Der Freischütz. {privado}

13/02 2013 21:47

5° Celsius

La mansión del príncipe estaba cerca, y le habían pedido que intentara no irse, las cosas se estaba colocando peligrosas y ella era un punto de fácil acceso, pero también, nadie entendía porqué debían protegerla, era una humana más tan sólo, una vasalla aún mas miserable que los que estaban con los vampiros por su sangre, porque ella no era adicta. Estaba con el príncipe por su propio gusto a pesar de poder escapar cuando quisiera. Pero Temperance no se iba a ir del lado del príncipe, y no era por amor, o por que estuviese enamorada de él, ni siquiera era seguro que un ser como ella supiera y comprendiera lo que era amar, porque su mente era tan volátil y alejada de las cosas mundanas que muchos dudaban si en realidad era una persona cuerda.

Cerca de las grandes mansiones, había un parque y la hora era propicia, no había nadie, además, el frio por las nevadas de os últimos días hacia que pocas personas salieran de sus casa, bueno, los humanos, porque para los vampiros era irrelevante. En aquel parque, aún existían juegos infantiles a los que Temperance gusta ir y sentarse por horas en el columpio a pensar.

Esa noche no era la excepción, además, era poco el que necesitaba dormir y por culpa de su vida con vampiros, tenía a dormir de día. Estaba sentada en aquel lugar, con un reproductor escuchando música clásica, en ese momento, en sus oídos sonaba Weber y sus dedos se movían de manera frenética reproduciendo los compases de Der Freischütz. Con los ojos cerrados, se olvidaba del mundo, auqnue para eso no necesitaba de la música.

El festín en Manhattan había sido de lo mejor, y para mejorarlo aún mas nadie se había dado cuenta o al menos eso lo pensaba Arquelao, ya incorporándose en donde estaba ahora se dio cuenta que estaba a atan solo unos pasos de una Mansión gigante con unos terrenos que llegaban a donde llegara tu vista y con unas paredes espeluznantes, claro eso asustaría solamente a un humano, como uno bien sabe esos sitios eran el hábitat de las criatura demoníacas.

Ya estaba atardeciendo, por lo que era la mejor hora para salir por ahí a cenar, ya que con el primer plato de Manhattan solo faltaba un par de centímetros cúbicos para que sus habilidades estuvieran al cien por ciento. Ya dejando de pensar en aquella mansión se detuvo por completo como un automóvil que clava sus frenos en un sitio de un parque, sus ojos estaban fijamente mirando una chica que más allá estaba, era increíble, solo algunos lo sabrían, no todos tenían el gusto de saberlo, pero los vampiros no tenían sus sentimientos tan sensibles como los humanos, mas bien eran personas frías, pero eso no quisiese decir que estuvieran ciegos, por suerte y para beneficio de Arqueleao el gusto lo seguía teniendo y bien incorporado.

Se acercó a aquella chica sutilmente, tratando de no hacer ningún tipo de ruido, para no perturbarla, ya que ella yacía en un columpio en una especie de trance que no prestaba la más mínima atención de lo que sucedía alrededor, su figura era magistral, no mucha gente tenía la posibilidad de ver tan bella figura, por lo que Arqueleao era muy afortunado. Caminando lentamente se fue acercando a aquella chica, pero por desgracia, ya que en ningún lado todo sale bien, Arqueleao tenía sus cordones desatados, por lo que pisó uno y tropezó sobre aquella chica, no se lograba ver si la había tirado del columpio, o simplemente chocado contra ella, pero lo que si tenia claro es que la situación de vergüenza seria increíble...

- Perdón - dijo levantándose del suelo e intentando disculparse con aquella chica

Saltaba de pensamiento en pensamiento, de juego en juego, escapando de su propia existencia física y disfrutando de la libertad que solo ella podía comprender y sentir como propia. A veces lamentaba que Vladimir no comprendiera esto, y la viera como una pobre damisela en desgracia, que necesitaba más, ¿pero por qué iba a necesitar más?, eso era para otros, no para ella que agradecía lo que tenía y nunca había buscado algo más porque no lo necesitaba dentro de su pequeño mundo de mariposas de alas translucidas y fantasías que mantenían la delgada línea de su cordura.

