Un pedazo de historia

El día había transcurrido bastante normal, con clientes frecuentes e incluso nueva mercancía que llegaba procedente de mi familia, cosas inútiles para mi familia y su larga historia como cazadores, pero con un buen mantenimiento que ahora me servia para sobrevivir en esta ciudad, ya pasaban de las 8 de la noche en aquel establecimiento bien iluminado con muchos candelabros antiguos, un olor a madera muy fuerte por tantas cosas que ahí había, desde relojes antiguos, de bolsillo, hasta armas antiguas para coleccionistas, había mucha variedad para todo los gustos, incluso el lugar era tan acogedor que semanas antes había decidido hacer espacio en los ventanales principales para acomodar una mini sala de estar donde la gente podía ir a pasar el momento, con servicio de café, bueno no era el mejor café de la ciudad ni por asomo, pero con el frío que hacia era mas que grato estar ahí

Mirar spoiler para ver imágenes XD:

Ademas de una cafetera, bueno, la tienda era agradable y los clientes pasaban continuamente, me esforzaría mas por hacerles un café mas decente pero, yo era el único encargado de la tienda, lo cual no me daba tiempo suficiente para estar pendiente. Pasaban de las 8 pm y la gente había disminuido, incluso al punto de que la tienda quedara un poco sola y un tanto triste, el momento ideal para descansar, aun que aun tenia que dar mantenimiento a algunas armas antiguas que habían llegado y con el tiempo suficiente, me puse a hacerlo sin prestar mucha atención en si alguien llegaba, mi despacho, un escritorio con un montón de cosas por arreglar, casi al final de la tienda, pero perfectamente ubicado para vigilar la tienda desde ese punto, me sente tranquilamente en mi gran sillón de piel, me serví un poco de whisky en un vaso y lo tome, solo, sin hielo, un solo trago pequeño, estaba solo, nadie me diría nada, ahora a lo mio, dar mantenimiento a los objetos ahí, sin prestar mucha atención a si alguien llegaba

Podían pasar días enteros en que me era imposible dormir tan siquiera una hora, entre los asuntos del bar, alguna que otra salida casual para cerrar negocios y despedidas que tenían un aire de melancolía y libertad. Dana había sido lo más cercano que tuve a una pareja en mucho tiempo, la conocí por casi un año y disfrutaba de su presencia junto a la mía. Era inteligente, era graciosa, era hermosa, su sangre tenía un sabor sin igual que lograba volverme adicto como muchos humanos sucumbían ante los ríos carmesí de cualquier vampiro. Dana era diferente porque seguía teniendo miedo a los vampiros y ese miedo le daba un toque de intriga a lo nuestro, de emoción por estar haciendo lo prohibido sin embargo cambió, de un tiempo para acá se volvió casi fanática de los que eran como yo. Dejó su parte humana para entregarse sin problema a mí y eso llegó no sólo a decepcionarme sino hasta repugnarme.

En secreto creía que la sangre que se da por voluntad no se saboreaba con el mismo gusto. Quizá eran ideas retorcidas mías pero por eso dejé a Dana y la separación fue tanto candente como difícil. Me hundí gran parte de la tarde en el capítulo de mi vida que fue ella hasta que llegó la noche. Atacó mis sentidos el recordatorio de un compromiso que había hecho apenas unos días atrás con una joven que me recordaba un poco a eso que ahora me ofrecía la dulce joven que tantos momentos similares a la alegría me trajo. Una muchacha que me cautivó a pesar de hacer precisamente lo que me desagradaba en una mujer. No podía esperar otra ideología de un vasallo del Príncipe sin embargo haberse llamado "mascota" fue lo que me hizo querer estar más cerca de ella. Era curioso porque a la chica que me tenía embobado la había apartado de mi lado por eso mismo.

Me apresuré a cambiarme de ropa, optando por una gabardina negra encima del conjunto de pantalón oscuro de vestir con una camisa en color vino, salí en dirección al Anticuario que era el punto que la Señorita Temperance había acordado para nuestro encuentro.

