Funzione di mezzanotte

A mi alrededor la ciudad tenía un aspecto brillante y colorido, un collage de anuncios que parecía obra del vomito de un gigante que había comido demasiadas luces de neón, desconocidos iban y venia sin parecer dirigirse a ningún sitio en particular, chocando descuidadamente entre si, atrapándome a mitad de aquel ajetreo del que no me sentía animada a participar.

Era una noche de trabajo para mi, la revista estaba presionando, querían fotos, depravación, violencia y por supuesto yo tenía que buscarlo sin importar los riesgos, me estaban pagando muy bien por ello, era algo que mi jefe no dejaba de recordarme cada vez que hablábamos, y entendía su punto, pero no era una amante de la adrenalina y muchos menos de poner mi cuello en peligro, antes cobarde que cadáver. Sin embargo, había cierta ansiedad en mi interior, era mi adicción tirando de mi, la necesidad se volvía más frecuente y más fuerte cada vez, predominando sobre mi sentido de autoconsevación.

La información que la revista recibió era de que oculta en pleno Time Square había un Club dedicado enteramente a proveer de alimento a los vampiros, un sitio donde adictos como yo podían encontrar un vampiro dispuesto a compartir su sangre sin las ataduras “Amo/Vasallo” y donde vampiros hambrientos podían encontrar ganado ansioso de ser mordidos con tal de obtener a cambio el alivio para su adicción o por el simple morbo de alimentar a una de esas letales criaturas.

Oficialmente me escabulliría dentro fingiendo ser parte del menú de la noche mientras procuraba obtener fotos con una cámara pequeña que traía oculta en mi escote, in-oficialmente no estaba tan segura sobre que estuviese fingiendo nada, mi estómago hormigueaba ante la perspectiva de que obtendríamos lo que necesitábamos, pero también sentía escalofríos de pensar que estaba corriendo demasiado riesgos, no se trataba de un vampiro solitario que llenaría su estómago antes de secarme las venas, no, seguramente habría varios, y casi igualmente estarían muy molestos si llegaban a enterarse de que venía a dejar a descubierto su pequeño secretito.

Me detuve ante lo que parecía un concurrido cine, en cartelera anunciabas los estrenos del mes, reuniendo a familias enteras que conversaban entre si mientras cargaban sodas extra grandes y palomitas de maíz con mantequilla que podía oler desde aquí, no parecía la clase de lugar donde se darían banquetes de sangre pero mi jefe no perdería su tiempo enviándome allí si la información no fuese precisa.

Me aproxime a la taquilla enseñándole al chico detrás del cristal la cinta roja en mi muñeca, de inmediato deslizo una entrada distinta al resto, el papel era de tono escarlata y las letras impresas en tinta oro rezaban “il banchetto”, con un gesto me señalo una puerta en la que colgaba un letrero advirtiendo “SOLO PERSONAL AUTORIZADO”, le sonrei amablemente, más por reflejo que por que quisiera parecer agradable y me dirigi hacia la puerta insegura de lo que encontraría detrás...

Una noche más atendía la invitación a ese evento que ningún vampiro podría declinar el ser atendido como se merece ante esa horda de humanos que intentaban jugar con la sangre en la misma medida que nuestra especie. Asistiría pero seguía con la firme ideología de que la sangre nos pertenece a los inmortales, a los dueños de la noche, ellos son sangre y por ende son nuestros, como los alimentos que consiguen de sus animales, a los cuales martirizan, aprovechando cada segundo de su agonía para no dejar restos en vano. Así eran ellos para nosotros o al menos para mí. ¿Que si con qué cara me atrevía a desdeñarlos de tal manera cuando en su momento fui un alma de corazón palpitante como el de ellos? Con la cara que mi amada creadora me había brindado, con este rostro que desenvaina dos armas letales detrás de una sonrisa. Tenía absolutamente TODO lo necesario para sentirme en la manera que lo hacía y vaya que lo disfrutaba.

