Can you hear the night? #Angelique

Me sentía ajeno al bullicio que me rodeaba, incluso cuando el sol ya se ocultaba y todo se teñía de oscuro, la vida en Central Park era imparable. Aquí y allá la gente hablaba, otros estaban sentados, solos y callados, en las pistas de patinaje la gente parecía diverirse, podía escuchar sus risas con total nitidez y algunas de esas risas me hacían reír a mi por dentro. Adoraba patinar, en su día lo había adorado y realmente se me daba bien, aunque siempre a William mejor que a mi.
Me detuve un segundo y me golpeé mentalmente por aquel pensamiento, no, no quería que la melancolía me mordiese otra vez, se suponía que yo ya no era así, ya no era un niño desde hacía mucho tiempo.

Seguí caminando, hasta un pequeño banco debajo de uno de los imponentes árboles que rodeaban el camino asfaltado, me senté allí y alcé los ojos para intentar ver algo a través de las casi permanentes nubes que impregnaban el cielo.
Definitivamente, necesitaba una distracción, necesitaba distraerme, olvidar las miradas desconfiadas que cada vez recaían en mi con más insistencia. Quizás eran mis ojos lo que me delataban, entre tantos corazones vivos en aquel lugar yo era uno muerto y como yo, cada vez éramos más. Devolví aquellas miradas, no les odiaba por su desconfianza pero me gustaba ver como tras esa desconfianza había curiosidad, a veces ansia, a veces, deseo.

Sonreí para mí y seguí esperando algo sin saber bien el qué, dejándome llevar por esos pensamientos que siempre solía evitar. Necesitaba salir de ellos.

Una mochila cayó a su costado izquierdo, justo sobre la banca en la que se había sentado el vampiro y desde la que ahora miraba los rostros de los humanos. Su dueña, una chica de apariencia rebelde y desenfadada, la había dejado caer antes de sentarse ella misma a su lado y prender un cigarrillo Camel con un encendedor plateado.

Ella aspiró el dulce sabor que le proporcionaba y en seguida dejó salir el humo por los labios, procurando hacerlo de forma lenta y pausada.

- Quizás te miran tanto porque llamas demasiado la atención… o quizás lo hacen porque aún no termina el día… ésta hora les pertenece a ellos y no a los no muertos ¿No es demasiado temprano para que los vampiros salgan a jugar?- preguntó haciendo alusión al toque de queda que se había instaurado para ambas razas en los últimos meses.

En su voz no había reproche ni furia o sarcasmo. Tampoco pretendía cuestionar su presencia (después de todo ella misma había trasgredido el toque de queda muchas veces y continuaría haciéndolo) pero de alguna manera tenía curiosidad por la presencia de aquel ser aún a pesar de las nuevas reglas del juego.

Había sido demasiado directa y tal vez lo que había hecho era muy osado para ser una humana y sin embargo no había rastro de miedo alguno en su timbre de voz, por el contrario, la forma en la que hablaba era firme y denotaba seguridad… tal vez demasiada seguridad.

Sonreí ante aquella voz desprovista de miedo, por demás firme y segura, pocas veces desde mi transformación me había topado con humanos que no se amedrentaran ante la presencia de un vampiro. Me relajé en el banco y me giré hacia ella, tenía unos ojos bonitos rodeados de espesas pestañas negras y fumaba de forma distraída.
-Nunca es demasiado temprano para salir a jugar.- sonreí de lado -Me miran porque piensan que saltaré sobre ellos.

De lejos escuché una exclamación aguda con la voz dulce de una niña que gritaba "¡Mira mamá! ¿Ese chico es de los malos?" y al girar la vista vi como la mujer que en efecto, debía de ser su madre la obligaba a apartar la vista de mi. Me carcajeé tapándome la sonrisa con la mano, la voz de aquella niña había mostrado simple curiosidad, no miedo y me había recordado a William, tanto que por un momento creí verle alli, esperándome donde en realidad no había nada.

-¿Y tú? ¿No tienes miedo de que alguien como yo esté tan cerca?- se notaba que no, cosa que me resultaba realmente interesante y me ayudaba a apartar aquellos pensamientos. "Alguien como yo" pensé en esas palabras... ¿Qué me diferenciaba realmente de un humano? ¿Mi falta de pulso? ¿Mi sed? Yo no era un asesino, no buscaba su destrucción, era la misma persona que lo había perdido todo pero a diferencia de ellos, yo estaba anclado a la no-vida para siempre.

