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Sipnosis
Memento Mori
Tras el festival

Fue un mes de locura, el que transcurrió luego del Festival de Invierno, luego de los cepelios de las víctimas, el poder quedó en las manos del Gobernador, Everett Goodweatherm tendría el control total sobre la ciudad, pero Azuka había logrado parte de su objetivo: Los rumores de que el gobierno de Washington ya no estaba tan convencido de compartir el poder con los vampiros; la situación se estaba saliendo de manos, y los cainitas y garras rojas parecían estar ganando la partida. Pero ninguno de los artífices de la destrucción, pensaron que los berkeser se volverían un problema para todos, porque los vampiros que no fueron asesinado por ellos, se transformaron en berkeser, que se han transformado en una manada que deambula por las alcantarillas atacando a quien se les enfrente o quien esté en su menú del día.

Humanos y Vampiros ya no tenían una alianza tan sólida como antes, y las desconfianzas estaban surgiendo.

Mientras que en medio quedaban los licanos, o por lo menos, parte de ellos, Fenrir y Fianna, pero quien padeció la peor parte fueron los Fenrir que en el atentado perdieron a su líder, del que jamás encontraron el cuerpo. Quedaría en manos del nuevo líder de los Fenrir y de Gissiel Earhart, determinar el destino de su clan y tradiciones, pero entre los licanos, se sabía la atrocidad cometida por las Garras Rojas, comandados por Arthur Redclaw, que se habían vuelto muy fuertes.

Por su parte, los rebeldes, el pequeño grupo de disidentes ya no parecían estar tan solos en su lucha, el gobierno de Washington los contactaría extra oficialmente para conseguir sus fines: controlar la ciudad, de una o de otra manera. Etienne LeBlanc, tendría que decidir..

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Mensaje por Invitado Vie Feb 01, 2013 12:29 pm

12 de Junio ; 17:00 hs.

Base de operaciones de la Ciudadela.

Iban tres días ya. Hacía tres días, que lo habían elegido como el nuevo comandante de las fuerzas armadas de la ciudadela de Nueva York. Líder, de los humanos de Nueva York, para ponerlo mas simple. Tres días, menos de media semana y ya entendía porque el puesto de Comandante tenía tanta mala fama. Tres comandantes muertos, asesinados o simplemente desaparecidos. Muchos misterios, muchos enigmas, y para el nuevo comandante, nada mas que problemas, deudas y una gran guerra que ganar. O mejor dicho, una gran guerra a la que sobrevivir. Sí, decirlo de aquella forma era ciertamente mas apropiado, mas acorde a lo que en realidad sucedía. Ganar no era una posibilidad, pero sí, existía la posibilidad de sobrevivir y Victor planeaba hacer que aquello sea una realidad. O el sería el cuarto en morir en el puesto de comandante. No le importaba, el tenía un trabajo que cumplir. Una raza, que mantener en el planeta.

- Señor Cavallari ¿ Me llamó? - Cuestionó un soldado joven. Había tocado la puerta como correspondía y solo al escuchar el permiso del mayor, pasó, muy respetuoso.

- Así es, yo lo he llamado, Sargento Williams - Victor se había puesto de pie al escuchar el toque a la puerta. Se encontraba leyendo unos informes nada alentadores y esperaba que el muchacho pudiera resolverle algunas dudas - Tengo entendido que su recuperación va muy bien, veo que tampoco usa el bastón que le aconsejó el médico. Es una muy buena noticia.

- No señor, ya no lo requiero para movilizarme. Puedo valerme de mis piernas - Dijo el mas joven con una sonrisa en el rostro, al momento que miraba sus piernas y desaparecía la sonrisa al mirar a su comandante- Me halaga que haya estado al tanto de mi situación inicial y sí, me alegra mucho poder volver a servir en poco tiempo.

- Siéntese, seguro se pregunta porqué lo he mandado a llamar - Dijo tranquilo Victor mientras se sentaba en la gran silla de cuero que había detrás de su escritorio- Su tratamiento ha sido perfecto, no ha tenido ningún tipo de problema con las operaciones, nada en absoluto. Es mas, algunos dicen que su curación, es milagrosa. He visto imágenes de como se encontraban sus piernas, Sargento, honestamente no sé como es que no se las cortaron al momento. He visto piernas en mejores estados que se han perdido. Sin embargo aquí esta usted, de pie, sin un bastón, a punto de volver al campo de batalla, sin que hayan pasado mas de tres meses de su accidente. - La voz de Victor estaba calmada, mas su rostro se revelaba ligeramente impasible - ¿ Está relacionado con los informes que llegan de la catedral? Informes que mas de uno ha catalogado como algo imposible. Hay demonios por doquier, pero no es común ver ángeles. Pocos han visto uno.

