You and me after a song [Violette D'Luna]

No se podía decir que aquella noche era como todas las demás. Aquella noche había ido a uno de los bolos de Violette, como en los "viejos" tiempos.
Ella había estado maravillosa, su vos no había desmejorado nada y, aunque sabía perfectamente que se drogaba, yo la seguía bien igual de hermosa.
No podía negarlo, lo era. Violette era preciosa. Pero tampoco estaba bien que lo dijera y mas cuando yo había sido el que en su día había finiquitado nuestra relación y el que había pedido seguir siendo su amigo.

Me había tomado un par de copa, ¿o habían sido mas? No lo recordaba.
Después del bolo, bueno, antes de que este terminase yo me encaminé a casa de Violette y me apoyé en la pared del edificio y encendí un cigarrillo. Le di una larga calada y cerré los ojos mientras expulsaba el aire.
Necesitaba verla, charlar un rato con ella... Saber por su boca que tal le iba.

Observé como varios grupos de personas caminaban por la calle, borrachos como cubas. Lo podía sentir en el olor de su sangre, repleta de alcohol.
En mi rostro se dibujó una sonrisa cínica. Hoy mismo alguna de esas chicas y chicos podrían ser el primer plato de un vampiro.
Le dí otra calada al cigarrillo y giré mi rostro hacia el otro lado de la calle, observando, sin mucho interés la oscuridad.

El club había estado a rebosar de gente, y el concierto había ido genial. Adoraba esa sensación, el sonido de la gente cantando a pleno pulmón tus canciones, gritando por más, el saber que están ahí por ti. Siempre había adorado aquello, por eso había empezado con la música, por eso y por como me hacía sentir. Pero, aquella noche era diferente, lo podía sentir, había algo, no sabía el que, pero tenía la sensación, aquella en la boca en el estómago, de que algo que no tenías planeado, iba a suceder. Incluso había sentido que conocía a alguien entre el público, pero era casi imposible de ver, había mucha gente.
Cuando los conciertos terminan te sientes vacía, aunque todavía te dura el subidon del momento, y como siempre, intentamos llenar ese vacío en alcohol, y aquello hicimos, copa tras copa, invitaba el dueño del local, y por aquello lo tomábamos como si de agua en un desierto se tratase.

Para cuando caminaba hacia casa todo me hacía bastante gracia, y no sabía bien como, terminé con un vial lleno de sangre de vampiro entre mis manos, y con 100 dólares menos en la cartera. Lo guardé en el bolso y crucé media ciudad haciendo sonar mis tacones, al brazo del batería de mi grupo. Íbamos cantando alguna de nuestras canciones, y cuando llegué a mi casa no me creía lo que veía. Ahí estaba Tyler, apoyado contra la pared fumando, tan guapo, tan atractivo como siempre, bueno, mentía, estaba incluso aún más guapo y atractivo que la última vez que lo vi. Más alto, más hombre. Noté como me ruborizaba y sacudí la cabeza despidiéndome de los chicos y disculpándome por no seguir la fiesta. Me acerqué decidida a la figura masculina y al llegar a su altura le abracé a modo de saludo, sonriendo.
- Hola Lawrence - dije con una inmensa sonrisa - me alegro de verte- y comencé a buscar las llaves en mi bolso- te apetece pasar? Ha sido una noche larga y quiero quitarme los tacones -espeté. Prefería hablar con él en casa, y también quitarme los tacones.

Nuevamente tuve que soltar el humo del cigarrillo pero esta vez, el orificio de salida, fueron mis fosas nasales.
Miré mi móvil para saber que hora era. El bolo seguramente ya había terminado hace bastante tiempo y yo comenzaba a impacientarme.
Una chica, de las que pasaba por allí con altos tacones y ebria hasta decir vasta se tropezó, callo y, por el olor que vino a mi se había echo una pequeña herida.
¡Por dios, que sacasen a esa pobre criatura de allí en ese mismo momento!
Me mantuve quieto mientras aquella chica se ría por su pequeño desliz. Me sorprendía que, con los tiempos que corrían, aquellas personas no se cuidasen mas. Incluso con gente para ayudarte podrías acabar metido en la boca del lobo y, en el mejor de los casos, acabar con un par de litros menos e sangre en tu cuerpo.