La voz de una pequeña llamó su atención y al notar la escena que tanto ella y su madre protagonizaron, Angelique resopló y mostró una sonrisa sarcástica. Era bastante usual ver escenas como aquellas cuando se presentaba algún vampiro en los alrededores, sobre todo en las últimas semanas, después de la masacre del Winter festival, pero ella aún no se explicaba el cambio repentino de los humanos hacia los seres como el que tenía al lado de ella.

- ¿Miedo?- exhaló un poco de humo y giró su rostro hacia él- ¿debería tenerlo?- le preguntó enarcando una ceja.

Pero sus preguntas eran meramente retóricas, porque en la vida de Angelique la presencia de los vampiros era el menor de los problemas.

- Creo que debería tenerte tanto miedo como el que me tienes tú a mí- respondió al fin y sonrió- podemos verlo así: la única diferencia entre tú y yo es que tú te alimentas de sangre y yo prefiero una ensalada.

Ahora que lo veía con más detalle, su rostro le parecía conocido, no recordaba con exactitud el lugar donde lo había visto pero, aunque estaba segura de que no se conocían, sabía que no era la primera vez que había visto esos rasgos.

- ¿Y tú no tienes miedo que alguien como yo esté tan cerca?- le devolvió la pregunta antes de sacar la caja de cigarrillos de la mochila y ofrecerle uno… después de todo a él no lo iba a matar.

Era evidente que no temía lo más mínimo mi presencia, ni siquiera parecía afectarle lo más mínimo estar al lado de lo que la gran mayoría consideraba un monstruo, y me gustó que así fuera.
-No soy de las criaturas más peligrosas que salen a jugar.- sonreí y me fijé algo más detenidamente en sus rasgos que, realmente llamaban mi atención. Era guapa sin poseer la belleza fría de un vampiro, la suya era una belleza viva y natural, por sus ojos y la expresión que veía en ellos, también era rebelde.- Hubo una vez en la que yo también habría preferido una ensalada, en el fondo no somos tan diferentes.

Acepté el cigarrillo que me ofrecía. Cuando era humano, jamás había considerado la idea de fumar pero con el tiempo, después de mis transformación había pasado mucho tiempo obsesionado con probarlo todo, buscando una forma de sentirme vivo de nuevo, quizás.
Al sentir el humo deslizándose por mi garganta y mis pulmones, volviendo a salir por mis labios a veces parecía que volvía a respirar, aunque respirara ese sutil y lento veneno que no podía hacerme daño alguno.

-Quizás yo sí debería tenerlo... Alomejor eres tú quién ha salido a jugar.- pasé el cigarrillo entre los dedos, dejé que el humo saliera solo de entre mis labios muy despacio y observé como trazaba extraños dibujos en el aire ascendiendo hasta desaparecer.

No pudo evitar reír ante su respuesta de una forma discreta, porque en cierta forma era verdad, había salido porque estaba realmente aburrida y la expresión “salir a jugar” definía muy bien sus motivos para estar en ese lugar.

- Touché- respondió antes de inclinarse levemente hacia él, aprovechando que estaba distraído con el humo del cigarro- ya que los dos estamos aquí y aparentemente la gente no va a dejar de mirarte ¿te gustaría venir a jugar conmigo?... Tengo algo en mente…

Estando tan cerca pudo notar que sobre el cuello del muchacho se asomaba un objeto bastante particular, se trataba de una plumilla de guitarra (un objeto curioso para usarse como adorno) pero no fue lo que sus ojos mortales vieron lo que llamó su atención si no lo que sus ojos de bruja pudieron distinguir: aquel objeto despedía mucha energía, como si para el muchacho que tenía frente a ella fuera de suma importancia, como si en él se hubieran vertido cierta clase de sentimientos y fuera una especie de amuleto. Pero Angelique no dijo nada, incluso reprimió sus ganas de tocar la plumilla, y prefirió levantarse de la banca y extender su mano hacia él con intención de jalarlo y así ayudarlo a levantarse pero a la vez como forma de presentación.

- Me llamo Angelique- agregó y por un momento mordió su labio inferior haciendo un gesto travieso.

Sabía que se estaba metiendo en terreno peligroso, lo había invitado porque por alguna razón quería conocerlo pero... estaba consciente que no era mero interés en una buena conversación si no tal vez…

- ¿qué dices? ¿Te arriesgarás a venir con una desconocida?

-Para eso estamos aquí... ¿No es cierto? Para jugar.- hacerme el interesante no se me daba del todo bien, cuando lo intentaba parecía estar a punto de echarme a reir. Seguí con los ojos fijos en el humo y sus dibujos en el aire.