- Señor, mi pierna fue operable gracias a la intervención de uno de ellos. De uno de los Ángeles. El líder de los ángeles rebeldes - Respondió el joven Sargento con seguridad y calma en su voz - Haziel...

____________________

13 de Junio ; 10:15 a.m

En la azotea de un edificio abandonado- Zona Norte de la Ciudadela.


" Haziel, considero de apremiante importancia tener una reunión con usted. El lugar se lo dirá el mensajero que le entregue esto. Victor Cavallari, Comandante de las Fuerzas Armadas."

Conocía demonios, conocía vampiros, conocía híbridos y conocía Licántropos. Pero en todo su servicio, no había nunca llegado a conocer a un ángel del señor. A un servidor directo del creador de todas las cosas. Un creador egoísta, claro, pero creador al fin. Al confirmar el sargento la existencia de un pequeño grupo de ángeles, que ayudaba a los humanos, Victor se dispuso a arreglar un encuentro con el líder de aquél grupo. Tenía cosas que preguntar, tenía cosas que aclarar. Envió una pequeña diligencia hacia la catedral para que el mensaje llegara sano y salvo. Era simple, sí, pero decía todo lo que era necesario decir. No tenía tiempo para andar con buenos modos exagerados, ni con protocolos de conducta innecesarios. Si había seres sobrenaturales dispuestos a ayudarlos, tenía que tener en claro, como pensaban hacerlo. Era su deber después de todo. Él velaba por la seguridad de la ciudadela y evaluaría toda la ayuda que otros puedan brindarle.

El operativo era muy sencillo, dar el mensaje y volver. Victor lo había citado para las 17:30, ya eran y 20. Había un poco de tiempo todavía antes de que el ángel llegara. Tenían que subir a la azotea y esperar allí.
Como era de esperarse, no movilizó muchos guardias para que lo escolten, es mas, solo llevó un acompañante, que ni siquiera ingresó en el edificio abandonado, se quedó al margen por orden de su superior.

El cielo seguía ennegrecido. Era costumbre ya que el solo no apareciera demasiado. El reloj marcaba las 17:28 de la tarde. Ya no faltaba mucho para que aquél ángel se hiciera presente, de haber siquiera considerado asistir a aquella tranquila reunión. Victor se encontraba en aquella azotea, de pie, al borde del abismo. Eran unos pocos pisos, pero suficiente caída como para matarlo. Su mente no pensaba en eso, solo pensaba...en todos los problemas que tenía que enfrentar.

No eran en absoluto, pocos.

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Mensaje por Invitado Vie Feb 01, 2013 3:20 pm

Interior de la Catedral
Central Park
13/06
2014
11:45 a.m.

—Haziel ¿Ha pasado algo?—preguntó la ángel Neliel, mientras veía a su hermano volver de hablar con un humano.

—Neliel. Hermana, no te preocupes. —El castaño le sonrió, informando a su hermana de la visita que haría. —El líder humano me ha pedido una reunión. —el ángel elevo su mano derecha y la dejo caer con suavidad sobre uno de los hombros de la ángel. Él mantenía su sonrisa amable. —Tendré que dejarlos por unos momentos hacia la tarde, se que ustedes se ocuparán de todo en mi ausencia.

Neliel observó al ángel y sin vacilar, asintió. Se despidió de su hermano y caminó hacia donde se hallaban las camillas, todas agrupadas hacia uno de los costados de la catedral, en lo que antes había sido una capilla.

Haziel observó a su hermana mientras caminaba, esta se perdió tras las cortinas y el castaño volvió a observar su mano izquierda, aquella que contenía la nota que le había sido entregada por el mensajero humano. —Victor Cavallari. —Murmuró el ángel. Lo cierto es que era esperable que en algún minuto se enteran de su presencia en este mundo. La tarea de los ángeles era en efecto, proteger a la raza humana y, reunirse con sus líderes sería un paso responsable para poder cumplir con aquella misión. Como ángel guardián sabía que el derramamiento de sangre sería imposible de evitar, sobre todo teniendo en cuenta que cainitas habían sido responsables de la aparición corpórea de los demonios en el mundo humano. La guerra entre razas y la destrucción de los portales sería una tarea imposible de resolver de manera pacífica y él que estaba experimentando el libre albedrío, se veía expuesto a tomar decisiones...decisiones que de no ser las correctas, podrían perjudicar a quienes con toda su alma deseaba proteger.

El ángel suspiro con calma. Lo mejor sería esperar hasta la tarde, acudir a la reunión y ver que era lo que se le ofrecía al comandante de las fuerzas humanas. No necesitaba comenzar a sembrar posibilidades en su corazón, lo que necesitaba era claridad, la claridad necesaria para guiar a sus hermanos y para proteger, como el guardián que era, a toda la raza humana y sus aliados.