El cine era tan sólo una cortina de humo, ya conocía el camino y ellos me conocían a mí. Antes de entrar rocé el hombro con una mujer que se notaba algo incierta ante lo que tenía al frente, un paso la separaba del espectáculo, del banquete. Al notar la cintilla roja en torno a su muñeca supe que no estaba ahí por casualidad, le sonreí intencionalmente mostrando el par de incisivos como tarjeta de presentación. Empujé la puerta y le hice una señal para que entrara, dentro quizá me daría el tiempo de abordarla, observando sus movimientos, sus jugadas y en general todo su desempeño si es que no salía antes de que la puerta se cerrara tras de si.

Al cruzar el umbral venía a mi mente la inevitable comparación con el matadero: sacrificios luego de tener a las víctimas en un estado de confort, incluso dándoles lo que necesitaban mientras llegaba su hora. Eso mismo pasaba en el momento en que atravesaba la sala seguido por miradas de devoción, miradas de apetito que eran recíprocas; las víctimas nos pedían a gritos el ser consumidos. No había nada entre nosotros más que el ser invitados y anfitriones al evento, buscando lo mismo, un buen trago.

Al llegar a un sillón que me daba una preciosa panorámica del lugar no tardaron en hacerme compañía dos mujeres que ha decir verdad parecían ir disfrazada debajo de todo ese maquillaje de algún mal estereotipo del vampiro comercial. Pasé mi brazo por sus hombros, atrayendo sus cuerpos promiscuos, adulterados ya por tantos vicios que quizá no me querría enterar, sería como darte cuenta de la mosca en tu sopa. Acaricié sus muslos generosos, tenían la mirada perdida, quizá aburridas o estaban demasiado colocadas. Me acomodé en mi lugar y les susurré al oído que fueran a ponerle un poco de sabor a lo que me iban a ofrecer, les ordené ir a beber un poco de bourbon a lo que una replicó.

-¿Nos darás lo que queremos a cambio?

Sin despojarme de las gafas negras la miré fijamente con una sonrisa dantesca.

-Tendrás algo de mi dentro pero todavía no decido qué será. Andando.-puntualicé mientras las veía ponerse de pie en dirección a la barra aunque de inmediato mis ojos se desviaron ante la chica con la que había entrado. Seguía ahí con esa expresión de hastío en la que se habían transfigurado sus facciones confundidas de allá afuera. La señalé y con el dedo índice le indiqué se acercara a mi lado.

Ya sabía que mi mala suerte no podía limitarse a ser enviada directo a la cueva del lobo, sino que tenía que llamar la atención de un vampiro de aspecto espeluznante, momentos atrás me enseño sus colmillos en una mueca que pretendía ser una sonrisa, no necesitaba tocarlos para saber que estaban muy afilados y que perforarían mi piel y carne con extrema facilidad.

Sonreí procurando reflejar una calma que no poseía, debía actuar como si estuviese familiarizada con lo que allí ocurría, mezclarme y no llamar innecesariamente la atención para encontrar la oportunidad de obtener las fotos que vine a sacar. Camine hacía el con pasos firmes, pero una leve elevación en la alfombra me hizo tropezar y caer estrepitosamente contra una pequeña mesa que tenía en frente, llevándome conmigo el mueble y las bebidas que alguien había dejado depositadas encima.

El murmullo de las conversaciones se detuvo haciendo mi humillación completa, evidentemente conseguí ganarme la atención de toda la concurrencia que en ese preciso instante debían estarse preguntando que tan ebria me encontraba.

Me levante como si nada, pese a que me golpee fuertemente las rodillas que ahora lucían enrojecidas y más tarde moradas, hice el resto del trayecto con más cuidado y me senté junto a el, justo a tiempo para que cada quien volviera a sus asuntos y las conversaciones se reanudaran.

- Hola – dije arrepintiéndome al instante, esa no era una reunión social, ni el debía estar interesado en entablar una conversación, asíque decidí remediarlo ofreciéndole mi muñeca para que bebiera.

