Alfil

Sus dedos se movían al compás, uno tras otro sobre el respaldo del gran sofá negro, aquel situado al centro de la sala y en el cual su padre solía sentarse a meditar.

La pelirroja permanecía sentada en el tratando de mantenerse paciente ante la espera de cualquier sonido, pero por mas que lo deseara, llevaba días tres días sin escuchar ningún ruido fuera de lo normal que no fuera el de una casa habitual. Rachel había esperado fielmente en su casa solo por que su padre se lo había pedido, mas no porque le gustara la idea de permanecer encerrada en ella. Y aun así, se había atrevido a salir a buscar a su manada solo para no encontrar nada.

El tiempo se le comenzaba a ser eterno, mas aun porque su hermano no se había dignado aparecer en mucho tiempo. Dejándola a ella con carga laboral y emocional de sobra. Rachel era lo suficientemente fuerte para soportar eso y mas, pero ese lapso sanguíneo que la unía con el líder de las Garras Rojas parecía haberse roto. Llevaba dos días sin sentir su presencia, algunas veces lo había sentido, pero esta vez era diferente...Algo no estaba bien.

La frustración, el miedo y la desesperación: no era algo presente en los pensamientos de la chica, mas no podía evitar sentirlos. Como ultimo intento de mantenerse calmada, respiro abiertamente para que en sus pulmones entrara ese olor familiar para tranquilizarla. Aquel que despedía ese gran sofá que imponía dureza solo cuando su padre estaba sentado en el. Pero al permanecer mucho tiempo esperando a su padre, el aroma estaba cambiado por el de ella, idea que no le agradaba del todo.

Había hecho las labores cotidianas del día, mover cosas, comer e incluso salir a caminar a los alrededores pero nada de vital relevancia. Hasta que un sonido paralizo su pulso para tensar completamente su cuerpo. Escucho el sonido de pasos en la entrada y fielmente se puso de pie para caminar hacía la puerta principal. Sin embargo al encaminarse hacía ella, un olor familiar llego a ella solo para darse cuenta que no era su padre, solo un miembro de la manada con el cual no mantenía del todo una buena comunicación. A sí que sin importancia, lo dejo entrar.

- Algo tarde James... - se atrevió a pronunciar la chica de forma pesimista y se recargo sobre la escalera enfrente de la puerta. Mas cuando el entro, su olor usual estaba mezclado con el de su padre, de una forma muy penetrante e incluso el olor a sangre, haciendo que Rachel imaginara millones de cosas, mas de inmediato las disipo y acomodo su larga caballera roja para dejarla caer en sus hombros como gesto sin importancia. Esperaba que tal vez había mandado a James de mensajero y el se encontraría haciendo algo mas importante como para avisarle a su hija el porque de su ausencia.

El contacto se había dado por medio de uno de los neófitos bajo su cargo, quien había llevado el mensaje, uno demasiado encantador como para dejarlo pasar por alto, no obstante; no podía dejar de lado el hecho de que podría tratarse de una posible trampa, máxime tomando en cuenta que Arthur le había dejado demasiado en claro, cuando le había visto, que pensaba aniquilarla cuando el momento se diese, pues bien… no le daría espacio para que ese momento se diese; y bueno… desde hacía algún tiempo que tenía unas cuantas platicas en marcha con Gissell, y sabía perfectamente que el dejarla fuera de esto, solamente causaría problemas con la misma, pues, era un mérito personal que no podría dejar pasar, el aniquilarlo.

Tomando esto en cuenta, la vampiresa, por medio de los usuales y muy discretos mensajeros que generalmente utilizaba, mandó el debido mensaje a la líder de los Fianna; el llevarla, sería complaciente para la misma, observar, y probablemente participar de la muerte del gran Arthur Redclaw, no obstante, con esto, Azuka se garantizaba estar cubierta en caso de una posible emboscada… aunque, para dado caso, también llevaría consigo a unos cuantos de sus hombres, que vigilarían el perímetro, y en caso de un ataque sorpresivo entrarían a la batalla rauda y velozmente, dejando viva solamente a la posible futura aliada de los Cainitas.