La esperé como había dicho afuera del lugar, no sin antes asomarme al interior para corroborar que no hubiese llegado: el lugar estaba en silencio, podía percibir el fuerte olor de la madera combinado con café más no reconocí el perfume exquisito de la mujer que me tenía esperando. Junto al umbral de la puerta seguí aguardando, de vez en vez observando a ambos lados de la calle por si se aproximaba. Me preguntaba si traería a esa pequeña niña tan agradable que nos había hecho compañía la vez que nos conocimos pero quizá era preferible que pasáramos un tiempo a solas.

Amaba las cosa antiguas, de hecho era una de las cosas que coleccionaba, así como mariposas, collares, lo que pudiera encontrar y le llamara la atención. Era a veces como una ratita que buscaba las cosas que brillaban para acapararlas. Era una de las cosas que el principe la complacía, aunque en verdad la complacía en lo que quisiera, sólo que Temperance no era de grandes y costosos gustos, ella podía andar con ropa de diseñador así como la ropa que dan en la Beneficencia, le era indiferente, como muchos otros temas que tenían que ver con las cosas materiales.

Había mencionado eso antes de que los miembros de la hermandad se juntaran y uno de ellos, Vladimir le había dicho que conocía una tienda de antigüedades que podría gustarle a la joven y así quedaron comprometidos a salir, así como otras veces en que Vladimir acompañaba a Temperance. No era que el vampiro fuese la niñera de Temperance, pero si la cuidaba y bastante, y eso había hecho crecer una comunión entre los dos que había transformado al antiguo sacerdote en su confidente, en su amigo. Una persona así de cercana conocía su condición, quien era, quién había sido su madre, y también las razones por las que el príncipe la cuidaba, y quizás conocía otras cosas sobre ella que ella no conocía.

Temperance se apresuró, había ido a quedado en verse, y ella estaba en el central park tras de haber ido a las clases que estaba tomando sobre literatura que tanto le gustaba. Montada e su bicicleta color verde, cruzó el central park, con una sonrisa ancha entre los labios, y era claro, se vería con Vladimir y de ahí, a comprar las cosas que tanto le gustaban, y aunque al final solo se llevaría una de las cosas, le gustaba verlas, tocarlas con sus propios dedos, aunque a veces esas cosas estaban atadas a fantasmas que podía molestar a la chica, acosarla, pero Temperance sabía como lidiar con esas situaciones. Ignorar servía casi siempre, pero otras veces, era simplemente imposible pasar por alto los gritos de los fantasmas que taladraban sus oídos.

Estaba ya cerca, pasó su lengua por sus labios para humedecerlos, y giró en una de las esquinas. -alto...- escuchó un gran grito, un grito en su propio oído, que la obligó a parar de abrupto, justo antes que un auto pasara a gran velocidad y frenara cerca de la joven que ponía los pies en el suelo. Abrió sus ojos verdes, y se quedó mirando con el conductor que tenía el celular en la mano. No hubo intercambio de palabras, el frenazo del auto, que seguramente Vladimir escucharía desde donde estaba y vería, había acallado a todos.

- Ten cuidado como conduces! - le gritó el vendedor de periódicos que se acercó donde Temperance preguntándole como estaba, Temperance se encogió de hombros asintiendo con su carita de asustada pálida. No estaba realmente asustada por el automóvil, sino por aquel grito, que a fin de cuentas, le había salvado la vida. Esa voz... era tan familiar. Se tambaleo un poco y el hombre la sujetó de los hombros. - Señorita...- prenunció dubitativo, pero Temperance lo mira y sonríe, apartándose de él, y tomando su bicicleta para salir casi corriendo de ahí. Se había asustado, esa voz era imposible... esa voz aún taladraba en sus oídos, incapaz de saber en donde la había escuchado.

Agitada llegaría donde Vladimir, y al verlo dejó caer la bicicleta y fue a sus brazos, dándole un fuerte apretón, rodenado su talle por debajo de sus axilas, apretando y escondiéndose.Fue en ese abrazo que intentó serenarse luego de tan perturbadora experiencia.

- lamento haber llegado tarde...- se separó de él, ya recuperando la gobernación sobre sí misma y su aliento, también recupera su bella sonrisa, aunque el color de sus mejillas seguía esfumado.de sus mejillas - ¿me ha esperado demasiado? - preguntó, y tomó el brazo del vampiro para entrar en la tienda.