Mis ojos no dejaron de mirar el escenario de aquella caída cuando aquella mujer se fue. Era como una tentación. Sangre desperdiciada.
Le dí otra calada para quitarme esos pensamientos de la cabeza. La vida de un humano valía tanto o mas que la mía. Si, eso era.
A lo lejos pude escuchar aquella voz a la que años atrás había denominado como un canto de ángeles. Esa voz era inconfundible. También, al son de esta, escuchaba voces de hombres.
Mi mirada vagó en dirección al pequeño grupo y se centró en una sola persona.
Mi semblante estaba serio, sin ningún tipo de alegría en el. Me había descuidado un poco. Había dejado que me creciese unos milímetros la barba lo que hacía que me viese un poco mas mayor de lo que era.

No dejé de mirar a Violette en ningún momento. Ella, según creía impresionado o extrañada por mi presencia. Se despidió de sus acompañantes, según creí los demás integrantes de su grupo y caminó hacia mi.
Algo que realmente no me esperaba, pues realmente pensaba que lo primero que haría sería darme una bofetada o algo similar, fue el abrazo.
Me sonrió y no pude evitar regresarle la sonrisa.

- Si, será mejor... -comenté con sencillez- Yo también me alegro de verte -nunca había dejado de observarla, de cerciorarme que estaba a salvo. Pero verla así, allí en ese momento, era mejor que espiarla a distancia, entre las sombras.

Vi la sonrisa en sus labios y una gran calidez me inundó el cuerpo, verlo había hecho que se me pasara la mitad del efecto del alcohol y pensaba con algo más de claridad. Me separé de él del todo, pese a que no tenía muchas ganas de hacerlo, y fui directa a la puerta abriéndola, y encendiendo la luz. La entrada se iluminó, todo estaba igual que siempre, no había cambiado nada desde la muerte de mis padres. Las mismas fotografías, los mismos muebles, la misma vajilla, pese a que ya me había cargado varias piezas de esta misma, había comprado el mismo modelo, importado de italia, me había costado un pastón, pero yo solo quería sentirme como siempre, como en casa, puesto que desde que murieron no me había sentido así. Las llaves resonaron contra el recipiente de metal donde las guardaba, haciendo que un escalofrío me recorriera la espalda y me girara mirando a Ty.
- Pasa, como si estuvieras en tu casa - dije recordando que él ya había estado ahí y sabía donde estaba todo, así me ahorraba el tour.

Dejé caer el bolso en el sofá, haciendo que su contenido se desparramara por él, incluido el vial con sangre de vampiro, del cual me había olvidado completamente, y me senté comenzando a desabrocharme las botas.
- Si quieres algo de beber sírvete tú mismo, creo que algo sin alcohol quedará- En realidad no estaba muy segura de que fuera cierto, quizá había un bote de mayonesa. Ya me había librado de una de las botas cuando volví a hacer la visa hacia el rubio, y tragué saliva.
- Que haces aquí? - ladeé ligeramente la cabeza, realmente tenia curiosidad por saber porque ahora le daba por aparecer. Ya sabía yo que aquella noche era especial y no iba a ser como las otras noches. En teoría debería estar enfadada por aparecer de golpe, o más bien, por haberse ido sin avisar, y también de golpe, abandonándome a mi suerte, aunque, a eso yo ya estaba acostumbrada.

Decir que no lo había echado en falta hubiera sido mentir descaradamente, claro que lo había hecho, y muchisimo, muchas noches deseaba que apareciera para poder jugar a la play, o cualquier cosa, y aunque, no iba a admitirlo abiertamente, muchas veces había deseado que los labios a los que besaba fueran los suyos, pero no era así, y yo buscaba el consuelo en otros. No es que fuera promiscua, es que entre el alcohol y las drogas, una cosa llevaba a la otra...Tenía seguro que no iba a vivir hasta la vejez, y menos en Nueva York, y me daba la sensación de que yo aceleraba el proceso, pero por lo menos, pretendía disfrutar el tiempo que me quedaba. No podía pedir mucho más, yo no, ya no.

Esto era un acto suicida. Algo que no tendría que haber echo, mas ya no había vuelta atrás.
Aparecer de nuevo en su vida, de golpe, tal y como me había ido, iba a ser algo duro para ella. Lo sabía, claro que lo sabía.
¿Pero que podía hacer yo? ¿Enviarle notitas y ramos de flores? ¿Dejar que me viese en sus bolos y luego irme por extrañas circunstancias? ¿Que me viese en un bar o una cafetería y saludarla y luego decirle: No puedo quedarme, adiós? No...
Eso no lo podía hacer.

