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Sipnosis
Memento Mori
Tras el festival

Fue un mes de locura, el que transcurrió luego del Festival de Invierno, luego de los cepelios de las víctimas, el poder quedó en las manos del Gobernador, Everett Goodweatherm tendría el control total sobre la ciudad, pero Azuka había logrado parte de su objetivo: Los rumores de que el gobierno de Washington ya no estaba tan convencido de compartir el poder con los vampiros; la situación se estaba saliendo de manos, y los cainitas y garras rojas parecían estar ganando la partida. Pero ninguno de los artífices de la destrucción, pensaron que los berkeser se volverían un problema para todos, porque los vampiros que no fueron asesinado por ellos, se transformaron en berkeser, que se han transformado en una manada que deambula por las alcantarillas atacando a quien se les enfrente o quien esté en su menú del día.

Humanos y Vampiros ya no tenían una alianza tan sólida como antes, y las desconfianzas estaban surgiendo.

Mientras que en medio quedaban los licanos, o por lo menos, parte de ellos, Fenrir y Fianna, pero quien padeció la peor parte fueron los Fenrir que en el atentado perdieron a su líder, del que jamás encontraron el cuerpo. Quedaría en manos del nuevo líder de los Fenrir y de Gissiel Earhart, determinar el destino de su clan y tradiciones, pero entre los licanos, se sabía la atrocidad cometida por las Garras Rojas, comandados por Arthur Redclaw, que se habían vuelto muy fuertes.

Por su parte, los rebeldes, el pequeño grupo de disidentes ya no parecían estar tan solos en su lucha, el gobierno de Washington los contactaría extra oficialmente para conseguir sus fines: controlar la ciudad, de una o de otra manera. Etienne LeBlanc, tendría que decidir..

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El frío aliento de la muerte {privado}

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El frío aliento de la muerte {privado} Empty El frío aliento de la muerte {privado}

Mensaje por Temperance Brunswick Sáb Jul 28, 2012 5:22 pm

15/02
2013
21:47
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-3°
Celsius


Miraba por la ventana, apoyando su blanca mano en el cristal, afuera, los vampiros se movían de un lado a otro, el príncipe les había dado órdenes y ahora se distribuían para proteger la mansión de los posibles ataques de los hijos de Cain. Se escuchaban sus gritos, como iban de un lado a otro y las carreras en el pasillo. Ella tenía miedo pero debía mantener distancia, no podía manifestar aquel miedo, y en casos así, lo mejor era ser lo menos perceptible para el resto de los vampiros, y más con una niña como Odette a su lado y estaba en la habitación continua estaba durmiendo. Era su mayor preocupación y al mismo tiempo el mayor cable a tierra que tenía, porque cuando estaba con ella dejaba de evadirse e incluso sus ataques se habían controlado, para la tranquilidad de los que la rodeaban, bueno, del príncipe y de Vladimr, porque para los demás, no era más que una bolsa de sangre.


Escuchó a alguien alzar la voz, estaban saliendo de la reunión que habían organizado por el atentado en el avión. Temperance tenía estrictamente prohíbo acercarse al salón de reuniones, sin que el príncipe la llamase y eso no había pasado, de hecho, apenas lo había visto. Siguió mirando por la ventana, los pasos de los vampiros se veían marcados en la nieve que continuaba cayendo.

- Aléjate de la ventana - Ursula apareció en la puerta y de dos zancadas llegó donde Temperance y la jaló de la mano hasta ella. La peliroja pasó sus dedos por la mejilla de la chica, y llegó a su cuello, Parecía alterada, desde luego que Temperance la conocía, era lo más cercano a su madre. Apretó un poco su cuello, y sus ojos brillaron, quizás la tensión del momento había aumentado de pronto su hambre, aunque también era cierto que desde hace algún tiempo, aquella vampiresa deseaba las pertenencia de príncipe - no vaya a ser que algo te suceda...- susurró seductoramente, pasando su aliento por la mejilla de Temperance la que se apartó de ella, sujetando su cuello.

- ¿terminó la reunión?- preguntó encogida de hombros, sin poder levantar la cabeza, era así como intentaba evitar retar a la vampiresa a más, así mantenía la vida de ambas

- si, supongo que sí... ¿el principe se ha olvidado de ti? - interrogó de una manera cizañera a lo que Temperance no dijo nada, no había recogido el guante dado que nunca consideró ser de demasiada importancia para el principe, sólo era parte de un pacto que había hecho con su madre, ella si había sido importante, y en la vida de muchos.

- ya veo...- miró hacia la ventana, en esos momento desearía realmente salir de aquel lugar, más con Odette con ella ¿y si debiera dejar al príncipe?, ¿pero a donde ir?, ¿y si las cazaban? nadie tendría la fuerza de protegerlas, no contra la ira del príncipe, les declararia una caza de sangre, sin ser vampiros, y ella su que conocía que significaba aquella frase que le helaba la sangre.

