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Sipnosis
Memento Mori
Tras el festival

Fue un mes de locura, el que transcurrió luego del Festival de Invierno, luego de los cepelios de las víctimas, el poder quedó en las manos del Gobernador, Everett Goodweatherm tendría el control total sobre la ciudad, pero Azuka había logrado parte de su objetivo: Los rumores de que el gobierno de Washington ya no estaba tan convencido de compartir el poder con los vampiros; la situación se estaba saliendo de manos, y los cainitas y garras rojas parecían estar ganando la partida. Pero ninguno de los artífices de la destrucción, pensaron que los berkeser se volverían un problema para todos, porque los vampiros que no fueron asesinado por ellos, se transformaron en berkeser, que se han transformado en una manada que deambula por las alcantarillas atacando a quien se les enfrente o quien esté en su menú del día.

Humanos y Vampiros ya no tenían una alianza tan sólida como antes, y las desconfianzas estaban surgiendo.

Mientras que en medio quedaban los licanos, o por lo menos, parte de ellos, Fenrir y Fianna, pero quien padeció la peor parte fueron los Fenrir que en el atentado perdieron a su líder, del que jamás encontraron el cuerpo. Quedaría en manos del nuevo líder de los Fenrir y de Gissiel Earhart, determinar el destino de su clan y tradiciones, pero entre los licanos, se sabía la atrocidad cometida por las Garras Rojas, comandados por Arthur Redclaw, que se habían vuelto muy fuertes.

Por su parte, los rebeldes, el pequeño grupo de disidentes ya no parecían estar tan solos en su lucha, el gobierno de Washington los contactaría extra oficialmente para conseguir sus fines: controlar la ciudad, de una o de otra manera. Etienne LeBlanc, tendría que decidir..

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Sounds of a Black Obsession -Privado Jeremias-

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Mensaje por Invitado Lun Ene 14, 2013 7:37 am


Fecha: Junio 21, 2014
Hora: 18:00
Lugar: Masión Principal de Azuka


Estaba por salir el sol cuando aquel trío de vampiros, junto con todo el séquito de espiritistas y los vampiros que no fueron utilizados en el ritual que habían efectuado como sacrificio regresaron a territorio Cainita… era tiempo de descansar para algunos, especialmente para los mortales que estaban evidentemente agotados por todo el gasto de energía efectuado para lo que hacía escaso tiempo habían realizado…. Fue tiempo para los inmortales de regresar cada uno a sus aposentos, los ropajes utilizados en el ritual de resurrección ya no eran aptos para ser utilizados, por lo que deberían de limpiarse y volver a las prendas que normalmente utilizaban.

Para su padre, desde el momento en que se habían dispuesto a volverle a la vida, había comenzado a habilitar una de las mansiones más grandes que poseía en aquel territorio, solamente para él, aunque si bien lo conocía, algo la decía que él no aceptaría vivir si no bajo el mismo techo que su creación de cabellera azabache… de cualquier forma las prendas de finísimos acabados, justo como las que él solía utilizar le esperaban en aquella mansión que le fue designada, por lo que, al menos durante las horas de sol su lugar fue ése… ahí tendría el tiempo suficiente para estilizar su apariencia personal lo suficiente y a sus anchas… con muchos sirvientes vampíricos y humanos para atenderle como merecía.

Ahora la luz del sol había caído nuevamente, tiñéndose el firmamento de aquel carbón único, bajo el que habían reinado durante tanto tiempo aquellos inmortales… ahora su dominio estaba siendo perturbado por las presencias demoníacas, y deberían de buscar la forma de dominarles a ellos también…. Azuka sabía perfectamente que su amado padre de melena rojiza no tardaría mucho tiempo en hacerse presente en aquella su propia mansión, en la que ella se encontraba, a pesar de no haberle dicho donde se encontraba era más que obvio que él sabría dónde estaba ella, después de todo era su Sire, y más que eso… realmente su padre…

La vampiresa había pasado las horas del día revisando algunos informes y asuntos pendientes que tenía para con el clan… pero acercándose el tiempo para que el sol diese lugar a la luna como el astro imperante, la vampiresa tomó un largo baño de tina, que sus vasallos habían preparado para sí, saliendo del mismo para poner sobre su nívea piel las prendas que habían sido previamente escogidas para que las usase aquella noche, un bello vestido negro de corsé, con un abierto escote, como los que solía usar normalmente, vestidos que asimilaban los que usaba en tiempos remotos… su cabello fue recogido en un elaborado peinado, y en su cuello el collar que asimilaba ser espinas clavadas en su piel, junto con unos aretes adornados con esmeraldas negras que daban el complemento final a su tocado.

