Antes de partir/Sebastian.

24 de diciembre.
15:05
Nublado.

Me miré en el espejo luego de varios cambios que me había probado, algunos me parecían muy exagerados para una visita casual, otros muy sencillos y sin chiste, no encontraba algo que me hiciera sentir cómoda pero en el fondo sabía que lo que me tenía un tanto inquieta era ir a tocar su puerta en fin de semana, ir a verlo por última vez en ese lado del país y si eso se trataba de una despedida no tenía idea de qué vestir para la ocasión Habían sido algunos meses que tenía tratándolo normalmente fuera del horario escolar, tomábamos ocasionalmente un café para charlar, no había alguna otra intención de por medio pero había que guardar cierto margen con los asuntos de maestro- alumna, aunque no fuese directo, no dejaba de ser algo que él cuidaba a los ojos del Instituto al que asistíamos a diario por lo que jamás me invitó un trago o cualquier otro evento que se pudiera mal interpretar.

Lo admiraba, era un hombre encantador y muy inteligente, no podía negar que era atractivo en todos los sentidos pero hacía tiempo ya que debía hacerme a la idea de que no ganaría nada viéndolo con ésos ojos. Le tenía confianza y ahora más que nunca quería saber qué pensaba él de todo lo que iba a emprender, la visita de Sarah unas semanas atrás le dio un giro a mi vida normal y por primera vez hablaría con Sebastian lo que nunca dije a nadie.

El [Solamente los administradores pueden ver este vínculo] que escogí terminó siendo algo simple, el tiempo apremiaba y al ver el reloj decidí ponerme en marcha. Mi habitación estaba hecha un caos entre tanta ropa desperdigada pero así se quedaría hasta que volviera, apagué la luz y salí a buscar un taxi.

En el transcurso estuve deseando que Sarah no apareciera, ya había alterado mucho en mi mundo, ya me había hecho comprar los boletos para el viaje de regreso a mi pasado. Ahora sólo pedía que me diera un momento de tranquilidad con Sebastian. Cerca de la calle donde él vivía tomé el móvil para mandarle un mensaje de texto:

"Voy para tu casa, quiero hablar contigo, si no te molesta. -Amber"

Apreté el celular en la mano mientras comenzaba a reconocer las casas aledañas a la suya, pagué al taxista y sintiendo un poco de pena toqué la puerta. Esperé balanceándome en mis pies, mirando a todas direcciones, pensando si había escogido el cambio correcto.

Aquel día me había levando inusualmente temprano, a pesar de que la noche anterior me había quedado dormido sumamente tarde debido a que revisaba y corregía los exámenes de mis estudiantes dados unos días atrás, de igual manera y para mi suerte, durante aquel día lo tendría totalmente libre, un gran alivio, ya que últimamente el cansancio comenzaba a carcomerme, pues a pesar de ser muy trabajador, el agotamiento es igual para todos.

Iría a un pequeño local de Starbucks en la esquina de la calle del edificio en donde residía para tomar el desayuno, una muy buena y cargada taza de café junto a un delicioso sándwich para y de alguna manera tratar de recuperar fuerzas para lo que quedaba del día, pues aun quedaba mucho por hacer, aun debía revisar toneladas y toneladas de exámenes y trabajos.

A pesar de tener un gran y buen desayuno, debía de devorarlo todo con rapidez para volver a mi departamento y así continuar con mis labores dejadas ayer por la noche, ante lo cual estaría casi totalmente concentrado en ello, pero entonces y cercano a las 15:00 horas, mi celular sonaría, un nuevo mensaje de texto había llegado a este y por suerte, en ese instante lo tenía junto a mí, pues hace algunos minutos había llamado a una estudiante para esclarecer ciertas dudas en la respuesta de uno de los exámenes.

