría haber hecho una frágil mujer mortal solamente.

-Por ésta noche, sería todo un honor si me hiciese compañía, la noche es aún muy joven, y los mortales apremian por nosotros, dueños de la oscuridad.

Dijo finalmente, con su mirada fija en los ojos de Vladimir, esperando por su respuesta.