- ten cuidado, los cainitas andan más altivos que nunca, no salgas de casa sin compañía, no quisiera que te pasara algo, Temperance- recobró la compostura, seguramente de pronto recordó su lugar, y con quien trataba, y salió de la habitación cerrando la puerta tras de ella. Temperance suspiró aliviada y dejó caer su cuerpo delgado sobre el sitial, en una postura de de abandono de sí misma. Soltó un suspiro aún más profundo, sacándose las gafas rojas que descansaban sobre su tabique. Masajeo un poco aquella zona, y alargó su mano hacia la libreta de cuero que tenía sobre la mesa de centro, ojeando algunos de sus propios escritos.

- Todos muertos...- susurraron en su espalda, ella arqueo la espalda, el frío había sido terrible, hasta doloroso, pero contuvo el aliento para no soltar un grito, Odette... Odette dormía. Miró a todos lados, pero aquella presencia había desaparecido.

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Mensaje por Invitado Vie Ago 03, 2012 3:39 pm

Terrible desventura la que se nos había anunciado: un ataque en la cara a la coexistencia entre vampiros y hombres, un atentado que costó vidas humanas, vidas de hombres mujeres con historias, con familia, con aspiraciones y demás que se vieron resumidas a una mala jugada del destino. El crimen no debería quedar impune aunque se comprometieran los eventos sociales que se avecinaban encabezados por el Príncipe. En lo que a mi respecta es de mayor importancia saldar cuentas con los cainitas antes de ofrecerles falsas esperanzas a los hombres, venderles la idea de que podíamos integrarnos pacíficamente, aunque sería lo mejor no dejaba de ser una utopía.

No me había "enlistado", por así decirlo, a la hermandad. No obstante no era un vampiro partidario de los Hijos de Caín, simplemente me mantenía la margen e inclinándome hacia el lado que encontrara más justo en respeto a mi naturaleza y las de los demás. Me acerqué al Príncipe cuando me asenté en Nueva York, era un protocolo que sentí el derecho de cumplir y desde entonces me volví un contacto con el cual se podía contar si algo era necesario, incluso si el Príncipe no se encontraba era de conocimiento público dónde podían encontrarme, sin embargo hubiese estado más lejos de aquella congregación de no haber conocido a la vasalla de la autoridad, una muchacha frágil de cuerpo y de sentimientos entumecidos, ella me retenía a ese lugar cuando se convocaban reuniones incluída ésta que estaba terminando con un tajante "estaremos listos para el Festival". Resignado asentí entre los murmullos que quedaban de los exaltados vampiros y vampiresas que se mostraban ofuscados por las órdenes dadas, en especial una pelirroja llamada Úrsula que incluso había mostrado los colmillos. En silencio como siempre esperé que todos volvieran a sus labores y seguí a Úrsula porque sabía a dónde iba.

Me quedé al inicio del pasillo, al final se encontraban las habitaciones de la vasalla del Príncipe, hija de la espiritista que selló a Mammon, una verdadera joya invaluable y la pelirroja necesitaba ir a admirarla para recobrar la calma, no fue muy discreta al lanzarle miradas amenazadoras a la chica que parecía un ave enjaulada detrás del cristal.

Pasaron los minutos y no supe qué tanto estaría haciendo allá adentro, me mantuve recargado en la pared, con los brazos cruzados pensando en que en verdad se estaba agravando la situación de los vampiros con los hombres, eso sin meter a los licanos y rebeldes que agregaban su buena dosis de estrés al cuadro tan distópico. Cuando Úrsula salió la intercepté y le pedí consentimiento para entrar a ver a la doncella enclaustrada, me respondió con una mueca previo a su voz, agradeciéndole su afirmativa fui directo al fondo.

Toqué la puerta par anunciar mi llegada pero me tomé la libertad de abrirla no sin pasar del umbral y entonces aprecié la ingrávida imagen del cuerpo ligero de Temperance. Temperance Brunswick a quien llevaba tiempo queriendo salvar de los vampiros que la tenían más que como una huésped, aprisionada en ese lugar, salvarla de ella misma en ocasiones pero sobre todo ofreciéndole mi compañía incondicional, si necesitaba cualquier cosa sabía que a menos que no existiera no se lo podría conceder mucho menos ahora que la pequeña Odette, esa pequeña huérfana de cuatro años que había adoptado, estaba bajo su cuidado.

-¿Se puede?.- pregunté con voz profunda, mirando que ella acababa de salir de algún estado de ensoñación como los que solían adueñarse de su mente para inhibir los demonios internos y los espíritus ajenos que la asechaban.- Quería saber cómo se encuentra..- Anuncié con una sonrisa a espera de que me permitiera entrar en sus aposentos.
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Mensaje por Temperance Brunswick Lun Ago 06, 2012 3:07 pm

El frío continúo en su espalda, la presencia se había ido, pero había dejado su presencia, y aquella frase resonando con violencia en sus oídos- "todos muertos, todos muertos... todos muertos..."; ¿quienes morirán?, ¿o ya están muertos?. Temperance estaba demasiado abrumada con las cosas que estaba pasando. Movió sus hombros, y se apartó de la libreta para ir hacia la ventana, y apoyar su mejilla en el frío cristal. Nevaba y ella sentía aquel frío terrible, pero se iba disipando, siempre era así, esos fantasmas molestándola día y noche, ya era demasiado esfuerzo mantener la cordura.

