Bienvenido a mi humilde hogar.

2 de Marzo 00:45

Encima de su mesa un historial con el nombre de Henry Spellman descansaba abierto por la segunda hoja. Un par de fotos del muchacho estaban junto a él. Después del Winter Festival, y de que Nueva York fuese cerrada, el príncipe se planteaba muy bien a quien metía en su servicio, ya no se fiaba de nadie. Su mano derecha, Gustav, le había traicionado y vendido a los Hijos de Caín y ahora no se iba a arriesgar ni siquiera con el vasallo de menos importancia. Por eso cuando contrataba a alguien hacia que una de las personas de confianza le hiciese un seguimiento.

Habían estado una semana siguiendo al muchacho en cada paso que daba. Por el día un licano independiente que vendía sus servicios, le había hecho un completo seguimiento, y por la noche Judith, una de las vampiras con más antigüedad en la hermandad le hacia el relevo. Lados pruebas habían sido que el muchacho no era señal de ningún tipo de peligro, que era meticuloso y muy eficiente.

Y por esto se decidió. Necesitaba ayuda con Temperance, él había estado muy ocupado después de la tragedia de la zona 0, reuniones, ataques, batidas, torturas, interrogatorios… Y la cosa aun amenaza con durar mucho mas tiempo. Su protegida estaba mas sola que nunca, solo siendo acompañada por Ursula o Odette, su pequeña hija, y dando cuenta de que la vasalla y protegida del príncipe era de salud débil y enfermiza, el estar sola tanto tiempo no era algo demasiado bueno. Estos eran los motivos que le habían llevado a la búsqueda de la persona perfecta para el puesto. Y ese chico, Spellman, debía llegar en pocos minutos al recinto. Despues de ser registrado meticulosamente lo dejarían entrar al despacho del gobernador Goodweather y podría encontrar a Everett bebiendo una copa de sangre rebajada con vino rosso mientras leía su historial.

La majestuosidad del despacho no daba lugar a dudas, él seria el vampiro mas importante que Henry conocería en la ciudad de Nueva York. La pared, embellecida con yeso, estaba engalanada con los trabajos artisticos mas hermosos, como cuadros de Velazquez. Había estanterías de antiguos y modernos libros y estas llegaban del suelo al techo. Exoticas plantas daban un toque mas relajado al ambiente y la mesa del príncipe era de la caoba mas exquisita y de un tallado expectacular. Todo erstaba hecho a la medida de la importancia de un hombre como él.

El muchacho habia sido llamado y citado aquella misma mañana y lo esperaba con café recien preparado, y un suculento surtido de pastas, si gustaba de tomar algo.

Tras haber recibido formalmente la carta que estaba esperando durante más de tres meses, debido a mi ultimo trabajo ahora parecía no creerme que por fin tendría un trabajo en el cual esperaba que no fuese mucho más difícil mi estancia, solo me conformaba como el trabajo que tuve durante los meses de atrás, en la carta venia la dirección del lugar al parecer una zona bastante espectacular, Upper East Side uno de los barrios más prestigiosos de la ciudad de Nueva York.

Tras comprobar la hora decidí que era momento de salir ya que no quería parecer que no me tomaba en serio la entrevista de trabajo, esperaba no ponerme tan nervioso, aún recordaba la ultima entrevista la cual había sido rechazado por haber sucumbido por una de las dueñas de la casa en la que me habían ofrecido un trabajo, hacía ya un par de semanas de aquello y aún quedaba en mi mente aquel vergonzoso comportamiento, quizás las hormonas masculinas se revolucionaban más con las feromonas que poseían las propias vampiresas.

Me coloqué la corbata mientras andaba por aquel camino en el que las farolas parecían ser los únicos inquilinos de la calle, a parte de mi sola presencia. No me gustaba aquello de que no me hubiesen ido a buscar a mi propia puerta, quizás la crisis iba haciendo mella en los propios vampiros.

Tras cruzar la calle llegué hasta el número que ponía en la carta, solo toqué una vez por cortesía, esperaba que no hubiese molestado si hubiesen estado ocupados o que me hubiesen escuchado, aunque claro el dueño era un vampiro quizás mi olor ya detonaba un claro síntoma de nervios y de miedo, ya que a lo mejor era de un clan que no respetaba a los humanos, aunque quizás mi anterior dueña había intercedido en que fuesen aptos a los humanos.

