Noche Lluviosa

16 de Diciembre - 18:46 hrs

Sin lugar a dudas me encantaba y fascinaba mi labor hacia la educación, tanto así como una adicción y por ende, ahogaba mi mente, pensamientos y demases solo en ello como si mi vida dependiese de aquello, desde hace mucho que había tenido aquella costumbre y dedicación hacia los jóvenes que desean ahogarse en conocimiento, primero había sido en New York, ahora en Los Ángeles, fuese donde fuese siempre iba a estar allí para quien tenga sed de sabiduría.

Era una lluviosa y fría tarde de jueves, cercano las 7pm, acababa de salir del Instituto luego de una larga y ardua reunión junto a mis similares del establecimiento educacional. Me encontraba cansado, muy cansado y por ello, en vez de ir directamente a mi departamento, iría hacia un pequeño bar cercano al edificio en donde vivía.

Vestía de una manera bastante formal y como no, pues acababa de salir de mi trabajo, me encontraba vestido con un cómodo pantalón de color negro junto a unos zapatos brillantes y de igual color, en tanto y en la parte superior de mi cuerpo, todo ello era protegido por una camisa de color blanco y una corbata azulada, siendo todo aquello cubierto por un abrigo de color azabache.

Ingresaría al recinto a paso lento, desenvainando el paraguas que llevaba y sacando de mi cabeza una llamativa boina de color azulado, con finos y pequeños detalles en rojo para ir hacia la barra, no sin antes dejar tanto mi abrigo como lo demás, en un pequeño sector del establecimiento similar a una guardarropía.

Iría hacia la barra y le solicitaría al camarero una cerveza artesanal y propia de la casa, solía ir con frecuencia a aquel bar y por ende, sabía lo exquisito que era aquella cerveza.

No había tenido demasiada suerte, hacer contacto con los que los provisionarian de armas había sido realmente complicado, pero seguía moviéndose entre aquellos oscuros contactos, y esa libreta de tapas negras que tanto le había servido. Ahí dentro estaban contenidos todos los números necesarios para crear la red de contactos para la revolución. Su Amigo se lo agradecería.

Además, estaba en aquella ciudad por una sección fotográfica por la que le pagarían demasiado dinero. Dinero, dinero, lo que movía al mundo, incluso en ese mundo que estaba dominado por los vampiros. Dinero rojo, podría llamarlo, pero sería una burla cruel, seguían siendo verde, aunque ahora más manchado de sangre.

Aquella tarde la sección había terminado apenas la luz del sol se había ido, Los Ángeles no estaba en manos de los vampiros, por lo menos, no estaba tan jodida como New York, que de vez en cuando aparecía un muerto, o un habían disturbios por las peleas entre vampiros. Algo de tranquilidad, se dijo, luego llamaría a Etty, para informarle como iban sus movimientos y que había pensando en hacer unas cosas para los nuevos proyectos.

Es así que terminó en un bar, esperaba un momento de distensión y que no hubieran asquerosos vampiros, {sólo consideraba agradables, o pasables, a los vampiros dentro de los rebeldes}, pero eso era mucho pedir, incluso en ese lugar habían dos o tres vampiros, pero no eran tan notorios como en los bares de New York.

Alexandra se quedó en la barra con un whisky en las manos, balanceando los hielos a medio derretir que aquel dorado brebaje tenía, observando a su alrededor. tenía hambre, y no tenía sangre, tendría que encontrar la forma de obtener algo de sangre, sino, se volvería loca. Movió su cabeza, balanceandola, y haciendose tronar los huesos dle cuello, observando a la mejor de las presas.

Bebía pequeños sorbos de mi cerveza, sin lugar a dudas aquel bar era fascinante y tenía un toque hogareño bastante cálido y gentil, muy acogedor y por ello era uno de mis lugares preferidos para relajarme y divertirme, todo parecía estar absolutamente bien, pero por alguna extraña razón y desde hacía unos minutos, comenzaba a sentir extraños escalofríos, los cuales estremecían todo mi ser, sentía como si todo el mundo derrepente comenzase a observarme, me sentía presa de un cazador, una sensación que jamás había experimentado y que, hacía que mis piernas temblasen levemente.