La nieve caía sobre la ciudad, un manto blanco era el que cubría las azoteas de los rascacielos, pertenecientes ahora a los vampiros y eran el símbolo de su poder, como ella, era el símbolo del príncipe. Temperance veía la nieve caer y como los vampiros iban de un lado a otro, impacientes, como si olieran en el ambiente la tensión de los hechos que vendrían en el futuro. Se tocó los labios, aún sentía la sensación de la sangre del príncipe rodeandola, implorando por más, pero no había hecho mención, y evitar a todos los vampiros era lo mas sano. No volvería a beber sangre de vampiro, aunque de eso dependiese una vez más su vida,

Estaba molesta por aquello, Everett le había dado de su sangre para salvarle la vida, hasta el ataque de aquel joven vampiro que no sabía quien era Temperance, pero al hacerlo, había traicionado los principios de la chica, y ella misma se sentía traidora de sí misma, porque a pesar de sentirse segura entre eso vampiros, y que estos eran su familia, sabía lo que eran capáz de hacer, sabía sobre su oscuridad y la maldad intrínseca dentro de ellos. Y frente a eso, actuaba con respeto, un temo reverencial que la había mantenido con vida por doce años, Temperance rozó con sus dedos sus labios, recordaba muy vagamente los hechos luego de haber sido mordida, pero si recordaba lo fuerte que se sintió tras haber bebido aquella sangre. Lo fuerte y poderosa... y por esa misma razón le aterraba aquello, un asco terrible que le producía haberse sentido así, porque sentía los deseos de un poco más.

Jamás, se repetía mentalmente, jamás volvería a tomar sangre de un vampiro, y una y otra vez se lo repetía, así como también que no había sido su culpa, estaba inconsciente, y su vida peligraba, según el príncipe. Debía repetirse una y otra vez aquello, pero seguía sintiendo que había sido su culpa al final, y se sentía demasiado traicionada. Se giró, algo había en la habitación, pero cuando miró, aquella presencia se había ido.

Tocaron a la puerta, y luego la abrieron, espero que no fuese Ursula, no la quería encima, no la quería que la estuviera tocando, mirando con deseo. Apretó los ojos, porque sentía ganas de llorar. ¿tantas cosas en su cabeza?, Basta, sólo quería paz un poco de más. Seguía apoyada en la ventana, cuando escucha la bella voz de Vlad. Se gira de inmediato, y lo ve en el umbral de la puerta.

Vladimir la vería de pie, con la luz de la noche rodeándola, dándole un toque irreal, y trasluciendo el delicado vestido que usaba. La figura delgada de la joven era dibujada por aquel halo azulino; estrecha cintura, caderas torneadas; piernas largas y bellas. Su cabello tomado en una trenza que descansaba en su hombro. Sonrió y avanzó hacia él. Si no fuera que llegó hasta él, hasta abrazarlo, parecía que fuese una ninfa, un espíritu de la casa que salía al encuentro del vampiro. Le echó los brazos al cuello, y sonrió con algo de calma, aquel vampiro tenía ese efecto en ella, de apaciguar el mar de confusiones y problemas que siempre la abrumaba y de los cuales escapaba aislándose, pero ahora no podía, realmente no podía aislarse de esa manera.

-Vlad...- mordió su labio inferior, y se apoyó en su pecho, sólo un instante para ir hacia la puerta mirar hacia afuera para ver si alguien estaba cerca. No había nadie, y sólo después de eso, pudo cerrar la puerta. Everett era muy posesivo con ella, y no le gustaba ver a otros vampiros cerca de la joven. Se quedó apoyada en la puerta, -¿ha pasado algo?- pregunta separándose de la puerta, y limpiándose los ojos, como si intentara despabilarse -¿yo?... pues... bien... mejor- puso su mano en su nunca sobándola un poco, no sabía si Vlad estaba enterado de que sus ataques habían aumentado en frecuencia, o si había bebido sangre de vampiro, aquello le avergonzaba.

-¿y ud? ¿cómo está?- le preguntó dando un paso hacia él, y colocando sus manos sobre el pecho del vampiro, mirándolo hacia arriba con los labios entreabiertos.
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Mensaje por Invitado Mar Ago 07, 2012 4:18 pm

El tiempo parecía suspenderse en su presencia, incluso para mí que ya le había puesto un freno al reloj, cuando Temperance entornaba sus ojos verdes tan hermoso pero tan vacíos no podía más que dejarme rodear por el encanto que se generaba en la atmósfera al estar en su compañía. Consideraba casi un privilegio poderme acercar a ella, encima de todo lo que otros vampiros pensaran yo intentaba desnudar su esencia como humana, como mujer más que como el ser casi divino que el Príncipe mantenía cautiva. No obstante no me sentía con libertades sobre ella, no, eso ni siquiera lo búscaba, con hacerla acreedora de mi confianza había ganado la suya, quizá era amistad, quizá ya no recordaba cómo es tener amigos pero si de algo no había duda era que Temperance era especial.

