Encuentros Oscuros

Miedo, nada más, miedo era el que sentía ahora lejos de la protección del príncipe, viviendo con Vladimir y teniendo aquella viva que jamás tuvo. Era extraño, se sentía con demasiado tiempo libre, lo que la agobiaba porque descubrió su padecía de hiperactividad, demasiado curioso, ella que se consideró así misma como muy tranquila, pero ahora, necesitaba ocupar su tiempo en cosas, en lo que fuera, aunque de momento estaba acostumbrándose más esa vida nueva, el tener que usar ropas distintas, que hacían juego con su vida nueva.

No más cuidados especiales, no más mimos excesivos que sólo se preocupaban de la imagen, ahora ella era la señora de su existencia y aprendía, a duras penas, a gobernar sus actos. Cocinaba, ordenaba la casa de Vladimir, que intentaba que no se sintiera obligada a aquellas cosas, pero Temperance había sido educada en la estricta enseñanza vitoriana, y sus actos siempre estaban marcados por aquel anacrónico comportamiento d señorita educada, amable y que controla sus emociones.

Dejaba la casa durante el día, como dijo, no se ocultaría y si su fin iba a llegar que así fuera, pero no iba a estar escondida sin ver la luz del sol, sólo así podría probar lo que Everett la quería, o si sólo sentía que la poseía. Debía hacer las compras para la cena, luego de eso, iría a la biblioteca en donde pasaba el resto de la tarde escuchando o subía a la azotea de un teatro, en donde la sinfónica estaba tocando. En esos pocos días había hecho lo que su corazón dictaba, y aquella sensación la hacía sentir incluso más fuerte que la sangre de vampiro. Odette también pronto volvería a ella, se había empecinado en ello, una niña debía estar con su madre, y así debía ser.

Caminaba con las bolsas de las compras por la calle, tarareando una canción y quedando viendo un aparador, en donde había un gatito que estaba durmiendo, se entretuvo observándolo, ¿y si tuviera una mascota? debería trabajar, eso se propuso en ese instante mientras la noche caía sobre la ciudad.

Un poco distraído en sus labores diarias, le cae una llamada que lo pone dichoso al igual que algunas pasadas sobre el asunto de la vigilancia de la pequeña Temperance Brunswick, había prometido a su madre llevarla a su lado y aun sigue tratando de acercarse mas a ella, las veces anteriores habían sido pequeños encuentros en los que se producían incidentes como alguna fruta caída de su bolsa de compras, pequeños choques y disculpas de su parte, algún gesto caballeroso al cederle el paso, ayudarla a pasar algún charco, pero ahora esta sola, para su suerte no esta mas con su príncipe, apenas ha escuchado que ahora es como un humanos mas, libre, aunque no sabe que tanto y es lo que averiguara, pero no puede salir sino es hasta que el sol se oculte, así que un tanto impaciente espera en su oficina tratando de mantener la postura, pero cuanto mas lo miraba su secretaria mas se inquietaba por salir, quizás hace gestos que le hacen gracia a la chica ya que sonríe casa que se asoma a la puerta de vidrio.

No prestando mas atención al entorno se dedica a revisar los prestamos hechos a constructoras enarcando una gran sonrisa - es lo que adoro de esta ciudad, los prestamos nos dan buenas ganancias - se relame los labios viendo números, sacando porcentajes ademas de las estadísticas de empresas a las que le hacen prestamos y si han habido perdidas anteriores en el historial financiero de estas, se entretiene tanto que de no ser porque es vampiro se asustaría por la forma en que la secretaria toca a la puesta, ve que le señala el reloj, ve el suyo y enarca una ceja sorprendido, como en cualquier día se prepara para salir esperando a que la gente deje el banco, sale en su amado BMW haciendo unas cuantas llamadas para saber el paradero exacto de la chica, su hombre le da dirección y hasta indicaciones de donde puede ir a estacionarse e igual el le indica que abandone el lugar.

Los detectives tienen por entendido que se trata de una chica a la que quiere conquistar, no lo conocen de rostro solo que reciben un buen cheque por sus servicios a un banco que no es ni es suyo, sino uno de los tantos en los que su familia tiene dinero. Llegando al lugar que le había indicado aquel hombre se estaciona aunque no donde le ha indicado sino a unas cuantas cuadras, no se piensa dejar ver por alguno de ellos y sabe que si lo podrían hacer porque pueden estar cerca de ella, pero igual tiene tiene modos de saber de quien se trata y si han estado ahí, así que eso aminora un poco su preocupación por dejar rastros entre otros humanos.