Para nadie era un secreto, que los Hijos de Caín habían logrado seducir a varios licántropos, en su mayoría independientes, y que trabajaban con ellos para llevar a cabo sus objetivos… con esto se dejaba en claro, que los cainitas buscaban la alianza con los licántropos; y ciertamente, en su mayoría se les veía como no más que perros pulgosos, a la vez que a los humanos como no más que simple ganado; no obstante, aún entre el ganado y los perros pulgosos, algo rescatable podría encontrarse muy ocasionalmente… de todas maneras, para los Hijos de Caín, el eliminar licántropos no era su prioridad del día; siempre y cuando no se metiesen en su camino y con sus planes, les dejarían existir con total quietud y paz en su territorio.

Mandado el mensaje, con una respuesta positiva al mismo por parte de la licantropa líder, la vampiresa se había preparado con suma calma para su encuentro… ésta vez no podría usar uno de los encantadores vestidos victorianos que solían cubrir su cuerpo esbelto y muy bien torneado… un pantalón de cuero negro, botas de cuero negras altas por fuera del pantalón, y un corsé con cintas azules, que le permitiría una fácil movilidad, era lo que cubría su silueta, con su cabellos sueltos, varias armas ocultas entre sus prendas, y su espada de plata en la cintura, salió en marcha… la impuntualidad no era algo que la caracterizase… de hecho, llegó al sitio marcado mucho antes que ambos licántropos.

Pudo observar tranquilamente desde las sombras, como dos cadáveres de vampiros adornaban la escena, siendo James el responsable de lo mismo, hasta que Arthur llegó, y el enfrentamiento daba su inicio, pero no contaba con que Azuka, y su invitada se encontrarían ahí… de hecho, el mismo James no tenía la más remota idea de que la vampiresa no había asistido sola a aquella pequeña fiestecilla privada que daba su inicio en esos instantes… saliendo por fin la vampiresa desde las sombras…

-Buenas lunas mi no bien estimado enemigo… me temo que… nuestra alianza ha llegado a su término…

Le dijo con su típica voz, fría y gutural, pero sin dejar de ser femenina y seductora, mientras desde las espaldas de Arthur hablaba… sabiendo que éste reconocería su voz, sabría que esta traición sería algo inesperado para él… pero, también que daría una buena pelea, no se dejaría caer tan fácilmente, y era eso lo que esperaba de él… ni más, ni menos…

Azuka cumplia su palabra y al parecer podriamos lograr lo necesario, no era algo que me enorgulleciera ni mucho menos, pero crei que eso era lo correcto. No habia podido mencionarle nada a Dante, pues el estaba concentrado en la alianza con los Brotherhood, pero yo sabia bien que eso no seria suficiente, Arthur era alguien dificil de convencer. Era un pacto temporal, pero debia hacerse, una noche antes habia recibido el mensaje de Azuka sobre lo que sucederìa, asi que esa noche me dispuse a salir en camino al lugar convenido. Para evitar sospechas, solo mencione mi salida como un simple paseo, de esos que uno necesita tener para sentirse mas comodo consigo mismo, armada unicamente con mis dagas bien escondidas entre mis ropas.

Al caminar en la calle usando mi abrigo oscuro y un traje blanco, solte mi cabello y ajuste mis botas, para acomodar mis dagas en las mismas, estaban bien escondidas, me acomode un poco mi bufanda, creo que incincientemente al salir fuera del alcance de la vista de mis conocidos y de mi hogar, pronuncie una suplica por mi alma. El viento movio mi cabello con delicadeza y mi corazon solo se centro por un momento en mi pasado, la muerte a veces era necesaria, sabia bien que mis delitos serian un dia mi condena, no tenia miedo. El camino hasta el lugar de la reuniòn era como irme dentrando en mi misma, en ese ser de muerte y destrucciòn que un dìa fui por mi propia voluntad, por mi deseo de venganza. Antes de llegar habia procurado cambiar mi vestimente en un lugar cercano, me coloque una peluca negra y acomode el cabello de la misma en trenzas alborotadas, me puse un vestido de color rojo, algo señido con botas del mismo color, para hacer un juego me coloque un par de lentes de contacto color miel.