Esperé paciente a que volviera la vista e incluso cuando lo hizo esperé para que me respondiera, sin moverme del sitio en el que admiraba los movimientos etéreos de su frágil anatomía. En ocasiones me hubiese gustado tener la habilidad de infiltrarme en las mentes ajenas para saber qué había secuestrado la vitalidad que debería tener a su edad, qué era lo que le había dejado esa eterna expresión de angustia o a dónde desearía volar para sentirse tranquila por fin. Lo que tenía de prodigiosa lo tenía de enigmática, era parte de la fuerza de atracción que ejercía sobre los seres vivos y los no vivos, dejando de lado -aunque no era sencillo de ignorar- la belleza sobrenatural de su imagen. A mí me provocaba una incertidumbre, un gran pesar; comenzaba a creer que se había alojado en algún punto donde aún existían vestigios de mi humanidad con todo y lo que eso representaba.

Al verla sostuve la mirada en ella, encantado por el hechizo que tenía en el danzar volátil de sus ropas al ir acortando la distancia entre los dos, desvié la mirada un poco un tanto apenado pues sentía que pese a lo revelador de la prenda que la cubría no debía ver más por respeto a la alianza que tenía con la doncella. El contacto de su cuerpo contra el mío era algo que automáticamente me hacía rodearla con delicadeza, nacía en mí el deseo de acunarla y brindarle seguridad, sin embargo el abrazo se interrumpió momentáneamente para que ella me permitiera entrar por completo para cerrar la puerta tras de si.

Su expresión era de cansancio, su respuesta no era muy convincente, la miré alzando una ceja y con los labios un tanto fruncidos esperando que ella notara que no estaba satisfecho del todo con lo que me revelaban esas tres palabras sobre su estado en general. Nuevamente sus manos hicieron contacto conmigo pero con menor fuerza que el gesto con el que me dio la bienvenida, ésta vez con una pregunta en sus labios.

-Me encuentro como de costumbre, linda, taciturno.-la tomo por las muñecas con cuidado para bajarlas a sus costados, teniendo así la libertad de rodearla en un abrazo inusual: la abrazo con un poco de fuerza, como si quisiera absorber sus penas y adueñarme de ellas pero también con ansias, ansias por arrancarle una sonrisa o un segundo de paz.- Lamento haberme ausentado.- sale apenas de mi garganta, recordando la vez del anticuario en donde sufrió uno de esos ataques que se apoderaban de su consciencia.-Permítame poner en duda sus palabras, no me parece que usted se encuentre del todo bien. Temperance ¿sería mucho pedir que me dijera que tanto ha pasado con usted? De ser posible con todos los detalles.- me separo echando la cabeza hacia un costado, sin soltarla de la enredadera que se ha formado con mis brazos.- "Parece que tendremos tiempos difíciles" pienso al verla, dudando en comenzar a hablar sobre lo que se ha tratado en la reunión, seguramente deberá enterarse si no es que ya lo sabe pero antes de dar pie a nuevas preocupaciones era necesario echar fuera las viejas en la medida de lo posible.
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Mensaje por Temperance Brunswick Mar Ago 07, 2012 5:35 pm

La duda reinó en los ojos verdes de Temperace, que emitieron un destello, una luz que atenuó la constante tristeza que se alojaba en sus pupilas profundas. Pestañó, lo miró de nuevo, y volvió a esconder la mirada en un lugar lejano, en busca de la respuesta, si mentir o no mentir, pero no había provecho en mentirle a Vladimir, que en el tiempo que llevaba conociéndola, había encontrado los indicios de su alma, aquellas marcas pequeñas que revelaban los profundos misterios que la rodeaban. Vidas y mil vidas eran las que habían en el espíritu de la joven espiritista tenía consigo. Ursula le susurraba aquello al oído, que la había conocido con otro nombre, con otro cuerpo, pero que sus ojos seguían siendo los mismos. le dijo que por eso podía ver fantasmas porque había muerto ya varias veces.

Arrugó el ceño, y terminó apoyando su cabeza en el pecho de él, y soltando un sentido suspiro, ya había decidido no mentirle, ni omitir información, Vladimir no quedaría satisfecho hasta obtener lo que quería de la joven, ser su confesor, su guía en este mundo cargado de tantas tristezas del cual era parte, aunque pareciera estar desencajada, fuera de lugar, pero aún así presente, aunque sólo fuese su cuerpo. Jaló un poco más sus ropas, para que el abrazo no se acabara, porque algo le decía que cuando le contara lo que le pasaba, la iba a soltar. Restregó su cara entre sus ropas-no me sueltes...- exclamó, luego de tanto rato sin responder, por fin le respondía algo, no se había alejado volando entre tantos pensamientos, por Vlad, se había mantenido de cuerpo y alma presente. El vampiro no abrazaba a una muñeca, sino a una mujer, que temblaba y emitía aquella deliciosa esencia.

