Aftermath

5 de Mayo
21:40 hrs

Pietyr había pasado la primera hora del anochecer en los cuarteles centrales de la Brotherhood. Con la "ausencia" del Príncipe Everett, él había decidido poner cierto orden a algunos asuntos que le inquietaban, como lo era la preparación de los miembros más jóvenes de la Organización. Los resultados del Winter Festival habían sido inaceptables para Pietyr, el cual esperaba que aquellos encargados de la seguridad tuvieran al menos una decente capacidad ofensiva y de respuesta ante las, cada vez mayores, situaciónes que se presentarían.

- El problema es que no confían en la guerra. Sus mentes divagan en vanalidades como la riqueza, el reconocimiento o el poder. Demasiado preocupados por la aceptación tanto de los humanos o sus congéneres. Demasiado asustados por los horrores de la noche que tanto los Licanos como los Cainitas puedan conjurar

Había dicho Pietyr a los anteriores mandos de seguridad de la Brotherhood. Sus soldados no habían abrazado la gloria del combate, en contraposición del fanatísmo y repulsión que los Cainitas sentían al lanzarse al combate. Por esa razón, tendría que deponerlos. Pero aquello que realmente lo movió a hacerlo, fué el hecho de que ninguno de los encargados de seguridad, sobre todo Gustav, saliera a la pelea.

- No somos humanos... para escondernos detrás de nuestros guardias, para dejar que otros combatan nuestras guerras. ¡Somos Señores de la Noche, tenemos el honor y el privilegio de la primera sangre! (les dijo, mientras presentaban sus "renuncias")

Pero eso estaba hecho. Ya habían pasado unas noches de ese evento y ahora, con el personal que quedaba, Pietyr hacía algunos ajustes importantes. Se había pasado una hora de esa tarde entre leyendo informes, enviando órdenes y haciéndo cálculos y estimaciones. Zadsaquiel Stinfale recibiría una copia de todo aquello pertinente.

Y así había ocurrido, cuando por una mera casualidad decidió preguntar a los "guardaespaldas reales" es decir, a la seguridad privada y especial del Príncipe, si Temperance Brunswick se había retirado ya.

La respuesta fué que nunca había llegado. Ni ese día, ni los anteriores.

Meditando unos segundos, decidió ponerse en contacto con las oficinas de Investigación personalmente. Preguntó si conocían el paradero de ella, pero como el Príncipe no había dado orden alguna de vigilarla, habían asumido que no era prioridad en la situación actual.

Eso era un tanto alarmante.

Un Senador podía desaparecer de su casa, e inclusive ser encontrado muerto, colgado en el puente de Brooklyn. Pero el hecho de perder de vista a una Espiritista era mucho más grave.

Así pues, dió aviso que él la estaba buscando, por si acaso se pusiera en contacto con la Brotherhood. Pero, para no dejar pasar el tiempo, ahora que se había percatado de su prolongada ausencia, hizo otra cosa. Aunque le tomó otra hora encontrar lo que buscaba, Pietyr salió de la Fortaleza de Stinfale con lo que buscaba. No era necesario que Zadsaquiel le atendiera, pues sólo requería ciertos datos catalogados como "ultra-clasificados". No requería llevarse un informe o copia. Tan sólo había tenido que mirar las cintas recopiladas del Winter Festival para revelar la identidad de aquel que había salvado a Temperance Brunswick de una muerte segura.

Ese dato lo llevaría a otro a su vez, y todo así hasta que diera con el paradero "oficial" de Vladimir Von Dunkel.

Él no estaba afiliado a la Brotherhood, y por lo tanto no tenía manera de conocerle. Pidió a una de las asistentes de Zadsaquiel que le hiciera favor de telefonear a la casa de Von Dunkel, y decirles que él mismo estaba en camino, y que lo disculparan por tan abrupta visita, pero que era un asunto de cierta importancia.

Habiéndo dado esa orden, se despidió cordialmente del personal a cargo de Zadsaquiel y se encaminó hacia la dirección descrita (que no necesariamente era el hogar real del vampiro). Pietyr llegaría ahí justo a la media noche.

Cuando llegó la llamada, Temperance sintió que el mundo se le derrumbaba, se había acabado todo, que Everett demostraría que para él, Temperance era de su propiedad y que debía volver. Ella misma había contestado el teléfono, tras dejar su cello apoyado en el sillón, y al escuchar aquella voz tras el teléfono, su voz se cortó y no pudo emitir palabra alguna, que incluso la llevó a colgar el teléfono sin responder a las palabras de la mujer que preguntaba si aquel lugar era la residencia de Von Dunkel.

Cayó sin fuerzas al sillón, con su mano sobre su pecho, mordiéndose el labio inferior, nerviosa, pero sin saber como actuar, paralizada por el miedo ¿y si escapaba?, no, eso iria en contra lo que ella mismo dijo. Se puso de pie, y corrió hacia la ventana, rogando a Dios, si es que existía, que Vladimir no viniera aún, que no llegara nunca. Agitada, miró a todos lados, ¿vendria Everett diretacmente?, Si era así, se iría inmediatamente con él, no porque lo deseara, sino para que le perdonara la vida a Vladimir. Corrió por la casa, ordenandola, todo, debía ver que estaba viviendo bien, que era feliz, que su salud se mejoraba día con día, debía ver todo aquello, pero aquel miedo la hizo tropezar con una alfombra y caer al suelo.

Lloró contenida, con la cara hacia abajo y agachada en el suelo, no quería irse, suplicaría, suplicaría por quedarse, o se libraría por su propia mano, si se la llevaban. Por primera vez en su existencia la idea del suicidio se hizo realmente presente y fuerte como una verdadera salida de la prisión que llamó hogar. Se puso de pie y terminó de ordenar, vestirse, y lucir simplemente hermosa, no por vanidad, sino para demostrar de que estaba bien.

Pasó una hora, una hora exacta, y en cualquier momento alguien tocaría a la puerta, Temperance impaciente iba de un lado a otro en el departamento, mirando por la ventana, para ver si alguien veía, y como los minutos pasaban empezó a creer que había exagerado, claro, quizas había confundido la voz de la asistente del señor Zadsaquiel, sí, eso debió ser, debió exagerar, y se fue relajando, caminando para sentarseen el sillón, y ahí, apaciguar el corazón que parecía que se le iba a salir del pecho. Sin embargo antes de que se fuera a sentar, el timbre sonó, debía ser Vlad, y corrió a la puerta, riendo, y llegando a ella en la carrera, para abrirla.

- que has demorado Vlad...- había hablado con los ojos cerrados, pero cuando los abrió, encontró a Pietry von Abel, parado delante de su puerta, Temperance palideció completamente, y con los labios abiertos, intentó decir algo, sin embargo no pudo hacerlo, sus piernas temblaron, y debió apoyarse en la pared para no caer.

-señor...- su voz delgada demostraba su repentina debildad, ocasionada por la impresión de verlo, a pesar de esperarlo, deseaba no verlo, aunque si hubiera sido Everett, se hubiera desmayado realmente, pensó, aún mareada por la subida y bajada de presión que había sufrido por la impresión de verlo -¿viene... por mí?- aprieta los labios, sin poder recuperar las fuerzas.

Pietyr no respondió de inmediato. La expresión de Temperance era algo... inusual. Finalmente, después de verla por unos segundos, su temor a flor de piel, contestó.

- No (era una respuesta contundente, aunque aún había mucho por hablar. Estando de pié afuera, simplemente preguntó). ¿Me permite pasar?

Seguramente no se lo negaría, dado que quizás le había dado la respuesta que buscaba cuando hizo esa pregunta. Curiosamente, justo ahora que se veían frente a frente de nuevo, los "vientos" estaban calmados. Ninguna presencia siniestra. Ninguna imagen fuera de lo normal. Ella ni siquiera lo había "sentido" acercarse, y eso sólo podía significar una cosa.

Ya no habían cabos sueltos, en el tema de los espíritus. Pero eso era lo menos importante por ahora.

