Iroshi Tatsuno

. Katana japonesa (espada samurai)
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. Tanto (cuchillo samurai)
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. reliquia de su maestro,
cadena con un dije aparentemente mágico

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. prendedor perteneciente a su difunta prometida

El mundo es siempre el mismo, no importa quien lo controle o experimente, si es humano, vampiro, hibrido o licano, cualquiera sea la raza del ser, el mundo seguirá siendo una abadía de egoísmo y traición. Soy vampiro y con eso me basta para saber de qué lado estoy y sobre qué fundamentos quiero que se organice este universo corrupto de bestias y mortales, los humanos ya tuvieron su oportunidad y lo desperdiciaron en banalidades, los vampiros quisieron estar a su merced, pero no más.
Si me preguntan sobre mi posición con respecto a la guerra eso es lo que diré, pero en realidad poco me importa. Mi único objetivo verdadero es la obtención del fuego azul para fines personales, no hay afinidad ninguna por aquellos a los que ahora sigo. Solo estoy del lado de la aniquilación completa, que es la etapa necesaria para la evolución. Los humanos aprendieron mucho de sus errores y los vampiros también lo harán cuando se auto destruyan por completo, solo los mas fuertes y astutos sobrevivirán y aprenderán a vivir en equilibrio con otras especies, pero mientras tanto poco importa que se desate el exterminio, ninguna raza vale realmente la pena, no se puede confiar en nadie que no sea uno mismo

Tras la mascara de serenidad y seguridad que caracteriza a los antiguos guerreros Samurai Iro es un torbellino de emociones iracundas y apasionadas, que se fundamentan en el rechazo y rencor por los más débiles, como así también la desconfianza extrema en todo otro ser que lo anteceda. Pero la displicencia no es del todo completa en su personalidad los traumas del pasado lo hacen débil en cuanto a sus sentimientos, que aún a su pesar, siguen torturándolo y confundiéndolo.
Es un mundo complejo para él, tal vez si la culpa fuera mayor, la poca humanidad que en él queda, lo hubiera conducido al suicidio, como un escape a la existencia de esta agónica vida y un gesto noble a la bondad que alguna vez tuvo. Pero el placer por el dolor en los otros, sobretodo en las criaturas más delicadas y frágiles puede más, es el adictivo néctar que embriaga sus sentidos, tanto como la sangre de una fémina y el amor que ellas le producen. Justamente aquellas bajas pasiones son las que lo hacen débil y lo confunden acerca de su proceder.
Es amante de las artes visuales, musicales y literarias, siente pasión por el estudio de lo antiguo e histórico, por lo que es un buen investigador de registros heurísticos (documentos antiguos). Pero por sobretodo es un apasionado de sus tradiciones y siente desprecio por quienes hacen alevosía de ellas, como por ejemplo quienes utilizan las espadas sin conocer la técnica de combate.
Pero no es bueno demostrar ninguna esencia de humanidad entre los suyos y él lo sabe muy bien, menos aún, querer ser superior, quines levantan la cabeza son decapitados, por lo que es mejor estar a alerta y sigiloso de cualquier traición.

Corría el año 1938 cuando Iro, un campesino de apenas 20 años, conoció por asares del destino a Taori Matsuba un poderoso hacendado de la ciudad de Kyūshū (Isla sur de Japón), que decidió apadrinarlo y convertirlo en su discípulo, sobre el arte del Kenjutsu (antiguo nombre del Kendo), arte de combate con sable japones (katana). Así bajo la condición de que sólo podrían entrenar de noche o a puertas cerradas. En tan sólo 4 años convirtió a Iro Tatsuno en un auténtico esgrimista de la técnica Samurai y lo acogió como su heredero. Pero a pocos meses de terminar la segunda guerra Mundial el odio sembrado por las rivalidades nacionalistas de los ciudadanos con quienes tenían vínculos con los americanos desato el infierno en Iroshi. Matsuba tenía negocios frenados por la economía de guerra con bancos Nueva York. Dichos negocios no tardaron en ser descubiertos por los grupos japoneses nacionalistas, dándose un sin fin enfrentamientos con las guardias protectoras de Matsuba que debelaron ante Iro un secreto mortal, Tanoi Matsuba era un vampiro antiguo que mantenía con los americanos negocios más importantes que las simples transacciones económicas, siendo la utilización del fuego azul uno de los dones más preciados por los que este vampiro apostaba. Pero Iro no aceptó la herencia que su maestro pretendía conferirle hasta que fue muy tarde para defenderse y revivir a su gran amor y prometida Himeko Uchida (la hija de un aristócrata), que fue secuestrada y mancillada por los nacionalistas como venganza a Iroshi, hasta que finalmente pereció bajo el yugo de un grupo de soldados americanos en un prostíbulo de Okinawa al que había sido confinada. Cuando el maestro Matsuba trató de convertirla en vampiro para resucitarla ya era muy tarde su cuerpo estaba demasiado frío para conferirle el abrazo, pero Iroshi si se convirtió y su alma se oscureció corrompido por la venganza y sed de sangre. Tal vez el poder del fuego azul pueda devolverle a su amada, por eso aún cuando su maestro fue asesinado en Nueva York él regresó como Cainita para intentar su objetivo. Después de todo, si su existencia perece en ello ya le fue arrebatado su sueño y no hay más nada que perder.