_______________________________________

Ciudadela de Nueva York - Territorio Humano
13/06
2014
17:25 p.m.


Con la dirección del lugar a donde se tendría que dirigir, el ángel abandono la catedral y comenzó su viaje. Algunos de sus hermanos se ofrecieron a acompañarlo, mas el castaño pensó que lo mejor era mostrarse solo. Atravesó sin problemas por las puertas del fuerte que separaba el nuevo territorio humano del mundo caído en manos de los demonios. Lo primero que observó fue gente...gente que parecía vivir en relativa normalidad, no, en el fondo Haziel lo sabía, podía ver claramente el dolor a través de los orbes de aquellos transeúntes. Para ellos la vida se había convertido en un infierno desde el momento en el que los portales habían dejado escapar a los endemoniados. Muchos habían perdido el camino, la fe, era un golpe directo a lo más hondo del alma del ser angelical.

Con el semblante en aparente calma, se dirigió hacia la dirección señalada, encontrándose con un edificio similar a los que le rodeaban. Se adentró en el lugar, observando con sus orbes marrones entre la poca luz que bañaba el edificio. Hacia el final se encontraba la escalera de servicio, podría haber tomado las escaleras pero, sentía la necesidad de subir de aquella manera, experimentar aquello que los humanos conocían tan bien, el cansancio del cuerpo carnal, aunque muy probablemente, para él no fuera el mismo cansancio que para ellos.

Los pisos fueron pasando, entre medio de una tímida luz que bañaba el camino. Pronto, la puerta de la azotea estuvo delante suyo.

Sus orbes se entrecerraron ante la luz que entraba por la abertura creada entre la puerta y la muralla. Allí afuera el viento corría salvajemente, arrastrando el abrigo que traía puesto hacia atrás. Sus pies como siempre, iban completamente descubiertos, en contacto directo con la tierra. No le tomó mas que unos segundos el ubicar a una figura hacia el fondo de la azotea, justo a orillas de la misma, dándole la espalda a él. Haziel dio un par de pasos hacia adelante, manteniendo la vista sobre el hombre, su postura era relajada, ambas manos se encontraban a los costados de su cuerpo y en cuanto a su expresión facial, seguía siendo tranquila.

—Victor Cavallari...¿Es usted? —El ángel ladeo la cabeza hacia un costado, aunque luego, sus orbes se dirigieron hacia el cielo cubierto de espesas nubes, el aroma a tormenta era ligero, pero la humedad del ambiente no le mentía, la tierra pronto saciaría su sed. El pequeño crucifijo que llevaba atado a una de sus manos, se resbaló, saliendo del interior de una de las mangas de su abrigo y quedando suspendido por las cuentas en el aire. Incluso ante aquella negrura que parecía querer envolverlo todo, Haziel se mostraba seguro de que la voluntad de un grupo de personas y su fe, eran capaces de hacer milagros.

¿Sería Victor, parte de este grupo milagroso?
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Mensaje por Invitado Mar Feb 05, 2013 6:35 am

13 de Junio ; 17:00 hs.

Base de operaciones de la Ciudadela.


Ya en unos minutos saldría hacia la dirección elegida por el mismo para reunirse con el líder de los ángeles que se encontraban en la tierra, según parecía, dispuestos a ayudar. Pero no pudo evitar detenerse unos momentos. Solo un par de minutos, solo un par. No pudo evitar pensar en lo que aquello podría significar. Según había escuchado, los ángeles normales tenían un poder mayor al de un demonio ordinario, o de clase 3, como tantos había dando vueltas por el Central Park y sus zonas aledañas. Los ángeles ordinarios rivalizaban con los demonios de clase uno o los mayores. Si no lo informaban mal sus fuentes, estos tenían múltiples medios para enviar demonios al infierno, por no decir, directamente asesinarlos. Un grupo de ángeles serían ciertamente un arma muy considerable a la hora de dar caza y consecuente lucha a los demonios y otras criaturas que amenacen a los suyos. Serían...como la reina en el tablero de ajedrez de Victor.

Sí, tienen que ayudarnos ¿ No es así? Eso es lo que quieren , entonces, tendrán que hacerlo, por nosotros. Por el bien real de este mundo.

__________________

13 de Junio ; 17:31 p.m

En la azotea de un edificio abandonado- Zona Norte de la Ciudadela.



¿ Pero, si ya llevan un tiempo aquí, por que es que no nos han ayudado? ¿ Porque no se revelaron ante nosotros y nos ofrecieron ellos mismos su ayuda?