Al salir de su habitación y bajar las escalinatas, sobre un pedestal que estaba ubicado de forma ornamental en aquel sitio, se topó con una bella rosa negra acompañada por una nota con un fino grabado negro y dorado… algo que la sorprendió levemente, pues las rosas negras era algo que solamente bajo modificaciones genéticas habían sido logradas, pero bajo el caos imperante en el planeta las daba prácticamente por extintas… abrió la nota para leer su contenido, pero al leerla su rostro no cambió en lo más mínimo, se trataba solamente de una de sus mascotillas expresándole su devoción… la nota fue tirada como la basura que era, no obstante la rosa si fue de su agrado… siendo tomada por Azuka entre sus finos y delicados dedos, la vería perecer, la vida irse de esa pequeña planta hasta que quedase seca y árida…

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Justo en ése instante la presencia de aquel tan importante para ella se hizo mucho más fuerte, y supo entonces que ya se encontraba ahí, no le fue necesario si quiera voltear para saberlo… ambos tenían mucho que decirse, habían dejado sus “vidas” cortadas cuando el momento del letargo había caído, dejando muchas cosas a medias… y ahora podrían retomarlo… aunque primero deberían de buscar la forma para que Jeremias recuperase todo el poder que había tenido en antaño; Azuka aún no se explicaba la razón del fallo en el ritual, dejándole a él solamente con el poder de un vampiro de cuatrocientos años…
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Mensaje por Invitado Lun Ene 21, 2013 2:39 am

Me despertaron. Me llevaron de nuevo a la vida, de nuevo a este estado totalmente placentero en el que un ser saborea todos los placeres de los que no se acuerda estando muerto. Un alma no tiene sed, no tiene deseos. Y yo ahora tengo todos. Mi estado es de excitación total. Amo esa sensación de picazón y de ganas de hacer algo. Al fin, pasee por aquel sitio nuevo que me han llevado. Una mansión con detalle de lo que fue la época mas esplendorosa de Francia. Muchas cosas estaban llamando mi atención. Pero no me sentía perdido en absoluto. Nada me resultada fuera de lugar. Y nada era malo o bueno, estaba tan solo interesado y curioso.

Me había cambiado a un traje mas serio y mas adecuado para alguien de mi situación. Yo soy un líder nato, alguien que mueve a todo y a todos. Soy digno de más que esta existencia. Sentía ser menos ahora que mi poder era mermado de forma brutal. Al parecer, algo paso, no hicieron bien el ritual. Porque mi poder era solo un triste eco de lo que yo era antes. Solo puedo decir, que mi conocimiento es lo único bueno que conservo.

A cada momento, deseaba ver a Azuka. Esta belleza delicada, con su brillante mente malévola. Sus delicados rasgos; ojos azules, tan fríos, misteriosos que vuelven loco tan solo al mirarlos. Yo siempre me volvía loco con solo sentirlos y es que eran demasiado excitantes como toda ella. Sus labios, rojos, carnosos que llamaban a que los besen. Su figura era de una diosa esculpida en mármol, despertando admiración y pasiones mas bajas. Su aroma era la el mas embriagador que yo jamás he podido oler. Toda ella era perfecta, la creación más bella, única, sublime, oscura y sexy.