-Tranquilo, no te agobies

Me habla a mi mismo como si fuese un paranoico de esos de los manicomios, cuando su vida se había quedado en la nada y hablaban con ellos mismos…

Se le informó el día anterior, Everett estaba preocupado por ella y su salud y contrataría a una persona para que cuidara de ella. Temperance no le gustó para nada la idea, pero no buscó desafiar a Everett y sus deseos, nunca lo hacía, así que sólo asintió con un gentil gesto y continuó con su lectura, adoptando aquella postura de indiferencia que tanto podía molestar a aquellos que requerían atención. Pero con el tiempo, te vas acostumbrando y vas dejando pasar.

Cuando el nuevo mayordomo llegó a a mansión, los vampiros estaban en alerta, la paranoia reinaba porque la sombra de la traición aún deambulaba. nadie creía en el otro más cuando Gustav había traicionado al que llamaba su maestro. Aquellos quisquillosos cuidados también habían llegado a Temperance, no por nada estaban contratando a un humano para velar de ella y de su hija. Temperance se preguntaba porque no dejaban a Vladimir, y la pequeña Odette preguntaba porque no llamaban a Alexis, a lo que la espiristista le respondía que era muy complicado. Obvio, Alexis era un cazador y jamás iría a aquel lugar para cuidarlas, sino para llevarse a Odette.

Ursula entró en la habitación de Temperance mientras ella leía y le dijo que el humano estaba, la chica se levantó y salió de su habitación; quería ir a ver a aquel hombre, no por curiosidad, sino porque deseaba saber con quien compartiría sus días. Sentía algo de miedo, aquel sería el primer humano con el que estaría más de una simple conversación, desde la muerte de su madre, y la llegada de Odette, pero con la pequeña era dinstinta, Odette era una niña que era un constante estímulo de alegría y vitalidad, y no era lo mismo que convivir con alguien de casi su edad.

Salió de su habitación, se quejó un poco, aún no se recuperaba de las heridas con las que quedó desde el Winter festival. Se movió entre los pasillos hasta llegar a la puerta. dejando a medio camino al servicio que iba a abrir la puerta. Henry se encontraría cara a cara con la muchacha a la que cuidaría.

-buenas días, el príncipe lo espera- le dijo con una voz dulce, sonriendo y abriendo la puerta para dejarlo pasar. Temperance estaba vestida de un bello azul, un vestido que caía por su cuerpo hasta sobre las rodillas, pero de un corte algo infantil que dejaba en la duda absoluta su edad. Podía ser una niña como una mujer.

Dejó pasar al joven y lo condujo al despacho del príncipe, Temperance sabía que Everett la reprendería cuando os viera entrar juntos, pero ella quería también conocer a aquel humano, saber si tenía buenas intensiones, no es que pensara que era un espía, esas cosas no estaban siendo consideradas por Temperance, sino sus emociones sus intensiones para con ella u Odette, o el mismo Everett.

- él dijo que lo condujieramos directamente hasta acá - se gira hacia el hombre y le sonría dulcemente, hasta ese momento, Temperance no había visto en los ojos del muchacho maldad alguna, sólo mucho miedo por estar ahí, pero también sintió que para él, no le producían lo mismo que a cualquier otra persona la presencia de los vampiros, ¿quizás era vasallo?, Se preguntó la joven y lo miró de reojo, si fuera una mala persona, Everett ya lo sabpia.

-Ante todo siento el retraso y también mis vestimentas hace meses que no se lo que son unos zapatos.

Se hacía evidente que en mis ropas se notaban un cierto desgaste, todo este tiempo había estado viviendo al limite en una de las casas abandonadas, hacía ya más de dos meses que no socializaba con nadie, excepto el par de veces que me había encontrado con una chica por el día y con la propia Judith por la noche.

Es por ello que se hacia evidente la falta de higiene además de la falta de alimentación, hacia más de una semana que no me había encontrado nada. Al parecer la joven tenía un tanto paliducha algo que al principio me echó para atrás, pero comprobé que quizás ella era la humana a la que se refería en la carta.