Poco a poco y tratando de ser lo más cauteloso y desapercibido posible, comenzaría a observar a mi alrededor por mero instinto como si tratase de encontrar un tesoro en un amplio mar profundo y oscuro, entonces fijaría notoriamente la mirada en una joven a un par de sillas de mi posición, parecía ser alguien común y corriente, además parecía estar sola también.

Bebería un par de pequeños sorbos para luego y con una tenue sonrisa esbozada en mis labios, realizar un pequeño ademan con mi diestra y en forma de saludo desde la distancia, con cierta leve timidez.

Tras unos breves segundos y tras observar nuevamente mi alrededor, me atrevería a acercarme a ella con cierta dulce inocencia, ignorando totalmente los deseos, pensamientos y demases de la hibrido.

Discúlpeme señorita, se encuentra sola?, de ser así, le molestaría si le acompaño?.

Interrogaría curioso y trayendo conmigo mi vaso de alcohol, bebiendo un sorbo de aquel tras mi par de interrogantes mientras posaba con inocencia mi mirada en el rostro de la joven, sin lugar a dudas aquella era bastante llamativa y bonita.

Por cierto, me llamo Sebastian.

Odiaba convertirse en aquello, desea así sangre. Abrió mucho los ojos, y se encogió de hombros, conteniendo el aire, como si así asfixiara el deseo por la vitae, pero no se podía, estaba ahí presente como un mal presagio, una anatema maldita y de hecho, eso pasaba estaba maldita. Tomó e vaso con whisky y pidió que se llenaran de nuevo, necesitaba ahogar en alcohol sus deseos más profundos. Miró al publico tras el cristal amarillento de su vaso , sólo vio imágenes borrosas, remedos de una realidad y de su propia hambre. Empinó el vaso y el licor quemó su garganta. Entra, entra... pensó; así dejaría de "cazar", pero no ahí continuaba el parásito de su nacimiento.

Un chico se le acerca, un joven atractivo, alto, por lo menos mal alto que la modelo, la chica lo miró de una manera desinteresada, casi huraña, no era el mejor momento para que se le acercara. Tintineo los hielos en su vaso y se inclinó hacia el hombre, su aroma era encantador, um hombre atractivo san, cuya sangre debía saber deliciosa.

- ey, hola Sebastian - bebió un poco más, y se puso de pie, aquellos tacones la hacían verse alta, y ahora, casi del porte del hombre - pues no tengo compañía, ando sola en esta ciudad, ja...¿y tú? ¿estas acostumbrado a abordar a las chicas y ser tan protocolar para acercarte, paff... de mejor manera me han abordado en un bar - llevantó su dedo y lo señaló con la mano que tenía el vaso - me llamo Alexandra, ¿eres de los ángeles? ¿no eres vampiro cierto?- claro que sabía que no lo era, podía olerlos.

Alguien entró, apenas lo notó Alexandra en medio de todas esas personas y muchos de ellos vampiros, pero ahí estaba, y si hubieran estado en otro sitio, Alexandra lo hubiera notado, pero por el radillo del ojo se percató de él, callado, moviéndose entre las sombras hasta una esquina. Entornó los ojos, y sospechó, llámenlo un sexto sentido, y quizás si lo era.

Ignoraba completamente que me encontraba frente a alguien sumamente peligrosa y que, si ella quisiese, podría matarme de un segundo a otro, al igual que ignoraba de quien entraba o quien salía del establecimiento, sin lugar a dudas no tenía una percepción muy buena, solo la de un humano común y corriente, sumándole a ello ser un tanto despistado e inocente, la receta perfecta de una presa ideal, seguramente.