Notaba su mirada fija en mi, aunque no sabía que era exactamente lo que miraba, no era una sensación desagradable y no me moví hasta que escuché de nuevo su voz.
Me sorprendió su invitación, enarqué casi de forma juguetona una ceja, volví a colocar el cigarro entre mis labios y aspiré despacio, ella se levantó y se presentó tendiéndome la mano.
La cogí con la mía, su piel estaba cálida al contacto con mis dedos y con mis labios cuando la rocé como si yo de verdad fuera un caballero, no era algo que concordase mucho conmigo y me reí de lado al pensarlo.

-Yo soy Liam, es un placer conocerla, señorita.- sonreí al ver como ella se mordía el labio de forma traviesa.
Su invitación era algo inesperado, quizás arriesgado o quién sabía, también podía ser peligroso pero si me paraba a pensarlo, eso no era un impedimento, me dejé llevar por sus ojos y asentí.

-Hace demasiado tiempo que no me arriesgo... Quiero saber que ronda por esa cabecita.

Al contacto sintió el frío de su mano y lo suave de su piel. A veces olvidaba que los cuerpos de los vampiros estaban muertos y sin embargo no se inmutó pues para su sorpresa los labios del joven ya rozaban el dorso de su mano y a ella aquel gesto le pareció interesante y agradable. Por demás quedaba explicar la extraña electricidad que recorrió su espina dorsal en cuanto sintió el suave beso y observó la sonrisa que le siguió.
Liam tenía una hermosa sonrisa...

Apartó su mano son suavidad y, hasta cierto punto, con un poco de timidez (algo poco usual en ella) y acarició con la yema de sus dedos contrarios el punto donde momentos antes los labios del chico la habían rozado.

- Si supieras qué ronda por mi cabeza, tal vez lo pensarías dos veces antes de venir conmigo- dijo tratando de apartar de su mente el instante anterior.
Tomó la mochila que había dejado entre ambos y la colgó sobre su hombro derecho.

Mientras le hacía una seña con la mirada para que la siguiera. Había dejado la motocicleta (la cual había adquirido recientemente por necesidad) a las afueras del parque y ahora sería el vehículo que los llevaría hasta su destino.

- ¿Manejas tú o lo hago yo?- le preguntó sacando las llaves de su bolsillo, aún a sabiendas de que él no sabía el destino- podríamos averiguar qué tan buena soy dando indicaciones desde el asiento trasero.

En realidad toda aquella situación le traía recuerdos…

Sus gestos llamaban mi atención, como siempre, me fijaba en las cosas más pequeñas, en los movimientos más sutiles y cada una de sus fugaces expresiones. Me preguntaba si de alguna forma podía ella ver en mi emoción alguna, si yo era otra criatura de aspecto frío como era normal en los de mi especie, esperaba no ser así, aun no quería ser así.

-Los mejores momentos nunca nacen de pensar las cosas dos veces.- volví a fijar mi mirada en los claros iris que formaban la suya.

Sonreí mientras escuchaba sus palabras y seguía su mirada colocándome a su lado, por un lado, la idea de por una vez no saber a donde iba, de arriesgarme sin pensar en nada más me atraía como un imán. Después, era ella y era su forma de actuar lo que me empujaban a dejarme llevar, quizás a la boca del lobo.

-¿Conducir yo?- quizás perdí en ese momento todo el aire misterioso que se suponía que debíamos de tener los vampiros porque la miré a los ojos sabiendo que con esa idea los míos brillaban.
Adoraba conducir, sobre todo las motos, la velocidad y la sensación de libertad en ellas era una de las cosas más adictivas que había conocido. Me aclaré la garganta como si quisiera disimular aquel pequeño gesto entusiasmado que no había podido evitar.
-Quiero decir... Estaría encantado, hace demasiado que no lo hago.

Observó brillar los ojos del vampiro, aquel era un símbolo de peligro, lo sabía desde hacía mucho tiempo y de ser una humana común probablemente hubiera huido en ese instante. Pero a Angelique le encantaba cuando eso sucedía, para ella significaba emoción, así había sido algunos años atrás con otro de su especie y así era ahora.

Su cabeza (más bien Alice) le gritaba que se alejara, que estaba pisando terreno peligroso pero a ella poco le importaba. Estaba demasiado entretenida con esos ojos y los gestos que lo acompañaban.

¿Sería acaso que estaba hipnotizada por la esencia vampírica de Liam? No, no podía ser así, no era la primera vez que veía a un vampiro y tampoco sería la última, y ninguno de ellos la había llamado tanto.

- Lo que bien se aprende nunca se olvida- le dijo casi riendo al notar su emoción.