Al parecer el lugar era mucho más lujoso de lo que me había imaginado, noté como los dedos seguían congelados debido al problema del frio que hacia afuera, aquel maldito abrigo tan solo servía para calentar quizás a las piedras porque personas como yo parecía que seguía pasando incluso más frio.

-Disculpe mis malos modales, me llamo Henry Rubeus Spellman, mmm bueno creo que por si acaso enseño mi documentación para verificar que yo soy esa persona, ya que corren tiempos un tanto oscuros por decirlo de algún modo.

Enseñé mi carnet de identidad el cual hacia un par de días que estaba caducado, pero no me acordaba donde debía de ir a renovarlo, debido a que con tantos cambios en aquel país ahora parecía que todo el mundo tenía rangos, excepto los propios ciudadanos de pie de calle, en el carnet se podía leer mis datos además de ver mi foto ya que pedí que se viera también por fuera no como los electrónicos que no te dejaban, al ser de los primeros en renovarlo hacía ya un tiempo…

Cuando lo vio, y no reparó en su estado, nunca reparaba en cosas así, pero mientras caminaban por el pasillo, las personas del servcio y respingaban la nariz al ver al joven delgado y andrajoso., pero Temperance seguía como si nada, al lado del chico, sin molestarse por su olor o sus ropas, hasta que Ursula apreció en el pasillo, veía caminando en dirección contraria a los dos y los detuvo.

-¿a donde piensas llevar a este... señor? - dijo la vampiresa de una manera despectiva al chico, pero Temperance dio un paso delante del joven y sonrió a la vampiresa, una de esas miradas que derretían a la vampiresa.

- es Henry R. Spellman, el príncipe lo ha citado - le responde, la vampiresa entorna los ojos y luego los rueda. Había una chica ahí, detras de Ursula, y movió su mano para que la chica avanzara y ambos la vieran.

- Camille, avisale al principe que el señor Spellman está aquí, pero se demorará un poco, debe ponerse presentable para la entrevista - la mujer asintió y se fue hacia la oficina del príncipe, mientras que Ursula se quedó delante de los dos humanos, Temperance le regaló una mirada de ternura a Henry para que no tuviera miedo, y fueron conducidos por uno de los pasillos laterales, hacia las habitaciones en donde lavantarian y vestirían. Temperance siguió a los dos, Ursula tomó del brazo a Henry y lo metió al cuarto de baño, diciéndole que se bañara bien y que la ropa lo estaría esperando afuera.

- es un buen muchacho...- murmura la joven viendo a la vampiresa, ella chasqueo la lengua, y sujetó el cuello de Temperance, jalandola hacia la pared, y recargándose en ella.

-que no te toque...- susurró en su oído y salió de la habitación, dejando a una temblorosa Temperance que nunca había hablado sobre los tratos de la vampiresa hacia ella. Le debía quien era, y no podía acusarla con el principe. Se encogió de hombros apoyada en la pared, atemorizada, sabía que tarde o temprano Ursula haría con ella lo que deseaba hacer y que sólo el miedo a Everett evitaba.

Se sorprendió por todo el trato que había tenido nada más entrar en aquella casa, al parecer su olor se hacia evidente al paso de aquel enorme pasillo y más cuando se le quedaban mirando la propia vampiresa la cual parecía disgustada.

Una vez llegamos a mitad del pasillo entré en lo que parecía un baño, me cerró la puerta y escuché un extraño ruido mientras me quitaba aquellos zapatos si se podía llamar de alguna forma.

Quizás parecía que el principio sería bastante duro, aun recordaba los principios en aquella casa de la que había sido burlado por más de alguno de sus miembros, entre ellas la propia hija de la dueña que me había contratado, al parecer coqueteaba conmigo bastante y en una ocasión casi caigo en sus garras, la prueba de ello fue la señal que se marcaba en mi espalda lo cual se podía ver claramente un arañazo que ella lo había echo con sus uñas, esperaba no encontrarme con ella en el caso de que hubiera seguido mi rastro, aunque quizás con lo paranoica que estaba me habría seguido.

Intenté olvidar su rostro por momentos mientras entraba en aquella bañera blanca con los bordes rosados, con un decorado de una flor de lis en el fondo de la bañera, dé un color dorado, allí se encontraba diversos champuses me quité la camisa y lo que quedaba del resto de la ropa que llevaba mientras abría el grifo y notaba como el vapor empezaba a subir por aquel baño.