Grande sería mi sorpresa al ver el origen de aquel mensaje, Amber Louise, hacía mucho tiempo que no hablaba ni tenía compañía de ella, de hecho y aunque lo negaba, la extrañaba y demasiado, pero todo debía tener un orden en el universo, yo como profesor y ella como estudiante que es, a pesar de no realizarle clases, por ello poco a poco trataba de olvidarla, aunque mi corazón se negaba a ello.

Ven, estoy solo. –Sebastian.

Respondería al mensaje de texto con simpleza y mientras trabajaba, ahora a la espera de que la estudiante llegase, ya la había invitado con anterioridad a mi departamento, pero ya hacía mucho. Poco tiempo transcurriría tras el mensaje, entonces sentiría como mi puerta era golpeada en un par de ocasiones, ante lo cual y con el corazón algo agitado ante la presencia de la joven, abriría la puerta ante ella sin hacerla esperar demasiado.

[Solamente los administradores pueden ver este vínculo] de una manera un tanto normal, pero que para mí era bastante casual y desde el umbral de la puerta contemplaría a la joven, de pies a cabeza, mordiéndome levemente el labio inferior.

Buenas tardes… como estas Amber?, deseas pasar?.

Interrogaría de una manera suave y varonil, haciéndome a un costado y con un pequeño ademan de mi diestra, invitando a la joven ingresar.

Desde que escuché como se iba abriendo la puerta sentí un poco de nervios, pensar en que Sebastian estaba del otro lado para recibirme me provocó un cosquilleo en el vientre, la verdad nunca había menguado el efecto que tenía sobre mí como antes cuando lo miraba cruzar los pasillos del Instituto y atrapaba mi atención todavía sin conocer el puesto que tenía sin embargo nunca le había dicho lo que llegaba a sentir, quizá él ya lo había notado pero tampoco me lo hizo saber.

Recibí su saludo con una sonrisa, buscando su mirada para no dejar ir la mía más de lo debido pero mientras pasaba a su departamento no pude evitar darle una ojeada de abajo para arriba, notando lo bien que se miraba; un poco menos serio de lo que habituaba llevar para dar clases pero no por ello menos formal, su porte siempre era distinguido pero vestido de esa manera lo sentía más accesible, jovial y pensar en ello le dio un ligero tono rosado a mis pómulos. Me acerqué a él para darle un beso en la mejilla, acto que pocas veces me atrevía a hacerlo, no sabía si era correcto o si él le veía problema por lo que no lo había hecho costumbre a manera de saludo.

-Gracias por recibirme, lamento venir a molestarte y sobre todo un día antes de navidad, ni siquiera pregunte si tenías planes.-me pasé un mechón de cabello detrás de la oreja, riendo un tanto nerviosa.- De todas maneras no te robaré mucho tiempo.

Nos quedamos un momento de pie en el vestíbulo, cerró la puerta y entonces experimenté una extraña sensación de alivio al estar solos bajo su techo, entrelacé mis dedos y agaché un poco la vista.

-De lo que quería hablar es... hmm... -fruncí un poco los labios, como si pudiera contener con eso la realidad de las palabras que iba a decir.- ...voy a mudarme a New York.

Levanté la cara para encontrar la de él, tal vez no iba a impactarle la noticia y no esperaba que reaccionara de alguna u otra manera -¿o sí?- pero estaba ahí para explicarle lo que pasaba, que me diera su opinión o simplemente para verlo antes de partir.

Recibiría un tanto nervioso aquel beso que la joven me obsequiaba sobre la mejilla, haciendo que instintivamente mis mejillas se tiñesen de un muy leve color rojizo, a pesar de no haberla visto desde hace un tiempo, esta no dejaba de provocarme demasiado, tanto emocional como físicamente, cuantas fantasías habré tenido con ella?, cuantos besos le habré robado en mis sueños y haciéndola mía?, infinitas veces, pero lamentablemente no se debía y por obvia razón.

Tras el ingreso de la estudiante a mi residencia, la escucharía con suma atención, parecía preocupada y lamentablemente aquello se contagiaba, preocupándome de igual manera, después de todo… que era esta visita inesperada?, intuía algo malo, muy malo para mí, pero debía mantenerme firme.

