Sorpresa (Violette)

15 de Marzo - 8:00PM

Apenas hacía viento, pero lo suficiente para hacer un ambiente agradable y sin el mismo tono de oscuridad que siempre inundaba este lugar últimamente. De noche esto era más callado que un cementerio lo único que se movían eran los insectos y los animales. Los pájaros cuidando sus nidos y alimentando a sus crías, el canto de los grillos y las hormigas haciendo filas pequeñas llevando sus respectivos alimentos. Todo lo escuchaba con claridad, sabía todo lo que pasaba en este lugar o por lo menos la cercanía, si notaba algún olor raro saltaría a cazarlo, más si era un vampiro u otra raza intrusa que quiera joderme la noche.

Pero, ¿qué hacía acá? siempre venía acá para relajarme, despejarme y dejar que el viento chocara con mi rostro, sentirlo de una manera que me ayudaba y me hacía tranquilizarme. Luego de todo lo que ha pasado era lo que más necesitaba sin embargo aún estando pasiva me mantenía alerta a cualquier sonido, sea el de una rama rompiéndose porque fue pisada o el de un humano tosiendo. También el olor a perro mojado por el cual se caracterizaban los cachorros.

Y efectivamente... se activaron mis sentidos, volteé buscando a la persona que se aproximaba. Un humano. No tenía dudas.

Era una noche bastante cálida, al menos lo suficiente como para salir y relajarse. No había mucha gente por la noche, no después de todo lo sucedido. Todo el mundo tenía miedo, y como para no tenerlo. Los vampiros eran algo que ya todo, o casi todo, al menos, mundo conocía. ¿Quién saldría cuando el sol se había puesto, arriesgándose a morir? Yo. Siempre lo había hecho, y lo seguiría haciendo, de algún extraño modo, no tenía miedo a los vampiros, o eso me quería decir, porque después, mi instinto de supervivencia me hacía temerles y querer salir corriendo cual alma que lleva al diablo. Era una noche cálida, con algo de aire, pero muy agradable, lo cual me había hecho salir a pasear. En realidad volvía de uno de los ensayos con los chicos, con la guitarra a la espalda, tarareando una de nuestras nuevas canciones. Estaba contenta, muy contenta, habíamos conseguido un bolo, y siempre era agradable y bien recibido poder tocar en público y hacerse conocer. Tenía ganas de caminar y despejar mi mente un poco, por lo que me metí por Central Park, haciendo sonar mis tacones por los caminos de este mismo.

No había casi nadie, y la mayoría de sonidos que podías apreciar era el canto de algunos pájaros atrasados, o el corretear de las ardillas por la hierba del parque. Estas así daba gusto. Mi sombra se proyectaba en el suelo a la luz de las farolas, y no estaba muy atenta al suelo, por lo que no me resultó extraño tropezar con alguna piedra y terminar en el suelo. Suspiré cuando la caída había terminado, notando el ardiente dolor en las palmas de mis manos, con las cuales había parado el mayor impacto de esta, pero tenía un ligero escozor en la rodilla. Me miré primero las manos, rojas, pero nada preocupante, y luego la rodilla. Emití un gruñido de queja al ver como mi media se había roto, sin preocuparme por la herida de la cual emanaba algo de sangre que se había formado en mi rodilla.
- Mierda - espeté cabreada. Tendría que haber ido con más cuidado, pero era bien sabido que era torpe, solo que la torpeza en Nueva York, y más si implica sangre, puede pagarse muy cara.

El olor se hizo más intenso y... bueno, me pude dar cuenta que era sangre. La gente debía tener más cuidado, me levanté y mire a mis alrededores hasta que oí el sonido del cemento sonar de una manera un poco aguda..¿tacones? Sonreí un poco. Caminé hasta que vi una chica llegar, rubia también como yo, delgada y tenía que admitir que era sumamente hermosa, no era común encontrarse con personas así en este lugar. La observé de pies a cabeza abriendo los ojos.

-Deberías tener más cuidado... - Le dije en voz baja pero con el tono suficiente como para que me escuchara. Y ahí fue que me di cuenta de sus rodillas y la pequeña cantidad de sangre que se formaba en su rodilla. Suspiré sonriendo. Controlaba mis impulsos, no le iba a saltar solamente por eso.

-..no es muy seguro andar en estos lugares con esas heridas, linda. - Le advertí para que estuviera atenta. Y era lo más cierto. De noche, en un lugar solo, oscuro y peligroso. Sólo le faltaba el cartel a la chica diciendo que quería ser mordida.

Observé bien el aspecto de la chica y me agradaba. Se notaba que era músico, con su guitarra y con su maquillaje. Le daba un estilo gótico que me tenía encantada.

Estaba ocupada mirando el destrozo de mi media, y la herida, que aquella voz femenina me sorprendió haciendo que emitiera una "O" ahogada de sorpresa, formando la letra perfectamente con mis labios pintados esa noche de carmín. Una mujer rubia, no debía pasar los 25, aunque bueno, en los tiempos que corrían cualquiera sabía, muy hermosa. Parpadeé varias veces asimilando las sencillas palabras, no esperaba encontrarme con nadie a esas horas de la noche.
- Ehm, sí, solo me tropecé - expliqué mientras aún en el suelo cogía un klinex del bolso y me limpiaba la herida con cuidado manchando el papel de mi sangre, y luego saqué una tirita dejándola sobre la herida, ya me la curaría bien en casa, lejos de vampiros.