Al llegar espere en las sombras mirando la escena, me sorprendio mirar a James en el lugar, pero este no era momento para arrepentimientos, este era el momento de la verdad y no tendria contemplaciones. La sangre de los vampiros en el piso y sus cuerpos mutilados fue como un detonante para mi, el anuncio de que algo en mi ser empezaba a sobresalir, pero aun segui en las sombras y mis ojos resplandecieron por el resplandor de la sangre. Azuka se presento entonces, saliendo de las sombras, ella tambien estaba ahi, tal y como alguna vez lo pensamos, Arthur representaba un problema para nosotras, sus ideas eran demasiado radicales, una pieza de un ajedrez que debia ser eliminada para ver que vendrian mejores dias para todos. Era algo afortunado el que estuviese disfrazada, recuerdo que esa imagen la utilice muchas veces pero esta vez seria una de las mas complicadas.

- Arthur Redclaw ... -saque una de mis dagas de mi bota y la sostuve en mi mano, apoyando mi dedo indice en la punta del mismo balancenandolo mientras salua de las sombras con paso firme, James ya habia hecho lo suyo cansarlo un poco. Miorar a James ahi me hizo agradecer el estar usando un disfraz y mas aun el estar usando un tono algo macabro, liberando mi yo sanguinario, ese que hace tanto dormia- Azuka ... gracias por invitarme a la fiesta -sonrei mirando la escena y me acerque a los cadaveres de los vampiros, inclinandome un poco, apoyando mis brazos sobre mis rodillas, para deslizar mi dedo indice sobre los mismo y llevar la sangre de estos a mis manos con el fin de saborear la sangre derramada, la cual olfate antes de saborearla y mirar a James y Arthur.

Era hábil no había duda, procure no atacarlo seriamente para evitar lastimar demasiado a otro licanos, pero afortunadamente con el disfraz y el aroma a sangre que había procurado dejar que se concentrara en mi ropa y en mi ser al acercar los cadáveres de vampiros, esa era mi única intención hacer que mi aroma se fundiera con el de ellos. Eso haría aun mas perfecto el disfraz, luche con el sin mostrar mas que mis colmillos, que procure fueran similares a los de un vampiro, era la idea, evitar ser reconocida y pasar como sirviente de Azuka.

- Para ser un lobo peleas bien –agregue mientras peleábamos al acercarse a mi y mencionar esas palabras vi claro todo, esto no era solo de mi parte, y Kaiser podría representar una problema mas adelante también, pero por ahora debíamos hacer lo que veníamos a hacer- Actuemos como esta previsto entonces … Azuka se divertirá –susurre también en ese forcejeo, mis movimientos eran precisos, intentando ser leves, conteniendo un poco la fuerza de cada impacto. En eso lance un fuerte golpe de impacto lanzando a James contra un muro cercano, sabia que lo que mas le dolería quizás seria el orgullo, pero tenia que mostrar de alguna forma que no estaba siendo simulado, había logrado reaccionar rápidamente a uno de sus siguientes ataques, no perdía de vista a Azuka y a Arthur. Pues a fin de cuentas tenia que hacer bien mi papel. Me acerque entonces a unos metros de James esperando que se pusiera de pie, para tomarlo del cuello y ponerlo contra la pared.

