Dastian Rossencroft

Principalmente, porta armas de fuego con balas de plata. También se desempeña en el uso de armas blancas, como espadas cortas y dagas. En combate cuerpo a cuerpo utiliza manoplas, para provocar un mayor daño en sus golpes. Su poderosa fuerza física le proporciona la capacidad de realizar ataques más certeros y mortales de los que podría ocasionar con un arma.

Dastian tiene una perspectiva del mundo bastante realista, el mundo es un sitio sumido en destrucción, caos y desesperación, y la única esperanza recae sobre unos pocos. Su misión es la protección de la raza humana como prioridad, aunque esto es simplemente una pantalla puesto que verdaderamente busca conocer el paradero de su hermana. No le conviene ni le agrada un mundo plagado de vampiros y licanos sueltos, en parte porque está de acuerdo en que la existencia de los licántropos debe seguir siendo un secreto. Apegado aún a su vida humana y la pasión por seguir siéndolo, busca restaurar el orden perdido.

Astuto, tenaz, valiente y orgulloso. Simplemente se mueve por el mundo arrasando contra todo lo que puede llegar a afectar sus planes, se ha vuelto bastante firme en sus convicciones desde que perdió a su hermana, desde entonces piensa que no puede recaer en ninguna debilidad, ya que de ser así podría perderla completamente, piensa que aún sigue con vida y hará lo que sea hasta encontrarla.
Desde que fue convertido en licano su fuerza se vio incrementada, y siendo consciente de esto utilizó todo su potencial para proteger lo que alguna vez fue su mundo, en compañía de su familia, de la felicidad que ahora parece extinta en su vida. Su situación lo sumió en una longeva seriedad, rara vez demuestra simpatía por algo o alguien, más bien responde con arrogancia y prefiere mentir a decir lo que realmente pasa por su corazón. La única persona que alguna vez lo conoció verdaderamente fue su hermana Anastasia, desde entonces nadie ha podido ser tan cercano a él. Pese a su firmeza, en ocasiones se lamenta de no poder ser mejor, de su condición de licano y de no haber podido proteger a su familia cuando tuvo la oportunidad. Asume el papel de héroe y líder nato, pero en muchas ocasiones se olvida de que cuenta con la compañía de muchas otras personas que pueden ayudarle a soportar este gran peso que lleva encima.

Acomodado y acomplejado a una vida de lujos, Dastian no tenía nada que temer ni nadie a quien admirar, pues él mismo era una figura admirable y su familia se posicionaba en un lugar bastante cómodo económicamente hablando. Nunca le faltó nada, y creció libre y acompañado por el amor que le proporcionaba su familia. Rodeado por el cariño de todos, la contención de su madre, los consejos de su padre, y la compañía amena e invaluable de su hermana.

De pequeño, el joven Dastian era travieso, curioso, algo presumido y bastante altanero. Gustaba de hacer bromas pesadas y sacarle nervios a su padre, quien lo veía como un problemático heredero y hacía lo posible por corregir. Tuvo una infancia feliz, con altos valores familiares y estudios importantes que lo forjaron en su vida de adolescente, y aún más, que le proporcionaron conocimiento, fortaleza y valentía en su vida de adulto. A medida que iba creciendo, quedó atrás ese espíritu juguetón y rebelde y comenzó a tomar parte en las decisiones importantes de la familia, como hijo mayor tenía que hacerse cargo del negocio familiar y comenzó a temprana edad. Así fue que también se hizo responsable de su pequeña hermana, a quien cuidaba y contenía, a sus ojos ella era especial y él su protector.

Todo cambió con el auge de los vampiros, pasaron de ser una fantasía a una realidad, y trajeron consigo una nueva era. Hasta Gran Bretaña llegó la noticia, la familia Rossencroft ya no era lo que en tiempos pasados, Gran Bretaña atravesaba una serie de conflictos económicos y Europa recayó en una crisis. La familia completa se mudó a Canadá y como líder de la familia, Assiel Rossencroft tomó responsabilidad y prometió cuidar a su familia, pero lamentablemente fracasó en sus planes. Desde luego, en contra de su voluntad, pero fracasó al fin y al cabo. Pronto su esposa Victoria falleció y dejó atrás un profundo dolor en sus hijos, quienes se apoyaron en su padre y crecieron observando la vida desde otra perspectiva. Sobre Dastian recayó mayor responsabilidad, cuidaba de su hermana y se aseguraba de que su padre no se volviera del todo demente, fatigado por la situación actual, hasta que finalmente no pudo seguir. Enfermó de gravedad, y los hermanos se quedaron solos esa fría noche sin luna. Ya no les quedaba nadie, eran dos huérfanos obligados a crecer en una realidad cruda que los golpeaba ferozmente y los sometía.

Entonces Dastian vio la realidad desde otro ángulo, su perspectiva cambió, su fortaleza creció, ya no era aquel niño mimado y económicamente posicionado. Tuvo que aprender a vivir, a la fuerza, y se hizo responsable de todo, cargando con un peso mil veces mayor a cualquier otro que había sentido en su vida. La típica sonrisa que en su rostro dejaba una huella imborrable finalmente cedió, la seriedad tomó parte de su personalidad, y la única que podía desnudar su alma en el más puro amor era su hermana. Hasta que algo terrible sucedió y este fue el detonante que volvió a Dastian un ser vengativo, sombrío y lleno de rencor.