Serían golpeados apenas la campañilla de la entrada sonó, por una brisa particular, una mezcla perfecta e intrigante de papel viejo, madera humedecida y a años acumulados sobre las superficie que se iban volviendo plomizas. Temperance aún no se separaba él, miraba a todos lados con un gesto cierto miedo, al entrar en cualquier lugar que no conocía o que no visitaba siempre, se ponía en esa postura de de estudio, solo porque necesitaba saber que ningún fantasma la iba a asaltar por la espalda y la pondría en peligro. Se fue despegando lentamente de él, se fue hacia donde estaban las cajitas de música, para abrir una delicadamente, en ella una bailarina de cristal estaba detenida indolente ante el paso del tiempo.

Spoiler:

El estruendo que realizó un automóvil a escasos metros de distancia me hizo volver de inmediato en búsqueda de su origen, tremenda sorpresa me llevé al vislumbrar a la joya del Príncipe doblando en la esquina, inmóvil encima de su bicicleta. Achiné los ojos evaluando el incidente, al parecer no resultó herida pero fue por poco, un golpe de suerte, la mano de Dios o algo de ese tipo tuvo que haberla detenido antes de ir de lleno contra el cofre del vehículo, ella solía estar ausente, ajena al mundo en quién sabe qué pensamientos que la volvían esa criatura que tanto me intrigaba. La vi avanzar rápidamente hacia mí y cada que estaba más cerca me sentía más tranquilo, di unos cuantos pasos al verla bajar de su transporte y recibí su abrazo, rodeándola fuertemente mientras le acariciaba la cabeza.

-Todo está bien, ya está conmigo. Tal vez sería conveniente que yo pasará por usted par la próxima.-le susurré al oído poco antes de que se apartara.- Descuide, casi acabo de llegar.

Sentí que me rodeaba el brazo, un gesto bastante común en ella para conmigo y cruzamos el umbral donde el olor que antes había percibido se amplificaba, era un aromaba realmente agradable y con el silencio que había mejoraba la experiencia. La miré abstraerse con una caja de música mientras la observaba a una corta distancia, echando una mirada a un par de relojes de pie y lámparas que me interesaría ver más tarde, sin embargo dudaba poder tener un momento de dispersión porque conociendo las habilidades de mi compañera cualquier objeto presente podría significar una conexión con alguien no terrenal.

-No creo que su destino sea perecer por culpa de un automovilista descuidado e imagino que usted tampoco ¿Pasó algo más allá afuera?.- abordé a la mujer cuando la noté más tranquila.

Temperance no era sólo una piedra angular en la existencia del Príncipe, ambos probablemente negarían la importancia que tenía ella, el valor incalculable de su persona, sin embargo para mí era una muchacha de si misma, de su alcance tan maravilloso en el que personalmente no estaba interesado, era ella a la que quería proteger y como mi antigua profesión, redimir su alma, darle paz por más que dijera que ya la tenía. Verla esbozar una sonrisa sincera pues aunque el gesto adornando su rostro era increíblemente hermoso, podía ver nostalgia en su mirada. Mientras la veía pensando en todo eso mi vista atrapó un aparador con algunas piezas de joyería, me acerqué llamado por un trío de aretes y anillo con esmeraldas incrustadas, de inmediato pensé en los ojos de Temperance y no dude en adquirirlos para ella.

Fuí a al mostrador para tocar la campanilla y llamar a quien fuera que atendiera el lugar.

-Buenas noches.- llamé después del tintinear de la campanilla.