La chica entregó las llaves de la Kawasaki GTR 1400 que tenían frente a ellos y dejó que él se acomodara en ella. Al final terminó por sentarse en la parte trasera y rodeó el torso del chico con sus brazos para evitar caer cuando estuvieran en movimiento.


- ¿Sabes?... no actúas como un vampiro- le susurró al oído antes de recargar ligeramente su cuerpo sobre la espalda de Liam- vamos.. te indicaré el camino.

Una vez que estuvieran en movimiento Angelique agregó.

- Vamos a jugar un juego... no detengas la motocicleta, puedes maniobrar o desviarte si quieres, pero no bajes la velocidad... veamos si podemos llegar a donde deseo...- gritó desde atrás para que pudiera escucharla.

Aquello iba a ser bastante complicado, sobre todo si tomaban en cuenta los semáforos que no siempre estaban en rojo. La velocidad a la que iban tampoco iba a ayudar, pues motocicletas como esas siempre lograban ir rápido, pero por fortuna para Liam cada vez que un semáforo se ponía en rojo otro se colocaba en verde y cuando parecía que ninguno iba a cambiar, de la nada la luz verde se hacía presente.

Adoraba que me susurrasen al oído, aunque seguramente eso era algo que ella no sabía, no fui capaz de evitar un pequeño estremecimiento que me recorrió la columna. Era cierto, no me comportaba como un vampiro, seguramente porque nunca había querido ser uno de ellos. La elección no había sido mía. Me arranqué aquellos pensamientos, los brazos de ella rodearon mi cuerpo y pude notar como su corazón latía contra mi espalda.

-Vamos a jugar...- sonreí con los sentidos totalmente encendidos, cortamos el aire a una velocidad que pocos se atreverían a alcanzar incluso en carreteras vacías, nosotros estábamos en plena ciudad, estábamos quebrantando cualquier norma y podía notar que a ella le gustaba tanto como a mí.
Los semáforos que no estaban a mi favor, cambiaban en el segundo justo cuando los atravesaba, una fugaz idea cruzó mi mente... ¿Acaso ella...? Apretó con más fuerza los brazos en torno a mí cuando en una curva derrapamos y mi rodilla casi roza el suelo, sonreí.
Estaba intrigado por saber a donde me llevaba, la carrera había agudizado mis sentidos y me sentí más libre que en mucho tiempo.

-¿Más rápido?- dejé que escuchase mi voz, me giré un poco hacia ella a tiempo de ver como el aire jugaba con su oscura melena, estaba rodeada las luces que dejábamos atrás, era algo realmente digno de ver.

Sentía cómo el viento se cortaba ante su paso y la adrenalina que fluía con fuerza a través de su cuerpo. No sabía a qué atribuir que su corazón estuviera tan acelerado, si a la velocidad, a la concentración que necesitaba para hacer que los semáforos cambiaran, o al hecho de que estaba demasiado cerca de él. Pero en realidad la respuesta no importaba, lo único importante ahora eran las sensaciones del instante.

De un momento a otro la motocicleta derrapó y, como reacción, sus brazos se aferraron a él con mayor fuerza para evitar una caída, pero Liam parecía tener todo bajo control y ella sonrió ante la maestría del muchacho e incluso llegó a preguntarse internamente si no lo había hecho a propósito para asustarla.

Sí… el corazón le latía con fuerza y era esa la sensación que la hacía sentir viva.
Observaba el espectáculo de luces y sombras que se creaban a ambos lados a causa de la velocidad a la que iban cuando él lanzó una pregunta al aire y se giró para verla. La maniobra era en sí peligrosa y sin embargo Angelique simplemente sonrió y le dijo:

- ¡Por supuesto! vas demasiado lento- ambos sabían que aquello no era cierto, pero estaban disfrutando del momento y la forma en que Liam manejaba la Kawasaki era sólo uno de los tantos ingredientes que hacían de aquel instante algo único.

Mientras pasaban los semáforos y él aumentaba el número de kilómetros por hora que avanzaban, la chica le señaló una instalación que a primera vista parecía una cabaña, aunque se notaba por el bardeado a su alrededor, que el terreno era bastante grande.

- ¡Ahí! – dijo ella esperando que él pudiera detenerse a tiempo

El chirrido del frenazo de la moto hizo eco por todas partes, en el momento de detenernos eché de menos la sensación del aire casi cortándome la piel. Me quedé frente al lugar que ella indicaba e intenté colocarme el pelo de la forma más digna posible antes de que ella viese mi aspecto después de la carrera y seguramente se echara a reír, aunque pensándolo dos veces, no estaría de más hacerla reír, era algo agradable de escuchar.