-ahora está conmigo, no tengo nada que perdonar - encogió los hombros, y volvió a buscar con ansias su mirada, enfocar en él sus ojos verdes profundos, que recobran la serenidad con él presente -sólo te cargo con mis problemas... ya debes sentir que debes sacarme de todos mis problemas, de mis tristezas, y sólo quiero estar tranquila... el que sea esto, no quiere decir que deba andar dando pena y que caballeros de blanca armadura salgan a mi rescate - levanta su mano y con los dedos, acaricia una mejilla, y luego la otra, subiendo sus manos hasta él, pero sin soltarse del hombre. Sus dedos subían por sus mejillas hasta sus orejas y colocaban el cabello de Vladimir detrás de estas, para despejar su frío rostro. A Temperance aquella frialdad cadavérica no era molestia, de hecho le era agradable. Sonrió, por fin sonrió mostrando sus dientes y llevando sus comisuras hacia arriba. Sincera sonrisa, pero aún cargada de tanta tristeza, como si la bella muñeca que Vladimir no conociera sobre la alegría.

-somos tan... tan similares... tan taciturnos, ¿por qué me busca,? espero que no... que no esa por compasión o lástima, no podría tolerarlo. Soy una vasalla, pero aún me guardo amor propio, Vladimir - preguntó, alguien le había dicho que las personas iban siempre con sus contrarios, los "uno" con los "uno", los "dos" con los "dos", y ellos ¿eran pares?, eran similares, pero ¿pares?, parecía que sólo se reunían para hacerse compañía en sus mundos solitarios, buscando que aquella distancia que las tristezas los habían envuelto, desaparecieran cuando estaba juntos, como ahora, abrazados. Es así que estrechó más el abrazo, para que no se fuese a cortar.

-si me responde primero eso... le contaré sobre lo que me sucede, aunque no creo... que le sea agradable escuchar lo que diga- propuso, siempre sonando con esa calma tenue, como si fuese un pajarillo el que le hablaba despacito al oído del vampiro, trinando sólo para él.
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Mensaje por Invitado Jue Ago 09, 2012 5:24 pm

Tal vez se debía a la proximidad de nuestros cuerpos el que pareciera que la ansiedad por ese abrazo se lo había contagiado a la Señorita Brunswick, quizá sus niveles de percepción eran tan agudos que atrapó la angusia que tenía para vivirla en carne propia y por eso sujetaba con tal fuerza mis ropas, acercándose más como si al separarnos algo terrible fuese a ocurrir. Sentía los espasmos que daba ella de manera involuntaria, temblaba sin darme razones de lo que cruzaba por su mente, la miré enfocando mi atención en cada gesto buscando un atisbo de lo que había pasado cuando no estuve, algo que la había llevado a proferir una petición que no era difícil de cumplir pero si era una petición inusual. No la iba a soltar, de eso debía estar segura porque ambos pendíamos de ese lazo antes de que nos arrastraran espíritus de lo desconocido y nos ahogara la incertidumbre.

Me sentí aliviado cuando lavó mis culpas, mi compañía en compensación de mi ausencia, había sido un precio justo, además dudaba que en algún momento por cualquier motivo pudiéramos llegar a discutir o a molestarnos con el otro. Había paz en nuestros encuentros, una paz difícil de explicar. Fruncí el ceño con confusión al escuchar sus palabras que más bien parecían un reproche de si misma, infiriendo el tipo de sentimientos que me traía acompañarla en las penas o en las efímeras alegrías.

-No me considero un caballero de blanca armadura, soy sólo un sacerdote que dejó el oficio por una desventura, así no la veo como la princesa en la torre más alta y no estoy peleando por su libertad porque sería pelar contra usted, el único gran dragón que la apresa es la carga que se autoimpone del estigma de lo que es. No estoy aquí porque usted sea espiritista, tampoco porque sea la vasalla del Príncipe, estoy aquí por Temperance y para alcanzarla antes de que se hunda.

Le coloqué el dedo índice sobre los labios y después sobrevino esa sonrisa que me hizo bajar la mano por su barbilla, alzándola un poco con el pulgar. Era en verdad una jovencita que a pesar de todo destilaba inocencia aunque su alma fuese tan sabia como el tiempo mismo. Como si verla tan fijamente me hiciera enunciar cada uno de los motivos para responder esa pregunta que se había vuelto condicionante, ella no podía estar más equivocada ¿lástima? Ese sentimiento es peor que el desprecio mismo, ninguna vida era lastimera y mucho menos la suya. ¿En verdad éramos similares? No creía que fuera cierto, había un abismo entre los dos, entre sus cualidades y mis defectos.