La contemplaba fijamente y con una intensidad nunca antes vista en mí hacia ella, mordiéndome levemente el labio inferior, ahora que estábamos solos y sin nadie que nos interrumpiese, me permitía ese tipo de privilegios que, aunque muy mínimos, me servían para desahogar aunque sea un poco, lo que sentía hacia ella, pero todo aquello cambiaria, que había sido?, una estocada en mi corazón?, acaso la joven se mudaba?, deseaba no creerlo, no quería creerlo.

No demostraría el gran impacto que la noticia me había dado, a pesar de que me destrozaba interiormente, mientras esbozaba una perfecta y fingida sonrisa, no debía mostrar debilidad, no era debido, pero aun así habría una gran interrogante que me carcomería.

Por qué?, porque… te mudaras a New York?.

Interrogaría con un leve atisbo de preocupación, tan solo un poco de lo gran preocupado de lo que realmente me encontraba, pero no sería correcto demostrarlo, pues para mi ella era una estudiante, aunque detestaba aquella realidad, a pesar de estar aparentemente tranquilo y apacible, me estaba destrozando interiormente.

Por cierto… deseas algo de beber?, un café o un té tal vez?.

Interrogaría curioso y con cierto leve temblor en mis labios, buscando una excusa para distraerme, aunque sea un instante.

No entendía algunas de las miradas que a veces me dedicaba, sería hacerse más ilusiones de las que una chica pudiera soportar pero en ocasiones me sentía especial a sus ojos, cuando repasaba varias veces mi imagen y esa atención me gustaba sólo que no podía asegurar que fuese algo real o simples ideas mías Seguramente sería lo segundo...

Su sonrisa tan encantadora por primera vez logró entristecerme un poco en lugar de iluminarme, después de todo no debía reaccionar como si le pesara mi partida aunque notaba esa preocupación en el tono con que había formulado la pregunta, a fin de cuentas no dejaba de ser un caballero y se interesaba por escucharme, con eso me bastaba por ahora, saber que se preocupaba por lo que tenía que decirle, después de todo ese era el motivo de mi visita.

-Café estará bien.- respondí intentando que mi tono de voz no denotara eldeclive de mi estado de ánimo. No debía sentirme así ¿cuántas veces me lo había explicado ya? De ninguna manera posible iba a estar con él más que en son de la relación que llevábamos.- Vamos, te acompaño a prepararlo.

Lo seguí hasta la cocina y todavía seguíamos en silencio, puse la cafetera mientras él se dedicaba a sacar un par de tazas, de vez en cuando se nos cruzaban las miradas e intercambiábamos sonrisas. Hice algún comentario en relación a la decoración de su cocina en realidad creía que era linda sin embargo lo había hecho para romper el silencio, para distraer un poco mi nerviosismo. Me acerqué a él con la cafetera en mano y vertí café hasta la mitad, cuando me ofreció azúcar y crema le indiqué que lo tomaba negro sólo con dos terrones de azúcar. Con un ademán me invitó a la sala y se sentó después de mí en el mismo sillón. Tenerlo así de cerca me reconfortaba, de haber tomado valor me hubiera hecho un poco más a su lado porque la idea de que debía de irme me pesaba en gran medida porque no lo volvería a ver.