En cuanto me dijo que podía pasar y sentirme como en casa ingresé en la vivienda sin dudar ni cinc segundos.
No había dudado hasta ese momento y no era tiempo de hacerlo ahora.
Caminé con tranquilidad, casi arrastrando los pies, y observé con detenimiento el estado de su hogar.
Nada de allí había cambiado ni un ápice. Estaban las mismas fotos, la misma decoración, los mismo muebles... Todo estaba como la última vez que había estado yo allí. La vez que le había dicho adiós y no había regresado.

Ella dejó caer su bolso en el sofá yo, no le dí mas importancia y continué observando el lugar.
Era impresionante como el mero echo de entrar en un lugar hacía que recordases un sinfín de cosas allí vividas.
Había sido un egoísta al dejarla de aquella manera. Ahora lo entendía. Pero no podía dejar que perdiese su tiempo conmigo pudiendo encontrar una pareja estable que la hiciese feliz, que le diera una vida como ella se merecía.

- Aunque fuera con alcohol no me importaría, pero ahora mismo... estoy bien, gracias -le dije intentando sonar lo mas tranquilo posible, por que si, estaba nervioso. Respiré hondo y solté el aire con total naturalidad cuando me preguntó que era lo que hacía allí- Pues... Quería verte, saber que estabas bien -le dije como si no hubiese velado por su seguridad desde aquel día.

Ahora venía su reacción. ¿Una bofetada? ¿Una respuesta tipo: Ya me ves, ya lo sabes, vete? Todo podía ser en este mundo.
Di unos paso hacia delante, acercándome mas a ella y teniendo una mejor vista del sofá y su bolso.
Mis vista se detuvo unos segundos en el, su contenido ahbía sido vertido y con el se había descubierto un viral de... ¿sangre? ¿Aquello era lo que yo creía que era?
Mi semblante se tensó al igual que mis músculos.

- ¿Que es eso? -le pregunté refiriéndome al vial. Sabía perfectamente lo que era, pero quería oírlo de sus labios, saber que era cierto lo que estaba viendo.

Le miré como entraba tras de mi y caminaba por la casa, observándola, seguramente lo reconocería todo. Era raro tenerlo aquí, después de tanto tiempo, quizá solo estaba alucinando, pero si no recordaba mal no me había tomado nada extraño, y con extraño quería decir drogas, solo había estado bebiendo con los chicos, no recordaba exactamente el que, pero no lo suficiente como para ver a Tyler en mi piso, para escucharle hablar, y para abrazarle y notar su cuerpo contra el mio, estaba segura de que todavía conservaba su calor, y podía olerlo, no, no era una alucinación, Tyler estaba en mi casa.
- Bueno, si quieres algo, sabes donde está la cocina- dije dejando las botas a un lado donde no molestaran, apartándolas de cualquier camino, o suyo, o mio. Escuché su respuesta y sonreí esbozando una sonrisa, eso significaba que se preocupaba por mi, y, eso me gustaba, me hacía sentir mejor.
- Pues, estoy bien, gracias por la preocupación, y tú? Estas bien? - subí las piernas al sofá con cuidado de que no se viera nada indebido.

Su mirada se dirigió al sofá, y me fijé en donde su mirada había caído. El vial. Volví mi mirada a él cuando preguntó, y lo cogí mirándolo.
- Sangre, de vampiro para ser más exactos - respondí guardando de nuevo las cosas en mi bolso y dejándolo sobre la mesita de te, aunque aún conservaba el vial en mis manos, jugando con el entre mis dedos algo nerviosa. Estaba segura que sabía que me drogaba, pero no que tomaba sangre de vampiro. En mis planes de esa noche no entraba, pero sin darme cuenta ahí la tenía, y además, era de las buenas, me había costado un buen pellizco.
Sabía que no le haría mucha gracia, y temía su reacción, ahora que haría? Cogerlo y tirarlo quizá? Irse sin mediar palabra? Aquello si que me haría mal.

