Nerina Anna Visentin

Nació en Italia y allí vivió gran parte de su vida junto a su familia. Sus padres eran dos personas amorosas que se esforzaron por darle todo lo mejor que podían. Nerina creció en un hogar afectuoso. A muy corta edad se enamoró del joven más apuesto del pueblo, Camilo Di Stefano. Venía de una familia adinerada, mucho más que la de ella, y era el mejor partido, no había chica que no soñara con que pidiera su mano. Sin embargo, Nerina nunca fue demasiado obvia acerca de sus sentimientos. Ésta fue la razón de que Camilo se acercara a ella, ya que vio una persona en la que podía confiar sin que lo agobiara con atenciones. Aquella amistad no tardó en volverse algo más, él terminó confesándose un año luego y Nerina no podía más de la felicidad. Se casaron y llevaron una vida pacífica, tenían una relación no sólo de amantes, sino también de dos amigos que podían confiarse todo. Sin embargo no todo era dicha, la joven pareja no era capaz de concebir un hijo por mucho que lo intentaran. Una noche, Camilo decidió sorprenderla, haciendo una escapada hacía una de sus propiedades fuera del pueblo. Creía que quizás así podrían conseguir al niño que tanto deseaban. Que equivocado que estaba. Al llegar notaron que la pequeña cabaña no estaba deshabitada como se suponía, sino que unos peculiares inquilinos la habían tomado prestada.

No recuerda más que unos ojos rojos como la sangre, dientes afilados y oscuridad. Cuando despertó encontró a su compañero tan desorientado como ella y el lugar vacío, sólo manchas de sangre esparcidas por las paredes. Manchas que emanaban un delicioso aroma para los recién convertidos. Tuvieron que aprender juntos a sobrevivir en aquel nuevo mundo que se les presentaba, moviéndose entre las sombras, alimentándose de otros seres vivos. Al principio se negaban a beber sangre humana, aunque con el tiempo comprendieron que estaba en su naturaleza y se rindieron a ésta. Tomaban familias adineradas como vasallos y vivían de sus riquezas y de su sangre. A los únicos que no lastimaban era a los niños, nunca habían tocado a un menor, aquel deseo por ser padres les impedía cometer aquel acto.

Hasta aquella niña. Esa pequeña que fue su perdición. Habían tomado a su familia como vasallos durante un tiempo. Ellos tenían una hija: Amelie. Como acostumbraban a hacer, no le habían puesto un dedo encima. Nerina sentía un particular apego por aquella niña, quizás porque le recordaba a ella cuando era pequeña, tal vez porque imaginaba que así podría haber sido su hija si hubiera podido concebir. No tenía clara las razones, pero sabía que no deseaba que le hicieran daño. Pero los niños crecen y así lo hizo la pequeña Amelie. Sin embargo, no fue capaz de seguir los pasos anteriores y abandonar a los Wilson. Pidió a Camilo quedarse con ellos un poco más, sólo sería un tiempo más.

Una noche, mientras se encontraba en el cuarto de la muchacha observándola dormir, aquel dulce aroma que tan locos los volvía a los de su especia llegó a su sensible nariz. Sus colmillos asomaron por sus finos labios y fue incapaz de impedir que se clavaran en la tersa y suave piel de Amelie. Y así ocurrió a partir de aquel momento, aquella sangre fresca, pura, la llamaba. A Camilo no le gustó demasiado eso, tenían una forma de hacer las cosas y ella las estaba dando vuelta. Fue en medio de aquella discusión cuando el padre quiso huir con ambas, cosa que los llevó a terminar con su vida. Nerina se había encaprichado con la joven y Camilo era incapaz de decirle que no a algo, por lo que terminó cediendo. Al poco tiempo la madre dejó de ser útil, demasiado deprimida por la perdida de su esposo, ya no representaba una fuente de alimento satisfactorio, así que pusieron fin a su existencia, pese a la resistencia que la pequeña había puesto.

Pasaron los años y continuaron alimentándose de ella, siendo su posesión más preciada.

Recuerda lo sucedido con un estremecimiento. Recuerda como se enfrentó a ellos, como los ataco echa una fiera e intentó quemarlos. Recuerda el dolor que sintió al ver el cuerpo de su compañero de toda la vida extinguirse frente a sus ojos. Su querido Camilo, muerto. Y todo por su culpa, aquel capricho le había costa la vida de su amor. El odio y el rencor se volvieron todo en su vida. Aquella niña le había arrebatado todo y la había dejado con un vacío que era incapaz de llenar. Ansiaba tenerla entre sus manos, ver el miedo reflejado en aquellos pequeños ojos, deseaba beber hasta la última gota de su deliciosa sangre.

Se unió a los Hijos de Caín sedienta de venganza. Quería ver a los humanos sufrir. Encontraría a Amelie, la haría suya y quizás, luego de que viviera un infierno, le concedería la muerte por la que tanto suplicará.