Seguí cada uno de sus pasos, poco a poco se acercaba a mí con esa sonrisa un tanto vacilante, gesto que me hizo prestarle mayor atención. Al verla levantar la alfombra anticipé que terminaría en el suelo tan sólo segundos antes de que ella hiciera todo ese ruido al llevarse tremendo golpe contra la mesita donde se servían mis otras dos chicas. Jamás desvié la mirada de aquel momento bochornoso, la dejé ver la gran sonrisa que me había arrancado, una llena de burla y la esperé lo que fuera necesario para que se repusiera hasta llegar junto a mí.

La humana pecaba de ser humana, sus emociones tan descontroladas por el simple evento que ya todos habían olvidado aún la tenían visiblemente perturbada. Me volví en cuanto escuché su saludo, enarcando una ceja al ver que me estiraba la muñeca. En silencio la observé bajo mis lentes oscuros innecesarios, cumpliendo con la única función de hacerme ver bien. Tomé su delgada muñeca y de un tirón acerqué su rostro al mio.

-¿A qué estás jugando?-le susurré teniendo su nariz a escasos milímetros de la propia.- No me dirás que esto te ha funcionado con alguno.-apreté mis dedos en torno a su delicada piel, enrojeciendo la zona.- Eres guapa, puedes ofrecer algo mejor.- la solté con la misma fuerza que la había tomado y me hice hacia atrás.

Alcancé a ver a las chicas que volvían pero les hice una señal de negación. Mi prioridad ahora era saber lo que traía entre manos la pelirroja.

-¿Enserio sabes por qué estás aquí? O vienes a ser bebido o a beber. Lo primero lo haces muy mal y lo segundo, bueno... ¿te apetece un poco de sangre de vampiro?-esperé su respuesta.- Tal vez sólo es tu primera vez.- le alcancé la barbilla de un ligero roce.- Habla, niña... tienes suerte, no te haré nada hasta que me digas tus intenciones. Afortunadamente nunca dejó ir a una chica de cabello rojo.

Aleje mi rostro del roce de sus dedos mientras fruncía el seño profundamente, aquella criatura poseía una fuerza sobrehumana la cual no se molestaba en ocultar o controlar como podía comprobar mi enrojecida muñeca, todos ellos eran de esa manera preocupados apenas de sus propios intereses y necesidades, nos veían como objetos desechables con los que podían hacer cuanto desearán.

Soy una cobarde, eso es algo que no me molesta, estoy bastante cómoda con la idea de salir corriendo cuando la situación lo amerita, pero esta noche mi humor no era bueno para ser la chica asustada, menos porque escapar de allí podría más bien despertar los instintos de caza de los vampiros.

- Son demasiadas preguntas y no tengo porque contestar ninguna – podía pensar en al menos 5 buenas razones para cantar como un canario y responder a cualquier cosa que el quisiera saber pero eso sería ponerle las cosas fáciles a un capullo engreído – Vine aquí por la sangre, como todos, si lo estoy haciendo tan mal entonces dime como conseguirla de ti… si no piensas dármela, sólo dilo y pasare al siguiente – aunque ahora quería una captura de su rostro para que el mundo supiera a través de la revista y mis fotografías de su prepotencia.

Tenía algunos pocos trucos desesperados que habían funcionado cuando la necesidad era demasiada, sin embargo dudaba que fuesen a ser efectivos aquí, había suficientes humanos ansiosos por complacer como para saciar el hambre de todos los vampiros del salón, y aunque yo tenía un aspecto más saludable que la mayoría allí, pálidos y llenos de ojeras, eso no era una garantía de que cualquiera de ellos fuese a querer lo que tenía en mis venas.

Sucedía que la mujer tenía miedo o estaba tomando valor al haberme enfrentado de esa manera, el tono de su voz era firme aunque sus palabras resultaban patéticas, después de todo lo que buscaba no la ponía por encima del promedio. Si acaso su apariencia le daba un aire apetitoso mayor que el de muchos de los presentes pero no era suficiente para marcar una diferencia importante. La chica había hecho su jugada, develado las cartas que tenía en mano con la confesión de ser una adicta más a nuestra sangre.