Los fantasma la rodeaban, cuando niña, temía cuando hacían eso, pero en ese momento, ella era un foco de los fantasmas que esperaban poder ser oídos en sus mundos de muertos, la chica se mantenía alejada de ellos, pero también del mundo que la rodeaba y del frío que comenzaba a acosarla. Además, la música que escuchaba ayudaba más y más a su evasión existencial. Ahí, en ese mundo, podía estar con sus padres, incluso con ellos como fantasmas, y era lo que más deseaba, y en esos mundos oníricos podía.

Por eso, no sintió cuando alguien recargó su cabeza en sus piernas, aunque más que recargar fue lanzarse sobre ellas, El columpio se movió en un ligero vaivén mientras Temperace ponía los pies en el suelo, literal y retóricamente, encontrándose con la cara de un hombre en sus piernas.

El hombre se levantaría, pero antes de que pudiera hacerlo, la joven puso sus manos en su cabeza y le hizo una pequeña caricia, ladeando su cabeza. Sonrió haciendo que el calor de su sonrisa disipara el frío que se veía en su rostro y que ya estaba tiñendo sus labios de un tono azulino. Sonrió más, dejando las manos levantadas como si fuera a volver a acariciarlo, mientras él se levantaba. disculpándose: y ella llevó parsimoniosamente sus manos a los audífonos,jalando de ellos para sacarlos de sus orejas, y poder escucharlo mejor

- ¿disculparlo de qué?- preguntó, recargando su cabeza en una de las cadenas - ah, ¿de caer en mis piernas? ejem... no hya problemas, ¿se ha lastimado?- le pregunta, cerrando los ojos, sin separarse de la helada cadena, pero su gorro de lana la protegía de aquel frio. Parecía adormecida y distante, pero por lo menos estaba respondiéndole - pierda cuidado, no ha pasado nada - se balanceo un poco, y dejando salir algo de aire caliente que se disiparía en una nube de vapor ocultando por unos segundos su encantador rostro.

La caída no había sido gran cosa, para su fortuna no era demasiado alto, así que la típica frase cuanto mas alto mas fuerte la caída esta vez no tubo su mayor participación. Mi cabeza estaba ubicada en el medio de sus piernas, por lo que no puedo aguantarse y miró el sitio donde se ubicaba su órgano reproductivo, luego de eso sintió cono unas manos suaves como las de un bebe tocaban su cabellera rubia. Esto hizo que el sintiera cierto placer, y un escalofrío que recorrió su cuerpo, y tenia sus motivos, ya que el vampiro hacia mucho que no tenia caricias de una mujer por su propia decisión, generalmente era cuando estaba en plena caza y utilizaba sus habilidades para persuadir a sus victimas.

Comenzó a levantarse muy suavemente, le gustaba las caricias que recibía por aquellas manos, mas bien deseaba estar un largo rato así, pero no fue así, se terminó de levantar y finalmente logró ver mas detalladamente la belleza angelical que esa chica poseía, evidentemente no era una belleza cotidiana. Una pregunta de aquella mujer lo hizo tomar un largo pensamiento, - Ehm, no, no me pasó nada, solo un par de raspones - Dijo tratando de ocultar su herida, que era muy leve, y ya pronto comenzaría a sanar, y aquella chica no sabia que el hombre que tenia frente a sus ojos era un vampiro, y de cierta forma mejor que no lo supiese. La cabeza de aquella chica estaba apoyada sobre una de las frías cadenas, pero una capa de lana separaba el contacto directo. - No deberías estar así, podrías coger el frío en tu cabeza -.. insinuó, aunque sinceramente no estaba muy consiente de lo que decía.