Cuando conocí a su madre, si era alguien bella. Fue mía por bastante tiempo, era una de las mejores amantes que he tenido, pero nunca la amé. Nunca amé a nadie, hasta que pasados unos años volví sobre mis pasos y contemple a Azuka, era damphir. En aquel momento, un sentimiento que no conocía hizo presa de mí. Me enamoré como un humano. Al verla, solo se que temblaron mis entrañas y que mis ojos no querían dejar de contemplarla. Por eso, no dude en convertirla, dándola todo el poder de mi existencia. Haciéndola fuerte, haciéndola única. Nunca me he arrepentido de esa decisión. Nunca he perdido fe. Y siempre la he amado de esta forma antinatural para un vampiro. Con esa posesión con esa obsesión. Es la única. Y por ella, haría lo que sea. Menos perder el poder. Sé que suena mal, pero soy un ser viejo, el poder es lo que más deseo. Azuka es una debilidad y es un factor a tener en cuenta. De hecho, es la única que puede hacer que vea las cosas de modo diferente. Pero tengo principios y soy fiel a ellos.

Paseaba por aquella mansión, había muchos vasallos demasiado complacientes y muchos guardias. Cosa que no me sorprende de mi querida hija. Siempre supo como hay que mantener el estatus de lo que ella es y de lo que son sus ancestros. Admiré su gusto y su forma de vivir. Era digna! Supe por las débiles y insignificantes mentes que ella era ahora mismo la líder del clan. ¡Sorpresa! Casi no pude creerlo, que sucedió con todos los demás. Pero ahora que yo estaba de vuelta, sin duda tomaría el mando de esto. Azuka es perfecta, pero la edad es lo importante y quien es más viejo y más sabio. Sin duda yo! Pero no solo esto llamaba mi atención en este nuevo mundo. Sino que Russell al final, consiguió abrir esos portales que tanto deseaba. Sin duda que con la ayuda de su vástago la impertinente Evangeline. ¡Maldita zorra! Osaba enfrentarse a mí y además osaba tener una conexión con mi Azuka. He de admitir que era inteligente la condenada de ella. Algo me dice que el fallo en el ritual no era tanto fallo sino que obra de ella. Tengo que tomar precauciones con ella. He de seducirla, sin duda caerá rendida al encanto milenario. Trazaré un plan. He de tomar control de esto y de las dos. Ahora son las más antiguas y las más poderosas de este clan. Pero no me gusta a donde lo están llevando.

Siempre he sabido de las inclinaciones nada buenas de Evangeline en la ciencia. No respeta las leyes. No se somete. Puse ante el consejo demasiadas veces su eliminación, pero tuve que retractarme. Porque a saber como afectaría esto a la mente de Azuka y ella sin duda era la prioridad. No puedo arriesgarme a que la pase nada. Una conexión así es como un “grano en el culo”, he de remediarla. Buscar que la rompan o romperla yo. Evan es mala influencia y la eliminaré o la domaré para que sea a mi favor. Solo he de conocer que están haciendo y porque. ¡Y el control y poder serán míos!

Paseaba con mis pensamientos, hasta que la esencia perfecta hizo que mis ojos busquen con ansiedad a aquella que hacia de mi un ser diferente. Al contemplar su perfecta figura, ese rostro deseado y esos labios que ansié por todo este tiempo. Esa rosa negra. Sin duda algún presente de sus admiradores, que ahora deberían desaparecer. Ya no necesitaba de ellos, yo sería quien la haga feliz. Quien haga que sus placeres sean mas que complacidos. Tan solo yo y ella.

Me acerque a ella con paso grácil, retirando mi melena hacia atrás. Con un toque posesivo recorrí las facciones de su rostro con los dedos. Contemplando la flor negra de reojo, era un bello contraste con su piel perlada y suave. Amaba la perfección de aquella vampiro, era tan sublime y excitante. Toda ella creaba atracción y adoración. Ahora que la tocaba, ya sabía que no podría dejar de hacerlo nunca más.

-Veo que sigues teniendo a tus “mascotas” obedientes y complacientes. Espero que ahora las des el aviso que tan solo yo puedo regalarte flores y complacerte. ¡Oh, mi bella hija! ¡Estas más hermosa que nunca!


Tomé la libertad de depositar un suave y casi inocente beso sobre sus labios rojos. Que eran míos. Dejando un toque de lujuria en ese beso, que era mas un saludo.