- Temperance, debo decirle que he venido hacia Usted debido a su larga ausencia. A decir verdad, no me había percatado de ello hasta hoy, tal es el estado de desorden que tenemos en Upper East Side. En fin, después de eso, asumí que estaría aquí, con Vladimir Von Dunkel. Resultó que estaba en lo correcto.

Si Temperance se sentía con ganas de sentarse, él también lo haría. Fuera como fuere, continuaba.

- Reitero que no es mi intención venir por Usted. Símplemente no sabía si algo le había pasado, y tenía que cerciorarme con mis propios ojos. New York ya no es tan seguro como alguna vez creímos que lo fué. Pero me adelanto. ¿Quizás sería más prudente continuar esta conversación en la presencia del Sr. Von Dunkel?

Dijo Pietyr mientras le daba oportunidad a Temperance de que le respondiera, y de paso, que recuperara el aliento.

Con su solemnidad propia, Von Abel pidió entrar en la casa, Temperance dudó en dejarlo entrar, pero le había dicho que no estaba ahí para llevarsela, así que a la chica no podría hacer otra cosa mas que creerle y dejarlo entrar. Lo miró cambiar, de espalda de ella, y lo invitaría a sentarse en el sillón, en donde le dejaba claro que no estaba ahí por ella, sino que mostraba un genuino interés en su integridad. Intentó tranquilizarse, sabia lo mal que le dejaba el estress, así que se sentó a su lado, ya con mejor color, pero aun preocupada, y en cierta forma, desilusionada, nadie la había notado, a nadie le había importando su partida. Se sintió contrariada, por una parte mejor, estaría mas tranquila, pero por otro lado, comprendía que su existencia no importaba mucho. Miro de reojo al vampiro, y luego voltearía su rostro claro hacia el, pero con los labios rectos, muy seria.

no es necesario que Vladimir este aquí, con la que debe hablar soy yo, no el por mucho que Vladimit la quisiese y protegiese, no respondía por las decisiones de Temperance, por algo ahora era libre para hacerse cargo de sus propias acciones, o por lo menos eso deseaba creer.

está aquí... entonces para saber donde estaba una de las espiritistas, ¿no es cierto?, pensé, inocentemente, que se notaría un poco más mi ausencia, es decir, no he hecho esto por atención, sino por un genuino deseo de ser persona, pero de todas formas, no deja de ser... ummm... molesto que no se notase mi partida se encoge de hombros, no tenía porqué reclamarle algo a Von Abel, pero de todas formas, era la instancia para hacer sus descargos. Tampoco hizo mención al prínicipe y guardaba sus ansias para no preguntar por él, no era sano para nadie que preguntase por el príncipe.

Había mucha tristeza en los ojos verdes de la mujer, pero ya no estaba ese aire de muerte que la rondaba desde hace mucho tiempo, al contrario, irradiaba vitalidad, y una belleza conmovedora, que sin dejar de ser frágil e infantil, hacia atisbar a la mujer en la que se estaba transformando. Pero Pietry tenía sus razones de estar ahí, cuando condenaron a Ursula {vampireza que crió Temperance} por el abuso e intento de asesinado de Temperance, ella gritaba que esa niña sería la perdición de todos, que morirían por culpa de aquella niña, mientras el sol quemaba su cuerpo.

Eso despertó el miedo entre los vampiros, e incentivó más aún a Temperance a dejar aquella mansión en donde las miradas de soslayo se hacían cada vez más fuertes, más intensas, porque ¿cómo se explicaban que una muchachita enferma hubiera podido detener a un vampiro, y no sólo eso, que hubiera clavado en su espalda un tizonero, rompiéndole la espalda? Habían muchas dudas que ni Temperance podía responder, porque era poco lo que recordaba de aquella noche.

Quizás era la forma de conducta que Pietyr tenía metida en la cabeza, pero como la casa era el "dominio" de Vladimir, de una u otra forma tendría que charlar con él. Si alguien le preguntara a Pietyr a qué se debía tanta insistencia, él simplemente podría responder "cosas de vampiros"... En fin, la verdad es que ella podía responder por sí misma. Lo cual era muy bueno, pues en lugar de cambiar un amo por otro; parecía estar recobrando independencia.

Temperance preguntó si su visita se debía a saber el paradero de una Espiritista. Pietyr respondió:

- Si, eso me concierne. Permítaseme decir de qué forma: ya sabe que he hecho un juramento, de no permitir que aquellos que "ven más allá" sean utilizados para los llameantes fines siniestros. Ambos sabemos que, para siquiera compartir esa fuerza, alguien debe morir... y como Everett me ha comentado, regularmente es el espiritista el que recibe ese cruel destino. Gracias a eso, no sólo su bienestar físico se encuentra alineado con mis propósitos, señorita; sino sus fuerzas en general. Después de todo, cuando nuestra hora llega, ningún protector es capáz de arrancarnos de nuestro destino. Uno debe enfrentarlo por sí mismo.

Ahora, Pietyr relaja la expresión, que había sido más seria y se disponía a observar el lugar. Parecía un hogar bien provisto y ordenado.

- Pero... estoy siendo macabro (dijo un poco más afable). Y si vale la pena mencionarlo, no es pecado que su ausencia pasara desapercibida. Si supiera Usted el embrollo que tenemos en los cuarteles de la Brotherhood... (lo cuál era cierto, aunque en parte esa era la fachada "pública"que tenían, pues habían estado organizándose plénamente desde hacía unas semanas). Como sea, me enteré de su ubicación gracias al esfuerzo de Herr Dunkel en el Festival, y por eso le he pedido al personal de Zadsaquiel que me ayudara a encontrarla.

Durante el transcurso de esas palabras, Pietyr deseaba saber si era la Brotherhood a quien ella rechazaba, o a Everett, pues lo ignoraba. Habiendo mencionado ambos tópicos, su reacción sería bastante visible. Lamentáblemente tenía que recurrir a ese truco por ahora.

Esa noche fue una terrible noche de tormenta, los rayos caían sobre la ciudad, cuando Ursula entró en la habitación de Temperance, empapada y dominada por su bestia interna, saltó sobre la cama de Temperance, quien dormía profundamente. Rasgó sus ropas, y comenzaría a sobar con furia y dominación el pequeño cuerpo de la chica que intentaba gritar, pero los truenos acallaban su voz. Quizás alguien la escuchaba, y quizás, no atendió sus gritos, quizás no, pero esa noche estaba sola.

Ursula obtendría lo que deseaba, el cuerpo de Temperance y su vida, ya sin importarle las consecuencias, pero no podría llegar lejos, y lo supo cuando vio los ojos de la muchacha, que se habían tornado completamente negros, y todo en la habitación se cargó de una energía oscura, de los fantasmas que comenzaron a rodear a la chica. Eran tantos fantasmas que la habitación se tornó gélida. Ursula asustada soltó el cuello de Temperance, ya estaba extinguiendo su vida, y a pesar de no poder ver lo que estaban ocurriendo, se sentía apresada. Los fantasmas tomaron de sus brazos, y la lazaron con una fuerza bestial, azotándola en el suelo, y luego llevarla hacia una de las paredes. Temperance parecía estar en trance, se levantó de la cama, aún con aquella expresión demoníaca, terrible que llenaba de miedo el corazón de la vampiresa. Ursula sería presionada en el suelo, no podía levantarse, realmente no podía moverse ni un poco, nada, y sólo sintió el dolor del tizonero rompiéndole la espalda.

Eso pasó esa noche, Ursula intentaba explicar lo que había pasado, pero no pudo, al día siguiente, al amanecer, sería condenada a muerte por sus actos, mientras Temperance no recordaba más que el ataque sufrido y cuando se vio con aquel fierro en las manos. No podía explicar como había detenido a la vampiresa, sólo lo había podido hacer, y que había sobrevivido.


La chica miró con ojos melancólicos a Von Abel, no había disculpas de no haberla notado, pero se resignó a lo que había pensado, sólo cerró los ojos, y miró sus rodillas, que estaban juntas y desnudas. Le había mencionado a Everett y a la hermandad. Repasó algunos pensamientos y terminó con sus ojos en los castaños ojos del vampiro.