Al parecer el ambiente estaba muy frío, eso indicaba la cantidad de abrigo que poseía sobre sus extremidades aquella mujer, pero al vampiro un simple jersey blanco apretado que hacía resaltar sus trabajados abdominales bastaba para salir a la calle, su sangre fría estaba a tono con el ambiente, estaba en frente a la chica como un tonto parado, cuando se percató de eso generó un giro de 180º y le dijo - No le molesto más - Dijo insinuando lo que seguiría, su retirada, aunque él no estaba conforme con eso, pero no conocía a aquella chica y la vergüenza abundaba en su cuerpo,

Sí, podría comenzar a congelarse, y de hecho ya estaba helándose demasiado y por su salud, debería entrar en la mansión, pero estaba bella la noche, y la música, además, la soledad de no estar con fantasmas, le entregaba demasiado placer y tranquilidad. Levantó la vista hacia el rubio, y encontró en los ojos de él. El muchacho tenía unos cálidos ojos, aunque el color de su piel, y algo en sus movimientos que tanto conocía Temperance le hicieron saber que era. Se encogió de hombros decidiéndose a ponerse de pie. No era muy alta, y su talle pequeño la hacía parecer una niña.

- sí, ya hace demasiado frío - se encogió de hombros, metiendo las manos en los bolsillos, ahora si comenzaba a sentir el frío que la rodeaba y comenzaba a traspasar sus ropas. Lo observó mejor, el ir vestido con tan pocas prendas confirmaba el hecho que no sentía el frío, o mejor dicho, este o le molestaba.

- no molesta, pero que tenga una buena noche, joven- sonrió, no sabía si era de la hermandad, pero seguramente sí, para que estuviera demasiado tan cerca de la mansión del príncipe - eh... ¿es de la hermandad cierto?, no lo he visto en las asambleas, pero para que esté aquí sin que haya sido detenido... debe ser de al hermandad - sonrió y ladeo su cabeza un poco, le gustaba conocer a los vampiros que pertenecían a los Brotherhoof.

Ella asintió tras mi aviso, era evidente que sentiría frió, pero ella se notaba que algo diferente era a los demás, era como una chica indefensa, débil y que otra persona debía protegerla, era una chica de esas que aparecen en ciertos animes.

- Si, pertenezco a la hermandad, soy un Brotherwood - Dijo asintiendo con su cabeza y caminando un poco - Buenas noches - terminó diciendo cuando caminó lentamente alejándose paso a paso de allí. Estando algo alejado ya dio la vuelta tras un árbol, y acercándose muy rápida y sigilosamente mente a la chica, casi sin hacer ruidos. Estando nuevamente atrás suyo en un rápido movimiento levantó sus cabellos y sus colmillos se introducieron en su cuello lentamente pero con una intensidad necesaria.

Tomó un largo sorbo, y tras ello saco los colmillos e intentó ocultarse, aunque al llegar atrás delos arbustos en los que quiso esconderse unos sonidos de ramas se sintieron, evidentemente tan sigilosamente no había sido la escapada a aquella situación, era comprometedor, ya que la chica parecía tener alguna vinculación con los vampiros, o una simple humana curiosa y investigadora del asunto. El sitio donde se escondía era húmedo, incomodo y pequeño, pero era muy eficiente mientras aquella situación proseguía.
Al cabo de unos segundos la intriga no se podía soportar, por lo que su cuerpo fue elevado, movido y ubicado en el columpio al lado de donde ella estaba en un parpadeo de ojos. -¿Y por qué preguntas? - dijo sacándose sus dudas.

“Señor, la señorita Brunswick aun no ha regresado… Ella se encuentra fuera de las instalaciones” Esas habían sido las palabras textuales del vigilante del portón de la mansión. Everett había arrugado el ceño, quería darle a Temperance algo que había conseguido para ella. Era un viejo recuerdo rescatado de un baúl donde estaban algunas de las pertenencias de Mathilda. Este baúl aun no había sido entregado a Temperance, pronto habría que hacerlo, pero mientras tanto quería que ella tuviese aquello.