La pequeña campana en la puerta me saco de mis pensamiento, mas clientes ¿tan noche? bueno, clientes son clientes, entraron curiosos, era una pareja, por lo general doy la bienvenida al momento que entran, pero esta vez solo los mire un momento y continué con lo mio, dando mantenimiento a algunos objetos mientras a momento daba algunos tragos a mi whisky hasta que fui solicitado por el caballero, di un sorbo pequeño a mi bebida y me levante de mi escritorio

Buenas noches, en que puedo servirles

Sonrío amablemente para ambos

Ademas de antigüedades, ofrecemos un café para estos días fríos, aun falta rato para que cierre, algunas preciosidades antiguas solicitan mi atención, así que son bienvenidos

Me acerco al mostrador donde estaba el caballero

¿Algo que quieran que les muestre? son libres de ver y tocar

Vladimir no demoró ni negó su abrazo a Temperance, conteniéndola en su miedo, y aunque no se lo dijera, en los bellos ojos de Temperance estaba la gratitud hacia una persona tan cercana a la joven espiritista. Entrarían en el local, y la joven rozaba con los dedos las cosas, buscando lo menos cargado que hubiera, sino, sería perturbada por recuerdos de otra vida, sin embargo, Vladimir la conocía lo suficiente como para saber que no cualquier cosa perturbaba aquel temple tranquilo. Estaba viendo a la joven las cajas músicales, y cuando el vampiro le habló, ella dejó caer la tapa de la cajita que estaba abriendo. Resopló ligeramente, y lo observó de reojo, y por primera vez se preguntó en que momento el vampiro había aprendido a conocerla así.

Se quedó en silencio, y observando sus movimientos, mordiéndose el labio inferior mientras apretaba sus puños, moviendo los dedos. Estaba nerviosa. Alguién entró en el local, pero ella no lo notaría, porque estaba procesando y reviviendo instante a instante lo que le había pasado, buscando en sus recuerdo el lugar donde había escuchado aquella voz que la había dejado tan pertubada. Sonaba la campanilla, algunas voces, algunos movimientos, y ella emitió un suspiro porque sus pensamientos se habían aclarado, haciendo gala de aquella capacidad de abstraerse del entorno, y hacer una introspección de sí misma en busca del orden y la tranquilidad que siempre requería.

- Vladimir...- lo llamó y se fue detrás de él, una chica estaba cerca, pero estaba tan necesitada de hablarle que apenas la miró sin reconocerla. Llegó donde él, alargando su mano, para tocar su brazo. El vendedor estaba ahí también, un hombre alto, Temperance fijó su mirada en él, una profunda y melancólica mirada. La chica le regaló una sonrisa ausente y sólo producto de que los ojos de ambos se habían topado - No sé cual es mi destino, pero sería una nota ya casi cómica en m historia- sonríe mirando hacia abajo - sí, no fue eso lo que me asustó, fue una voz... alguien que en un grito me advirtió del peligro... pero esa voz la reconozco, creo que era mi madre. Vlad, mi madre está por ahí, y necesito encontrarla, saber como está - hablaba de ella como si estuviera viva, y deslizaba sus palabras en un susurro pero sin mayor cuidado, el vendedor la escucharía seguramente, la chica sin embargo no reparaba en su entorno, sino en lo que Vladimir le había preguntado.

- eso me asustó - se encogió de hombros, su mirada bajó hacia las manos de Vladimir - porque puede significar muchas cosas- mordió su labio inferior, su el alma de su madre estaba libre ¿que pasaba con aquel demonio que habían intentado traer a este mundo?. La campanilla de la puerta volvió a sonar y ella se giró hacia la puerta, viendo una bella cabellera rubia salir.

- ummm ¿que compra?- preguntó, conectándose con su entorno, y volviendo su mirada al vendedor, ahora si dándole una sonrisa notándolo - buenas noches buen hombre- se apoyó en el mostrador, sólo apenas las palmas de sus manos, e inclinándose para ver pequeñas cosas que en él se exhibían. Había un pequeño joyero de plata, con letras gravadas "MB". Se inclinó un poco más, para verlo mejor, susteniéndo sus cabellos - son las siglas del nombre de mi madre - se vuelve a erguir, mirando a Vladimir, sin emitir mayores comentarios más.

Devolví el saludo al hombre que apareció entre las antigüedades de la tienda, escuché sin quitarle la vista de encima las explicaciones que nos daba. Asentí con gesto amable indicándole que le agradecía sus atenciones así como que me quedaba claro que podía contar con su conocimiento sobre la tienda si era necesario consultarlo.