- sé que hay muchos problemas, la ciudad... los cainitas, y yo misma, siendo un problema, por eso me fui, para ser un problema menos - se puso de pie, iba a servir un té por mera cortesía, como correspondía según sus enseñanzas, pero no lo ofreció aún, tenía algo que decir -es claro... que estoy bien señor, ya puede dar reporte de mi paradero y condición, una pieza más en el juego, un peón- apretó un poco la mandíbula, sentía molestia pero no con los vampiros, sino consigo misma, por haberse mentido tanto tiempo, al creer que era algo más que un simple objeto entre ellos vampiros.

- ¿desea un té? -pregunta de pie a su lado, con sus manos delante de ella y siendo extremadamente cortés - tengo té verde y con jazmín, además de galletas, señor - no sonreía, sólo lo miraba con una blanca y fría parsimonia, tal como la habían educado, de ser una muñeca, despersonalizándose para poder soportar lo que le sucedía.

La expresión "un peón" le recordó mucho a su amigo lupino. Pero por mucho que uno idealizara una situación o inclusive una persona, en la vida real... esas analogías apenas tenían semejanza con la realidad.

Pietyr rechazó cortésmente la oferta.

- Señorita Brunswick, no hay nadie a quién reportarle nada acerca de Usted (dijo. Sus palabras sonaban un tanto crípticas). El único al que le concierne su bienestar es a mi.

Nadie en la Brotherhood que él conociera se había preguntado si Temperance, siendo una espiritista tenía que ser prioridad por eso. Sólo Everett. Los ojos de Pietyr la miraban de la misma manera que ella lo miraba a él hasta ahora, pero después cambió de expresión a una menos fría.

- Quizás... valga la pena que aclaremos una cosa. Verá, cuando le dije que tomé un voto por evitar el Infierno Azul, y todo aquello que puede acercarlo a que surja en este mundo... quizás pensó que me refería a otra cosa. Es fácil confundirse, cuando cosas tan mundanas como los intereses políticos, o los deseos de grandeza se apoderan de las personas. Inmortales o no. Digamos que es muy humano pensar que como no-muertos, sólo podemos ver desde una perspectiva desapegada y calculadora.

Pietyr rió un poco.

- Y sí. Somos monstruos. Precísamente por eso es que no vemos el mundo fría y calculadoramente (Pietyr se reclinó un poco hacia Temperance, como si quisiera contarle un secreto, pero sin estar tan cerca de ella). Entonces... si yo le he dicho que voy a velar porque ningún espiritista corra el riesgo de ser utilizado "como peón", entonces eso va a pasar.

Las siguientes palabras podrían reconfortar o asustar a Temperance. Eso era incierto. Lo cierto era que ella ya las sabía, y no le llegarían como una gran sorpresa:

- Aún cuando el Príncipe me ordenó develar los secretos de los Fuegos Azules para obtener ventaja de ellos...

Pausó un poco, y añadió:

- ¿Me explico, señorita Brunswick?

Ambos de pie, las fuerzas aprecian jugar en favor del vampiro frente a la confundida humana, que desviaba su mirada de un lado a otro, ajena a aquella escena a la que juzgaba con distancia, casi al punto de pasarla desapercibida. Eran esas actitudes las que sacaban de quicio a los vampiros, y la volvían, al mismo tiempo, un ser deseable para algunos que tendían a desear lo que no podían obtener.

Pero esta diferencia de poderes cambiaría cuando Temperance sostuvo su mirada y toda su existencia se hizo presente. Su aura era enorme, envolvente, tal como el vampiro la había sentido aquella noche de opera, cuando ella misa abrió los ojos de Pietyr para que viera lo que que ella podía ver. Los ojos abiertos, y las pupilas dilatadas, en donde él podía reflejarse.

-si que tiene valor - por fin habla, sin dejar de verlo a los ojos, ya no sumisa como antes, sino con una personalidad que comenzaba a crecer, formarse en todo su esplendor, porque no tenían a nadie que la coartara; de hecho, las cadenas que antes creyó sobre ella, ahora eran meros recuerdos que no hacian mella a su absoluta voluntad de hacer lo que sus deseos dictaban.

-desafía al príncipe, incluso, por lo que me dice, también lo desafía en este momento, al venir a verme- suspira, y sus labios se juntan, frunciéndose en el aliento contenido -sé lo que piensa sobre aquello... sobre los fuegos azules, sobre lo que se puede hacer con el alma de un espiritista, pero la verdad es que un fuego azul es el menor de los males, cualquier aficionado puede hacerlo - toma la mano del vampiro y lo conduce a su habitación.

La habitación era pequeña, a comparación de la que tenía en la mansión, y solo constaba con una cama y un mueble para la ropa, pero habían muchos libros, marcados casi todos ellos, y sobre el escritorio que estaba delante de la ventana, había un libro ancho, grueso, abierto de par en par. Temperance se acercó al libro, y movió las páginas gruesas y escritas a mano.

-cualquier aficionado... a las artes oscuras puede hacer un fuego azul, la verdad, no se requiere mucho - mueve otra hoja, y luego ha pasado casi todo el libro -la verdad... el verdadero horror que se puede hacer con el alma de un espiritista es esto- sus dedos estaban sobre una página en donde estaba escritos un diagrama, un estrella de cinco picos con distintos símbolos en cada una de sus puntas -la puerta al infierno - la chica al decir esto, lo susurra, pasando sus dedos por aquellas marcas - esto es lo que debe temer, - pasa una hoja más, en donde está dibujado una mujer, con sus manos en su pecho, y diluyéndose -tenía ocho años, cuando... terminé este dibujo, y el resto de este libro - el último escrito estaba a tres cuarto, del libro, Temperance lo había terminado de escribir con ritos, anotaciones sobre espíritus, sobre licanos y vampiros.

-los medium son portales en sí mismos, por eso pueden ver fantasmas, porque estan en ambos mundos, por eso se requieren para abrir este portal, y cerrar portales, - se gira y mira al vampiro -este mundo esta lleno de misterios, más allá de lo que incluso un vampiro puede comprender, si ha tomado los votos de proteger el equilibrio... de evitar la profecía Civatateo, pero por eso es una profecía, tarde o temprano se cumplirá, lo único que podemos hacer es ganar tiempo - suspira, y mira al suelo, antes de volverlo a ver a los ojos -si yo... pido estar tranquila, viviendo aquí, ¿ud me concedería esto, sabiendo ahora lo que puede pasar?- pregunta volviendo sus pupilas a las de él, esperando su respuesta.

Así que, los Fuegos Azules eran sólo el principio. Lo temía.

El vampiro caminó hacia el umbral de la habitación de ella. Un espacio que parecía suficiente y cómodo. Hablando de lujos, o más bien pensando en ellos, Pietyr creía que no había nada de malo con tener algunos, siempre y cuando uno los pudiera llegar a disfrutar de verdad.

Pero su mente divagaba. Ahora, podía ver en los esquemas y gráficos lo que podía ser trascendental para la vida en el mundo.

- La Porte de l'enfer... (dijo, susurrando apenas)

Temperance no se equivocaba al decir que el mundo estaba repleto de maravillas, más allá de lo que nadie podría comprender... o querría hacerlo. Eso era lo verdadéramente grandioso de la "vida".

Cuando ella le hizo la pregunta, Pietyr la miró y le dijo:

- Señorita Brunswick. Si Usted está resuelta a vivir de esta forma, aún cuando le pide a la persona equivocada por permiso... lo único que puede hacer uno es respetarlo (aunque era verdad. Con ese gran riesgo que se podía correr, lo más "lógico" sería no dejar nada al azar, tratar de cerciorarse de que todo estuviera "bajo control". Pero Pietyr sabía que esa era sólo una bonita ilusión, y por lo tanto, agregó). Y comprendo muy bien.. y ahora, mucho mejor la situación. Sé que las fuerzas presentes en el mundo son más grandes de lo que las percibimos. Sería una muy pobre profecía si con tan sólo unos cuantos actos pudiera ser advertida.