Deja de dar tantas vueltas para llegar rápido al ultimo punto que le avisan a un teléfono que adquirieron para el con una identidad falsa, no andaría por ahí promoviendo su persona aunque también sea un falso con el nombre actual, falso pero con un cargo que cuidar, ya cerca del lugar camina de forma natural parándose a un lado de ella mientras contempla a aquel animal que parece simpatizarle - los gatos son mascotas muy divertidas señorita - comenta tras de ella tratando de parecer un hombre que quiere empezar a entablar una conversación amistosa con una bella dama, es posible que piense que solo quiere coquetear, pero también espera poder usar las palabras que a ella le generen confianza sin importar si sabe de quien se trata.

Se había quedado admirando al gatito, sin tomar en cuenta que tenía solo media hora para llegar a casa, antes del toque de queda, y a pesar de eso, ya era peligro porque con los colores el crepúculo, los vampiros podían salir. Temperance, estaba inclinada ligeramente, y jugaba con su dedito haciendo que el gatito jugara con él, detrás del espejo. En vendedor sale en ese momento, y baja la cortina, ya era hora de cerrar, y la chica da un paso hacia atrás, para dejarlo pasar, y se dispone a irse, cuando siente una presencia que le produce escalofríos.

-pues... sí...- se gira para ver a aquella persona, que cuya fría presencia llega directamente a su nuca de ella -me gustan mucho, pero no tengo ninguno, ¿y ud?- le pregunta, ahora viendolo de mejor manera, reconociendo su condición de vampiro, y era muy simple saberlo, su aura siempre eran más pálidas que los de los vampiros -¿nos conocemos?- pregunta la joven, intentando encontrar el rostro de aquel vampiro entre sus recuerdos, pero no recuerda haberlo visto en las reuniones de los brotherhood.

Pero no alcanzarían a conversar nada, una persona apareció de pronto, llegando al lado e ambos, Temperance estaba fijamente mirando al vampiro, y no nota a la persona, hasta cuando hablar. Su voz... la reconocía perfectamente. Y se gira hacia él, en dos pasos ya estaba colgado de su cuello, abrazándolo con mucha fuerza.

-Phill... Phill, eres tú- su voz sonaba llena e vitalidad, lo abrazaba con fuerza hasta que lo fue soltando para que la viera, -soy... Temperance, ¿me recuerdas?- preguntó, soltado al muchacho, y esperando realmente que la recordara, porque ambos habían sido grandes amigos desde la infancia, y hasta hacia dos años, cuando se pronto, se dejaron de ver. La joven apreciaba mucho al hombre, era su único amigo humano, su compañero, y cuando se fue, le dolió mucho, era perder a un familiar más, sin explicación posible a esa pérdida.

El vampiro estaba frente a ellos, y como testigo externo observaría el reencuentro entre ambos humanos, que de momento lo ignoraban, por lo menos Temperance que estaba más preocupada y enfocada en Phill que lo volvía a ver, pero el humano estaba más preocupado en la seguridad de la muchacha, porque se se presumía siempre que un vampiro con una muchacha, solos, no terminaba bien.

Estaba a punto de responder con una media mentira cuando llega un tipo preguntando una dirección, mira hacia atrás el horizonte notando la punta del edificio que menciona haciéndolo pensar que es solo una escusa para interrumpirlos, a lo mejor su condición de vampiro los pone sobre alerta, eso le molesta mucho, mas impertinente no podía ser aquella persona, hace un mal gesto ante su presencia cuando de repente le cae una llamada que le dice algo que lo hace hastiarse, para nada nada la había taloneado y tratar de ser amigable, solo es una sospecha, pero no le gusta perder el tiempo y menos actuar como un vampiro bueno.

Un tanto molesto cuelga y ya no dice nada a la muchacha que esta feliz abrazando a su viejo o no tan viejo amigo humano, por el momento le deja de interesar y ya no ve necesaria su presencia en el lugar, claro que tampoco quiere parecer un total mal educado al que le han estropeado los planes aunque también tiene en cuenta que quedarse seria hace un mal tercio, simplemente su condición social no es para envolverse en tales tonterías humanas que no le sientan nada bien ya que es un poseso.