-Le aceptaré un poco de café.- expresé mientras buscaba a Temperance con la mirada por si le apetecía pero en eso el hombre fue solicitado por una preciosa señorita de cabellos dorados, distraje mi atención en los objetos que estaban cerca del mostrador, noté como aquella jovencita había quedado fascinada por una muñeca y la pieza llamó mi atención también. Sin molestar a mi compañera que se mostraba complacida por tantos objetos de tiempos perdidos fui a donde el hada de alas rotas que la chica había dejado luego de salir de la tienda y al ver la etiqueta con su valor me atreví a pensar que era algo elevado como para haberla podido comprar a juzgar por la pesadumbre que tenía en la mirada y en general reflejada en sus facciones. Temperance me llamó para contarme el por qué había llegado tan alterada a mis brazos, dejé la muñeca en el mostrador ahora vacío por el hombre que atentamente había ido por café. Con ambas manos libres ahora sujeté de los hombros a la mujer de labios carmesí a la que le temblaba la voz por reconocer al fantasma que menos hubiera esperado toparse. Entendía la gravedad del asunto, claro que lo hacía porque por su madre todo el suplicio en jaula de oro que vivía había comenzado sin embargo no debía andar por ahí al conocer el destino que tuvo. No quería que se sintiera alarmada y le acaricié la mejilla con ternura.

-No debe tener miedo, ella siempre está con usted sólo que ahora necesitaba de su presencia más real. Sabemos lo difícil que es sacarla de ese estado de abstracción y de no haber sido por su madre ahora estaríamos en medio de una desgracia. Tranquila, es verdad que puede significar muchas cosas pero son demasiadas como para descifraras en un día.

La campanilla de la puerta me hizo voltear para ver a la chica de ojos claros que salía dirección a la calle, me pareció una lástima que no tuviera la muñeca pero no desistí en comprarla para asegurar que nadie más la consiguiera.

-Todo estará bien, Peach, mejorará.- le susurré tomándola del mentón llamándola por el sobrenombre que su madre le había puesto; sólo lo hacía cuando ansiaba que volviera un poco de calma a su estado de ánimo, normalmente no salía de la solemnidad de su nombre de pila completo, sin acotaciones pese a que fuese algo extenso.

El hombre regresó a la estancia con la humeante bebida, lo tomé y de inmediato di un sorbo, el sabor era lo suficientemente amargo como para reparar en marcas, un buen café debía ser amargo, así sin más. Regresé a los asuntos que beneficiarían al dueño del lugar, a las personas acreedoras de dichos objetos y a mí, sujetando la muñeca para responder la pregunta de Temperance.

-Quiero comprarla, será un regalo para una doncella que espero volver a ver.- expliqué.- No es lo único que me ha interesado.- me dirigí al hombre y me llevé una mano a la frente.- Lo lamento, ni siquiera nos he presentado. Mi nombre es Vladimir y la dama que me acompaña es Temperance, tiene usted una tienda muy interesante. Quisiera llevar también unas joyas que vi en aquél aparador, un juego de oro con esmeraldas me parece.

Antes de avanzar me detuvo el descubrimiento que hizo ella y le indiqué al hombre dicho joyero.

-Si no es mucha molestia preguntar ¿conoce usted la historia detrás de esa pequeña caja? ¿A quién perteneció o cómo es que llegó aquí?

La aparición de Odisea fue muy rápida, fugaz, inclusive solo pude dedicarle un "gracias" ante las molestias que se tomo por traer aquellas cosas que por descuido olvide, tenia clientes y el caballero ademas aceptar la oferta del café, mostró interés en el ángel que precisamente odisea se había fijado, al momento que el caballero coloco el hada sobre el mostrador la mire, estaba rota y tenia un precio mal puesto, un error mio seguramente, debía revisar los precios bien y sobre todo, que las antigüedades estuvieran en optima calidad para su venta, lo hecho, hecho estaba, ademas, no conocía del todo a Odisea pero algo faltaba en ella, aquella sonrisa con la que la conocí, bueno era algo obvio que ella deseaba aquella hada, así que al escuchar las palabras de el caballero, tome el hada y las respectivas piezas rotas