Y así, ella estaba liberada de las cadenas que ella tanto había usado, aún cuando sus grilletes se hubieran disuelto hace tiempo. Se cruzó de brazos, y prosiguió. Cabe señalar que, salvo en las tareas más triviales y tontas, Pietyr no usaba su influéncia sobrenatural sobre los humanos para obligarlos a hacer algo en contra de su voluntad. Con aquellos con los que valía la pena hablar en serio, ese don de comando estaba desperdiciado. La única excepción era cuando, como en el Festival, el miedo los dominaba y debía obligarlos a controlar sus nervios. Pero nada más.

- Yo sé que no estoy aquí para evitar una catástrofe. El mundo me excede para ese propósito. Sólo estoy aquí para hacerle frente, de la mejor manera que pueda. Para que el infierno no camine sin desafío por el mundo, si debe hacerlo.

Finalmente, aunque veía la preocupación en sus ojos, no sólo por si su suerte correría peligro gracias a su presencia, sino por la oscura profecía que le mencionaba, dijo:

- Además... todo llega a su fin, eventuálmente. Pero ese fin no nos da permiso para actuar como desquiciados o irresponsables... no importa cuán poca injerencia tengamos para con ello. "Memento mori"... no es una excusa para actuar bajo la sombra de la muerte. Sino para recibir nuestro destino con honor y gloria... (o así pensaba él)

Su expresión revelaba mucho. Era un tópico un tanto.. intenso para él. Pietyr esperaba que Temperance pudiera comprender, así como ella lo había hecho comprender a él, la razón de su visita.

Eran con muy pocas personas con las que Temperance mantenia una conversación tan intensa y profuna, y Pietyr era una de esas personas, también, era con muy pocas personas con las que hablaba de sus conocimientos e investigaciones. Eso era importante para la joven que sentía aun más fuerte el lazo con el vampiro, aquel lazo que se había formado en aquella noche de Opera en que ella abrió los ojos del vampiro al mundo que desconocía pero con el que estaba jugando.

-el hacer poco, no significa no hacer nada, y eso debemos tenerlo todos presente.. Memento Mori...Respice post te! Hominem te esse memento - sonrie al completar la frase en latin, que recordaba la mortalidad de los humanos, de la fugacidad de la vida, y pasa los dedos por el dibujo que había hecho de su madre, sellando a Mammon en una realiad alterna, ni en el infierno, ni en este mundo - tiene razón, humanos o vampiros, todos estamos a merced de las mismas reglas, antes o después,
Nuestras vidas son los ríos/ que van a dar en la mar,/ que es el morir/ allí van los señoríos/ derechos a se acabar/ e consumir;/ allí los ríos caudales,/ allí los otros medianos/ e más chicos;/ i llegados, son iguales/ los que viven por sus manos/ e los ricos.- recita las coplas a su padre, mientrás se vuelve a mirar al vampiro - ha tomado una misión que va más allá de sus fuerzas, le dije que le ayudaría, aunque puse la condición de lo que dijera el principe, pero ahora no importa, aquello no importa y yo si quiero ayudar, - toma la mano le vampiro, presionando con fuerza, y acarciandola tiernamente.

- como dije, este mundo, sus misterios, sobrepasan cualquier conocimiento, pero yo cuento con la sabiduria de los Brunswick, escrito y transmitido de generación en generación, así como nuestro poder, por eso... mi madre era la única que podía sellar a Mammon, y si en mi vida, vuelve a existir ese peligro, estaré llamada a hacer lo mismo, - baja la mirada, asustada por aquella idea, y también por el deber de proseguir con la línea de su familia.

- ¿podemos estar juntos en esta lucha? - seguía tomando su mano, ahora con mayor seguridad de la que el vampiro hubiera podido ver en ella, antes.

Ver la fuerza de voluntad actuar para un propósito era algo que Pietyr encontraba muy reconfortante. Para eso, no importaba si se trataba de un Humano, Licano, Vampiro o hasta de un niño. La fortaleza en una persona era el primer signo de respeto que brillaba por sobre cualquier otro hecho intrascendente.

- Cuando la ocación llegue, tenga Usted por seguro que mi espada estará dispuesta para el desafío, señorita (la intensidad con la que le tomaba la mano era una buena señal, señal de confianza). Espero que todos lo estemos...

Dijo, con firmeza. Ahora que ese asunto estaba aclarado, quedaba algo más qué decir:

- Disculpe señorita Brunswick, pero si me lo permite, me gustaría mucho hablar con el Señor de esta casa alguna vez. No me refiero a la política. Verá, aunque está Usted encargada en su ausencia, sigue siendo territorio del Señor Von Dunkel. Como inmortal aún tengo la costumbre de presentar mis respetos al entrar en el dominio de otro vampiro. Sé que suena a una trivialidad o a una costumbre inservible, pero es la Tradición y debo respetarla.

Pietyr ahora echa un vistazo a aquellas escrituras que Temperance le había mostrado, para tratar de descifrarlas, si pudiera. O para grabarlas en su mente y estudiarlas con calma.

- Además, Herr Dunkel hizo gala de gran valor y pericia en el Festival, y eso es digno de reconocérsele a cualquiera. Y si él también está al tanto de la situación "espiritual" presente, ese valor y habilidad no se verán desperdiciados a futuro.

Así tuviera que esperar un poco, le complacería mucho cruzar palabra con Vladimir, a quien ignoraba que estaba betado por el Príncipe. Pero ese asunto tenía poca importancia. Justo ahora, se podía dedicar a estudiar con más detalle las oscuras profecías escritas en papel frente a él.

Temparece sonrió con complacencia, conocía las costumbres de los vampiros, como aquella antigua costumbre en la que un vampiro no podía entrar a una casa sin ser invitado, y que Von Abel hacía gala, demostrando su valía y caballerosidad, y del apego a las tradiciones que lo transformaba en un verdadero Brotherhood. Temperance inclina su cabeza, y camina hacia la ventana que estaba cerca de ambos, observó un poco, y luego se giró con un suspiro detenido hacia él vampiro.

- a pesar de que mi vida es un suspiro ante la vida de un vampiro, he pasado los últimos 12 años observando a los vampiros, sus costumbres, y he aprendido mucho... más de incluso los de mi propia raza. Suena extraño, pero soy más semejante a un vampiro que a un humano, sólo que no bebo sangre, ni mi piel es helada - hubo un tono de melancolía en su voz , recordando aquella vida -por eso ahora se me hace tan complicado ser normal, o ser como se espera que sea, creo que por eso vivo con Vladimir, porque me siento más a gusto entre vampiros, frente a los humanos, que me son tan extraños - suspira, profundamente, y se cerca al vampiro.

-vamos a tomar un té, o si quiere otra cosa, creo que hay algo para beber más fuerte, mientras esperamos que Vladimir llegue, y pueda ud conversar con él, pero... debo dejar claro, no soy su vasalla, ni de su propiedad, ni su mujer, ni amante, soy su amiga, y él me ha protegido una vez más...- sonrie, pensando en el vampiro que la había salvado, ya tantas veces -tal como lo hizo en el festival, y como lo hizo aquella semana en que viví con él, él, como ud, han demostrado ser de mi completa confianza, que las humanidades de ambos se conserva... y se hace más fuerte incluso sobre otros humanos, incluso sobre mí, que carezco de humanidad, o de lo que los humanos entienden como propio de su naturaleza - se toma del brazo del vampiro y lo conduce a la sala de estar, en donde se sientan ambos en el sillón, ahí Temperance medita si preguntar o no por Everett, y al final decide que mejor no, era un tema complicado aún para ella.