-Hay una diferencia increiblemente grande entre los dos, no sé por qué dice que somos parecidos. Yo me he vuelto casi una sombra que deambula errante porque admitamos que ser un vampiro no me da muchas alternativas dignas, usted está llena de vida, es una jovencita que por más que se rodee de seres desprovistos de alma no pueden arrancarle la suya, no a menos que usted lo permita y eso la vuelve ser una sombra, un espíritu por elección.

La tomé por los hombros sintiendo sus huesos y logré que el verde jade de sus ojos fuese atrapado por el verde opaco de los míos, ahí estaba nuevamente algo que teníamos similar y a la vez tan diferente.

-La busco porque usted me permíte encontrarla, la busco porque hasta cierto punto usted me complementa y me da un motivo para no entregarme a las sombras.- me incliné un poco para susurrarle al oído.- Lo haré hasta que en alguna remota posibilidad podamos encontrarnos juntos en la luz.
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Mensaje por Temperance Brunswick Jue Ago 09, 2012 7:51 pm

Antes hundirse... Vladimir seguía la misma cruzada que el cazador Alexis Cooper; la de salvarla a ella de la oscuridad de los vampiros. No dejaba de ser irónico, los dos seres que se preocupaban por la redención de su alma, estaban condenados por sus propios actos, a la oscuridad que los rodeaban y que en cierta manera, compartían con ella. un Temperance recordaba la conversación con aquel cazador, que le pidió quedarse con él, con tal de evitar que su cuerpo apareciera en la calle, desangrado, Vladimir quizás pensaba lo mismo, aunque no lo dijera con aquel crudeza.

Se acurrucó más contra él, él hablaba, y sentía el aire entrar en sus pulmones y salir, Necesitaba el aire para hablar, nada más. Lo escuchaba y su vaivén. ¿cómo se sentiría abrazar a Vladimir vivo? Debió sentirse hermoso, sólo abrazarlo, así, como ahora. Una brisa helada, como el susurro de un fantasma erizó su nuca, y la arrojó más contra los brazos del vampiro que no podía ser testigo del contante acoso de los espíritus errantes.

Hundirse.. Hundirse, ¿cómo puede intentar rescatarla de hundirse, si él mismo estaba en la oscuridad? Las proezas de un hombre que fue de Dios, una tarea auto impuesta, porque Temperance no se lo había pedido, más cuando ella en verdad era el dragón que se mantenía presa en la jaula de oro en donde había vivido toda la vida. Temperance repasó mentalmente lo que le había dicho tras veces, de que era feliz con lo que tenía, y que más, no buscaba. Lo repitió como un mantra sagrado, pero sin expresarlo en palabras, para no contravenir, una vez más, a Vladimir, que expresaba sus buenas intensiones para con ella.

¿Vladimir sabía que aquellos deseos podrían meterlo en líos?, ¿ que el estar tocando así a la vasalla del príncipe podría ponerlos en aprietos con él?. Everett no era una persona mezquina, cuidaba mucho de Temperance, pero desconfiaba profundamente de cualquier otro vampiro. Era conocedor de la naturaleza de su propia raza, de sus males y de lo que pueden llegar a hacer. Además, lo había repetido muchas veces, ella le pertenecía. Sólo que Temperance, no entendía aquel concepto de pertenecía, ella era libre, a su modo, pero lo era. y la gratitud y un extraño sentido de sobre vivencia la mantenía con el vampiro.

Vladimir buscaría ahora mirar a sus ojos, Temperance levantó la vista, el contacto visual entre los dos siempre era pleno, como si se lograban comunicar con sólo mirarse, no era necesario más, porque el lenguaje entre los dos carecía de importancia ante la trascendencia de sus presencias conviviendo. Era así en ese momento, y antes, cuando sonrió, y antes... quizás desde el primer día en que se vieron, años atrás, cuando Temperance era una niña, y él ya era el ser taciturno. EL vampiro se inclinaría, y buscaría hablarle al oído, una frase que hizo que la joven esbozara una sonrisa, la palabra luz le gustaba, más cuando Vlad la pronunciaba. Giro su rostro, y la distancia entre los dos nunca había sido tan escasa.

-me gusta esa remota posibilidad, el de encontrarnos en la luz, quizas en esta vida, o en otra- la relatividad con que Temperance veía la muerte hacia pensar que era indolente ante esta, pero no, sólo que era consciente que la muerte era sólo otro comenzar -pero más me gusta ser su motivo para no entregarse a las sombras, Vladimir- se recargó en él, un tierno beso en su mejilla, mientras colocaba su mano en su hombro. Parecía una confesión, un deseo quizás. Pero más bien era la aceptación de aquella responsabilidad, como lo hizo con Odette, ahora lo hacia con Vladimir.