Me temo caballero, que esto no esta a la venta, pues por desgracia, esta en muy malas condiciones, pierdo dinero pero prefiero que el cliente se valla satisfecho ante la compra -hice una pausa para guardar el hada para mas tarde repararla- Vladimir, señorita Temperance, en verdad es un gusto, como disculpa por la venta rechazada, les regalo ese joyero -Bueno, no era algo sumamente caro, tenia poco valor pero...la historia, esa si no podía decirla, si claro, "Ese joyero, mi abuelo lo encontró en la caza de uno de los vampiros que asesino" Como si fuera tan fácil, después de un momento de pensarlo- Su historia, en verdad la desconozco, a mi me llego hace algunos días, proviene de Venecia, uno de mis colaboradores en ese lugar, experto en la materia lo reviso y bueno, descubrió que es del siglo XVII, una joyero bastante peculiar y bello -Se acerco a la pareja- En verdad no me gusta que mis clientes se vallan insatisfechos, por eso, esa es cortesía -Le guiño el ojo a la pareja, un guiño cómplice esperando entendieran la situación- Y por cierto, Raven, es mi nombre, a su servicio, creador de problemas, anticuario y dueño de esta tienda -digo con una sonrisa en el rostro- pocas veces se ve la formalidad en la gente, en su próxima visita les hago descuento por tal motivo y por ahora, pueden quedarse el tiempo que gusten Mi rostro en si no mostraba algún otro tipo de emoción, solo una sonrisa, alegría, tristeza o preocupación, no se notaban, una sonrisa bien marcada y alegre, era lo único que había-

Vladimir intentaba calmar a Temperance, tomando su rostro entre sus dedos helados y decirle que su madre estaba presente, aunque no comprendía lo que estaba pasando, y el gesto de frustración y miedo del rostro de la joven no despareció a pesar de que la llamara de aquella forma tan dulce. Movió su cabeza, pero debió guardar silencio, estaba el vendedor, y hablar demás sería inapropiado, aunque ya había hablado demasiado, sólo que ahora reaccionaba y se daba cuenta de que estaba tocando temas que tenía prohibido comentar fuera de la seguridad que el príncipe le ofrecía.

Lo que Vladimir no parecía comprender es que su el alma de su madre estaba vagando, significaba que de algún modo había "sobrevivido" a la invocación, pero también significaba que Mammon podría haberse liberado. Se estremeció con sólo pensarlo, imagina que aquello volviese a repetirse, la dejaba sin aliento porque a pesar de ser pequeña, recordaba bastante bien la guerra le siguió a la invocación de Mammon.

Suspiró, y prefirió luego hablar con Vladimir sobre aquello, además, ya estaba mirando el joyero que había captado su atención y del que decían provenía de florencia. Era pequeño pero rico en detalles. Temperance lo rozó con los dedos, imaginando que quizás pudo pertenecer a su madre, pero al parecer era imposible y aquellas siglas podían ser cualquier nombre. ASí que sólo captó al último que deseaba regalarles aquel joyero. Temperance levantó el rostro, emocionado, una gran y bella sonrisa que adornó su claro rostro.

-¿seguro que desea regalarnoslo, señor Raven?- preguntó, no entendió el guiño de ojos, pero sólo pudo alargar sus manos cuando él les pasó el joyero. Lo atesoró en sus palmas, y volvió su mirada hacia el vampiro. hubiera dado un brinco, si no fuera que estaba fuera de casa y había comprendido que esas cosas no eran muy aceptadas por la mayoría. Seguía con el pequeño joyero en sus manos, cuando todo comenzó.

Dejó de sonreir de pronto, y sus ojos se volvieron vacíos, no es que tuviera una visión, era más bien que podía sentir las vibraciones de las cosas. Eran imágenes inconexas, gritos, gente corriendo, y una sombra negra con las manos encendidas. La gente corría, y pudo ver un rostro, en lo alto, una mujer de cabello castaño sostenida en una cruz y luego un terrible rugido como si la tierra se partiera. Fue todo lo que pudo ver antes de abrir los ojos de nuevo.

Temperance mientras veía aquellas imágenes, había caído al suelo en un ataque de epilepsia, su cuerpo se había agarrotado y temblaba, aún sosteniendo en su mano tensa el joyero. Los ojos se le habían puesto blancos y arqueaba la cabeza hacia atrás. Si no fuera por los dos hombres, se hubiera golpeado con violencia la cabeza en el suelo, pero ya iba pasando, sólo fueron unos instantes.