- Señora Azuka si necesita me ayuda dígamelo yo me encargare de este estorbo para ayudarla de ser necesario –mencione sosteniéndolo por el cuello, en eso saque una de mis dagas y la puse en sus cuello, me acerque un poco y relamí su mejilla, a la cual le hice un corte con la daga- Actuemos bien entonces, espero no haberte herido demasiado –murmure en voz baja solo para que el pudiese escucharme- Matar un lobo me agrada pero su sangre no es siempre de un buen sabor –dije en voz alta para que Arthur y Azuka pudiesen escucharme, el acto debía continuar y deje un poco suelta mi mano y no lo acorrale del todo para permitir que el pidiese golpearme y liberarse fácilmente.

Arthur había volteado para posar su mirada sobre la vampiresa, quien, sin inmutarse escuchaba las palabras que le decía, y, sí… tenía razón, una muerte rápida no sería entretenido, y; de todas maneras, tenía por seguro que el viejo lobo lucharía hasta el último instante de vida… no dejaría extinguir su existencia de buena gana, y… en el proceso, buscaría tratar de eliminar a quienes se convertían en una amenaza para sí… los traidores nunca eran bien vistos; pero… el mismo Arthur sabía que se traicionarían mutuamente, lo que no sabía es que ella lo haría tan pronto… y mucho menos, que uno de los suyos colaboraría en el proceso.

Arthur no se movía, al parecer no sería el primero en atacar, y ahora James presumía de una trampa hacia la vampiresa, siendo el primer ataque solamente la carnada para que Azuka saliese de su escondite… pero la vampiresa sabía muy bien que esto no era así, la ambición en los ojos de James, lo delataba sin lugar a dudas… el poder era lo que deseaba, y ahora utilizaba esa excusa para no mancharse las manos… claro, mataba dos pájaros de un solo tiro, si con algo de suerte Arthur lograba quitar la vida a la vampiresa mientras ella le quitaba la propia… pero, eso no estaba entre los planes.

Ahora su licantropa aliada comenzaba una batalla contra su congénere del bando contrario, quien, terminada esa noche, sería su próximo enemigo… pero, la búsqueda de poder que tenía, sería una desventaja para el mismo… Arthur, por su parte, tenía de su lado una amplia experiencia y sabiduría, siendo un espléndido estratega también… cosa que aquel joven lobo no tenía a su favor; así que… era mucho más ventajoso tener a un joven e impulsivo licántropo como enemigo, antes que uno viejo y sabio.

-Adelante querida… yo me divertiré por el momento…

Respondía a Gissiel quien por su parte hacía un magnífico papel, fingiendo ser una subordinada al mando de la vampiresa, atacando con fiereza a su enemigo… pero la aguda visión de la vampiresa se daba cuenta de que cada golpe era finamente controlado, aunque varios ataques eran sumamente certeros, bien podría haberle causado daño severo… pero bueno, era parte del teatro que montaban en ese instante; ahora le daban pie a la vampiresa para que disfrutase de una magna batalla con su némesis… la última, una cara a cara… con la gloria que merece tal enemigo para caer.

La vampiresa ahora centraba su atención en su enemigo, con su hermosa espada bañada en plata…” Manguetsu”, lista para destazar vieja carne de lobo, y bien… ella también debía de procurar mantener el teatro… cosa que le salía bastante bien, era una actriz nata, pero, contrario a Gissiel y James, los golpes que asestara tendrían intención de matar, todos y cada uno de ellos, aunque, con la gracia y elegancia que ella poseía… aquella batalla bien podría verse como una magnifica danza, donde habría un perdedor al terminar la misma, cuya derrota le costaría la existencia… y claro… estaba segura que sin importar el resultado de aquella batalla, Arthur iba a caer también, pues… los otros dos se encargarían de ello…

-Un digno oponente… que la batalla empiece…

Musitó observando fijamente a su contrincante a los ojos, para luego dar la primera serie de estocadas… logrando hacer algunos cortes, pues, su enemigo poseía excelsos reflejos, no obstante, ahora se encontraba sumamente agotado, lo que le sería una gran desventaja para enfrentarse a la vampiresa.

