One Hope's Evening

5 de Marzo de 2014


Salir de la zona cero había sido un respiro, esconderse en el sótano de una Iglesia lo que restaba del año pasado había sido una manera precaria de sobrevivir mientras la ciudad se dividía en secciones según las razas, sin embargo ya no había lugar para los que eran como yo. Los espiritistas eran repudiados por los humanos, éramos vistos como la peste y así se nos intentaba erradicar para evitar volver incluso más amargo el panorama. Se rumoreaba que el vampiro causante del portal en Octubre había "cazado" a otros con los dones que yo poseía para liberar demonios en distintas partes del globo en el transcurso de aquél incidente hasta nuestros días. Eso elevaba el precio por nuestras cabezas y aunque seguramente allá afuera hubiera espiritistas decididos a defenderse, a levantarse rindiendo honor a su poder u otros que se entregaban a los vampiros para encontrar protección a cambio de sangre, yo me encontraba con la única compañía del hijo en mi vientre que ya iba por los 3 meses de gestación a la fecha de hoy. ¿El padre? Ese vampiro que amablemente se ofreció a protegerme. Ciertamente había bebido de mí pero porque la situación que él afrontaba no era mejor que la mía y yo le quise pagar de alguna manera sus atenciones... hasta que se salió de control y compartimos el lecho.

El susurro del viento me sacó de mis pensamientos, alcé la vista en busca de las ramas que me hicieron sobresaltar. Era extraño salir de día pero a decir verdad ya no se apreciaba tanto la diferencia entre una hora u otra, tampoco entre un territorio de otro pues la desolación estaba presente en cada rincón.

En un acto de cobardía negué al que engendró a la criatura inocente en mis entrañas que se hiciera cargo de una mujer que no quería y por ende de un hijo no deseado. Me aventuré a cruzar la línea entre el suelo humano para llegar a donde aquella otra raza silenciosa que se había descubierto en el festival de los cerezos, con temor a ser perseguida también por sus propias razones para hacerlo, sin embargo para mí era como tocar en otra puerta con la esperanza temerosa más no fragmentada.

No sabía si encontraría a alguno de los licanos que nos auxiliaron en ese momento de desventaja, tal vez ni siquiera me recordarían pero aunque no me topara con ellos esperaba que la primer persona que se topara en mi camino no fuese la última.