-Tenemos que jugar a esto más veces.- sonreí saltando para bajarme, acaricié con la punta de los dedos la brillante superficie de aquella moto. Después la miré a ella, sonreía. Di una vuelta sobre mi mismo intentando averiguar donde nos encontrábamos pero no tenía ni la más remota idea. No se veía un alma y la oscuridad era algo notable, desde allí parecía una cabaña pero no podía estar del todo seguro, aun así, la intriga y la anticipación jugaban debajo de mi piel.

-Es ahora cuando debería empezar a tener miedo... ¿No?- la miré, mordiéndome el labio ligeramente.
Pero estaba lejos de sentir miedo, hacía demasiado tiempo que nada me atraía como aquella situación, ni aquellos ojos que ella tenía, tan misteriosos o incluso más que los míos.

Angelique se aferró con más fuerza cuando la motocicleta frenó en seco. Había sido divertido atravesar casi por completo la ciudad y de aquella manera pero el tiempo sobre la motocicleta se había terminado y ahora era tiempo de poner los pies sobre la tierra, literamente

- Claro, podemos jugar cuando quieras – respondió mientras bajaba de la Kawasaki y trataba de acomodarse un poco el cabello, aunque en realidad bastó con pasarse los dedos entre las hebras para poder desenredarlo.

Desde ahí le observó dar media vuelta, parecía estar tratando de analizar el sitio en el que se encontraba y ella estaba segura de que sería algo completamente inesperado. Estiró los brazos de forma distraída, tratando de acomodarse un poco la espalda después de haber pasado tanto tiempo inclinada levemente hacia adelante por la forma de la motocicleta.

- No… en realidad creo que te vas a decepcionar un poco- avanzó con pasos tranquilos hasta estar hombro a hombro con él- después del despliegue de adrenalina que hemos vivido tal vez esto te parezca aburrido- agregó mientras levantaba la vista hacia lo más alto de la fachada- pero habrá que comprobarlo- volvió a sonreír y le miró de reojo antes de apartarse y correr hacia un enorme árbol que se encontraba plantado justo en el lado derecho de la entrada.

Hacía mucho tiempo que no había regresado a aquel lugar así que no estaba segura de que aún estuviera ahí, pero valía la pena intentarlo. Miró el árbol por unos segundos tras los cuales comenzó a trepar por él. Parecía saber qué rama la aguantaría, en qué parte de él habían sitios en los que podía recargarse con el pie e impulsarse. Subió bastante alto, casi hasta la punta, pero valió la pena pues el par de llaves que buscaba aún se encontraba en aquel sitio, con el mismo llavero de cristal en forma de ángel. Sonrió para sus adentros al verlo y después de depositar un pequeño beso con melancolía sobre él, bajó del árbol y mostró las llaves de forma triunfal.

- Ven conmigo, sabrás qué es éste lugar.

No tardó mucho en abrir la puerta, aunque antes de dejarlo pasar se giró sobre sus pasos para mirarlo frente a frente y le dijo:

- Cuando vine por primera vez a éste sitio cubrieron mis ojos… así que…- tomó la pashmina que llevaba sobre el cuello y terminó por tapar los ojos de Liam con ella, tratando de que el amarre no estuviera muy fuerte para no lastimarle.

No dijo nada más, se limitó a tomarlo por la mano y dirigirlo hacia la entrada, tuvo mucho cuidado para que él no cayera y mientras más se adentraban Liam podía sentir cómo la temperatura bajaba.

- Quédate aquí, espérame.

Tras aquella frase no escuchó nada más por algunos minutos, todo estaba en completo silencio hasta que se escuchó el sonido de un transformador, como si alguien hubiera subido el switch que controlaba las luces… y después silencio de nuevo.

A los pocos instante los pasos apresurados de Angelique delataron su regreso, se había parado a las espaldas del muchacho y comenzó a desatar el nudo de la venda que le impedía ver…

- Ahora puedes descubrir a qué hemos venido…

Al abrir los ojos, Liam vería una pequeña pista de hielo, iluminada por luces de colores y un enorme letrero con luces de neón al fondo.

-¿Decepcionarme? No creo que sea posible-
Trepó al árbol con movimientos casi felinos, no aparté mis ojos de ella mientras lo hacía y despertaba toda mi curiosidad y más lo hizo cuando se deslizó de él y llegó hasta mi con unas llaves tintineando en su mano y un adorable gesto triunfal.