A veces un vampiro podía ser caprichoso… ¿A veces? Bien, muchas veces los vampiros eran seres caprichosos. Él se había tomado la molestia de recatar aquello y quería dárselo, quería dárselo ya mismo. Siguiendo el rastro de Temperance salió de las instalaciones… No iba a una velocidad sobrenatural, como todos los de su raza solían hacer, se tomo su tiempo en encontrar el camino que le guiaría hasta su vasalla. Aspiró… Hummm el rastro se hacía más intenso, pero el detalle estaba en que se mezclaba con el de un inmortal… No le dio importancia, por aquella zona transitaban muchísimos brotherhoods y ellos sabían que no podían tocarla.

Su velocidad aumento, quería encontrarla de una vez… Después de un par de minutos la divisó… A ella y a un vampiro, un reciente Brotherhood. Everett forzó un poco su memoria, eran demasiados hermanos… Era… ¡Arquelao!

Everett se encogió de hombros y a unos 150 metros de ellos comenzó a andar con paso humano. Pero ese vampiro comenzó a comportarse de una manera un tanto extraña… Everett se detuvo y observó la escena. Pero maldijo a los mil demonios tras un instante arrepintiéndose de no haber intervenido. ¡¿Cómo se atrevía?! ¡¿Cómo osaba a morderla?! ¡LO MATARÍA! Everett casi voló para llegar hasta ellos dos. Temperance ni siquiera había tenido tiempo de actuar… El príncipe derribó a Arquelao, sujetándolo por el cuello. Le mostraba los colmillos y gruñía como un monstruo… Como lo que realmente era, un peligroso vampiro.

Golpeo a Arquelao con el puño en el ojo derecho.

—¡Perro del infierno! ¡Traidor! –Everett pretendía matarlo, pero primero quería que le quedase bien claro, que no se debía morder lo ajeno. — Ella es mía... ¡ES MÍA! –apretó su cráneo como si lo quisiera exprimir y lo movió con brusquedad para que mirara a Temperance. —¡Mírala bien! –Everett resoplo. Quería matar a aquel bastardo. Aquel traidor… Pero era un hermano… un hermano joven… La ira lo consumía. Pero haciendo un gran esfuerzo y un gran ejercicio de autocontrol bajó su tono de voz y acerco sus labios al oído del vampiro. —Si la vuelves a tocar… Si vuelves a poner tan solo un dedo de tu mano en su cuerpo y ni mencionemos los colmillos… Te mataré… Tan dolorosamente que maldecirás el día en que abrazaste la inmortalidad… – Everett solto su cara y se levantó.

Le asesto una terrible patada en el estomago, que hubiera matado a cualquier humano, pero él era inmortal… se recuperaría…

Miró a Temperance, la ira aun poseía sus facciones, no era el sereno Everett de siempre. No podía decirle nada, quería serenarse primero…

Le aclara que era de la hermandad, Temperance podia ser enormemente despistada, pero habían detalles que no se le escapaban, como aquellos que podían determinar si vivía o no, pero claro, a veces se cometían errores, errores no tan grave, porque seguía viva. Suspiró e iba a decirle algo más, presentarse como la vasalla del príncipe, pero no tuvo suerte, el vampiro se marchó, apenas despidiéndose de ella. No se alarmó, muchos vampiro la veían como una cosa, menos que nada, lo que era bueno, así nadie se detendría demasiado en ella, no preguntaría demasiado por ella. Se encogió de hombros, y se quedó mirando el suelo, ya entrando en la idea de volver donde el príncipe.

Pero esa idea quedó en eso, una idea. Un viento terrible la golpeo por la espalda, y no pudo detenerlo, nada, sintió al vampiro en su espalda, y su cuello al descubierto. Sabía que no era Everett, él jamás la tomaba así. Sintió miedo, demasiado miedo, nunca antes la había mordido otro vampiro que no fuese el príncipe y ahora estaba a merced de un desconocido...