-somos sombras al fin de al cabo, buscando más o menos un salida, buscando más o menos una vela en las sombras para no perdernos. eso somos, somos dos almas solitarias que se acompañan en medio del caos de este mundo - toma su mano, y la pone contra la de ella, juntando sus palmas -somos similares, iguales, caras de la misma moneda, que ahora pueden verse a los ojos- una vez más, las miradas de pupilas dilatadas, negras como las noches sin luz, se juntaron para conversar más allá de los lenguajes mundanos.

- bueno... imagino que me toca contar- la chica rompió el contacto visual, la vergüenza la carcomía, mordió su labio inferior, pero no lo soltó, su mano se mantenía sobre el hombro de Vladimir -desde hace tiempo, vengo teniendo sueños, y sensaciones que me dicen que... algo pasará, he comenzado a dormir menos, y mi salud ha estado deteriorándose... pero todo ha venido en picada desde aquella tarde en la tienda de antigüedades, a veces me pierdo, no sé que sucede conmigo y me angustio por Odette, cada vez pienso que ha sido el peor lugar donde la pude haber traído- El Príncipe dice que no tema, que la protegen, pero ya no sé si puedo confiar...- moja sus labios, volviéndolo a mirar -hace unos días, un integrante joven de la hermandad me atacó, bebió de mi sangre... y no curó mi herida, por poco me desangro... Evere... digo el príncipe llegó a tiempo, y sanó mi herida, pero estaba muy débil.. e hizo... hizo algo horrible, me dió de su sangre- pasó saliva, y se separó de él, al final fue ella misma la que escapó de su alcance.

-dijo que estaba muy débil, que temía que volviera a tener otra crisis y que esta vez no volviera... no... no lo culpo, pero siento que me traicioné a mí misma, juré jamás beber sangre de vampiro, y cuando pienso en lo fuerte que me sentí.. que me siento, me da asco y se me revuelve el estómago, Por eso no he salido de mi habitación, por eso mismo, lo dejé pasar, sé que jamás me haría beber sangre - se abrazó a sí misma, y las lágrimas corrieron por sus mejillas, obligándola bajar su vista, acongojada por sus errores.
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Mensaje por Invitado Vie Ago 24, 2012 2:23 pm

Cada gesto, cada movimiento, cada mirada perdida que volvía a encontrar mis ojos, cada pensamiento que desconocía de ella y cada virtud de Temperance me tenían abstraído, verla negarme la posibilidad de salvarla por cariño y no por interés, pero ella parecía no querer ser querida, eso me decía a gritos mudos, no deseaba que la quisieran de la misma manera que yo me alejaba de los que me demostraban aprecio. Desconocía si sus razones eran poco o nada similares a las mías que eran tan cobardes como yo mismo con ese miedo a desnudar el alma porque en verdad mi alma estaba tan vacía que no quería que alguien se perdiera en ese abismo. Quizá ella comprendía que por sus dones, por su historia como hija de aquella grandiosa mujer se trataba de alguien inalcanzable, totalmente prohibida, una ninfa sin dueño a quien responder más que a la naturaleza aunque la naturaleza en nuestro caso se tratara de un horrible pantano que la tenía atada como el único atractivo, la única fuente de belleza, esperanza y vida a pesar de estar cobijado bajo una densa oscuridad.

No quería ella que la tomara en mis brazos y la estrujara mientras arriesgaba que en cualquier momento Everett cruzara el umbral para darme el final definitivo sin embargo la muchacha tenía un efecto que adormecía la razón o quizá la amplificaba para saber por qué valía la pena luchar. De todas maneras hasta que ella me quisiera lejos es cuando me tendría a distancia y aunque aseverara en este momento que éramos tan iguales no pude seguirla contrariando pues si fuésemos anímicamente semejantes no habría una fuerza que nos atrajera como sólo los polos opuestos lo hacían, sin embargo le dediqué una sonrisa que tomó el lugar de un suspiro atorado en mi garganta al tener contacto de lleno con la palma de su delicada mano. Encontrarnos en la luz era un sueño y a mí ya no se me permitía soñar pero lo alimentaba con la visión de una vida atrás en la que pudo ser posible abrazarla con calidez propia y quizá tener más de un sueño.

Escuché con cuidado sus palabras pues el que se estuviera mordiendo el labio inferior me decía que la angustia tenía peso sobre ella, aún más de lo normal. Sus visiones claro que me preocupaban así como la situación de la pequeña Odette pero lo que vino fue algo simplemente inconcebible. No me aparté porque mis pies no me respondían al estar pensando en lo que pudo terminar fatídicamente de aquel arrebato sin experiencia por uno de mis iguales y la reacción tan sensata pero peligrosa que el Príncipe se atrevió a ejecutar. Ambas cosas resultaban como un rayo del alba dándome de lleno en la cara… en el pecho que comenzaba a escocer. Cuando Temperance se apartó agaché la vista con los puños fuertemente apretados. Estaba molesto. Me sentía impotente y consideré realmente la idea de marcharme sin decir nada.