Me guió en la oscuridad, entrelazó sus dedos con los míos y pude sentir la calidez que desprendía contra la frialdad de mi piel. Nos detuvimos ante una puerta y cuando me cubrió los ojos pude notar el suave olor que desprendía la prenda, exactamente el mismo que desprendía su pelo. Cerré los ojos aunque estuvieran cubiertos, me dejé guiar pos sus pasos... no estaba acostumbrado a estar privado de la visión y me gustó aquella sensación... aquel misterio, aquel silencio que rompía con sus pasos y su respración.

La temperatura descendió un poco y un cosquilleo me recorrió la piel, adoraba el frío aunque a penas lo sentía, de paso, me despistaba un poco más y no pude evitar sonreír.

En el momento en el que destapó mis ojos, me sentí como en otro mundo.
Hielo, frío, una enorme pista cubierta de brillantes luces... totalmente desierta, parecia hecha de cristal.
-Esto...- incluso... podía parecer una pista de baile, cuando era niño, bailaba incluso en las pistas de hielo. La sola idea de pensarlo hizo que algo vibrase con fuerza dentro de mi. ¿Hacía cuanto que no bailaba? ¿Hacía cuanto que no patinaba? Ya no podía recordar lo que era- Es increíble...

Salí de mi trance y sonreí, la miré a los ojos y quizás parecí por un momento un niño pequeño pero no me importó, me había llevado a un lugar que siempre había adorado, uno de esos que no pisaba desde que William estaba conmigo.
-Gracias.- susurré, dejé un beso suave en su mejilla, rápido, no quería molestarla y las muestras de agradecimiento no eran mi especialidad pero necesitaba hacerlo. Recorrí de nuevo el lugar con los ojos, era precioso.

Estaba asombrada por su reacción… no… asombrada no, fascinada era la palabra correcta. Liam parecía, por momentos, un niño entusiasmado y a Angelique le gustaba esa parte. Siempre pensó que la mayoría de las personas dejaban ir a su niño interior demasiado rápido, sobre todo en el caso de los vampiros, así que verlo de aquella manera le parecía estupendo.

El asombro que la abrumaba de pronto se transformó en un cosquilleo que iniciaba en la boca de su estómago al sentir los fríos labios de él depositando un beso pequeño sobre su mejilla. El gesto fue tan genuino, y la tomó tanto por sorpresa, que por un instante no supo cómo reaccionar, pero afortunadamente él estaba demasiado entusiasmado con el lugar y no pudo notar el sonrojo que de pronto había nacido en el rostro de la joven.

- De nada – alcanzó a decir.

¿Hacía cuánto tiempo que no volvía a aquel sitió? La verdad es que le había faltado valor para hacerlo. Pero ahora se sentía con la suficiente fuerza para enfrentar los agridulces recuerdos en torno al vampiro que alguna vez había compartido su vida y que se había marchado hace un poco más de un año.

Sus ojos observaron con melancolía aquel sitio y su sonrisa mostró lo que el corazón ocultaba. Esa sensación de haber vivido y perdido tanto a la vez, de volverse más fuerte, de tratar de cerrar las heridas. Por un momento sintió un nudo en la garganta y tuvo que cerrar los ojos y respirar profundo para contenerlo, no iba a dejar que tanta fuerza se desbaratara ahora. Ya había pasado el tiempo suficiente.

- Carpie diem- se susurró a sí misma y abrió los ojos, buscando con la mirada a Liam, aún observaba el lugar.

La chica se sentó en una de las bancas aledañas y comenzó a ponerse uno de los pares de patines que había traído. Tal vez había calculado mal el número de él, pero eso era lo de menos, había más detrás del mostrador.

- Vamos… ésta será otra clase de juego…- le invitó una vez que entró en la pista y comenzó a patinar hacia atrás, para no perderlo de vista.

A toda la velocidad que pude me puse aquellos bonitos patines blancos, me invadía por momentos una pequeña nostalgia. Repasé la cuchilla con los dedos sin llegar a cortarme pero notando su afilado filo contra la piel. Me levanté sin problemas, lo años no habían hecho que olvidase aquella sensación de caminar sobre cristal.

Ella parecía estar hecha para deslizarse sobre la pista, lo hacía tan fácil y tan natural, aunque por un segundo parecía haber una sombra de tristeza en sus preciosos ojos claros. Me mordí el labio, no quería preguntar nada, si había algo que la atormentara... quería hacerla sonreír.
-¿Otro juego?- sonreí, me deslicé con calma hasta ella y alcancé su mano con la mía, tiré un poco y giré despacio para que girara conmigo. -¿A qué quieres jugar?- con la última vuelta enredé mi brazo en su cintura y por un instante chocamos, despacio, midiendo cada movimiento y su rostro quedó a la altura del mío. Sonreí, le di un golpecito en la nariz con la mía.