Como los licántropos estaban actuando sigilosamente en contra de los vampiros, tomaban a humanos y los convertían para incrementar sus filas. Así, en caso de una posible guerra, tendrían suficientes licanos para presentar oposición ante los vampiros. Dastian y Anastasia formaban parte de un pequeño grupo de supervivientes, mientras el primero lideraba con puño de acero, firme e inamovible, la segunda temía que finalmente pudieran ser descubiertos y sometidos a lo desconocido. Más ella guardaba un profundo secreto, y un poder que cualquiera desearía. Un traidor en las filas cambió el panorama, y una nueva ola de desgracias recayó sobre los hermanos, quienes fueron atacados por una manada de licántropos. En un intento por proteger a su hermana, Dastian descargó toda su ira, toda su frustración, sobre un lobo particularmente grande, y le dio muerte, quizás este fue el motivo que más tarde le valdría un lugar entre las filas de los licanos.

Pronto, los hermanos corrieron buscando salvación, era lo único que podían hacer pues las bestias los superaban en número y ellos simplemente eran dos humanos asustados intentando escapar de un destino terrible. El resultado no fue el esperado, delante tenían un puente levadizo que les cerraba el paso, y detrás a las bestias que los perseguían. No tenían escapatoria, ya nada podían hacer, los dos correrían la misma suerte, se condenarían a algo que los acechaba y temían. Entonces Dastian miró a Anastasia, le dedicó la última sonrisa que ella pudo ver en su rostro, él quería que lo recordara con ese último gesto, como antaño cuando eran niños y ella se despertaba temerosa, su hermano acudía a cantarle y tomarla de la mano para que se calmara. Dastian apretó con delicadeza su mano y deseó con todo su corazón que ella viviera, no importaba ya el destino que a él le esperaba. Sin borrar su sonrisa, y con las esperanzas en alto, la empujó del puente, la apartó de una muerte segura, con todo el dolor de su corazón y con deseos de que finalmente Anastasia pudiera seguir viviendo. Su pequeña hermana, su sangre, su amada.

Y sintió un dolor agudo, al momento un enorme monstruo se le tiró encima y le clavó con furia sus colmillos, la sangre salpicó el suelo manchado con los pasos desesperados de dos víctimas que se vieron en la necesidad de separarse para siempre. Los gritos de dolor de Dastian quebraron el rugido de los lobos y el correr del agua, pero nada era mayor que el dolor que sentía en su interior. Cayó de rodillas al suelo y otra bestia se le prendió del brazo, otro nuevo grito de dolor nació repentinamente de su pecho. No podía más, ella estaba segura... finalmente moriría. Cayó rendido ante un mar de sangre, su vista borrosa no pudo divisar nada más que oscuridad absoluta.

Pero no murió, algo nuevo le esperaba. La vida le dio una nueva oportunidad, aunque no la mejor. La finalidad de aquellas bestias fue convertirlo en uno de ellos, no matarlo. Lo llevaron al borde de la muerte, y una amable mujer se encargó de cuidarlo y sanar sus heridas, muy pronto Dastian descubrió que ella también era licana, y que al parecer sentía atracción por él desde el primer momento que lo vio. Pero Dastian no tenía planes para el amor, había sobrevivido, y eso significaba volver a reunirse con su hermana. ¿Seguiría ella con vida? Tenía que asegurarse de que así era. A medida que se recuperaba conoció más sobre ese mundo, los licanos también tenían tradiciones, costumbres, y habían sido humanos en su vida pasada. Entonces, ¿por qué lo habían elegido a él? ¿Por qué lo condenaron a ese destino? Dastian estaba en el lugar y momento equivocados. Un licano le dijo más tarde que desde el primer momento que lo vieron eliminar a uno de ellos supieron que debían tenerlo en sus filas. Que un simple humano pudiera matar a un licántropo con tanta facilidad era una gran hazaña, y sin duda no era algo común.

No obstante, Dastian jamás optó por ser licántropo. Su rencor se vio incrementado a medida que conocía nuevos rostros, él ahora formaba parte de una nueva raza que solamente había escuchado en cuentos de fantasía y terror. Aprendió a vivir con sus nuevas habilidades, y conoció el dolor en carne propia con su primera transformación. Sintió, en un principio, repulsión por él mismo, odiaba formar parte de algo que antaño buscó destruir a su hermana. Luchar durante tanto tiempo como humano y ya no serlo. ¿Dónde habían quedado sus sentimientos? Él seguía siendo un humano, lo sabía, pero no saldría de toda esta pesadilla si se quedaba sentado. Así que buscó crecer, sacó esperanzas de sus recuerdos, aunque habían sido sombríos en su mayor parte, el recuerdo de su hermana viva lo alentó a progresar, a no darse por vencido. Se separó de su manada e ingresó a una nueva división encargada de proteger los intereses y la vida de los humanos, fiel a lo que él creía, con una serie de cualidades que le valieron un puesto alto, de importancia, de poder. Había dirigido a un grupo de supervivientes y demostrado su valía en tiempos oscuros, ¿por qué no lo haría ahora? Su espíritu fuerte y decidido lo ayudó a vivir, a sobrevivir, y junto a un puñado de buena suerte buscaría respuestas. Encontraría nuevamente a su querida Anastasia.