-Te estoy muy agradecido por todo lo que has hecho para despertarme. Y te lo pagaré con creces.


Tomaba de la barbilla aquel rostro perfecto y la miraba a los ojos con fuego de mi pasión por ella. Use mi voz más seductora con ella, mientras acercaba el delicado y deseado cuerpo al propio, con mano masculina. Dejando que cierto sentido de propiedad se adueñe de mi y mis actos. La deseaba, más que nada de este mundo. Y la tendría con ella y a su lado, como debía de ser.
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Mensaje por Invitado Lun Ene 21, 2013 6:10 am

Finalmente la vampiresa buscó con la mirada al ser dueño de aquella presencia tan dulce… duce veneno; y le encontró de pie, justo frente a ella, ahora, con las prendas más apropiadas, un aire de sobria elegancia le cubría, como siempre había sido… el vampiro no tardó en aproximarse hasta Azuka, dejando un gran despliegue de distinción, con aquel estilo propio, que solamente él poseía. La vampiresa prestaba suma atención a cada uno de sus detalles, sin moverse un solo ápice al tiempo que él llegaba hasta ella en aquella marcha que bien podría haber parecido eterna ante un encuentro tan deseado, retirando la larga melena rojiza hacia atrás, permitiendo que aquella inmortal de azabache cabellera observara a la perfección los detalles de su rostro, era el mismo, simplemente perfecto.

Finalmente estaba a su lado, lo suficiente para sentir su cuerpo… tan cercano, y sus dedos recorriéndole el rostro, probablemente percatándose de que era el mismo que había dejado en aquel ataúd que aseguró para que nada le sucediese… razón por la cual Azuka no fue acribillada con el resto de vampiros, y su cuerpo no sufrió el mismo fin que el de Jeremias; que de haber sido así, no habría poder alguno que la trajese de regreso, como habían hecho con él; pues el poder de un alma de trescientos años no se compara en lo más mínimo al de una que ha estado en la tierra por siglos incontables, milenios que se remontan prácticamente al inicio de los tiempos en éste planeta.

La vampiresa disfrutó de aquel contacto en su piel, que tanto había añorado y extrañado… pero gozó aún más al escuchar palabras aflorar de aquellos labios tan deseables... su voz, ésa tan embriagante y atrayente, ésa tan seductora… ahhh, ¿cuántas reinas y princesas del pasado habrán caído rendidas ante tal timbre?, ante el dueño de tan alucinantes palabras, destruyendo monarquías en apariencia sumamente sólidas y eternas, dinastías completas desapareciendo ante el poder de aquel ser, otorgándole más y más… quedando en cenizas, vestigios de lo que alguna vez fueron luego de que aquel ser, símbolo de destrucción y caos arremetiese contra ellos, tomando lo que necesitase, dejando el resto como simple basura inservible a perecer al paso del implacable tiempo…

-Complacerme realmente… solamente tú eres capaz de eso, oh mi querido padre!!... ellos no representan más que simple diversión pasajera, juguetes desechables; siempre ha sido así, y así ha de seguir siendo…

Sintió el suave beso depositado en sus labios fríos, y el roce pareció casi cálido, disfrutando el pequeño detalle en su interior, sin mostrar gesto alguno en su níveo e inmutable rostro… escuchándole retomar la palabra nuevamente, agradeciéndole con las mismas su despertar, anunciándole que se lo pagaría con creces… aunque para la vampiresa, realmente no era necesario algo como eso, el simple hecho de tenerle nuevamente a su lado, era todo el pago que necesitaba… pues era él, el motor de su inmortal existencia… aquel que le había enseñado todos los principios, todo lo que un buen vampiro ha de saber; aunque ella siempre había tenido ese aire de rebeldía, y el deseo de poder superior, por encima de él y de quien fuese…

Ahora que estaba de regreso, ella era demasiado consciente de que él desearía tomar el control del clan, pero es algo que ella no le permitiría fácilmente… claro que lo amaba, amaba a Jeremias como a ningún otro ser en la tierra, pero Azuka había aprendido del mejor, y aquella sed de poder la traía corriendo por sus venas, incrustada en cada una de las células de su cuerpo, era superior inclusive al amor que su negro corazón era capaz de emitirle a aquel vampiro… no obstante, jamás permitiría que daño alguno se postrase sobre él, pues lo respetaba, admiraba y quería demasiado, por lo que si él fuese exterminado completamente, una parte de Azuka moriría con él, perdiendo probablemente aquel motor que la motiva, deseando simplemente el fin de su inmortal existencia.