-Vla...Vladimir...- alargó su mano, pero no pudo ponerse de pie, el cuerpo le dolía, y estaba confundida. Le costó mantener los ojos abiertos, y los cerraba y abría, como si su conciencia fuese y vieniese.

Sentí una especie de vuelco interno que hizo eco cuando el dueño me negó la adquisición del hada. No iba a discutirlo, estaba en todo su derecho el decidir el futuro de su mercancía, después de todo no era seguro que encontraría a la chica de cabellos de oro en algún futuro próximo. Asentí ante su oferta que más bien era un regalo para Temperance y me hizo sentir reconfortado que al menos una de las doncellas que pisó esa tienda encontrara regocijo en las piezas de su inventario sobretodo porque la espiritista se notaba aún perturbada por la presencia de su madre, una mujer determinante para el curso de la historia, un personaje valiente, un sacrificio que ha de ser reconocido pero si ella estaba libre quizá no era la única que escapó del limbo al que van las almas. Después hablaríamos de eso, no frente al amable Sr. Raven, no perjudicando su tienda con charlas un tanto perjudiciales.

Saber la historia del joyero me decía que no era lo que mi custodia esperaba y aunque ella lo mantenía con emoción entre sus delicadas manos no podía quedar satisfecho con la narración que el dueño del establecimiento nos dio, no era nadie para desconfiar de Raven pero la intuición de Temperance solía ser muy atinada, después de todo mujer y sumado su don para ver más allá de lo terrenal.

Busqué la sonrisa en el rostro de ella intentando imitar el gesto pues aprobaba su gusto por la pertenencia que ahora tenía sobre la caja de plata. Volví la vista hombre y alcancé a notar el guiño del ojo que nos lanzó; era alguien alegre, era alguien noble, me atrevería a decir que también era simpático pero darme cuenta de su temple y quitarle la mirada de encima a Temperance no había valido la pena al presenciar lo siguiente: era inconfundible cuando eso iba a suceder, ella estaba como ausente en un trance involuntario.

-Temperance .- la llamé y me apresuré a sujetarla. El joyero hizo un estruendo al caer pero lo ignoré porque aquél frágil cuerpo parecía desbaratarse en mis brazos.- Raven, venga por favor, necesitamos recostarla en el suelo y colocarla de lado, procurar que no se lastime.

El hombre me brindó todo su apoyo para despejar el área y sujetar sus brazos mientras yo le sostenía la cabeza. Los instantes que duraron las vertiginosas sacudidas me parecieron eternos, más que mi propia existencia y es que nunca terminaba de asimilar por qué tenía que sufrir de algo así, en el pasado atendí a varios hombres y mujeres en la misma condición, los tachaban de estar poseídos, por eso me llamaban sin embargo éste era el caso que más me acongojaba porque si como un hombre común no pude hacer nada ahora que podía decir de mí que era más que un mortal mis alcances seguían siendo nulos.

Su voz me llamó en un susurro, estaba desorientada y la mantuve en el suelo hasta que se estabilizara un poco. Era normal que el hombre a mi lado se sintiera un poco confundido también pero las explicaciones vendrían después. Me coloqué de rodillas y recargué la cabeza de la mujer entre mis brazos, recargada contra mi abdomen, le acaricié la frente varias veces hasta que recuperó un poco del brillo en los ojos.

-Ha terminado linda. - le susurré. Sabía que como todo lo que le acontecía no era un ataque como el de un epiléptico normal, ella tenía algunos flachazos que pocas veces vaticinaban buenas o tranquilas revelaciones.- ¿Cómo te sientes?