Seguía jugando con el vial mientras que con la otra mano empecé a jugar con mi pelo, algo nerviosa, no tenía ni idea de lo que podría pasar, aquella noche era diferente, lo notaba, lo sentía, y por ello sabía que cualquier cosa era posible. Para mi suerte no había visto ni una de esas cosas que me atormentaban, esos muertos que seguían ahí por muy poco que yo quisiera. Le miré de nuevo, madre mia que guapo era, incluso serio. Me encantaba, adoraba su expresión, y como fruncía el ceño, también cuando reía, y esa sonrisa infantil que le salía a veces. Sacudí la cabeza, no era momento para pensar en aquello.

Las fotografías, la decoración de la casa e incluso el tono de la pintura de las paredes era el mismo. El aroma que se podía respirar en el interior de hogar de Violette era el que recordaba, no obstante había una ligera variación que en ese preciso instante no lograba identificar con exactitud.
Había pasado tanto tiempo pensando en ir allí que ahora que me encontraba entre sus paredes no lograba concienciarme de si realmente estaba allí o al fon me había creído alguna de mis cavilaciones.

- Gracias, lo tendré en cuanta -comenté con voz suave mientras posaba nuevamente mi mirar en ella, seguí sus movimientos con cautelosa sutileza y disimulo.

Pude ver como sus labios, pequeños aunque jugosos y con un tierno color rosado, se habían curvado formando una sonrisa la cual se debía a mi anterior comentario. Eso me transmitió mas confianza de la había pensado antes.
Me encogí de hombros ante su pregunta tras la respuesta a una pregunta no formulada por mi que que había estado implícita en el motivo por mi visita.

- No me puedo quejar, la verdad... -no mentía, pero tampoco había dicho la completa verdad. No podía soltarlo todo de buenas a primeras, no obstante la calma no duró mucho.

Tras preguntarle, aun sabiendo yo mismo que mierda era aquello, me moleste. No solo por que ella lo tuviera, si no por que ni siquiera me había intentado ocultar la verdad, se había puesto nerviosa o había puesto a otro alguien como el dueño de dicho vial.

- ¿Se puede saber por que mierda tienes tu eso? -le pregunte tratando de no sonar demasiado brusco, de que el mal humor no se me notase demasiado.

Lo que yo había planeado como una buena toma de contacto tras un largo tiempo sin darle señales de vida y tratando de que ella estuviese bien y que no se metiese en problemas se había tornado en una discusión, o eso parecía prometer la situación, y el descubrimiento de que Violette ya no era solo adicta a las drogas normales y corrientes si no que también consumía sangre de vampiro.

"No me puedo quejar, la verdad" Me alegraba saber que estaba bien, por como se había ido, bien podía estar en la otra punta del mundo, en una esquina tirado, o peor, podría haber estado muerto. Un escalofrío me recorrió la espalda nada más imaginarme eso. Él, muerto. No, no era algo que quisiera ni imaginar, ni en mis peores sueños, él tenía que estar vivo, ser feliz, y si era junto a otra chica pues...yo no podía ser quien para decir nada, pero, me alegraría el saber que estaba bien, que era feliz, y quizá, incluso podríamos ser amigos.
Había pensado que tenía superado lo nuestro, pero verlo en la puerta de mi casa, tan tranquilo, tan guapo, tan ÉL, me había removido el mundo entero, recordándome esos momentos, y los sentimientos que creía enterrados, seguían floreciendo, dando los frutos que me sentía reacia a comer aún.

¿Que esperaba? Una sonrisa, una palmadita en la espalda , ¿quizá? No, claro que no. Estaba enfadado, lo que no entendía era el porque. Esperaba su respuesta, esperaba el enfado, sabía que iba a ser así. Respiré hondo.
- Porque tomo sangre de vampiro, de vez en cuando, y de camino aquí compré - me expliqué. No tenía ningún sentido mentirle, nunca lo había hecho, no iba a comenzar ahora, no tendría que darle explicaciones, era mi cuerpo, pero, que más daba? No era como si fuera adicta a ella, podía dejarla cuando quisiera, pero no quería. Me ganaba mi dinero, y hacía con el lo que quisiera, comprarme sangre, droga, alcohol, lo que fuera. Pensar que esa noche no parecía nada diferente a las demás, concierto, un poco de fiesta, y para casa, pero ya veía que me equivocaba, pelea. Solté un largo y pesado suspiro y saqué un cigarro encendiéndolo mientras soltaba el aire lentamente por la boca buscando un cenicero, encima de la mesa.