Pensé, en silencio, observando con descaro sus formas de arriba a abajo, si es que iba enserio con lo de irse con alguien más. Era una amenaza interesante porque hasta cierto punto la había hecho saber que quería se quedara justo así, a mi lado, no me llamaba aquello que corría por sus venas bombeado por su desbocado corazón, no aún.

-No ando dando de mi a cualquiera, niña.-aclaré pero de inmediato coloqué mi dedo índice sobre sus labios para evitar que replicara.- No eres cualquiera, así que tienes oportunidad.

Tomé de una de las bandejas de un mesero en movimiento un vaso de lo que parecía ser whiskey, con una mueca de indiferencia al ver su contenido me lo empiné en un trago que ningún efecto tendría en mí.

-Hay que dar para recibir: te estoy dando algo de atención y misericordia al no matarte aquí mismo, lo único que me has dado es una verborrea que no me ha abierto el apetito aún. Si quieres un poco de esto.-descubrí mi muñeca dejando ver el tatuaje de una cruz egipcia (Ank) en el antebrazo, terminé de beber el whiskey que seguramente era de tenesse y no escocés.- Tendrás que darme algo realmente bueno.- clavé mis propios colmillos en la piel que acababa de descubrir, piel de una palidez impresionante, cadavérica como era mi verdadera esencia, pegué a la herida el borde del vaso de cristal mientras el líquido escarlata se deslizaba lentamente. Noté las miradas de adictos a mi alrededor pero hasta ellos estaban entrenados para no abalanzarse de buenas a primeras, debían esperar su turno o se les echaría del lugar. Cuando hubo una cantidad mínima, no más de 3 mililítros, la herida terminó de sanar y tomando el vaso entre mis dedos lo coloqué sin soltarlo a la vista de la chica, justo frente a su nariz, dejándola percibir su aroma.

-Dime, pelirroja, ¿estás dispuesta a jugar para llevarte un gran premio? Puedes probar esto como garantía de lo que te espera...-aparté el vaso.- No sin antes darme algunas respuestas o cualquier cosa que creas me hará soltar este recipiente para que lo ingieras.

Trate de apartar la mirada pero no podía, mis ojos estaban fijos en el contenido dentro del baso, su color era vibrante e ignotito al igual que el aroma metálico que desprendía, apenas leve desde mi posición pero lo bastante claro para hacer que inconcientemente estirase los dedos hacía el.

Pero el aparto el vaso rompiendo el transe más no con la necesidad que despertó en mi cuerpo y mi mente al mostrarme su sangre derramándose, casi podía saborearla. Lo quería, con desesperación, lo bastante para estar dispuesta a hacer lo que fuera por conseguirla.

Levante mi falda hasta el muslo colocándome sobre su regazo, con mis piernas flexionadas a los lados de las suyas y recargando mi peso sobre sus rodillas, esperaba que donde sea que estuviera el alma de mi padre no estuviese viendo aquello, todos los sacrificios y todo su esfuerzo por darme una educación para que yo me montara en el regazo de un vampiro, debía ser la peor paga que un hijo podía darle a sus padres.

- Propongo algo – dije mientras me inclinaba hacia el, viendo mi reflejo en el cristal obscuro de sus gafas, roce su nariz con mis labios antes de hablar cerca de su oído – un juego… podría ser interesante – propuse – vamos al callejón, si me das un poco de tu sangre la blusa se ira… otro poco y podrías conseguir la falda y así… - claro que no podría quitarme la blusa o notaria la pequeña cámara que traía oculta en el sujetador, pero una vez estuviésemos a solas podría freírlo con la picana que tuve la precaución de traer conmigo, cuando estuviese convulsionando en el suelo conseguiría de el lo que necesitaba y saldría corriendo.