Victor no había pensado realmente en las respuestas a aquellas preguntas. Las respuestas seguro que lo disgustarían de sobremanera. Si el grupo de ángeles llevaba tanto tiempo en la tierra como los rumores indicaban, entonces lo que el líder ángel había hecho, no era mas que una falla a su deseo de proteger a la raza humana. O simplemente, que ningún comandante, se había percatado realmente de su presencia en la tierra. Pero ¿ Porque esperar a que lo citaran? ¿ Porque no presentarse? ¿ Porque su presencia allí tenía que ser un secreto? Si es que ese era el punto de todo realmente. ¿Un hecho circunstancial o algo premeditado? Demasiadas preguntas para una entidad que acababa de manifestarse ante los ojos del líder humano. O al menos, de primeras instancias, la voz del ángel llegó a los oídos del Comandante.

Lentamente Victor se volteó hacia la voz del Ángel, empuñando en su mano derecha su revólver personalizado. El fino revólver era una pieza de arte, en muchos sentidos. Mas allá de las grandiosas inscripciones en latín que tenía en ella, también estaba el hecho de que un hechicero la había forjado con su magia. No había sido producida en masa, sino que fue el producto del arduo trabajo de un poderoso mago que ya no se encuentra en la tierra. Un arma que modifica su tamaño, su cañón, para adecuarse al poder de fuego , al diferente tipo de munición, llegando a ser capaz incluso de disparar pequeños explosivos o balas calibre 50 como las de los rifles. Una obra de arte, de color gris oscuro, tirando mucho al negro. Sin embargo, el seguro no se movió en ningún momento. Victor no la portaba para usarla, simplemente estaba mirando la inscripción en latín. Había mas de una, pero aquella captaba siempre su atención. Siempre lo hacía.

- Voluntate cuiusdam genus - Recitó al momento que miraba de reojo su arma y la elevaba mostrándole al ángel la inscripción - La voluntad de una raza...

Dijo el Comandante mientras bajaba el arma, en conjunto con su mirar. Al cabo de unos segundos Victor ya levantaba sus orbes de la fina y poderosa arma para posarlas de lleno en el ser enfrente de sí. Lo que sintió en aquél momento es algo complicado de expresar. Primero se sintió desilusionado. Para ser un líder rebelde de los primeros ángeles en poner pie en la tierra para ayudar a los humanos, no aparentaba ser la gran cosa. No inspiraba miedo, no reflejaba ser alguien poderoso en absoluto. Era un cuadro muy distinto al que Victor se había pintado para si mismo. ¿Una desilusión...? No, ese no era el caso. Puesto que cuando pudo verlo un poco mejor, algo invadió su interior. Como si lo que tuviera enfrente fuera de las cosas mas puras y cálidas que jamás había visto o sentido cerca suyo. Por unos momentos, su corazón se ablandó y sintió como si su mujer estuviera allí mismo, dándole un cálido y suave abrazo para calmar su corazón.

Pero eso tampoco sucedió.

Victor no hizo mas que esbozar una ligera sonrisa al momento que guardaba su revólver y hacía una ligera reverencia a aquél ser, evidentemente, celestial. Era puro, pero por alguna razón, podía sentir el mundo apocalíptico en el, como si estuviera manchado, renegado. Muchas cosas no tenían explicación aquella tarde. No, realmente que pocas cosas le estaban resultando realmente claras. El comandante dio un paso al frente, hacia el ángel, dejando atrás el borde de aquél edificio, de aquella azotea. Asintió mientras caminaba hacia el ángel, para detenerse a tan solo un par de metros de él.

- Victor Cavallari es mi nombre, ciertamente. - Volvió a hacer una reverencia, esta mas ligera, y continuo con tranquilidad- Comandante de las fuerzas armadas del fuerte de Nueva York - Dio un paso al frente y tendió la mano en dirección al ángel - Líder humano, en otras palabras - Dijo con firmeza y seguridad, dejando la mano en aquella ubicación, para que el ángel la estrechara cuando quisiera, cuando se le antojase- Creo que ambos consideramos de apremiante importancia esta conversación, Señor Haziel. Sin contar que si no le molesta, necesito hacerle un par de preguntas...

Dijo con tranquilidad, mirando a los ojos del ser celestial, a la expectativa de cualquier presentación, atento a todo lo que él pueda decir o hacer.
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Mensaje por Invitado Lun Feb 11, 2013 11:37 am

El ángel observó con cierta curiosidad hacia el arma que portaba el hombre de cabello marrón oscuro. Armas...la fragilidad de la raza humana impedía que ellos mismos pudieran defenderse sin aquella fabricaciones, aún así, Haziel no podía aceptarlas del todo. A través de su vida como ángel guardián había visto muchos crímenes y actos crueles cometidos con la ayuda de tales instrumentos...pero también habían ayudado a salvar muchas vidas, eso no lo podía negar y en la posición en la que ahora se hallaban, serían necesarias, así como la colaboración de las otras razas aliadas...así como la colaboración de los ángeles mismos. La media luz de tarde no le hizo muy complicado el leer desde su posición la inscripción del arma, esta estaba en latín, aunque él podía entender ese idioma así como tantos otros que luego se habían derivado de aquél primero. Sin embargo, no emitió palabra alguna, sus orbes marrones pasaron del arma hasta el hombre que ahora pronunciaba las palabras inscriptas...y su traducción.