-No se culpe que la única falta que ha hecho fue cuando todo esto comenzó al ser la vasalla del Príncipe.- dije con voz pausada, grave y con una calma que en vez de apaciguar daba miedo.- Lo lamento.- me disculpé aun sin que me dejara de temblar levemente la mandíbula.- La traición no ha sido beber para recuperar la vida, ha sido estar a disposición de entregarla por porciones bajo los colmillos de principiantes y veteranos.- mis propias palabras me parecían bastante crudas y ofensivas saliendo de mis labios, intentaba muy en el fondo de regularme y vaya que lo estaba haciendo, otra cosa sería si diera rienda suelta a la rabia.- El efecto pasará en su cuerpo pero más vale que depure su mente de los pensamientos de la fuerza que sintió y de la negación que poco a poco la llamará más a intentarlo. Cuando negamos algo es porque lo deseamos en secreto, así como no quiere que la salve, así como no quiero quererla con un cariño más que fraternal.


Di media vuelta sin verla a los ojos, colocando la mano en la perilla aunque recargándome en lugar de girarla. ¿Eso sería todo? ¿Sería lo más sensato dejarla con ese dolor? ¿Qué había del propio que me nublaba la cordura? No me molestaba que se hubiera salvado por la sangre de un vampiro, yo hubiera hecho lo mismo pero que abusaran del consumo de su elixir vital a tal grado no hacía más que incitarme a ir más atrás cada vez hasta dar con ese puesto que tenía Temperance en ese lugar, un cargo que después de todo no quería dejar. Estuve varios minutos en silencio a espera de que dijera la última palabra.
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El frío aliento de la muerte {privado} Empty Re: El frío aliento de la muerte {privado}

Mensaje por Temperance Brunswick Vie Ago 24, 2012 3:57 pm

Era como la sentencia más brutal del mundo recibir el rechazo de Vladimir, podia sentirlo, como su cuerpo se alejaba y su presencia que se volvía pesada como el plomo, una carga enorme que no dejaba de ahogarla y que se sumaba a su propias tribulaciones. Lo que Temperance hizo fue dar un paso más hacia tras, escapando de las sombras que comenzaban a rodear al vampiro para manifestar su rechazo hacia ella y hacia lo que significaba la joven. Otro paso más en las penumbras, en donde escondería la pena que ahora sentía porque de pronto se quedó sola, no estaba Vladimir para cuidar de ella, para decirle que estaria todo bien, al contrario, clavaba en su pecho terribles agujas que no la mataban, pero si la mantenían moribunda.

Sangraba, era inconcebible el dolor, incluso más que sus miedos y el hecho de haber bebido sangre. Vlaimir negaba su existencia y cada una de las cosas que había dado la vida, la culpaba de estar ahí, o eso sentía Temperance que no cayó de rodillas sólo porque su cuerpo estaba rígido. Vladimir le echaba en cara el no querer ser salvada, el que él no fuese el que la sacara de él. Mantuvo la vista fija en el oscuro oscuro, imaginándose así misma corriendo a la cama, en donde esconder su cara en las almohadas para llorar y desahogarse en el silencio y soledad terrible en la que sentía.

Vladimir repetía sus errores, como si cantaras uno a uno sus pecados, ¡era una niña cuando la hicieron vasalla!, solo una niña huérfana que no tenia donde ir!, era sólo una niña pequeña que estaba asustada por los fantasmas que veía y el miedo de que esos vampiros fueran por ella. Era una niña... y seguía siéndolo, una niña asustada, que no sabía a donde ir, y que hacer.

-lo quiero Vladimir, pero no tiene derecho... a decirme esas cosas, era sólo una niña... una niña de 6 años, - puso sus dedos presionando sus labios pálidos -y no fue culpa de Everett el que yo estuviese ahí... fue mía, si alguien se ofreció en porciones, fui yo, tontamente yo- se vio nuevamente defendiendo a su tutor, una vez más lo hacia, como lo había hecho antes ya varias veces. Vladimir estaba de espaldas a ella, apoyado en la puerta, decidiéndose el partir, y ella quería que se fuera, no podía cargar con su mirada de desaprobación.

-claro que deseo esa sangre, me sentí fuerte, extrañamente viva, pero no quiero esa falsa, si mi vida es así, que así lo sea, no me sometería a esa ilusión y aquel control... Vladimir si desea irse hágalo, yo iré... a dormir, me siento cansada, mareada - de una manera educada le pidió que se fuera, porque ya no había mucho más que tratar entre los dos, Temperance a pesar de quererlo tanto, de que su cariño ya se diluyera en las fronteras de la fraternidad y ribeteando los colores de una manera extraña y misteriosa para la misma chica no lograba distinguir por la venda que cubría sus ojos y amordazaba su corazón. Era ahora ella la persona que le daba la espalda, se manifestaba de la manera más física y sencilla lo que ella había sentido de su parte, su abandono. A un paso doliente y con su mente perdiéndose en sus laberintos, para ahogar su pena en las almohadas de su cama.
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