- ya saben que fue lo que exactamente sucedió en el festival?- lo mira a los ojos, estaba seria, y buscaba respuestas - no he vuelto a tener sueños que anuncien desgracias, como antes del festival, pero eso también me extraña, los espíritus han estado demasiado tranquilos, y creo que también lo ha notado, como si un momento... de silencio espiritual estuviera precediendo a una gran tormenta, como si estuviéramos en el ojo del huracán- se quedó pensando, sus sueños se habían vuelto oscuros, ya no soñaba, llevaba muchos días sin hacerlo - ¿seguiremos en estado de sitio? el gobierno parece demasiado molesto, quizás ya no sienten sano la... alianza, y eso me da demasiado miedo, señor Pietyr -

Las reflexiones de Temperance le dejaban ver a Pietyr el estilo de vida que había llevado. Él no sabía cuánto tiempo había pasado con Everett como su vasalla, pero se imaginaba que, entre funciones públicas, estrategias y demás, su vida debió ser muy confusa. Por eso a él no le interesaba la política. Demasiados intereses, demasiada manipulación. En fin.

Temperance habló acerca de sueños y premoniciones, que ahora le significaban mucho, y más viniendo de una espiritista. Finalmente, respondió

- Si, señorita Brunswick. Así de claro como lo dejaron los Cainitas, se trató de un atentado. Un mensaje. Pero lo que más averiguamos fueron las identidades de aquellos que perpetraron la matanza. Entre Zadsaquiel Stinfale y yo condujimos una investigación paralela, recopilando información, y hasta ahora, lo único que no hemos podido determinar con certeza es el propósito y origen de la explosión que marcó su fin. Las autoridades se han puesto muy necias con la jurisdicción.

Pietyr cruza la pierna y reflexiona por unos segundos. Después, dice sin rodeos:

- El estado de sitio no puede ser perpétuo. Eventualmente el descontento de la población llegará hasta el gobierno Estadounidense y tendrán que reevaluarlo. Pero la situación con los militares no está bien. Creen tener mayor control de la situación de lo que realmente tienen... y eso sólo puede traducirse en violencia.

Su voz era tranquila y firme, aunque hablara de sucesos peligrosos por venir.

- La catástrofe provocada en 1999 no sólo llegó de manera espiritual, sino que puso en evidencia a todos los seres sobrenaturales sobre la faz de la tierra. Hasta los Licanos han tenido problemas para coexistir. Pero, en fin. Eso ya es irremediable. Tenemos una profecía que contrariar, aún si debe ser a través de malestar político.

Ahora, mira a Temperance y dice:

- Es una cuestión de propósito...

Con todas las noches, siempre ocupado en la organización de la Brotherhood, o encuentros con Cainitas en bases militares; el hecho de poderse tomar su tiempo para conversar tranquilamente le refrescaba. Pero ahora que lo pensaba, había algo más que era pertinente saber, pues a diferencia de él y su "vasalla", Pietyr no sabía si Temperance había bebido de la sangre de Everett. Eso podía resultar problemático a la larga. Entonces, pregunta:

- Temperance, hasta ahora he recapitulado que Usted y su Amo ya no comparten vínculo. Perdone la pregunta, pero bebió Usted de la sangre de Everett o de Vladimir durante su recuperación?

Quizás la pregunta fuera fría y punzante como un cuchillo, pero así también era importante. Pietyr tenía sus razones para hacerla, pero prefería que ella le contestara primero, antes de decírselas...

La situación estaba llegando a un punto de infección en el que alguien haría algo realmente estúpido y todo estallara en una guerra que nadie podría contener. Temperance era más que consciente de esto, porque a pesar de que estuviera fuera de la hermandad, los fantasmas le contaban cosas, ¿o acaso no era evidente que la joven tuviera tanta información por mera gracia divina?. No, Temperance recibía los reportes de los fantasmas, que aunque no los pidiera, llegaban a sus oídos, y más ahora que todo estaba revuelto.

También había visto a los militares que resguardaban los barrios humanos, eran niños casi, en su mayoría que no comprendían para nada lo que estaba pasando y más aún, lo que podría pasar si se llegaban a enfrentar a los vampiros, cualquiera que fuese su clan. Todo estaba en un caos enorme, y ella, sólo intentaba algo de paz en donde calmar su alma rota tras lo que había pasado con Ursula.

-los cainitas solo buscan el caos, no importa si en él, se queman ellos también, por eso buscan hacer cumplir la profecía, porque la creen como suya, como parte de su historia y de su misión, mi madre sabía de esto, y cuando cayó en manos de ellos, intentó por todos los medios escapar, pero no pudo... su existencia, incluso la de la otra vida, fueron segados de raíz, y encerrados- se encoge de hombros, con gran pesadumbre, porque a pesar de todos los años que habían transcurrido, aún extrañaba enormemente a su madre.

-he visto a los militares, hay que hacer algo, señor Von Abel, la situación será un reguero de pólvora y nos reventará en la cara... ¿Everett que dice?- titubea cuando menciona su nombre, mostrando en su voz el miedo y también la tristeza que sentía cuando pensaba en él, pero la pregunta que von Abel le formuló la dejó perpleja, sus ojos se abrieron y se quedaron fijos en él, completamente fijos al punto que el vampiro podía ver su reflejo en sus pupilas.

- sólo una vez, antes del festival, un vampiro, de la orden, me atacó en la noche, y por poco me mata, al no cerrar la herida de mi cuello, Everett me dio de su sangre para salvarme, lo detesté profundamente, y sufrí horrores cuando mi cuerpo comenzó a pedir más sangre, ¿ por qué lo pregunta?... y con respecto a Vladimir, no fue necesario, sus cuidados me salvaron de las heridas que me hicieron en el festival los cainitas... ¿sucede algo que no sepa?, - pregunta , pensando que conocía todo sobre el vínculo de sangre, sobre su influencia en las personas, que al haber bebido una sola vez, ya estaba diluido, o eso pensaba.

- Disculpas, señorita Brunswick. Pero Everett no dice mucho últimamente. En cuanto a los militares, hay un visible aumento de su actividad, y creo yo que son tan fanáticos como sus oponentes. Tal vez sea buena idea reunirse con el grupo de mando, pues los soldados, como todos, obedecen órdenes. En realidad, eso es lo que me preocupa: demasiados individuos portando muerte y destrucción en la punta de sus dedos, pero incapaces de ser filosóficos al respecto. Sólo unos pocos tienen verdadera vocación para la guerra. Esperemos que sean ellos los que están atendiendo el asunto.

Cuando Temperance le comentó acerca del atentado contra su vida, y cómo el Príncipe mismo había dado de su sangre para salvarla, Pietyr asintió. Era uno de los trucos más viejos en el libro de los inmortales: procurando salvar la vida de un mortal, la sangre hacía un poco más que eso.

- Precísamente por el Ansia. Como las personas, que consumían opio; dejarlo no siempre removía a la droga de la vida de las personas. Es igual con la sangre. Pero parece ser que Usted no bebía de Everett a menudo, o de lo contrario, a la menor señal de posibilidad, habría ansiado la de Herr Dunkel. Por otro lado, aún sin ser consanguíneo, su rostro permanece atado a él (los ojos de él eran calmados, y pronto hizo una seña a Temperance, para que supiera a qué se refería). ¿No es eso así?

Era un tema que de seguro le pesaba a ella, ahora lo notaba con toda claridad. Y alejarse de un vampiro no era como alejarse de un novio de "preparatoria". Muchas veces, los inmortales hacían todo en su poder para evitarlo, para llenar la mente de sus vasallos con intrigas tan grandes que no deseen alejarse de ellos. Y eso en el mejor de los casos, pues así sus sirvientes retenían su personalidad, aunque llena de miedo. No, el punto crítico llegaba cuando hacían uso de su influéncia sobrenatural en ellos, para obligarlos. Es ahí donde perdían todo rastro de humanidad y...

¡...pero por Dios Temperance le acababa de decir eso mismo! ¡Ella se refirió a sí misma carente de humanidad!

¿Era eso lo que había ocurrido?

Muchos con la muerte en la punta de los dedos, aquella frase caló hondo en Temperance, porque ella ya lo sabía, mas ahora intentaba encontrar un momento de sosiego para ser ella, simplemente ella. Sonrió, pero fue un gesto desganado, más bien fue aire que escapó de su nariz, porque se daba cuenta que por mucho que luchara, no iba a tener una vida tranquila, porque el mundo ya había perdido cualquier atisbo de tranquilidad que pudiera haber.