La vampiresa vio su brazo izquierdo empalado contra la pared, pero, a pesar de esto, en el rostro de aquella señora de la noche no se vislumbró ni la más mínima expresión, pues, estaba muerta en buena teoría, y el dolor físico no significaba gran cosa para ella… su licantrópico enemigo parecía confiado, y se acercó sin premeditaciones para tratar de torturarla, olvidando, al parecer, el hecho de que en la mano derecha de la vampiresa seguía su espada muy bien empuñada.

La vampiresa aprovechó la confianza y el descuido del lobo mientras que afilaba sus garras contra la pared, clavándole la espada en la parte izquierda de su pecho, rasgándole ligeramente el corazón… el veneno de la plata de su espada le sería fatal sin una atención adecuada, y claro, al no obtener advertencia ni ayuda alguna por parte de su camarada, se daría cuenta fácilmente de que la emboscada original que recibió por parte de él iba realmente en serio, y no era solamente distractora… ahora era que se percataría de que la traición que recibía aquella noche no era efectuada solamente por parte de la vampiresa.

Luego de herir a Arthur lo suficiente para alejarlo de ella por un instante, sacó el arma punzo cortante que le aprisionaba su brazo aún sin mostrar la más mínima expresión en su níveo rostro, quedando libre, con una herida que cerraba a pasos agigantados, disponiéndose ahora a responder a las palabras que él le había dicho con anterioridad.

-Vamos Arthur, deberías de conocer demasiado bien la respuesta a ese cuestionamiento… tu mismo lo dabas por un hecho desde el momento en que nuestra alianza se había pactado… ¿acaso pensabas que esperaría pacíficamente a que tu tratases de destruir a los míos?...

Le dijo retóricamente, ladeando ligeramente su cabeza sin perderlo de vista, sabiendo que el veneno de la plata ya debía de estar corriendo por su torrente sanguíneo, causándole un dolor prácticamente intolerable… ella sabía a la perfección que así era, lo había visto infinidad de veces en cientos de licántropos durante sus siglos de existencia.

-Por tu expresión he de suponer que el sorprendido eres tú, ¿no es verdad?...

Le dijo con frialdad y ese tono gutural en su voz que solamente ella poseía, con un deje de seducción en el mismo… pero en ésta ocasión la frialdad y lo tétrico en el mismo era mucho más notorio.

De reojo observaba la batalla entre James y Gisiell, que parecía lo suficientemente seria, esto porque la vampiresa solía siempre tener sus sentidos alerta ante todo lo que sucedía a su alrededor, para evitar alguna clase de improviso, no obstante estaba prioritariamente concentrada en los movimientos de su contrincante, no le permitiría herirla nuevamente tan sencillo como lo hizo antes, así que vigilaba sus movimientos con sumo detalle.

No esperaba menos de James, no lo habia conocido lo suficiente pero en ese momento lo haría claro que esperaba que no se diese cuenta de quien era ella, así que solo debía procurar hacer ataques a distancia y no dejar que percibiera mucho su aroma. El habia tomado su arma y sonrió levemente como intentando demostrar que esa la habia puesto demasiado fácil, tenia que ser mas cuidadosa. Lo miro con atención, escuchando su susurro a la distancia, respire levemente como intentado aspirar un aroma, asentí al escucharlo, saque una nueva daga de entre mis ropas mientras relamí mis labios, los instintos psicópatas. Después de todo hacer el papel de vampiro era algo que similar y tenia que hacerlo bien, pero quizás mi aroma se estaba volviendo mas perceptible, era hora de mostrar una imagen algo temerosa.