Entonces escucharía la voz de la joven, sintiendo como esta dulce y femenina voz comenzaba a embriagarme y cautivarme como si fuese una droga, la cual de seguro cualquiera podría hacerse adicto, pero debía resistir y moderar, a pesar de que mis ojos ya en ese instante reflejaban un gran deseo hacia la hibrido.

Mucho gusto Alexandra y perdóname, la verdad es que no acostumbro abordar a nadie, solo note que estabas sola al igual que yo, por ende… algo de compañía nunca es malo.

Musitaría varonil y con suma inocencia, demasiada mas bien, mientras bebía un par de sorbos de mi bebida, la verdad es que el tema de los vampiros y similares me hacían sumo desagrado, no sabía porque, pero en el fondo de mi corazón, sentía un enorme repudio hacia estos por el simple hecho de lo que cuentan las diversas historias en los libros, ósea… una raza así es un peligro!, por ende tales personas no deberían existir, es lógico!.

Desde cuando un vampiro es bueno?, todo lo que conlleva aquel nombre es malo y oscuro, no se puede confiar en ellos… tarde o temprano siempre traicionaran, o al menos en muchos libros, sino todos decían lo mismo y como amante de la lectura y las letras, lo sabía perfectamente.

No, no soy vampiro, tan solo soy un humano común y corriente, profesor de un Instituto de por aquí… y tú?, no creo que lo seas, verdad?, no lo pareces.

Esbozaría una muy leve sonrisa en los labios, muy ignorante.

Y cuanto tiempo llevas en esta ciudad?, quizás y si llevas poco, podría ser tu primera compañía y amigo, quien sabe.

Alexandra levantó una ceja, ¿que tipo de sujeto era esta?, sonaba como un niñato, y bebió un poco más, saliendo de donde estaba la barra, y girándose sobre su propio eje, para ver al sujeto. Era alto, guapo, pero tenía una manera de hablar, que le produjo cierto repudio. Sí, esa manera de pronunciar sus palabras tan pseudo inocente. Alex rodó los ojos, oro trago, quizás así se le quitaran las ganas de beber sangre.

- tampoco es que tenga un cartel en la frente que diga que quiero compañía- chasqueo la lengua, había en sus gesto algo de felino, algo de maldad -en fin, ya estas acá, creo que eres tu el que quiere algo de compañía.además, eres uno de los pocos humanos presente, además, de mí, claro- se rió para sí misma, ella no era necesariamente humana, por lo menos a mitad de ella no lo era.

-soy modelo, andaba en la cuidad por un trabajo, ummm ¿así que profesor?, ¿que clase das? - pregunta, había interés en lo que el chico dijera, aunque estaba más atenta a otras cosas, el vampiro que había entrado había dejado de moverse, y eso la había calmado.

Bebería un par de sorbos de la bebida, la presencia en sí de esta le causaba cierta intriga y aquello obviamente, a cualquier hombre atraería, no siendo yo una excepción de aquello y por ello me encontraba ahora junto a ella, con una mirada fija e intensa mientras le escuchaba, soltando leve carcajadas a uno que otro comentario dado por esta.

Creo que todos necesitamos algo de compañía y aun mas, en una noche lluviosa como esta, no crees?.

Comentaría amistosamente mientras poco a poco mis mejillas comenzaban a tener un leve rubor rojizo, no por la presencia de Alexandra, sino producto del alcohol en sí mientras y de vez en cuando, con el mayor sigilo posible, mi mirada se dejaba ahogar por el mero placer de ver el físico de la joven de pies a cabeza.

Soy profesor de literatura… así que eres modelo, que bien. Y por cuánto tiempo estarás en la ciudad?, tienes donde alojar, no es así?.

Interrogaría curioso, la verdad es que cada vez más, esta me causaba una mayor intriga, que podría ser?, su presencia?, su mirada?, sea lo que sea no me importaba mientras bebía otro sorbo, acabando mi bebida, pero solicitando prontamente otra mas y mucho más fuerte al barman, quien pronto me lo traería.

Y de donde provienes?.