-no hay lugar para mí en este mundo - anunció con desazón, era un nudo terrible que se le hacía en la garganta, porque realmente deseaba esa libertad, pero se sentía en deuda además comprometida a hacer algo para hacer recuperar algo de tranquilidad a ese mundo devastado por los últimos sucesos. Mas no se podía arreglar lo roto ya, y todo se estropeo cuando los vampiros dejaron de ser meras leyendas, de ese momento, hace doce años, el curso de las cosas cambió y se dirigió hacia un caos total, como el que ahora existía, así que arreglar lo roto era imposible, sólo se podía intentar crear algo nuevo, como por ejemplo, el ideario Brotherhood, del cual ella era su símbolo... ¿y si volviera a cumplir su rol? Lo miró con los ojos del vampiro y fue implícita esa pregunta que se la formulaba con el corazón apretado.

Pero la respuesta no llegó, Pietyr arremetía con otra pregunta que la hizo encogerse de hombros, y mantener una solemne postura en la que recordaba su vida como vasalla de Everett, los hechos que la llevaron a ocupar aquel cargo, levantó la vista hacia el cielo, oscurecido, y la noche en la ciudad, tan plena que escondía las cicatrices de tantos meses en estado de sitio.

-tenía seis años cuando llegué donde Everett, era una niña asustada, mi mamá había muerto hacia poco, y mi padre también, casi al año de que yo había nacido, no tenía a nadie en el mundo, mi hermano también había muerto junto con mi madre, los cainitas asesinaron a toda mi familia, y yo, estaba en medio de un mundo que no podía comprender, y estaba asustada...- lo volvió a mirar a los ojos, había un brillo de añoranza al contar su historia -recuerdo el día en que llegué a la oficina del príncipe, había pasado sólo unos días del año nuevo, y yo, iba vestida de azul, de la mano de Ursula... sí, la misma vampiresa que condenaron por abusar de mí- arregló su cabello detrás de su oreja, para seguir hablando
- Everett me protegió, e intento curar mi enfermedad, pero le dijeron que siempre padecería lo mismo, que siempre sufriría crisis, y que sólo debía estar tranquila... y así fue por doce años, hasta que todo esto pasó, Everett estaba demasiado preocupado de la ciudad como para seguir protegiéndome de los demás vampiros, y yo al mismo tiempo, era una carga extra para él, lo mejor que podía hacer era alejarme, irme, pero ahora, ya... ya no sé si ha sido la mejor decisión, no por mí, porque por mí, es la mejor, sino por mi responsabilidad ante mi poder y ante lo que se construyó en torno a mi, esta armonía entre vampiros y humanos - suspiró, le dolía realmente decir aquellas palabras.

- sólo aquella vez probé sangre de vampiro, pero si hubiera estado en mis cabales, no lo hubiera hecho, sé lo que la sangre de vampiro hace, lo sé perfectamente y aquello me horrorizaba, por eso reclamaría contra Everett aquel acto, y lo hizo jurar de que jamás me volvería a dar de su sangre, aunque eso significara mi muerte... pero si me pregunta, si pregunta si mi rostro sigue atado al de él, es obvio, mi vida, hasta hace unos meses giraba en torno a él, y a os Brotherhood, no conocía a otros humanos... ni me desenvolvía con ellos, fui criada como una muñeca de refinados modales, mesurada en mis actos... mi personalidad se fue moldando a su mundo, y nunca conocía lo que los humanos llaman normalidad, solo en mis primeros años, cuando estaba mi madre, pero ella era un caso especial, ahí conocí sobre los muertos, y los fantasmas que nos visitaban, por eso no sé que soy, mi cuerpo, mi sangre dice que soy humana, pero mi naturaleza ambigua viaja entre los vampiros y la muerte... y por eso creo... que a pesar de que desee con todo mi corazón quedarme en este mundo, mi deber y mi lugar es otro, aunque no lo quiera - suspiró profundamente, demasiado abatida por sus propias conclusiones.

Pietyr la escuchó con atención y en silencio. Las palabras de Temperance eran un torrente de sentimientos hechos voz, acerca de sus experiencias. Él no tenía ni idea de la historia detrás de la joven ex-vasalla del Príncipe. El tono tan trágico en el transfondo de su historia, le hizo preguntarse si Everett Goodweather algún día tenía planeado convertirla a los Caídos. Nunca sabría la respuesta.

Finalmente veía en ella, una indecisión importante. Entonces, cuando ella hubo terminado, él le dijo:

- Temperance, si me permite unas palabras venidas de la experiencia, déjeme hacerle una reflexión: ¿acaso este no es un momento de tranquilidad, aún pese a las ideas que nos asaltan acerca del fin del mundo? ¿no es este simple hecho de sentarse y dialogar un momento de normalidad? Perdone que se lo diga de esta manera, señorita, pero la membresía de este mundo no es otorgada por el destino. Nosotros somos muy diferentes a muchos humanos, y aún así el suelo que pisamos lleva una huella.

Pietyr miró ahora hacia la nada, y continuó

- Aún si lo único que vemos es la noche, no somos ajenos a la belleza que Ustedes hacen surgir en todas sus formas. Guerra o no, vivimos como los reyes de nuestro propio hogar. Como amos de nuestro destino. Sino encuentra fáciles las respuestas que busca, quizás las preguntas están equivocadas. ¿Me doy a entender?

Pietyr terminó la reflexión, y volvió a mirarla a ella. La idea de un mundo hostil y demandante no le era extraña. Simplemente la había dejado atrás hace mucho.

Y el gesto fue sencillo, un simple movimiento de cabeza, de lado a lado mientras no lo miraba a los ojos, porque había hecho eco la lógica del capitán en su mente, esa normalidad, esa tranquilidad de la que hablaba pero que ella misma menoscaba con sus preocupaciones constantes, pero ¿amo de su hogar? ¿de su destino?. Temperance antes de haber decidido salir de aquella mansión no lo había sido, y por eso lo volvió su mirada hacia él, sus ojos verdes grandes y transparentes en emociones, le sonrió ampliamente, con la complacencia de una hija con su padre.

-no negaré la verdad en sus palabras, pero comprendame... si es posible, hasta hace solo unos meses, yo no era dueña de mi destino, al contrario, me sentia solo de paso en este mundo, pero esto cambió, ahora, que he probado el poder que tenía y que no usaba, pero de golpe también me debo hacer responsable de mis acciones, de mis decisiones y lo que soy... porque como dijo, igual dejamos una huella, y mi huella, ud mejor que nadie la conoce- se encoge de hombros, entrelazando sus dedos delante de ella, para darse confianza, ahí, lo vuelve a mirar para seguir hablando.

-y sé que este es mi momento de normalidad, de tranquilidad, siento, vivo, vibro... como debí hacerlo siempre, y no soy una mero testigo de mis actos, pero... ¿acaso no tengo razón también? el mundo está cambiando, se sumerge en el caos, y no puedo dar un paso al costado... y seguir con esta vida, que amo, pero que debo preservar de alguna manera, no por mi, sino por los demás, por Vladimir, por Everett incluso, por mi hija... por ud, no quiero decir que sea una pieza indispensable, pero tengo una labor que aquí, siendo y comportándome como una persona normal no estoy cumpliendo - moja sus labios, hablaba con certeza, como si de pronto se encontrase así misma, enfrentada a un espejo en donde sus pensamientos habían danzado y transformado -no volveré a ser llamada vasalla, pero... volver, volver como una igual, siento que sería posible - ahi se notó la duda en sus palabras, no sabía como actuarían los demás, incluso Vladimir, que había luchado tanto por hacerle ver que estaba en una jaula de oro.

-gracias... es un gran amigo - le confiesa, y toma las manos de Pietyr para besarlas, estrechándolas entre sus delgadas manos.

- Temperance, Usted sabe muy bien que, salvo la delicada situación de "La Puerta"; el conflicto con los Cainitas no es su guerra. También sabe que puede vivir una vida alejada de todos estos problemas y que puede caminar hacia la dirección opuesta. No la culparía (dijo Pietyr, como una reflexión, haciendo del abogado del diablo). Pero, si aún así quiere ver la resolución de esta batalla hasta el final... que así sea.