Me alejé un poco si dejar de mirarla, esperaba no parecerle un niño, simplemente me sentía cómodo con ella, en aquel lugar donde podía moverme con total libertad, sin restricciones y volviendo a sentirme un poquito más vivo. Solo me faltaba ponerme a cantar, era algo que también solía hacer cuando me sentía bien pero de hacerlo, seguramente terminaría tirándome algún que otro patín a la cabeza.

Alice estaba enfadada, Angelique podía verla parada al otro lado de la baranda con ceño fruncido y las manos en las caderas. No podía culparla pues sabía sus motivos pero la chica no estaba dispuesta a ceder a sus caprichos. Menos mal que Liam no podía verla.

- Sí, otro juego- respondió mientras dejaba que su cuerpo girara al ritmo que Liam llevaba y de un momento a otro se encontró apresada por la cintura y con el rostro demasiado cerca de el de él.

El tiempo pareció detenerse, no estaba segura de lo que ocurría, pero era sumamente agradable y sin querer algo la llevó a mirar sus labios. En Angelique de pronto nació el impulso de besarlo pero al instante Liam chocó con suavidad su nariz contra la de ella y aquel gesto sencillo y mágico, le sacó una sonrisa. De pronto la poca distancia que él puso entre ellos se le antojó injusta, porque ella era de esas personas demasiado impulsivas y por el momento lo que ella quería era pasar todo el tiempo que pudiera con él.

- Es bastante sencillo en realidad- dijo sin dejar de sonreír e inclinando ligeramente la cabeza, provocando que los mechones de cabello cayeran con suavidad hacia enfrente- estoy segura que lo has jugado de niño… - volvió a mirarlo- ¿sabes? Hoy quiero llegar a casa realmente cansada- soltó suavemente el agarre del chico y comenzó a rodearlo a paso lento, dejando que las cuchillas de los patines se deslizaran sobre el hielo mientras pacientemente colocaba un pie frente al otro- quiero poner la cabeza en la almohada y dormir sin dar vueltas en la cama- al fin terminó detrás de él, se detuvo y colocó ambas manos sobre los hombros del chico- Las traes…- Dijo antes de depositar un pequeño beso en la mejilla de Liam y comenzar a alejarse de él tan rápido como podía- si me alcanzas volveremos a vernos otra noche… y si no… bueno… sería el destino- comentó con una risa suave.

Por un segundo parecía que había algo que nos atraían como a dos polos opuestos, una tentación callada que empezó a deslizarse a nuestro alrededor, aunque quizás fue solo mi imaginación, sonrió cuando su nariz y la mía se rozaron.

El contraste junto entre diversión y tentación, pensé cuando empezamos a jugar de nuevo.
Sonreí, me encantaban los retos y por más que quisiera negarlo, empezaba a encantarme ella. No era como el resto de chicas que conocía, era más natural y rebelde pero al mismo tiempo su expresión era dulce.
Intenté no mirarla como un idiota cuando empezó a alejarse de mí después de aquel suave beso en la mejilla y empezando aquel juego por el que me dejé llevar al instante.

La velocidad no era algo difícil para mi y estaba claro que para ella tampoco, la agilidad con la que se movía me recordaba de nuevo, a un gato.
-Yo no puedo cansarme...- pasé por su lado sin rozarla todavía- Puedo perseguirte toda la noche. Agotarte hasta no poder más...- ronroneé y aumenté la velocidad enseñándole la lengua.
-Si gano, cuando volvamos a vernos, serás tú quien tendrá que confiar en mi.

Cualquiera hubiera dicho que era absurdo comenzar una carrera que no podía ganar. La velocidad de una humana jamás sería comparable a la de un vampiro, y desde el inicio del juego ya se podría saber que Liam la alcanzaría cuando él quisiera. Pero muchas veces el final no es lo importante, lo interesante es saber cómo se llegará hasta ahí. Y así mismo el juego de Angelique no pretendía saber si Liam sería capaz de alcanzarla, simplemente era una forma de divertirse, de pasar el tiempo juntos. Interiormente se preguntaba, mientras reía y patinaba, en qué momento se decidiría a atraparla… y de qué manera lo haría.

No pudo evitar sonreír de lado cuando él le mostró la lengua, aquel era un gesto que hace mucho tiempo no veía y que de alguna manera le recordaba su infancia.