El calor aumentó, sus pupilas se dilataron y soltaría un quejido, una mezcla de placer y dolor. La sangre era bebida por el vampiro, rasgando su piel. Su corazón se aceleró, y su garganta se secó, no pudo respirar, ni hablar, ni moverse, sólo quedarse pálida, callada, atrapada por un desconocido del que no conocía sus intensiones. Fue eterno aquel trago, pero luego cayó de rodillas cuando la soltó, el vástago había decidido solo usarla de tentepie. Se sujetó el cuello, la herida no había sido cerrada, y sus blancas manos se tiñeron de su propia sangre. Agitada volvió a caer sobre la nieve, boca abajo. Se puso de costado, con su man en su cuello, no había dolor, nada, sólo sangraba. El cabello cubría su rostro, abría y cerraba los ojos, sujetando su cuello. ¿dónde la había mordido?, ¿esperaría a que se desangrara?. La sangre seguía saliendo. Había sido una buena mordida, en la aorta. Fue cerrando los ojos lentamente.

Escucho unos gritos, la voz de Everett, el gruñido de él. Abrió los ojos, pero la escena era cubierta por sus cabellos desparramados. Everett había llegado y ahora agarraba al vampiro. Agudizó un poco más la vista, El vampiro que la había mordido era el muchacho con el que había hablado. ¿no era de la hermandad?. Dios... era de la hermandad!... Soltó un gemido de dolor, no estaba segura ahora con ellos, los vampiros de la hermandad, aquellos que no la tocarían jamás, ahora la habían mordido.

-Se... señor...- pudo hablar, alargando su mano hacia él, porque ne él podía encontrar protección, sin embargo aquella hora se le hacía demasiado iluso. Alexis tenía razón!, ¿pero Odette?, ¿donde estaba Odette? -señor...- sujetaba su cuello, y en sus ojos se podía ver el miedo increíble que sentía ante aquellos seres. Everett le daba su lección al atacante, repitiéndola que era de él,y den nadie más. Que nadie la tocaría! eso volvió algo de tranquilidad, y volvió a cerrar los ojos, ya sin decir algo más.

Soltó un quejido y su herida no paraba de sangrar, no era lo que él había querido, solo deseaba obtener un poco de alimento, pero no había sido así las cosas no habían salido como él lo planeaba. Calló de rodillas en el suelo, y sintió algo de lástima, ella era una indefensa, pero quisiera o no necesitaba de la sangre para vivir el, la cadena alimenticia no aceptaba excepciones, claro que sin contar la familia.

Un un abrir y cerrar de ojos un hombre de piel blanquecina, muy blanca, unos ojos claros y un peinado para nada adaptado a la época se situó en su frente dejándolo sin ninguna posibilidad de efectuar ningún tipo de acción, era muy evidente que esa persona era el príncipe, y no venía con cara de querer platicar, mas bien se veía enfadado, ¿Por qué sería? el vampiro era algo marginado y distanciado de la Hermandad, pero hasta el momento no había roto ninguna regla, al menos que la chica fuese...

El príncipe sujetó cuerpo del vampiro por el cuello y lo dejó pegado a un tubo de hierro en los que colgaban los columpios. Él sujetaba fuertemente a Arquelao, eso era algo imprudente, ya que Arquelao, que estaba tan distanciado de la hermandad, no tenia ni una mínima idea de si el príncipe tuviese Vasalla o cualquier otra relación seria.

Mostró sus colmillos y rugió — ¡Ho..o...mbre! ¿Qu...e qué haces? — dijo en un par de segundos en los que había aflojado su intensidad al sujetarlo. Un puñetazo fue a parar a el ojo derecho del Vampiro, eso provoco un dolor intenso, pero si quería permanecer bien en la hermandad debería quedarse callado y no quedaba más que aguantar, él era el príncipe, él era mayor y el vampiro... pues solo un crío de 20 años que metió colmillos donde no debía. Encogió los hombros y preparó su mente para lo que proseguiría. Escucho lo que el príncipe decía y el vampiro pensó Maldición... la reput... que me parió , vengo a tomar sangre de la chica del príncipe, valla suerte la mía .