Dijo, mientras sostenía sus manos por un momento.

- Y, por el momento, le recomiendo que sólo hable con Zadsaquiel Stinfale o conmigo de la Brotherhood... a no ser que haya alguien más de su confianza con quien pueda comunicarse. Si los Cainitas están resueltos a hacer cumplir la profecía, no dudarán en hacer lo imposible para encontrar a un espiritista.

Pietyr repasaba una cosa que se le había metido a la cabeza, y eso era que en una situación extrema, ni él ni Zadsaquiel o Everett, incluso Vladimir serían capaces de acudir a ella si los necesitara. Su libertad era algo que venía con un costoso precio, y eso era que sus acciones podrían desviarla de un ambiente más controlado. Y eso era un alivio, tanto para él, que gustaba del fluír de las cosas, como para ella, que deseaba tener control de su vida por primera vez.

- Temperance, he progresado mucho desde nuestro último encuentro. Si en el futuro cree necesitar de mí, no dude en dejarme un mensaje. Y, si me lo permite sugerir, los "muertos" guardan mejor los secretos que los teléfonos. Si hace el Llamado, ahí estaré.

Era un truco muy interesante ese, pues los fantasmas eran imperceptíbles para las personas no entrenadas. Y más aún, era muy dificil obligar a un espíritu a revelar aquello que se le había confiado. Entonces, pues era una buena estrategia.

-¿en serio cree que esta guerra solo me concierne en cuanto a ese asunto?- le preguntó, ya soltado sus manos, y guardando un gesto maternal, el mismo que pondría una madre que le explica algo evidente a su hijo que no lo comprende - aceptar eso es como si me dejara afuera de la cuidad, de todo lo que sucede, hace 12 años, antes de aquella noche, ud me hubiera dicho esto, hubíeramos estado de acuerdo, pero en el momento en que esto se hizo de conocimiento público, cuando los vampiros dejaron de estar cultos, la guerra entre ambos dejó de ser un asunto exclusivamente de vampiros, esto se volvió un asunto de todo aquel que tenga contacto con los vampiros, y yo tengo más que un mero contacto... y aunque yo dijera que esto no es de mi inconveniencia, los demás si lo creen - pasó sus dedos por su sien, como si hubiera pensando en algo pero que al mismo tiempo se reprimió.

-para mi padre, era su asunto también... por eso se sacrificó de esa manera - sentenció con una voz apagada, cargada de gran tristeza - como dije, no puedo ir en dirección opuesta, no le haría honor al sacrificio de mi madre.. no sería una digna Brunswick- al final se reducía a eso, a sus deberes como miembro de aquella antigua familia. Odette, sin saberlo, era de su sangre, y con ello también Lilith -creo que sido clara, iré a ver al príncipe, es peligroso, y seguramente a Vladimir no le gustará, pero hay cosas que debo tratar con él, pero de momento no...- se sonrió, recobrado sus rasgos más inocentes, infantiles. Desea conservar un poco más aquel mundo, era feliz ahí, era feliz junto a Vladimir.

- ya había meditado el asunto de con quién hablar, y la verdad es que no sabía con quién contar, Christina Benoit es mi entrañable amiga, pero tiene gran acceso a las esferas de poder de la hermandad, pero ahora cuento con ud, y con el señor Stinfale, no me pondré en peligro, porque es evidente, los Cainitas buscan espiritistas, es la razón por la que saqué a Odette de ese orfanato, supe que buscaban entre los niños, aquellos con poderes especiales... sino, solo se los comían- se estremeció, antes de irse, habia logrado sacar a los niños de ese lugar, era vasalla, pero tenía ciertos contactos.

-oh, veo que ha progresado bastante, pero ¿lo acosan mucho?, pobres, el no poder ser escuchados por nadie los agobia y cuando encuentran a personas con este poder, los atosigan, por eso hay amuletos en las entradas y ventanas de esta casa- suspiró, solo así podía dormir bien -¿puede hablar directamente con ellos entonces?, no estaba equivocada entonces, pero... vuelvo a insistir, ud recibe otro tipo de ayuda, ¿cierto?, con lo que me dice, me hace suponer que Everett no era único con una espiritistas ayudándolo, aunque él jamás tuvo la habilidad innata que ud posee.- le pregunta, pero casi había certeza en sus palabras, sólo le restaba, claro, la confirmación del vampiro.

- Bien. No volveré a pronunciar objeción al respecto (dice, un tanto complacido que ella tome su participación tan en serio)

Cuando ella le dijo acerca de ir a ver al Príncipe, Pietyr simpleménte correspondió con su sentimiento.

- Yo también creo que no debería preocuparse por el Príncipe ahora. Todo a su tiempo.

Pietyr no sabía que Christina compartía un lazo tan importante con ella, pero era de esperarse dado a que no había prestado atención a las relaciones dentro de la Brotherhood, sólo a los asuntos "oficiales" por así decirlo. Ahora, sabía que también Christina podría ayudarla si fuera necesario, y era bueno tener a alguien más con quién contar.

- No se equivoca, Temperance. Por supuesto que he recibido ayuda. En realidad, he recibido mucha ayuda, y de muchas fuentes. Sabe, es cierto. Aquellos que no pueden ser escuchados hablan sin parar una vez que se dan cuenta de que los veo y los entiendo. Hablan hasta el agotamiento, pero le aseguro que eventualmente se quedan en silencio. Ya después, vuelven a hablar; es simple cuestión de prestarles atención. Bueno, eso y de imponer ciertas reglas, que muchos... o más bien, todos se interesan en respetar. Un acuerdo tiene validez en cualquier mundo, veo yo.

Pietyr pensó un momento, y luego le dijo a Temperance:

- Sabe... creo que los espíritus y "nosotros" (los vampiros) tenemos más en común de lo que me imaginaba. Bueno, no todos, como el de Gaia, que comparte más con los Licanos que con cualquier otro. No, me refiero a los fantasmas. Es curioso.

La Joven emitió una pequeña sonrisa al escucharlo, para ella Pietyr era un niño pequeño al que le haían abierto las puertas de una habitación que estaba en su casa, pero que nunca la había visto. Estaba lleno de cosas nuevas, pero que solo debería determinar los peligros que se escondían entre las cosas que brillaban. Hubo una mirada de comprensión y de suma complicidad entre los dos.

-siempre pensé lo mismo, por eso decía que conocía demasiado sobre los vampiros y los muertos más que de los humanos - el dice, sonriendo -y si, algunos pueden desear respetar las reglas, pero debe tener cuidado, hay espíritus perturbados que no dudaran en atacar y pueden hacer demasiado daño - se encogió de hombros, y se tocó instintívamente su brazo derecho, en donde hacia unos años, el espíritu de un asesino, la lastimó tanto que le produjo cortadas horribles en su brazo, pero de aquello, ya no quedaban más que unas ligeras marcas, gracias a los cuidados de Ursula.

-debe irse con cuidado, en ese plano, su fuerza física es irrelevante... sólo será su fuerza y temblaza espiritual lo que lo ayudará a diferenciar la realidad de lo que está detrás del velo... porque los vampiros, aunque sus cuerpos esten muertos, sus almas no, y obedecen a las mismas reglas que los humanos... espero que sea consciente de esto, Pietyr- se sentía raro tratarlo con su nombre, pero consideraba que si iba a confiar en él, no era necesaria tanta formalidad, aunque no lo trataba de tú.

-Gaia... cuando era pequeña me acerqué a ella, en India, cerca de la Vieja Dhali, ahi, una mujer con una cabellera roja y larguísima estaba en medio de un claro, se giró y me sonrió, aún siento el calor de su voz en mi cabeza... era la imagen más hermosa que he visto en mi existencia.. y a veces la dibujo, - se queda mirando un punto muerto, recordando aquella apareción, supo en el acto que era Gaía, su voz se lo dijo, sonrió sonrojada y volvió a mirar al vampiro - es peligro que salga ya, más en este lugar, ¿desea quedarse? a Vladimir no le molestará - le pregunta, sólo había olvidado mencionar el hecho que ella y Vladimir eran mucho más que amigos.