Ahora que tenía al hombre de frente a él, podía observarlo mejor. El pelimarrón parecía un hombre como cualquiera, pero, como otra de aquellas extrañas corazonadas que le invadían a veces, podía sentir que no era precisamente así, que estaba viendo solo lo superficial y que en el fondo de aquél humano se hallaba mucho más. Haziel respondió a la reverencia con una pequeña inclinación de cabeza. El hombre comenzó a acercarse hacia el ángel y Haziel no hizo más que observarlo, como si pudiera sentir a través de él las esperanzas de todo un pueblo. No podía estarse equivocando, parte de su tarea sería proteger a aquél hombre, para que no acabara como los líderes pasados...pero también porque algo le decía que su labor sería importante.

"—¿Será parte de mi misión aquí, Padre? —" Pensó el ángel al tiempo que el humano se detenía a un par de pasos de allí.

Al escuchar el nombre del hombre, supo que quizá sus corazonadas no fuesen algo que dejar a un lado. Hace unos días atrás había sabido de la muerte de la anterior líder por parte de un grupo de cazadores que había pasado por la catedral y aunque en aquél momento parecía reinar la confusión en esos rostros, el hecho de tener a un nuevo comandante debía traer nueva esperanza y luz para su pueblo, para todos. —Es un honor conocer al nuevo líder. Mi nombre es Haziel como usted ya debe saber. —Se presentó el ángel, emitiendo una corta reverencia, elevando sus orbes hasta el rostro del líder humano y posteriormente tendiendo su mano para tomar la de Víctor, aceptando el saludo de este.

Ahora que el pelimarrón lo mencionaba, si consideraba importante aquella reunión, después de todo, ya iba siendo hora de que la presencia de ángeles dejara de ser un secreto (aunque nunca lo intentaron ocultar) en la tierra, ellos estaban aquí por su propia voluntad. El libre albedrío. Aún así Haziel sentía que su padre celestial tenía mucho que ver en todo aquello, de alguna forma tan extraña y misteriosa como en la que el solía actuar. Sin embargo, ahora dejaba que cada quien viese dentro de sí en que creer, los tiempos de creencia en el dios único y omnipotente habían terminado y las personas ahora ni siquiera confiaban los unos en los otros, teniendo demonios con formas humanas, la desconfianza corrompía los corazones y destruía la esperanza.

Finalmente terminó por responder ante el pedido del Líder humano: —No tengo ningún problema con aquello Víctor. Puedes hacer las preguntas que desees. —El ángel observó a Víctor mientras volvía a dejar ambas manos a los costados de su cuerpo, en una posición tranquila, aunque no podía evitar, dedicar parte de sus pensamientos a sus hermanos y a aquellos que había visto caminando por la ciudadela. La cruz que pendía de su mano derecha se movió apenas por acción del viento que corría. —Puede que yo también tenga algunas preguntas para usted, Víctor. Si no le molesta por supuesto. —Comunicó el ángel mientras ladeaba su cabeza hacia un costado. El brillo amable estaba presente en sus orbes, pero por muy tranquilo que se viera, sabía que con palabras muy poco se podría hacer contra los demonios. Su santidad pendía de un hilo, podía verlo en el color gris de sus alas, pero eso le importaba realmente poco comparado con todas las vidas que sería sacrificadas y las cosas continuaban como hasta ahora...o si empeoraban. Prefería perder su lugar en el cielo antes que seguir admirando el terrible panoráma que cada día solo podía volverse peor.
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Mensaje por Invitado Miér Feb 27, 2013 5:48 pm