- Eso es lo que esta por verse … miserable perro faldero –mencione mientras de una rápido movimiento me acerque al cadáver de los vampiros y lance uno de estos al aire cortándolo de unos cuantos tajos de mis dagas en el aire, la sangre de este cayo sobre nosotros como una lluvia, densa y roja. La misma cayó sobre mi, necesitaba usar ese aroma, el penetrante aroma de la muerte para poder ocultarme de James. Sonreí levemente entonces y dando unos cuantos pasos mas hacia atrás lance mis dagas hacia el con fuerza para atacarlo con dos golpes seguidos de una patada lateral y otro par de golpes triples, tenia que ser mas convincente, no perdía de vista a Asuka y Arthur. Al terminar sus ataques en consecuencia dio vuelta a las dagas sujetándolas como hacia arriba en lugar de hacia abajo y dio dos tajos en el aire intentando lastimarlo nuevamente, por lo menos rasgar sus ropas.

Su cuerpo y ropas cubiertos de sangre despedían un olor casi putrefacto que muy bien podía hacer cada vez menos perceptible el aroma de un licano, lo que deseaba ocultar. Respire levemente mientras note el aroma de la sangre de Arthur en el aire, Azuka estaba haciendo un muy buen trabajo, pero aun así tenia una duda, saber porque James traicionaría a Arthur, eso lo sabría mas adelante.

Podía notar en el rostro de Arthur, como el veneno, lentamente se apoderaba de su sistema, para sobrevivir, lo ideal hubiese sido mantener la calma, no agitarse en absoluto, pero, contrario a ello seguía moviéndose, provocando, en consecuencia, que la sangre fluyese con mayor rapidez por su sistema, inundándose con la plata... la expresión en su rostro se hizo pronto mucho menos notoria; cuando él optó por tomar su forma lobezna, para así asegurarse mucho más poder de ataque, lo que evidenciaba también, que se encontraba en graves problemas... iluso si pensaba que James era su ventaja, pues... pronto se llevaría una gran sorpresa.

La enorme bestia había conseguido lanzar el delicado, en apariencia, cuerpo de la vampiresa contra una pared, de la cuál se bajó rápidamente, observando al licantropo abalanzarse con rapidez bestial contra ella, aunque se notaba que los estragos del veneno comenzaban a afectarle, pues, no llevaba la precisión que debería en sus movimientos.... Observó como levantaba su pata derecha, una tontería si realmente pensaba que, con la velocidad que ella poseía, se quedaría ahí quieta para recibir el impacto de todo su cuerpo sobre sí al intentar aplastarla... la vampiresa se movió con agilidad esquivando el golpe, aprovechando para cortarle de un tajo todo el talón del pie con el que pensaba atacarla... esto lo imposibilitaría, y como lo atacaba con la misma espada, el veneno lo afectaría ahora desde abajo.

Sus movimientos y los pocos gestos que podían diferenciarse bajo aquella piel de lobo dejaban claro que la desesperación se comenzaba a apoderar de sí... lamentablemente para él, entre más se moviese, mucho más le afectaría el veneno, y bueno, lamentablemente la ayuda nunca iba a llegarle... la vampiresa dio un giro en el aire, aterrizando unos cuantos metros de lado, aún tan afectado, en su estado bestial podía ser muy peligroso... y una mordida de lobo era lo que menos necesitaba.... Eso, para cualquier vampiro significaba el convertirse en berseker, y, para la líder de los hijos de Caín, ese sería el deshonor más grande... pues, sería exiliada de todo el mundo vampírico tal cuál.... ese era el destino para todos aquellos inmortales envenenados con tal virus... por ello, procuraría mantenerse a una prudente distancia, el veneno, se encargaría de él mucho antes que el filo de su espada...

-Vamos Arthur... es todo lo que tienes?...

Le decía procurando incitarlo... entre más se moviese más rápidamente fluiría su sangre, y con ella, la plata destruyendo su sistema.... aunque ahora, con el talón amputado, le sería mucho más difícil el poder moverse con libertad, lo que le daba una ventaja mucho mayor a la vampiresa para poder esquivarlo.