- Está bien- respondió ella serpenteando con los pies y dejando que su cuerpo se moviera con fluidez como si estuviera dibujando en el hielo un océano completo- si ganas seré yo quien confíe… pero…- de pronto se detuvo y cambio de dirección para avanzar hacia él- a cambio tu deberás recordar las palabras que acabas de decirme- ya estando a centímetros del alcance del chico, Angelique volvió a modificar la trayectoria, alejándose de él a gran velocidad.

Intercambiaban miradas cada vez que pasaba a su lado, sonreía y lo observaba, posando sus misteriosos ojos sobre él, incitándolo a seguirla, a buscarla, y de vez en cuando se mordía los labios y reía. Era fabuloso olvidarse de lo que había afuera e internamente pensar que se moría de ganas por que él la atrapara.

Por momentos me sentía como lo que en realidad era, un cazador. Pero no un cazador cualquiera, perseguía con calma, midiendo cada movimiento y jugando con ella, que empezaba a ser la mejor presa que pudiera tener, y no una fácil.
No dejamos ni un centímetro de pista sin recorrer, trazamos un millar de caminos sin sentido sobre el hielo que a mi seguía pareciéndome cristal.

-La próxima vez jugaremos también- sonreí, ya daba por sentado que habría una próxima vez- ¿Jugarás de nuevo conmigo?
Me hice el despistado un par de veces, otras, pasábamos tan cerca el uno del otro que podía tocarla, pero no todavía... me divertía, reía y a la vez encendía mis sentidos. Ver su expresión relajada y divertida me hizo sentir aun mejor, tanto que aceleré y pasé por su lado rodeando su cintura con mi brazo y girando, fingí caerme y noté mi espalda contra el suelo, su cuerpo contra el mío y su rostro a escasos centímetros, su melena me hizo cosquillas en la mejilla.
-Que torpe soy...- simulé una inocencia que no tenía- Pero creo que he ganado.

Ella respiraba fuerte, podía notarlo y era algo encantador, aunque aun no quería terminar los juegos aquella noche, hacía demasiado que no me divertía... mi brazo seguía rodeando su cintura y notaba la agradable frialdad del hielo atravesando mi ropa hasta llegar a la piel.

OFF ROL:

Spoiler:

Dio medio giro para voltear a mirarle y continuó su avance por el hielo de espaldas. Su cabello volaba con el viento y de vez en cuando le cubría ligeramente el rostro pero ella no hizo nada por apartarlo, prefirió mantener su velocidad y equilibrio.

- Si me propones el juego adecuado, por supuesto que jugaré contigo- le respondió con una coquetería sutil antes de volver a dar media vuelta y seguir su camino.

Mientras intercambiaba risas, sonrisas y miradas con Liam sobre aquella pista de hielo, comenzó a sentir una especie de adrenalina y emoción que iniciaba en la boca de su estómago.

A veces efectuaba un giro en el aire para cambiar dirección, tratando de “evitar” que él la tocara. Pero él era tan diestro como ella, se podía notar con mucha claridad que en el pasado había dominado el hielo tanto como lo hacía ahora. Angelique tenía calor y la respiración entrecortada por el esfuerzo físico, pero él parecía no sufrir con el ejercicio… sí… claramente era un vampiro.

Giró su rostro una vez más para tratar de averiguar qué tanta distancia tenía de ventaja, cuando sintió el brazo del chico rodeando su cintura. Era evidente que no esperaba que estuviera tan cerca y la sorpresa le hizo contener la respiración un segundo. El tiempo pareció ir muy lento en un instante y al siguiente avanzar con gran velocidad pues, para cuando se dio cuenta, ya estaban en el suelo, ella sobre él, con las manos sobre su pecho y los ojos fijos en el apuesto rostro del muchacho.

Sentía su corazón latir con tanta fuerza que casi no escuchó las palabras de triunfo de Liam, estaba casi hipnotizada por los seductores ojos de él y el dulce tacto frío de su brazo rodeando su cintura. Tenía tan cerca sus labios y ella casi podía rozarlos…
Frunció ligeramente el ceño, tratando de salir de la ensoñación que la invadía.
Usualmente era común en ella no detenerse ante sus impulsos y hacer lo que quería en el instante que lo deseaba pero se contuvo, quizás por única vez, y en lugar de un beso terminó otorgándole una sonrisa.

- Me quito el sombrero ante usted señor- dijo imitando la cortesía de los tiempos antiguos – es usted un experto sobre el hielo, aunque me temo que el último tropiezo le restará puntos- rió ligeramente y trató de levantarse para permitir que él pudiera hacer lo mismo.