Todo era sencillo en el mundo, ahora mas que nunca. Las percepciones podrían hacer que la realidad parezca ser algo completamente opuesto, que el mundo actual es mas complejo que el de antes. Que las preocupaciones se han multiplicado y que el estrés es algo que simplemente no tiene solución alguna. Solo la última era realmente cierta. La vida en realidad era mucho mas sencilla. Llena de peligros evidentes y apremiantes por supuesto, pero mas sencilla al fin y al cabo. En el mundo anterior, el mundo forjado por la raza humana misma, los problemas iban con otros trajes. Problemas económicos, problemas sociales, problemas de trabajo. Otro tipo de problemas que en su momento ocupaban la mente humana. Que si no llegaba a la reunión del trabajo o a la entrevista para uno. Que si el marido no buscaba a los niños, la madre tendría que hacerlo, haciendo así imposible ir al gimnasio. Si no me junto con un par de amigos, pasaré dos semanas sin verlos. Si no leo ahora, tendré que estudiar el doble mañana. Que idiota que suena todo ello ahora, que el panorama es tan diferente a lo que una vez fue. Pero, por mas idiota que eso pueda sonar, eso nos deja claro una cosa. Que la vida se ha simplificado mucho desde que todo el infierno cayó encima de la tierra. La única cosa en la mente de todos era sobrevivir. Vivir para pelear otro día. Un pensamiento algo pesimista pero era el pensamiento real. El pensamiento líder por excelencia. Entre demonios, vampiros, Licántropos y ahora ángeles, en lugar de personas comunes y corrientes. Un panorama peligroso, pero ciertamente mucho mas simple. Un panorama donde en vez de novia, la gente prefería andar buscando medicina y alimento.

Cuan a la mierda se ha ido todo. Le hubiera gustado comentar en voz alta al Comandante. Pero claro y por supuesto, que ese no fue simplemente el caso. El comandante permaneció en completo y total silencio, observando con tranquilidad y calma al ser celestial delante suyo. La tranquilidad se la proporcionaba el ser enfrente suyo, por un motivo que el mismo desconocía. Pero asumía que la pureza del mismo tenía el mismo efecto que la oscuridad de los demonios. Con ellos, Victor sentía un gran vacío en su corazón, en su alma. Una sensación de impotencia constante, una sensación de dolor...de angustia que era difícil de acallar. Pero la calma y calidez que ahora sentía...no había porque ignorarla. Algo tan complicado de encontrar en este mundo y algo que había muerto hacía tanto tiempo para el comandante. ¿ Porque no sentirlo de nuevas cuentas? ¿ Había algo de malo en ello ?

Pero esa era la realidad, Victor no podía relajarse, ni siquiera para experimentar aquello con mas reparo. No podía detenerse, por el bien de todas las vidas que el mismo lideraba, no podía dejar su mente tranquila, por que la tranquilidad ya no era algo propio de el mundo contemporáneo. No podía estar tranquilo, por que en ese mundo si algo se escapa, puede costarte con facilidad la vida. Debía ofuscar la tranquilidad, salir de ese panorama bello, ese panorama donde su mujer aún vivía. Fue entonces que de nueva cuenta volvió a sentir como una maldición, el anillo que nunca se quitó. La alianza que con su mujer había compartido y que luego de que ella se fuera, funcionaba como un recordatorio de que el mundo, tanto el de hoy como el de antes, no es un lugar amable. Y como un recordatorio...de que no podía estar tranquilo, en ningún momento. Por lo que su mente debía dedicarse a elegir aquellas preguntas como era debido, con la atención necesaria y con un tono cuidado.

Y eso mismo estaba a punto de hacer.

Al soltar finalmente la mano de Haziel, Victor miró por unos momentos la misma, como si pudiera ver algo en ella. Como si se sintiera diferente, como si esta ahora fuera diferente a su otra mano. No pudo evitar sonreír ante el mero pensamiento y el darse cuenta de lo que realmente estaba surcando su mente. Que ridículo...le hubiera gustado comentar. Pero de nueva cuenta mantuvo su boca cerrada. Su mirar se despegó de aquella mano para volver a centrarse en el ángel enfrente suyo, la sonrisa desapareció al momento que Victor asentía ante lo último dicho por Haziel. La cortesía de responder con honestidad sería devuelta sin ningún tipo de problema. Lo cierto era que aquello era lo esperable, que ambas facciones disipen las dudas, disipen cada pensamiento que pueda ser problemático a la hora de planear y organizar al menos en un comienzo, aquella aparente alianza.