La vampiresa sintió la mano fuerte del vampiro en su rostro, viendo con sus ojos de hielo aquella pasión tan grande en la mirada de aquel que ahora la tomaba para acercarla a su cuerpo… sintiendo aquella cercanía, y el deseo proveniente del vampiro, deseo que era recíproco; ella también le deseaba, era claro… y en todos los sentidos posibles; su cuerpo, su sangre, su esencia, todo de él debería ser suyo una vez más… y ser suyo para siempre…. Azuka acercó su rostro con suavidad hasta rozarle los labios con los propios, apartándose mientras dejaba su suave aliento en la mejilla del vampiro, para alcanzar luego su oído, dedicándole unas suaves palabras con aquel timbre de voz frio y gutural, que tenía un fuerte deje de femineidad, y más aún de seducción en el mismo.

-Mi paga ha sido ya consumada… estás a mi lado una vez más, y ahora será para siempre… como ha debido de ser desde nuestro inicio…

Le dijo en un dulce susurro… alejando su rostro un poco, lo suficiente para poder observar el ajeno fijamente, reparando en cada detalle de aquel fino y esculpido rostro… la cara de un Dios griego… y para algunos lo fue en el pasado, un Dios… más ahora para ella, era él la única deidad que poseía, y aunque no obedeciese sus órdenes tal cuál en el pasado… tomaría muy a pecho sus palabras y consideraciones para con ella, y para con el clan… no obstante, seguiría con sus planes algo profanos a las tradiciones vampíricas ancestrales, pues, era necesario el evolucionar; más aún ahora que el mundo estaba plagado de demonios y destrucción…

-Eres el mismo de mis memorias, ¡mi adorado padre!, tu belleza no tiene punto de comparación…

Bajó la mirada un poco, hasta el cuello ajeno, subiéndola nuevamente, recorriendo con su mano desnuda el cuello ajeno con suavidad, subiendo hasta la mejilla, quitando un mechón de aquel rojizo cabello que rebelde caía por su rostro…

-Usaré todo el poder del que gozo ahora para devolverte tu autentico poder… por mi cuenta corre…

Le dijo finalmente, acercándose lentamente para depositarle un beso en los labios, uno más profundo, disfrutando el mismo plenamente… apartándose luego para hablarle una vez más…

-Acompáñame a mis aposentos, estaremos ahí más a gusto para proseguir con nuestra plática…

Le dijo finalmente, esperando a que él la soltase para ella dirigirle hasta su alcoba… misma que tenía una sala incorporada dentro, además de más sillas en el balcón y distintos artilugios por todo el lugar, que lo hacían extremadamente cómodo…
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Mensaje por Invitado Jue Feb 14, 2013 3:58 am

La miraba, era perfecta toda ella. Era la mujer más bella, mas impactante, mas sublime que la creación de este mundo alguna vez ha contemplado, y yo la quería. Adoraba a esta creación propia, estaba preso de su mirada, de su olor, de su tacto. Ella era la única razón por la que existía y existiría siempre. Mi esencia se fundió con la de ella, al perder mi cuerpo, por eso siempre la susurraba al oído, la acompañe y la hice ver por donde tenía que tirar para hacer que yo vuelva y al fin pueda disfrutar de este momento. Azuka. Azuka. Azuka.