Los dejo jovenes, pasen una buena noche - continua so camino sin un rubo claro, había pensado en ganársela comprando el gato, tal ves no del todo porque una simple mascota solo es una forma de ir agradandole a una persona, pero se insiste que el recién llegado no ayuda en nada ni necesita ya acercarse a esa personita, ya se verían las caras en otro lugar, en lo personal no tolera ver las relaciones afectuosas entre otros seres mas que la suya con su madre y su estimada amiga.

Algo curioso había pasado, el vampiro simplemente había dado un paso hacia atrás y se iba a alejar de los dos jóvenes, Temperance intentó soltarse de su amigo, pero este la tomó d la cintura de una manera más fuerte, arrimándola a su cuerpo, ella levantó una ceja y bajó los brazos, mirando al vampiro alejarse, él no había esperado que se despidieran los dos, aunque claro, no había mucho que decía, Temperance no lo conocía y su amigo tampoco. La chica se mordió el labio inferior, pensando que quizás ese vampiro intentaba algo con ella, porque se le hacía algo extraño su repentino acercamiento y ahora cuando ya no estaba sola ella, se iba,

-demasiado extraño...- susurró, pensando en voz alta, y ahora ya separándose de Phillipe, que la miraba y le preguntaba por su estado. Temperance, puso sus manos detrás de su espalda, y le sonrió, tenía el cabello suelto, y caía por sus hombros, aunque un mechón cubría su ojo derecho.

- si, ya ha pasado mucho tiempo desde que nos dejamos de ver, pero estas cambiado, un poco pálido eso sí- ella levantó su mano sujetando su quijada y moviendo la cabeza del joven para observarlo mejor - ¿estas enfermo? - le pregunta, soltándolo y viendo lo que le ofrecía -oh, no, no fumo, nunca lo he hecho - se encoge de hombros, y da unos pasos hacia delante -debemos irmos ya, ¿está cerca tu casa? es que iniciará el toque de queda, pero no quiero terminar así este encuentro, podría ir a tu casa?, me gustaría saber como has estado, como sigues, y que has hecho, claro - animadamente, se toma del brazo del joven, y espera que comience a caminar - igual podríamos ir a mi casa, o sea, donde me estoy quedando, no creo que a Vladimir le moleste, ¿vamos? - lo mira con ojos ensoñados hacia arriba, en un muy buen intento para persuadirlo de acompañarla más tiempo aún.

Temperace siempre había sido pálida, ojerosa, pero desde que había dejado a Everett, su piel comenzaba a tener un color más natural y sano, peor nunca sería como la piel de otra muchacha, todo aquel tiempo en las sombras, y que su sangre era tomada como bocado, la había marcado para siempre. Pero ahora lucía hermosa, y sobre todo, feliz, demasiado feliz para su propio destino. Entrelazo con aus heladas manos el brazo del chico y lo siguió mirando hacia arriba, había un aire agresivo, tosco, muy masculino en Phillippe, mas que el que recordaba. Parecía haber madurado, pero con ello, su corazón se había tornado mas duro, no era el joven que tomaba la mano de Temperance y le decía al oído que dejara aquella vida y que se fuera con él.

Ella había dejado aquella vida, pero no de la mano del joven, había cumplido su promesa pero no de la manera que seguramente Phill tenia planeado, Temperance le hacia prometido que si las cosas se volvían demasiado preligrosas para ella dejaría ese mundo y lo buscaría, no había cumplido con la ultima parte, de hecho solo recordaba la primera parte de la promesa. Pestañó unas tantas veces, y aligeró el paso, para apurarlo, la hora los estaba cazando y si no se apuraban, se expondrían a muchos peligros.

-Vladimir es...-la verdad es que no supo que responder, Vladimir había declarado su amor por ella, y ella había hecho lo mismo, segura de lo que su corazón emitía en cada palpitación, pero a pesar de eso, no habían puesto nombre a lo de los dos, solo estaban juntos, viviendo en la misma casa, compartiendo la misma cama, aunque sin haber hecho aun el amor. Su relación se había vuelto contemplativa prácticamente, por eso no sabia ahora como referse a Vladimir, solo emitió una sonrisa tibia, con las mejillas sonrojadas - es la persona que amo...- declaro y se mordió el labio inferior, separandose un poco de él caminar ambos mas cómodos.