- No tengo ningún motivo para rechazar esa petición, Haziel. - Victor habló con firmeza y tranquilidad, al momento que miraba hacia la derecha, a nada en particular, solo...desvió su mirar por unos momentos, simplemente para terminar de formular y reunir las palabras que estuviera a punto de decir. - Muchas preguntas afloran en mi mente, muchas aparecen y muchas otras se empujan para que yo las diga. Todo dentro de mi mente, todo en un segundo, todo en simple momento. - La voz del líder humano estaba cargada de calidez, pero al mismo tiempo, de una seguridad y de un tono autoritario y firme, como muchos creían necesario en un líder político y militar.- El mundo ciertamente es mucho mas simple ahora, sin dinero en que pensar, sin que las relaciones sociales tengan el eje central de nuestra vida. Sin que nada de lo material realmente importe. Todo se resume siempre a lo mismo, al menos ahora. A matar o ser matado. El mas inteligente sobrevive, el que sepa jugar sus cartas y apuntar bien sus cañones, es el que sale adelante. Toda mi vida ha sido eso, por eso no me siento ajeno a esta realidad, por eso no me siento extraño en ella, ni mucho menos triste. Solo siento que el mundo se ha hecho afín a un hombre como yo. Por eso creo que soy el indicado para liderar a la raza humana, por que estoy acostumbrado a vivir sin saber si llegaré al día siguiente. Porque puedo mantener mi cabeza fría, incluso en situaciones como esta. Porque puedo pensar claramente, cuando otros no. Porque muchos me han considerado a lo largo de los años...un monstruo mas. - Todas sus palabras iban cargadas de cierta nostalgia, pero a la vez, de mucha verdad. Victor era un héroe, pero un héroe de guerra, famoso por traer la guerra a los enemigos del país, de muchas formas, muy innovadoras y a cada año, mas astutas. Respetado y a la vez temido. En gran parte por eso era que había sido elegido como el nuevo Comandante, un monstruo para tratar con monstruos. - Claro que un monstruo con un código moral y un amor mismo por la humanidad, en conjunto con ningún tipo de cariño por el resto de las razas. O bueno, esa es mi conclusión de porqué me han puesto en este lugar, porque el cargo y el liderazgo me ha sido cedido. Disculpe si lo aburro con mis momentos de reflexión personal, Haziel, no es mi intención, solo intento mostrarle de forma rápida como es que mi mente funciona o al menos, que pueda ver como es.

El mirar del humano se mantuvo en el ajeno, sus palabras eran ciertas, el era una bestia que jugaba a ser político. Una bestia que usaba su mente para mantenerse a si misma enjaulada, dentro de un paquete cargado de cortesías, planes y estrategias para sacar adelante a una raza. No pudo evitar mirar de reojo su revólver al momento que tomaba una gran bocanada de aire y la exhalaba sonoramente.

- Mi primer pregunta, Haziel, es simple y sencilla y espero que la responda...con total honestidad, como yo creo que hará. - Ya era hora de hacer las preguntas que había venido a hacer. Era hora de quitar las dudas de su mente y leer en realidad al ángel en frente suyo. Algo le decía que no mentiría y que todos esos rumores de los motivos de su presencia en la tierra, serían acertados. Pero había que hacer la primera pregunta, al menos de una buena vez. - ¿ Hasta que punto y de que forma, planea usted ayudar a la raza humana? - La seriedad reflejada en el rostro de Victor no era mas la del humano, sino la del Comandante de las fuerzas Armadas. La del líder humano, la bestia encadenada y auto-dirigida hacia la necesidad de la supervivencia. - ¿ Por que no se han presentado en el Fuerte de Nueva York? ¿ Por que es que aún permanecen en la Zona Cero? - Tomó un poco de aire, para no importunar a Haziel, pero no pudo evitar hacer la última pregunta...- Y por último y creo que la que mas me interesa...¿ Por que abandonó el cielo ?

Solo quedaba esperar a las respuestas de Haziel, esperando que las mismas, fueran exactamente lo que el deseaba oír.
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Mensaje por Invitado Lun Mar 04, 2013 10:03 am

Estaba seguro de que muchas preguntas se formulaban en las mentes de ambos hombres, aunque debían elegir con cuidado las primeras que serían resueltas, porque también podía ser, que las preguntas formuladas de uno y del otro, fueran similares. Haziel asintió en silencio en espera de las preguntas de Víctor. Escuchó con atención las siguientes palabras del comandante, siguiéndolas y comprendiendo, era complicado decir que podía saber en carne propia a lo que el hombre se refería, porque ciertamente muchos desconfiaban aún de ellos, de quienes hasta ahora no se habían dejado ver, muchos habían dejado de creer y ahora se refugiaban bajo la fuerza de la propia y decaída humanidad, pero saber que contaban con un líder apto para tal puesto, debía mantenerlos firmes. Se preguntó si esta era otra forma más de la extraña forma de trabajar de su padre, porque por mucho que entendiera que Víctor había sido hecho para un mundo en guerra, también sentía que aquello traería cambios, buenos cambios...o al menos eso era lo que sus corazonadas le indicaban. La verdad solo yacía en el futuro, un futuro que no podía ser visto por ojos de mortales y que solo sería decidido por el accionar de cada uno, contando el accionar de Víctor y el de él mismo.