Me sentía febril a su lado, ansioso por recorrer de nuevo toda su piel, por aprender cada surco de lo que aquella feminidad me brindaba. Volver a los tiempos de antes. En los que los sentimientos me dominaban por completo a su lado. Fui necio y descuidado, pero siempre la he protegido por encima de todo. A pesar, de sus malas decisiones y me refiero a Evangeline. Siempre la cuide, no deje nunca que algo malo la pase, ni en el letargo. Era mi bella flor, la princesa oscura de mis deseos y ambiciones. El único amor verdadero, puro y fiel. Al menos, todo lo fiel que puede ser un vampiro, pero a ella yo siempre la fui fiel. Y ahora que la tenía a mi lado tan cerca. La deseaba más que nunca. Ansiaba ponerla contra la pared, pero hace tiempo que no hablaba con ella. Asíque contuve mis bajos instintos y tan solo la atraje a mi cuerpo con las manos firmes y ansiosas, deje una huella de frío en su cintura y la mejilla perfecta de la mujer más increíble. Mi aliento se acerco al de ella y la deposite un suave beso, muy pausado y muy controlado. No deseaba que ella se de cuenta que la ansiaba por encima de todo.

Me separe de su boca y la mire con intensidad. La añoraba, deseaba saber todo lo que ha pasado en mi ausencia y ahora deseaba tomar el control de todo. Como me pertenecía. Yo era el dueño y el señor no solo de la noche, sino del poder. No sentía más a nadie de mis “hermanos”, todos los vampiros de mi edad estaban exterminados. Nadie más que yo era digno de todo el poder. Y nadie mas ahora era digno de ser mi rival.

Seguía acariciando la perlada piel de mi mujer, mi musa, mi hija, mi amante…era todo lo para mi. Pero algo distinto, algo diferente se gestaba en esa mirada. Lo podía percibir, una oscuridad diferente. La miraba con amor oscuro y lujurioso. Dentro de ella, había algo diferente y ella ya no me miraba igual que antes, algo ha cambiado.

-Me alegra saber que solo yo soy el único que te hace sentir todo esto. He de decir, que no me gusta que tengas mascotas, pero asumo que tenías necesidades. Y yo no podía satisfacerlas. Espero, que ahora las dejes de lado y me dediques todo a mí. Te he ansiado y te he deseado. Siempre acariciando tu alma con mi espíritu, guiándote, amándote. Eres mi razón de ser y solo tú me satisfaces.

Mi voz era seductora como toda voz de vampiro, pero la mía era especial, la perfeccione por los siglos y siglos. Con ella no necesitaba usar todos mis trucos de casanova, pero no la dejaría sin mis detalles, que sin duda la gustaban en el pasado. La atraía a mi cuerpo aun más, era descarado pero caballeroso. No la dejaría opción de apartarse de mí. La deseaba demasiado. Y sentir su piel tan cerca y su frío. Ciertamente, era el amor de mi vida. La única a la que entregaría hasta mi corazón. La única a la que me sometería en algunos aspectos. Y a la que protegería por encima de todo y de todo. Lucharía por ella, cual león. Si, mi mente ahora era una empalagosa sonata, pero ella lo merecía. Merecía todo y yo se lo entregaría. Sería mi reina, estaría a mi lado reinando. Pero sin duda yo tenía que ser superior y tomar el control para todo esto.

Mis besos seguían siendo suaves, pero insistentes. Deseaba brindarla pasión y probar de nuevo su sangre. Deseaba desnudar aquella piel cubierta por sofisticados ropajes. Era tan inmaculada, tan perfecta y mía.

Era toda una provocación para mis sentidos. Ahora su aliento y sus palabras cerca de mi oído, me hacían desatar al animal que tenía dentro y al que estaba controlando. Quien tenia hambre de ella, tras todo este tiempo. Casi no podía aguantar esa exquisita provocación. Mis instintos y deseos eran muy fuertes y más tras todo el tiempo que he estado sin cuerpo y perdido en la inmensidad de la espiritualidad. Tan solo este amor y las ansias de poder me mantenían con vida. Y las agradezco, porque sin ellas no estaría aquí sosteniéndola a mi hija, ¡mi niña hermosa!

-¡Siempre he estado contigo, mi niña! Nunca te he dejado. Y nunca lo haré. Eres la oscuridad de mi camino eterno y ansío esa oscuridad por encima de todo y todos. Siempre seré tuyo y solo tuyo. Y tu serás mía, solo mía.