Un susurro fue soltado en el oído del vampiro, eso hizo que un escalofrío recorriera su cuerpo, el príncipe era intimidante, o más bien lo que el príncipe podría llegar a ordenar, una caza de sangre, eso sí sería lo peor que podría ocurrirle. Su rostro fue soltado y ya estaba con sus pies en el suelo y el príncipe dio unos pasos atrás — De acuerdo, pero mientras tú te preocupas por mí, tu chica esta tocando directamente la nieve y casi que sin conciencia — Arquelao se apartó del príncipe y fue hasta donde Temperance yacía, estando a su lado la levantó en brazos como a una bebe, con un brazo daba una especie de abrazo lateral a la parte superior de su cuerpo y de esta forma tapar su herida, con el otro sujetaba la parte inferior de su cuerpo. Miró fijamente al príncipe. — O la llevas tú, o me encargo yo mismo — dijo sin resentimiento alguno y de sierta forma con una voz desafiante.

El vampiro ya había admitido que estaba en graves problemas, pero no podría quedarse con la culpa de que aquella chica quedase así, cargaría con la culpa toda la vida a cuestas y eso no era nada bueno. Dio un paso acercándose al príncipe y esperó su respuesta.

Temperance cayó al suelo, Everett se decompuso. No… ¿Un ataque? ¿Se desangraba? Arquelao tuvo el atrevimiento de levantarse del suelo y replicar. Everett siseó, no, ese desgraciado no la volvería a tocar, menos en su presencia. ¿Es que acaso le faltaban neuronas?

—Considérate muerto si vuelves a intentar tocarla… –le dijo con voz gutural.

El vampiro le gruño sacando el demonio que llevaba dentro y antes de que alzara a la espiritista lo empujo apartándola de ella. Era un maldito neonato, no sabía lo que debía hacer y tampoco parecía saber las propiedades que contenían la sangre de vampiro. Le miro gruñéndole como una advertencia y se acerco a su pequeña Temperance mirándole horrorizado de lo que ese maldito hijo de puta le había hecho… Everett alzo su antebrazo y se infligió una herida con los colmillos, la sangre manó y manchando sus dedos de la mano derecha untó la sangre en el cuello de Temperance y la herida de la humana comenzó a dejar de sangrar poco a poco, en un par de minutos la herida se estaba cerrando y la mordedura de aquel indeseable.

Acercó su antebrazo a la boca de Temperance, él sabía que ella no querría beber sangre de vampiro, pero en su delicado estado de salud y la acumulación de ataques de epilepsia que llevaba ese mes, Everett no permitiría ni una pequeña posibilidad de que pudiese empeorar. Ella experimentaría la adrenalina y el bien estar que la sangre le produciría. La miro con ojos tiernos, pero también severos y le hizo abrir los labios. —No quiero tener que pedírtelo dos veces, Temperance. –le dijo en voz baja.

La tomó con el otro brazo, ella representaba un peso casi imperceptible. El otro brazo no se separaba de los labios de Temperance. La alzó y se giró mirando a Arquelao… Si el infierno en la tierra pudiese describirse de alguna manera, Everett lo haría para explicarle a aquel neófito los tormentos que le esperarían si miraba dos veces a Temperance. —No te atrevas a cuestionar nuevamente mis prioridades, traidor. Sobre todo cuando tú eres el causante de todo eso, infame neonato. –dijo con desprecio. —Agradécele a las deidades que no te declaro un traidor a la hermandad y te expulso, sucio despojo. Mantén tus asquerosas manos fuera de ella. –Everett se giró y comenzó a caminar hacia la mansión con rapidez pero se detuvo y se giro hacia Arquelao.

—Durante tres semanas no podrás alimentarte de humanos, con o sin consentimiento, solo podrás saciar tu sed dos veces a la semana con bolsas de donación de hospital, y mi palabra es ley–era una sentencia, el castigo para Arquelao y era una minucia aunque el cómo vampiro y neonato lo sufriría bastante. —Y para asegurarnos de que no traicionas mas a los valores de la hermandad, de lo que ya lo has hecho, tres brotherhood de la guardia te seguirán incluso en tu descanso diurno. –Everett se giró y con la velocidad sobrenatural de los vampiros corrió a la mansión para poder prestarle a su vasalla atención medica mas adecuada.