El ángel negó con la cabeza al escuchar como el humano se disculpaba. —Esta bien Víctor, no debe disculparse, no me esta aburriendo y de hecho, le agradezco que comparta conmigo estas palabras. —El ángel sonrió aunque con una expresión tranquila en su rostro. Los orbes marrones del ángel se toparon con los ajenos. Era extraño como se elegían a los nuevos líderes, tal como aquella teoría de la que había leído en algún libro...selección natural...la ley del mas fuerte, líderes que suceden líderes muertos o fuera de combate, muerte, quizá el peor enemigo de Víctor sería aquella sombra de muerte que había acechado a los anteriores regentes del movimiento humano. Su vista se desvió un poco del humano mientras aquellos pensamientos giraban en su mente, aunque al escuchar nuevamente la voz del comandante, el ángel volvió a prestarle su completa atención. —Así será, Víctor, puede confiar en que no le mentiré. —El pelimarrón le sonrió al líder mientras se aprestaba para responder a su primera pregunta, aunque luego de ella y tras breves pausas, dos preguntas más se dejaron escuchar, preguntas que Haziel se había imaginado en algún momento que le serían consultadas, pero para las que no había preparado respuesta alguna, sería realmente algo espontáneo...así era la verdad.

El ángel sonrió mientras observaba a Víctor con calma y luego de una pausa, se decidió a responder: —Comenzaré por su última pregunta, si no le importa. —Haziel observó hacia las nubes, que de a poco se iban apiñando en el cielo. —Tal como debes de imaginar, no todos los ángeles están dispuestos a entrometerse en esta guerra. Nuestro líder a cambiado Víctor. —El ángel volvió a mirar al humano al decir esto. —Y el no se parece en nada al dios padre al que todos rezaban...al que todos rezan en algún momento. —Aquella última oración la susurro casi solo para él. —Y el ordenó que no interfiriéramos luego de la abertura de los portales pero...tal como puedes imaginarte, no todos estuvimos de acuerdo. —Aunque el ángel sonreía tranquilo, lo cierto era que recordar las disputas entre sus hermanos por el "que hacer" le traía cierta desazón. —Muchos fuimos hechos para protegerlos, para velar por ustedes y otros tanto, solo desean rescatar la verdadera fecha en el que el fin de los tiempos venga. La verdad, es que existen tantos motivos distintos como ángeles en la tierra y el mío...—Haziel guardó silencio por unos segundos mientras recordaba aquél momento. —Abandoné los cielos porque no puedo permitir que la creación de mi padre sea destruida, desafíe la voluntad del nuevo regente de los cielos y no he pensado en cambiar de opinión, estoy aquí para restablecer el orden de las cosas y volver este mundo a su habitual calma. —Solo era eso, el resto, quedaría en manos de los habitantes de la tierra.

Haziel dejó ambas manos dentro de los bolsillos de su pantalón mientras suspiraba. —No nos presentamos en el fuerte de New York, porque dejar la catedral significaría una pérdida enorme de terreno, es por esto mismo que nos hemos quedado allí, esa es nuestra "base de operaciones". Desde allí podemos controlar el movimiento de los demonios menores y mantenerlos alejados del fuerte humano. Debe saberlo también Víctor, que en aquél lugar se haya un sitio donde muchos humanos se pierden, otros tantos llegan a las puertas de la catedral con grandes heridas sin mencionar, que muchos cazadores nos piden ayuda para sanar sus heridas luego de volver de sus misiones. —No tenía nada mas elaborado para responder a aquella pregunta. —Sería muy extraño si te dijera que debemos estar allí porque debemos estarlo ¿no? Pero deben confiar en que no se trata de un simple capricho, una fuerza mayor nos mantiene ahí, como un fuerte bastión en contra del avance de la oscuridad. —Haziel volvió a mirar al humano con la misma calma que había mantenido durante todo el encuentro.

Para responder a la última pregunta del comandante, el ángel estiró sus alas, dejando que el las viera por un momento, las mismas lucían grises, quizá mas que la mayoría de sus hermanos. —Es probable que pierda mi santidad por ayudarles. —El ángel quito sus manos de dentro de los bolsillos de su pantalón y las dejó caer hacia abajo, a ambos costados de su cuerpo. —Pero pondré mi fuerza y mi poder al servicio del cambio. Mis hermanos, cada uno de ellos tiene su propia razón para luchar, pero si ellos creen que es un motivo justo, nos alzaremos junto con ustedes para plantar resistencia. Los ayudaré hasta que logremos devolver a los endemoniados a su verdadero mundo. Pero debe entender Víctor, que no podemos alterar mas allá de aquello el curso de las cosas, sus relaciones con los vampiros, licántropos e híbridos, será algo que quedará en manos de la propia humanidad. Sin embargo, si algunos de estos seres resultan estar relacionados con los portales y la fallida venida de Mammon, también deberán aceptar las consecuencias de sus actos. —Fueron las palabras del ángel, el cual ahora volvía a observar hacia el cielo, un bello cielo que iluminaba un paisaje marchito.
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