La susurraba en el oído, mientras besaba la piel fría de aquel bello mentón. Pasando al lóbulo de la oreja, jugando con mi lengua y esa parte sensible de su anatomía. Mordiendo la tierna piel, mientras descendía por el largo y grácil cuello. Las más lujuriosas y sensuales caricias, eran regaladas por mí a aquella marmórea piel. Estaba ardiendo en deseo de hundir mis colmillos en aquella piel. Pero me contuve aun había cosas que decir y escuchar. Pero sin duda su sangre me llamaba y me pertenecía. Ella era mía. Note que mi bella Azuka deseaba mirarme y la deje. Su femenino tacto era demasiado agradable. Una excitación notable no solo en mis ojos sino en otras partes mas intimas era persistente. No podía evitarlo. La escuche con tranquilidad. Era inteligente, mi pequeña. Y sin duda entendía la ambición que yo poseía. La seguía manteniendo en aquel abrazo, depositando ambas manos en su cintura de avispa. Disfrutando de aquel cuerpo, esculpido por los mejores dioses de todos los tiempo.

-Sé que lo harás, pero espero que no metas a Evangeline en ello. Tengo la duda de que ha sido por culpa de ella que mi poder ha mermado tanto. Supongo que aun mantienen ese ridículo sello.

Quería decirla muchas cosas mas, pero sus dulces y carnosos labios me regalaron un profundo beso. Una sensación de placer mas absoluto y delirio querían hacer presa de mí. Por un momento, deje que el mundo se pare y mis manos atrajeron aquel frágil cuerpo al mío. Su palpitar era el mío. Sublime sensación. Pero terminó con palabras que alentaban a mucho mas mi nuevo cuerpo y mi vieja alma.

-Con gusto te acompaño. De hecho, creo que tenemos mucho que hablar. Como el liderazgo actual de los Hijos de Caín y los Brotherhood. Pero primero, quiero hablar de nosotros. Y puede que de tu amiga.

Mis manos no querían soltar aquel cuerpo, pero las obligue. Deslice con suavidad los dedos por sus caderas, unas formas sublimes que saboree como un descarado en aquel gesto. Mientras mis ojos la miraban sin parar. No conseguía parar de hacerlo, era como una droga que me hacia obsesionarme por completo con todo lo que ella suponía.

-Hay algo en ti. Que no tenías antes. Has aceptado a un demonio dentro de ti, no?


La pregunte directamente, y es que podía ver la oscuridad en ella. Era la oscuridad del infierno. Yo conocía bien estas cosas y ella había hecho un pacto con el demonio.

La solté del todo. Pero busque su bella y delicada mano, para entrelazar mis dedos con los de ella. Era un tacto casi calido y lleno de amor, sucio y obsesivo, pero lleno de amor. Amaba a esta mujer de lindo rasgos por encima de todo, menos el poder.

Dejé que ella me guié hasta sus aposentos.
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Mensaje por Invitado Dom Feb 17, 2013 1:21 pm

El fuego que provenía de él era demasiado evidente, demasiado intenso… la pasión se le desbordaba, y es que un ser frío era más que en su piel en esos momentos, plagándola completamente de besos y caricias, un tanto descaradas, pero a ella no la importaba realmente, pues había dado la orden mental a los vasallos para que no los molestasen, y él podría hacer lo que desease sin que nadie llegase a importunarlos, pero realmente era mejor si acudían hasta la habitación; que una buena plática estaba pendiente, y él se lo estaba dejando en claro… aunque ciertamente dejaba muchísimo más en claro otras intenciones.

En cuanto a sus palabras sobre Evangeline, ella también daba prácticamente por hecho que su amiga era la responsable de lo que sucedía… lo había pensado desde hacía unas horas en la catedral cuando se percató de que las cosas no habían terminado como debían, luego de que un ritual realizado bajo una completa perfección fallase… si no era sabotaje, no había otra posible solución; y la única con la capacidad para poder hacer algo como eso era su preciada amiga de cabellos de plata… pero bueno, Azuka tenía muy en claro que si su amiga había hecho algo como esto, sería simplemente por el bien de ella misma; sin lugar a dudas estaba cumpliendo con la promesa que le había hecho… de mantenerla por el camino correcto aunque estuviese ciega por el amor que le tenía a su padre… así que simplemente no le reprocharía sus acciones.