-deje la mansión, a Everett, dejé todo aquello... Y ahora vivo con Vladimir, empece a tocar mas el cello y me están llamando a presentaciones, parece que gusta como toco- se encogió de hombros, era algo de lo que no estaba convencida, a pesar de haber tenido educación en la música, aun no estaba segura de sus talentos.

- y tu? Que has hecho... Te fuiste y no te volví a ver mas - no quería cobrar sentimientos, ni recriminar nada, pero le dolió mucho que simplemente se fuera. Lo miro a los ojos, mientras seguían caminando alejandose de las personas rumbo a la casa de Temperance.

Phill parecía estar sacado de otro mundo, y puesto en esta realidad, que se le hacía alterna, la chica se encogió de hombros porque resumir los detalles de lo que había pasado en la ciudad, haría que el relato fuese carente de la fuerza e intensidad que en realidad fueron los hechos. Frunció sus labio pero ese gesto fue desarmado cuando el chico va a su mejilla y la besa, Temperance lo queda mirando y le sonrie, con un ligero tinte rojo en sus mejillas, como cuando niños, el chico buscaba sus labios y los acariciaba ante la dulce sonrisa de la espiritista.

-quizas debiste quedarte en Italia, por lo que sé, ahí los canitas no están tan fuertes como acá - moja sus labio y se toma del brazo del chico - Everett es el príncipe de la ciudad, el jefe de los Brotherhood, y gobernador de New York... hasta hace poco le pertenecía, pero ya no, y no sé si eso lo ha dejado tranquilo, pero bueno...- lo queda mirando hacia arriba -¿supiste lo que pasó para el Winter Festival? fue una matanza, una desgracia, yo casi muero, pero Vladimir me salvó... y desde ese día casi no hemos podido estar separados, lo intentaron, pero yo escapé para estar con él - se separa un poco del chico, siempre sentía ese nerviosismo de ser atrapada -¿en donde estas viviendo?- le pregunta ya la hora del toque de queda estaba por comenzar.

-los humanos no pueden estar en las calles luego de las 9 de la noche, por eso quiero saber donde vives, paraver si te queda lejos, y te quedas conmigo... te he extrañado demasiado - toma su mano y entrelaza sus dedos con los de ella, era su mejor amigo, a pesar del tiempo, y aún así lo sentía.

la joven lo miró con color en las mejillas, sonrojada por el pudor que le produjo las palabras de su amigo, porque realmente había pasado muchas cosas en ese corto tiempo, pero se sentía ahora paz... lástima que esa paz seria momentánea y vendrían muchos más dolores que la levarían a los límites de su cordura. Pero de aún no sucedían esas cosas, Temperance estaba tranquila, feliz, enamorada... aunque era una relación como el mismo Phill decía, tenía a Vladimir en un pedestal, y ambos tenían ese amor que se había vuelto de admiración, lejos de la carnalidad.

- en un pedestal... creo que sí, creo que a veces lo que siendo es una admiración profunda, pero es extraña... muy extraña... pero me gusta, no me siento presionada, ni obligada a nada, él... no intenta imponerme nada, y eso se lo agradezco demasiado- se encogió de hombros y se fue detrás de su amigo que se alejaba de él rumbo al departamento del chico -eh... Phill, no puedo ir contigo, me esperan en casa, y se preocupará si no llego, además, nunca... me he quedado fuera de casa en este tiempo, sé que se preocupará - Vladimir aún pensaba que la chica se iría en cualquier momento, cuando Everett decidiera reclamar lo que le pertenece, y se la llevara lejos del vampiro para siempre.

- puedes.. ir tú a mi casa, ahí conocerás a Vladimir y podremos seguir conversando, tengo muchas ganas de seguir conversando contigo - se había quedado parada delante de él, sujetando la correa de su bolso, y con una bella sonrisa en los labios. El viento sopló y revolvió sus cabellos, danzaban llevando su aroma a aquel lugar. La chica intentó despejarlo de su rostro, para poder seguir viendo al chico, y esperar su respuesta.