Hasta ahora, Pietyr no había encontrado ningún fantasma que le resultara un problema. Ya se había fijado no entablar relación con ningún espíritu a no ser que fuera el de un ser préviamente vivo, y eso le facilitaba las cosas. Su condición vampírica resonaba muy armónicamente con los fantasmas, y eso quizás ella no lo sabría.

En fin, su advertencia era cierta. Algunos podrían ponerse violentos sin razón, y para eso, Pietyr había creado El Vínculo, como una forma de contrato en donde se estipulaba el rol de cada parte. Aquellos que no aceptaban el mandato del vampiro, símplemente se iban. Aquellos que lo deseaban, quedaban al servicio de él, con sus respectivas cláusulas y limitaciones, por supuesto.

Pero ese era asunto que sólo se explicaría en caso de su muerte, a través de su libro, The Cursed Book

Y también, sabía que su fuerza física no significaba nada en el mundo del Velo, y que su determinación y voluntad es lo único que le permitía progresar en sus estudios. No estaba demás decirlo, y eso le parecía bueno.

- ...¿Gaia? ¿La Fuerza de la Tierra se le ha aparecido? Asombroso. Debe haber sido todo un honor conocerle... (reflexionando un poco, dice) yo sólo tengo el gusto de conocer a algunos de sus más prodigiosos hijos (hablando, por supuesto de los Lupinos, en especial de Marshall)

Ya cuando ella le hace la invitación, Pietyr se ríe un poco. No de ella, sino porque sabía cuán peligroso era últimamente, y que él mismo aportaba su medida de peligrosidad a la noche.

- Mi gratitud, Temperance, pero aún tengo mucho por hacer. Si bien, la noche no durará por mucho, debo atender varios asuntos, sobre todo con los neonatos en la Brotherhood. Gracias a todos los disturbios recientes, algunos miembros no han informado de su "progenie" y estamos en vías de juntarlos para probar sus aptitudes.

Le sonríe

- Es decir, todo un lío. De todas formas, quiero agradecerle por tan placentera velada. Es mucho más interesante que tratar con documentos todas las noches.

Ese improvisado paseo nocturno me tenía fuera de calma desde que tuve la incertidumbre de salir de casa dejando a Temperance dormida; su imagen celestial entre toda esa paz que ahora irradiaba su rostro era más importante para mi que cualquier otro medio de subsistencia. Es verdad que rara vez le quitaba los ojos de encima y no por aquello que me agobiaba en su presencia sino por motivos de sesguridad. Nuestra seguridad, mi constante preocupación misma que me tenía los sentidos más alerta de lo normal. La paranoia era cosa de cada segundo, en otra vida, la vida mortal que tuve, quizá me hubiese quitado el sueño, era una suerte que pudiera prescindir de ello y por eso sentía con más fuerza aquella amarga sensación trepar desde mis tobillos. Everett no iba a tardar en aparecer, estaba seguro que en más de una ocasión había entes vigilando por la mañana el sitio al que me vi forzado a adaptar como un hogar para cuidar de Temperance.

Sin embargo estando conciente de cada uno de los factores que pudieran simplemente romper el cristal que nos separaba de la realidad allá afuera, me tomé la libertad de abrir la puerta y sin explicación alguna salir en busca de un motivo desconocido. ¿Qué encontraría allá? Mil cosas me pasaron por la mente, la primera de ella era la muerte verdadera y tal vez con eso aseguraba la prolongación de la vida de Temperance. Mi muerte pasó frente a mis ojos de distintas maneras: en manos de Alexis, ese cazador al que tanto aprecio le tenía la pequeña Odette. ¿Por qué me hubiera matado él? Sus razones no cambiarían el acto así que no me quebré la cabeza para dar con la génesis de ello. También se me ocurrió que Azuka diera conmigo y por no seguir sus ideas terminara con la patética existencia de un vampiro independiente con afinidad a la Hermandad. Esa muerte hubiera sido un espectáculo de sangre digno de ver...

La imagen de Odisea me nubló los sentidos por un lapso de una hora o más, la buscaba inconscientemente en los pasillos, en la acera, en las bancas o en alguna Iglesia. Tal vez ese era el destino que me aguardaba afuera, lejos de Temperance, encontrar a Odisea y saber qué tal se encontraba. Le dediqué decenas de suspiros al ver que no aparecía.

Entonces ¿qué hacía yo ahí? La incertidumbre era como un imán que me alejaba de casa, era una brújula descompuesta que no hacía más que perderme sin un rumbo fijo pero era alguien tan obstinado, terco y necio que necesitaba saber qué era. De qué se trataba.
Entonces una idea me atravesó como un rayo entrando por la vista hasta dar en el centro de mis conjeturas, de mis dudas. Me reprendí mentalmente por estar tan lejos y a paso veloz me di la vuelta para llegar lo más pronto posible con Temperance, si es que no era muy tarde como para encontrar algo desagradable.

...

Al llegar frente a la puerta me acomodé la solapa del saco, respiré profundamente y abrí la puerta con naturalidad, con la confianza de entrar al hogar propio aunque por dentro temía intensamente de lo que vería en el interior.

Una sonrisa difícil de descifrar se curveó hacia el lado derecho en mi rostro disimuladamente perplejo al ver que teníamos una visita inesperada. Mis ojos pasaron del hombre a Temperance, revisando en un vistazo que ella estuviese sana y salva, después regresé a él mientras me acercaba con paso sereno.

-Buenas noches- saludé al llegar frente a él.- Vladimir von Dunkel.- me presenté estirándole la mano.- Disculpe si parece grosero de mi parte pero ¿podría explicarme qué hace en mi casa? A veces uno quisiera que el mito del acceso al hogar ajeno estuviera restringido por el dueño para los vampiros, así podrían evitarse bastantes cosas...

Hablando de gaia y de los espíritus pudieron haber pasado toda la noche, Temperance encontraba en el vampiro un amigo y confidente como pocos, porque a pesar de no tener su persepción tan desarrollada como ella, sólo por una razon de tiempo de tenerla, podían ver y sentir prácticamente lo mismo, sin embargo la mención del Festival y de los vampiros recién abrazados, los habían devuelto con violencia a la realidad. Los ojos lánguidos de la joven se enfocaron en el vampiro, y hubo un suspiro, muy delicado que escapó de sus rojos labios. Ya no podrían hablar más de Gaía, de los espíritus ni de otras cosas, la guerra era obvia y presente, incluso en sus conversaciones.

-todo está demasiado revuelto- sonaron unas llaves en la puerta y Temperance sabía quien era, el color volvió a sus mejillas, y alargó su cuello para ver la puerta abrirse. Efectivamente, por ella apreció Vladimir, pero al ver su gesto y escuchar sus palabras que sin dejar de ser educadas, demostraban su molestía por haber une extraño en casa, supo que debió avisarle de alguna manera para que no se encontrara con Piety ahí de sopetón.

Los ds vivían con miedo, no sabían cuando Everett iría por ella, pero Temperance también desconocía las demás preocupaciones del vampiro, sólo intentaba relajarlo cuando estaba con ella y lo lograba, Vladimir parecía desentenderse del mundo cuando se encontraba entre sus brazos, sin embargo para la joven era una verdadera tortura verlo así, mortificado por su situación, y a veces, cuando estaba ola, pensaba si realmente debería dejarlo en paz, apesar de amarlo tanto como lo hacía.

Temperance se puso de pie y se precipitó hacia el recién llegado tomando sus manos, y empinándose para besar delicadamente sus labios, intentando demostrarle que ante Pietyr no tenía nada que temer, que el vampiro, capitan de la ciudad, era su amigo y aliado.

-amor, que bueno que has llegado - se giró hacia Pietyr, y se tomó del brazo de Vladimir -Vladimir, el señor von Abel entró a la casa porque yo lo permití, es un aliado... de hecho hablabamos sobre lo que pasaba - miró al vampiro, esperando que Vladimir no estuviese tan tenso, porque eso la llenaba de preocupaciones por su amado.