Ahora hablábamos el mismo idioma y el juego se tornaba divertido, acaricié sus muslos torneados que se asonaban bajo la falda, después de todo se me ofrecían de manera descarada, encima de mí ¿qué esperaba sino eso? No era quizá lo que quería pero había que ver lo que hacía un vicioso con tal de conseguir una fuga y las mujeres.. ahh, las mujeres viciosas eran un regalo para todo ser malintencionado que pudiera tener un poco de control sobre ellas. Era algo misógino pero siempre resulta excitante poder dominar a una fémina.

-Las reglas las pongo yo, princesita.-le digo al tenerla tan cerca de mi rostro, me acerco a su oído acariciándole la mejilla para morder el lóbulo. - El tablero de ajedrez es aquí dentro. Nada de callejones.

Con la mano que tenía libre acaricié su vientre plano y fui subiendo por la dichosa blusa que prometía tanto debajo. Llegué al escote pero desvié hacia un lado el camino que iba marcando, cerrando mis dedos en torno a un seno generoso y suave. Con una mueca de indiferencia arqueé los labios hacia abajo para alcanzar nuevamente aquél vaso.

-Abre la boca.-ordené con voz gutural para colocar entre sus labios ese líquido que tanto le había costado al dejarse toquetear de aquella manera impúdica. La observé degustar aquellas migajas de placer perverso mientras que miradas de envidia se posaban sobre ella desde cualquier rincón de la habitación. Era la primera en conseguirlo en lo que iba de la noche, los vampiros se reservaban para conseguir más de sus humanos pero yo estaba simplemente realizando mi jugada.

-Has entrado a uno de los círculos del infierno, preciosa, aquí encontrarás sólo lujuria y perdición. Placer en toda su gloria así que espero que no salgas corriendo. Acabamos de empezar.

Pasé mi brazo sobre sus hombros, apreciando lo bello de su rostro empapado en desasosiego, de la indignación de haber sido tocada de modos inapropiados.

Todo se estaba yendo cuesta abajo rápidamente, si segundos atrás estaba en problemas ahora estaba simple y sencillamente totalmente perdida. La pequeña dosis de su sangre era un bálsamo que aliviaba momentáneamente los malestares de la abstinencia, me sentía fuerte, llena de energía y con mis sentidos más despiertos, el efecto por supuesto no duraría demasiado, apenas lo que tardara mi cuerpo en eliminar de mi sistema su sangre y entonces la necesidad sería más fuerte, dolorosa, pero de momento se había llevado el miedo, y eso era malo, muy malo, el miedo es fundamental cuando uno esta jugando algo tan peligroso.

- Hay demasiadas personas aquí – comente tratando de sonar casual, pero hubo un ligero temblor en mi voz al final de la frase, no me apetecía hacer un espectáculo de mi misma ante esos extraños, aun si no planeaba volver por allí o intercambiar números de móvil, me consternaba incluso que el me hubiese acariciado con tanto descaro a la vista de todos.

De algún modo debía conseguir estar a solas con el, claro que el sólo podría hacer papilla mi cráneo con su fuerza sobrehumana o arrancar fuera mis brazos y piernas si lograba enfadarlo lo suficiente, pero prefería arriesgarme contra un único vampiro que con una sala con varios de ellos y muchos humanos ansiosos de agradar.

Sus gafas me impedían leer sus expresiones, era como jugar una partida de póker, mis cartas eran malas en este momento, pero aun así las suyas podían ser peores, ganar una partida era en parte suerte, en parte habilidad y engaño, pero el tenía cierta ventaja con ellas puestas.

Pase mis manos por su torso esbozando una sonrisa traviesa, o al menos esperaba que luciera como una y no se viera como una mueca rara, tenía que reconocer que lo que había bajo su obscura camisa se sentía bien, empecé a desabotonar la prenda revelando parte de su pálida piel, la cual mi incline a besar dejando un rastro de labial rojo sobre él.

- Me gusta como sonaba lo de “placer en toda su gloria” … pero – me alce de hombros – no me siento lo bastante cómoda para jugar como una niña malvada – quise darme un golpe en la frente, era posible acaso soltar una frase más tonta?