Notaba como se me relajaban los huesos de mi cuerpo y además los músculos que me tiraban la espalda, quizás por el intenso frio que había pasado aquellos días, podía notar que la barba apenas salía de su piel debido a que quizás la juventud no le había terminado de desarrollar aquella barba, en su lugar se dibujaban unos pelillos que se notó cuando se pasó su mano por su barbilla.

No encontré la esponja y por no molestar poco a poco me di el champú de la cabeza con las manos, mientras después me intentaba frotar el cuerpo con el del cuerpo. Cuándo salí del baño parecía que el agua había cogido un tono bastante oscuro, quizás hacia demasiado tiempo de lo que conocía que era un baño. Salí de la bañera y me cogí una de las toallas, la cual no tapaba mi cuerpo del todo. Al parecer noté como la puerta se abría de pronto…

Everett esperaba paciente, esa era una de sus virtudes. Desde la sala de video vigilancia le habían avisado de que el señor Spellman ya había llegado a la mansión. Comenzó a preparar el papeleo que el muchacho debería firmar si definitivamente decidía aceptar el trabajo y quedarse en la mansión. El vampiro tomo un sorbo de su copa, una sensual voz salió desde su teléfono fijo, era Emma, su secretaría. “Señor, el humano esta adecentándose”. Everett le agradeció la información. Él ya sabía que el chico había estado malviviendo durante una temporada, tenía fotos de él y constaba todo en el informe.

El príncipe miró la puerta que se abrió lentamente. Camille una muchacha rubia de ojos como el hielo avanzó unos pasos después de la seña de aprobación del príncipe. “Señor, creo que ya le avisaron, pero Spellman está aquí. La señorita Brunswick se encuentra con él. Úrsula los acompaña”

Everett entornó los ojos y asintió indicándole. Úrsula siempre la acompañaba cuando podía, la vampira parecía disfrutar acompañando a su vasalla. Pero había rumores… Los muros tenían oídos y ojos. Algunos decían que desde las sombras habían contemplado “pequeños” abusos. Everett no podía hacer nada si Temperance no la delataba, al fin y al cabo Úrsula era una hermana mas. En parte para eso estaría Henry, seria sus ojos y sus oídos cuando el no estuviera. Por que Temperance era lo que más le importaba en realidad. Y aunque la hermandad lo absorbía y su posición lo reclamaba, su protegida rondaba su mente constantemente, a la par que Lanore inclusive.

Un vampiro con aspecto de adolescente de 15 años entro al gran baño donde Henry acababa de salir de la tina. Traía un traje de Gucci, cualquiera quedaría asombrado de que pudiesen dar ropas como esa como si fuesen golosinas, y ciertamente para los vampiros lo eran. Camille había observado al muchacho y había mandado que el traje fuera de una talla concreta, que sería ideal para el muchacho.

El vampiro adolescente ayudo a Henry a vestirse y dejó unos zapatos y sus correspondientes calcetines junto a el lavabo del baño. El príncipe ya lo estaba esperando.

Recargada contra la pared, pasaba su mano por su cuello, aun no estaba bien de loa ir paso en el winter festival, incluso sus heridas físicas no estaban del todo sanas, tenía hematomas en su vientre y espalda, y algunos rasmillones en su bello rostro, pero nada que el tiempo no sanara. Eran las heridas de su alma las que no parecían querer sanar, y Ursula no ayudaba mucho con esos ataques a la vasalla que se iría incrementando con los días hasta hacerse insostenibles.

Se tocaba su cuello, y perdida en sus pensamientos se quedo, había olvidado que en la otra habitación estaba el muchacho, pero seria la llegada del niño vampiro la que la haría despertar. Lo miro y tardo unos instantes en sonreír, el le sonrio a la vasalla y le dejo los zapatos que Temperance presiono contra si pecho. Tardaron un rato en el baño, seguramente el niño vampiro ayudaba a Henry a vestirse, mientras que Temperance lo esperaba sentada afuera, con los zapatos en las rodillas. Apenas saliera Henry, Temperane lo llevaría donde el príncipe que los estaba esperando y seguramente ya impaciente, pero Temperance lo dísculparia, no podía dejar que Henry se presentara en harapos frente a Everett.