Él le aclaraba que necesitaba conocer ciertas cosas, discutirlas con ella; cosa que no la sorprendía pues, la verdad era que luego de despertar el estar algo desorientado con todo era algo usual, además de que en definitiva él buscaría la forma de tomar el control… de todos los vampiros en general, algo que ella no estaba dispuesta a dejarle lograr; pues los planes de la vampiresa de cabellera azabache eran muy distintos a los que él tenía en mente… pero tampoco le dijo nada al respecto, dedicándose a caminar mientras que él la tomaba de la cintura, hasta que estuvieron ante la puerta de la habitación; y fue estando justo ahí cuando él la dijo lo que había notado, ella sabía muy bien que no tardaría en hacerlo, tan pronto sus sentidos se estabilizasen… y al parecer a pesar del deseo salvaje que sentía sus sentidos estaban mucho más controlados que hacía unas horas, cuando hubo terminado de despertar.

Al escuchar lo que le decía, tan directamente sobre si había aceptado un demonio dentro de ella, paró en seco… con su mano aún en la perilla de la puerta, volteando su cabeza suavemente, de medio lado hasta él, dedicándole una tétrica sonrisa… demasiado tétrica de hecho; no diciéndole nada al respecto… regresando su mirada al frente, abriendo la puerta, disponiéndose a pasar dentro, y él que no la soltaba junto con ella; cerrando la puerta tras de sí, soltándose grácilmente de él, acercándose hasta uno de los sofá de época victoriana, de madera negra y almohadas morado oscuro; tomando asiento en el mismo, observando fijamente a su padre, dirigiéndole la palabra nuevamente… con una mirada terrorífica en su rostro.

-Sabía que no tardarías en percatarte de ello… no soy la misma sin dudas… ya no soy la misma vampiresa que dejaste en el ataúd…

Podría decirle muchas cosas, pero siempre las acciones solían hablar mejor que las palabras… había un pequeño candelero de tres velas en la mesa en frente del sofá en el que ella se encontraba; ella lo observó… podría con sus nuevas habilidades encenderlo con tan sólo observarlo fijamente… pero decidió hacerlo de otra forma, abriendo la palma de su mano frente a sí, sin quitarle la vista de encima a Jeremias… haciendo que una enorme llamarada azulada se encendiese; mostrando los perlados colmillos en una sonrisa, bajando la intensidad de la llama para encender las velas, sin quitarle la vista a él de encima por un solo segundo.

-Digamos que ahora soy… mitad demonio, mitad vampiro… espero que mi sangre no queme tu garganta… o te cause adicción…

Era mucho más probable que la segunda opción fuese la que se llevase a cabo, y con esta última frase ella le dejaba en claro a su vampírico progenitor que le dejaría probar el elixir de su sangre… pero luego, aún tenían demasiado que hablar…

-Evan… sé que te preguntas mucho al respecto de ella, y muy a tu disgusto, nuestro lazo es más fuerte de lo que jamás fue… y nosotras, somos más poderosas de lo que puedas imaginar si quiera… aunque ya podrás comprobarlo…

Cuando probase su sangre ciertamente se percataría de que lo que ella le estaba diciendo no era ninguna mentira… de hecho, ahora inclusive Azuka poseía la habilidad de Evan de hablarle a la naturaleza… y es que ambas compartían poder; eran como un mismo ser con dos cuerpos y dos mentes, que se compartían absolutamente todo.

-Ya habrás visto el estado actual del mundo cuando has probado tu sacrificio de bienvenida… Russell logró abrir los portales, y los demonios imperan… aunque no por mucho tiempo…

Le dijo finalmente, hablándole menos con seducción en todo momento, y mucho más tétrica, como que si el hecho de que la dijese lo del demonio con el que se había fusionado, cambiase la forma de comportarse de ella… menos cariñosa y más fría y distante… pero bueno, a pesar de esto lo seguía deseando… pero las pláticas irían primero al placer… o tal vez no?...
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