-Pues…-comencé y me humedecí los labios, agaché la mirada hacia mi café buscando un buen inicio.- Vuelvo a New York por la misma razón de la que salí de ahí.- bebí de mi taza humeante.- Yo estuve cuando sucedió ese incidente hace 12 años, ya sabes… vampiros.-esa palabra pudo haber sonado absurda en otro tiempo cuando creer en seres sobrenaturales era cosa de cuento pero ahora tenía un matiz diferente según cada persona y de cómo se habían enterado de lo acontecido, en mi caso me sonaba a mis padres y a tragedia.- Creo que no te he contado asuntos tan de personales sobre mí, no porque no quisiera, confío en ti.-lo miré con ternura pensando en todos los motivos por los que debía mantenerme al margen de lo que sentía por él pero sin dejar de sentirlo.- Sólo que no sé hasta donde debería llegar por que eres maestro pero hoy te vengo a hablar como amiga y te pido que así me veas.- coloqué mi mano sobre su rodilla, apartándola luego de unos segundos.- Nunca creí que pudiera volver a ese lugar después de que mi padre murió la noche de Año Nuevo, tenía 6 años y era mi héroe.-sentí como se me empañaba la mirada e hice un esfuerzo para desbaratar el nudo que ten sía en la garganta.- Sin embargo eso no fue lo peor, mi madre y yo fuimos llevadas por ellos para servirles, mi madre tenía algo que les era de utilidad, algo que yo también tengo y por eso sé que debo regresar.

Dejé mi taza en la mesita del centro, me acomodé para verlo de frente subiendo levemente la pierna al sillón.

-Pero si me voy no sé si será definitivo, disfruto mi carrera, de mis amigos, de tu compañía pero en realidad nunca he estado tranquila, siento que en cualquier momento se harán presentes en todos lados y quizá… quizá allá en New York hay personas que puedan impedir que se expandan y quisiera acercarme a ellos.

Si Sebastian podía decir que me conocía sabría que esa idea no era algo que se me hubiese ocurrido a mí pero antes de explicarle lo de Sarah y de lo que me hacía verla quería conocer su reacción.

Prepararía y junto con ella un par de tazones de café para así disfrutar de una manera más amena la compañía de la joven y ahogarme en el café a la vez, como si tratase de perderme y disimular mi incomodidad tras saber de la partida de la joven hacia New York, en la dulce fragancia del café, la verdad es que no lo quería ni deseaba creerlo, incluso era capaz de fingir que no había oído tales palabras, pero la verdad muchas veces era cruel, muy cruel, tanto así y muchas veces, uno no podía hacer caso omiso a aquello.

Luego iría y junto con ella hacia el sillón que se encontraba en el living, un sillón alargado y bastante cómodo en donde perfectamente se podrían sentar cuatro personas, pero a pesar de la distancia que pudiesen tener al estar sentados, se sentaría junto a ello, lo suficiente como para no incomodarla, pero lo suficiente también para no estar muy lejos, pues apreciaba mucho su presencia y más aun, lo deseaba aun mas debido a que quizás, esta podría ser la última oportunidad para verla.

La escucharía con suma atención, cada palabra pronunciada por Amber parecía una estocada, una tras otra mientras bebía en cada instante un sorbo de café, buscando distracción en su sabor y fragancia la cual, obviamente no servía de consuelo alguno.

Mientras tanto, contemplaba fijamente a la joven como si estuviese frente a una deidad, la cual poco a poco parecía no serlo por el simple hecho de que, prontamente me percataría que ya no me encontraba frente a una estudiante, sino que a Amber, como hace mucho tiempo lo había deseado, quizás a esta le quedaban aun algunos días de clases en el instituto, pero a decir verdad, ya no me importaba, pues y desde siempre, la había visto con otros ojos, los cuales ahora finalmente podría hacerlos presentes.

Ya no hables mas…

Musitaría de manera repentina ante las punzantes palabras de la joven, después de todo, ya nada importaba o sí?, me interrogaría dentro de mí, dejando así la taza a un costado, dejándola junto a la taza de la joven en la mesita del centro y frente al sillón para luego, posar suave y sutilmente mi palma sobre uno de los muslos de ella y así acercarme poco a poco hacia mi ahora, dueña de mis pensamientos.

Fijaría mi mirada sobre los de ella con unos ojos sumamente profundos y cautivantes, acercando así mi rostro hacia el de Amber mas y mas, ya nada me importaba, después de todo… quizás esta podría ser mi última oportunidad, por ello y mientras me acercaba hacia ella, cerraría lentamente los ojos con el solo fin de posar mis labios sobre los de ella.