Al estar del otro lado del mostrador al momento que ella tuvo su ataque, algo bastante difícil para mi lograr sujetarla pero para suerte, su acompañante, el señor Vladimir logro evitar que cayera y se golpeara, de forma rápida me pase del otro lado del mostrador para ayudar a cargarla y llevarla a donde vladimir había dicho, me había sorprendido un poco eso pero luego me relaje, ella estaba bien, solo fue un ataque, ahora el la sujetaba en el suelo, parecía que ya se estaba recuperando así que sonreí, creo que sería bueno que tuviera un momento a solas, era algo personal

Menos mal esta bien Señorita...excelentes reflejos caballero Vladimir

Había dicho caballero? esa costumbre de la familia, me habían enseñado a ser tan propio que a veces salia de forma natural

Lo mejor sera llevarla a aquel sofá -dijo señalando la sala de estar que tenia casi en la entrada, un lugar bastante ameno- pero cuando se sienta mejor, claro, ahora solo que se recupere totalmente -miro hacia la puerta donde estaba Odisea- un segundo (xD la reintegrare al rol)

Dije al momento en que camine hacia la puerta, para salir con quien aun estaba ahí Odisea, (ya que dijo que salia pero ahí se quedaba XD)
Mejor pasa, pescaras un resfriado, toma un café ...creo que tengo para hacer chocolate caliente, yo te lo preparo, ve bien la tienda y toma calor

Le devolví una sonrisa sincera a Raven aunque mis reflejos tristemente eran atribución ás que nada por las reiteradas ocasiones que Temperance caía en ese mal trance.
Sin embargo él me había llamado de una manera poco común pero vamos, era de las cosas que me traían buenos recuerdos y colocaba en un peldaño más alto al Sr. Belmont. Era algo quisquilloso para eso y apreciaba a sobremanera una compañía refinada aunque no me limitaba a ello en cuanto a mis relaciones sociales, sería casi discriminación. Sacudí todas esas ideas de mi mente cuando señaló el sofá, agradecí por el ofrecimiento y me cercioré de que Temperance pudiera ser movida de sitio, nromalmente se encontraba casi perdida al recuperarse. Tomé su mano y cuando apretó la mía en respuesta supe que se comenzaba a recuperar.

La alcé con cuidado en mis brazos, pasando los suyos alrededor de mi cuello, en realidad era tan liviana que no necesitaba de hacer gran esfuerzo pero me encontraba todavía tenso por la situación. La coloqué en el sofá delicadamente y le acaricié la frente. Sin darme cuenta de en qué momento salió Raven éste entró con la chica de cabellos dorados y enormes ojos vivarachos, ella amablemente se acercó a expresar su preocupación por Temperance pero mi compañera estaba bastante débil aún. Tal vez no era tan descabellado llevarla a otro sitio donde le atendieran, quizá no a un médico común pero sí a un sitio auspiciado por el Príncipe.

-Muchas gracias por sus atenciones, señorita.- me referí a ella antes de que se fuera con el dueño del lugar.- Creo que en un momento más nos iremos, en cuanto la dama se pueda poner en pie. Quisiera terminar la compra de los objetos que le comenté, caballero pero descuide, le indicaré cuando nos retiremos.

Las imágenes seguían mostrándose en su cabeza, como flashs de luz, y los sonidos, los olores, por eso sabía que no era un sueño, aunque en ese estado, dudaba de todo, de su cordura, de la realidad, ¿y si esas imágenes eran la realidad y ella siempre estaba sumergida en sueños?. Comenzó a toser, y sólo pudo escuchar la voz de Vladimir que ya le decía que había pasado. Abrió los ojos al fin, y se abrazó un poco más al vampiro, se alzó de pronto con gran vitalidad, aferrándose a su cuello. Parecía un animalisto asustado, pero luego se relajó, y la debilidad en la que caía luego de aquellos ataques, la dejó lánguida entre los brazos de Vladimir.

-no... no ha pasado...- le dijo, volviendo a toser, y con los ojos humedecidos. Suspiró profundamente, y miró a las personas que estaban, recién escucha la voz de la chica, una rubia que hablaba con el vendedor de la tienda. Se movió, sentándose mejor -vamos mejor... por favor, quiero ir a casa, quiero sólo estar... en casa, Odette debe estar volviendo de la escuela, y no quiero asustarla su me ve llegar pálida y enferma - respiró nuevamente, esta vez más profundamente, tomando la mano de Vladimir, y entrelazando sus dedos con los de él, apoyándose en el vampiro.

-lamento por haber arruinado el paseo... lo siento....- se sentía culpable por haber arruinado la salida.