De compras (Velkan)

Ésa noche había luna llena y como con cada mes, estaba rabioso, estaba nervioso y a la mínima saltaba, por lo que intentaba relajarse un poco antes de hacer las cosas y hacerlas bien, aunque siempre procuraba hacerlo todo lo mejor posible. Como cada día, estaba en la tienda trabajando, ocupándose de todo, atendiendo a la gente, ordenando el género, haciendo lo que fuera hasta la hora de irse con Yvonne. Ésa noche les tocaría estar toda la noche separados, ya que ésa noche tocaba transformación y no quería herir a nadie, por lo que antes de éso, se iría al calabozo donde siempre va la noche de luna llena, forzado con hormigón, capaz de resistir los fuertes golpes que siempre el instinto hacía que sacara. Aun así, en ése calabozo no hería a nadie y tampoco quería matar a gente inocente como lo hacían los vampiros, pero aun así, prefería prevenir antes que curar, como todas las noches de luna llena. Aun así, siguiendo con el muchacho, él se encontraba en el mostrador ordenándolo, hasta que entra un hombro, de unos 40-50 años, no mucho más. El chico alza la mirada hacia ése hombre, hasta que escucha algo de una mujer pelirroja que vivia con él. ¿Pelirroja? ¿No sería Yvonne? Frunce ligeramente el ceño, hasta que efectivamente, nombra a Yvonne. ¿De qué conocía ése hombre a Yvonne? Aunque se acerca a él, dándole unos golpecitos en el hombro - Perdone, ¿ha dicho Yvonne? ¿La conoce? ¿De qué la conoce? - susurra mirando al hombre con una mirada neutral. El hombre lo miró enarcando una ceja y asiente - Claro que la conozco, vive en mi casa y la verdad... cada vez que la veo, me dan unas ganas terribles de llevármela a la cama a follármela... - dice éste con una sonrisa picarona en el rostro. Ya está, lo que necesitaba escuchar ése día, para que "perdiera" el control, cogiéndolo del cuello de la chaqueta estamopándolo contra la pared con un tercio de la fuerza que éste tenía, intentando controlar el instinto, sabiendo que ése hombre era humano y éstos no sabían de la existencia de los licántropos - Toca a mi novia, y te juro que te comes el suelo para siempre, ¿entendido? - le dice serio, con un tono demasiado misterioso que sería capaz de acojonar a un humano, cosa que hizo. Gruñe soltándolo con mala gana, casi tirándolo al suelo, para luego coger las cosas e irse, además de que era la hora de marchar.

Cuando ya salía de la tienda, escucha el móvil sonar y lo coge, viendo un mensaje de Yvonne precisamente, pidiéndole que si la podía ir a buscar en Upper East Side, del cual ni se digna a contestar, ya que iba de paso para ir a casa. Coge el coge y de lo rabioso que estaba, casi se carga la puerta al cerrarla de lo fuerte que la había cerrado. Mete la llave en el contacto, aunque de la rábia que sentía, casi no acierta, pero acaba haciéndolo. Enciende el coche y sin mirar si venía alguien, sale todo lo rápido que podía, dándole igual todos los semáforos. Estaba rabioso y sólo quería tranquilizarse, cosa que sería al día siguiente, cuando la luna ya hubiera hecho su efecto en él. No había tardado ni 5 minutos, que había llegado a Upper East Side, y más concretamente donde estaba Yvonne con bolsas. Aparca y sale del coche, cogiéndole las bolsas de malas maneras, abriendo el maletero, dejándolas, cerrando la puerta de éste con malas maneras, cabreado, rabioso, harto de tanto baboso, que si hubiera sido por él, lo hubiera matado, pero hubiera sido demasiado escandaloso y tampoco quería éso. - Entra al coche - le dice mirándola serio, con un deje ambarino en sus ojos. El instinto quería salir, pero él no lo dejaba, hacía lo que hiciera falta para que no saliera el instinto. Habían humanos y tampoco quería ser descubierto. Entra al coche volviendo a dar un portazo, pegando un puñetazo al volante, apoyando la cabeza en el reposacabezas, cerrando los ojos y respirando hondo para intentarse tranquilizar. Suelta un suspiro, casi en un bufido esperando que Yvonne entrase en el coche para pedirle explicaciones.

El rumano estaba respirando para relajarse, pero aun así no podía. Aun la rábia lo inundaba y tenía ganas de cargarse a alguien, pero sabía que éso no era factible y se delataría como un licántropo que era. Él prefería mantenerse al margen de todo, prefería mantenerse en el anonimato. Al escucharla, entreabre el ojo derecho mirándola de reojo con una expresión seria y rabioso. Qué inocente era, pensar que era por las compras... él nunca se cabreaba por las comprar, muchas veces se molestaba por la cantidad que llevaba, pero jamás se cabrearía por ello. Más que nada, se mosqueaba por que ella siemrpe había querido tener el estudio de fotografía y si se compraba una gran cantidad de ropa, el dinero que tenía ahorrado disminuía y él se mataba por trabajar para los dos. Aun así, a los cinco minutos ya se había tranquilizado, pero esta vez era distinto. Le había ocultado que su casero la estaba abusando casi sexualmente, que casi la violaba. Suelta un bufido - Venga ya, Yvonne por favor... no es por las compras, ¿tu no me tenías que decir algo? ¿No me tenías que decir que tienes un casero que casi te viola? Venga ya, Yvonne... sioy tu novio, no te voy a morder por que me digas que tienes un violador en tu bloque, ya sabes que te puedo acoger en mi casa sin problema, es más, quiero que cojas las cosas y te vengas a casa - le dice serio, mirándola a los ojos con seriedad y frialdad, aun la rábia recorría por sus venas, notando como a cada segundo le estaba hirviendo más la sangre, de solo pensar en aquél hombre. Chasquea la lengua y luego la coge de la mano, intentando tranquilizarse, aunque por el influyo de la luna no podía evitarlo, pero aun así, con ella intentaría ser lo más dulce posible, aunque en ése momento estuviera escupiendo fuego - ¿Por qué no me lo dijiste, Yvonne? ¿Por qué no me dijiste algo así? - susurra suavemente, acariciándole la mano. Ella no tenía la culpa de que estuviera rabioso y tenía claro, que si volvía a tocar a su pelirroja, se iba a enterar y además, ya se lo había advertido. Se queda en silencio mirándola, esperando una reacción por su parte