Entonces caí, aquella mujer tenía toda la pinta de ser uno de ellos. Me levanté analizando la herida, molestaba un poco, pero no me iba a evitar volver a casa caminando, aunque quizá lo más seguro sería ir en taxi.
- No es muy seguro andar por ningún lugar, con o sin herida - dije mientras esbozaba una ligera sonrisa. Aquella mujer, aún siendo vampiro, parecía amable, y no me daba la sensación de que fuera a tirarse encima de mi yugular en cualquiera momento. Me quité la guitarra de la espalda y abrí la funda, asegurándome de que mi pequeño tesoro estuviera intacto, para mi suerte, lo estaba. Volví mi atención de nuevo a la rubia, y alargué la mano.
- Soy Violette, ¿tú eres? - dije dibujando una sonrisa todavía más grande en mi rostro. La gente normal echaría a correr nada más darse cuenta, o al menos sospechar, que estaban frente a una vampiresa, y sobretodo con una herida, pero ahí estaba yo, presentándome.

La seguí observando con cuidado y pequeña admiración por su belleza. Algunas veces podía abrumar a las personas por mi característica de concentrarme así en las personas, un defecto que había tenido toda la vida lamentablemente que nunca había corregido. Asentí cuando dijo lo que le había pasado, a cualquiera le ocurrían cosas así y bueno, tenía que admitir que más si tenías tacones como los de la exuberante rubia que tenía en frente.

-Bueno, eso es cierto. Nunca es bueno estar fuera siendo ya tan tarde para todos. - Sonreí y me acerqué a ella para presentarme. ¿Violette su nombre? Combinaba con ella la verdad. Exótico, extraño y bonito nombre que nunca había escuchado por raro que sonara.

-Christina. - Le di la mano. Seguro lo fría de ésta la alarmaría un poco más todavía de lo que ya estaba. Eramos fríos como un muerto (porque a la larga, eso somos), nuestra temperatura corporal esta muchísimo más baja de lo normal. -No te haré daño, si eso es lo que te preocupa. - Me reí un poco. No me gustaba ocultar lo que era y más con gente que se veía agradable a la simple vista, el problema de esto que muchas que eran así terminaban corriendo como si un vampiro no los fuera a alcanzar en cuestión de segundos. Humanos ingenuos pero tan perfectos.

La mirada de la rubia se había vuelto intensa, quizá más de lo normal, o más de lo que yo podría estar acostumbrada a que me miraran, en vez de acobardarme, o de sentirme algo incómoda, esbocé una gran sonrisa y le devolví la mirada con amabilidad.
- Ya nada es seguro -me limité a decir mientras me encogía de hombros algo ausente en mis propias palabras, recordando como era todo antes, antes de que todo aquello pasara, cuando todavía podías estar algo más segura en tu propia casa, cuando no tenías miedo de salir a la noche, cuando no había unos colmillos acechando en cada esquina y tus máximas preocupaciones eran que si tus padres te iban a regañar por llegar tarde. Padres..tanto tiempo. Un abismo de tristeza volvió a mis ojos por el simple hecho de recordarlos, aunque hubiera sido en roce, aunque, nunca se habían ido de mi mente. Sacudí ligeramente la cabeza, no me gustaba recordarlos, no así, añorando viejos tiempos que obviamente, jamás volverían, y la añoranza no era buena, ya no.

Escuché su nombre y lo almacené en mi cabeza, notando su fría piel, quitándome las pequeñas dudas que pudiera tener en cuanto a su naturaleza. Era una vampiresa, evidentemente.
- Un placer Christina - dije después de soltar su mano, fría, tersa, pero suave como el terciopelo. El contraste de nuestras temperaturas era algo interesante, yo no era muy dada a mantener contacto físico con vampiros, teniendo en cuenta que siempre solían buscar mi cuello y era lo que menos ganas de dar tenía.
Una sonrisa de lado cruzó mi rostro, casi socarrona y arrogante.
- Sé que no me harás daño -dije casi inmediatamente - no das esa sensación -dije como explicación inmediatamente después. La mayoría de los vampiros daban miedo, o al menos terror, respeto. Sabias cuando iban con malas intenciones, se te ponía la piel de gallina y el pelo de punta, pero con Christina no, era bastante agradable si olvidabas que estabas frente a una vampiresa que se alimentaba de la sangre de personas.

Asentí recordado la catástrofe de hace un mes. No lograba salir eso de mi cabeza totalmente, seguía ahí.. Taladrando en mi mente y poniendo en duda todo lo que creía, maldita sea... Debía dejar de pensar en eso de una vez por todas, ya mucha gente lo había superado. ¿Por qué yo no?

-No, no.. El placer es mío linda. - Le sonreí a Violette sin quitarle la vista. Podía ser molesto lo sé. Luego, cuando dijo lo de la sensación me reí un poco. -Me alegra darte esa impresión Violette. En estos tiempos todos creen que los vamos a comer, aunque... luego de todo lo que ha pasado es lo más inteligente de pensar.

-Pero cuéntame...¿qué haces por acá a estas horas? como dije, es muy tarde y bueno... en este lugar que parece un desierto debe de ser algo inquietante para un humano. - Le pregunté con curiosidad.

El ambiente del parque seguía igual, aunque oscuro y solo, el viento que hacía era muy refrescante y gratificador. Me alegraba sentir esto. Como dije, había venido a intentar olvidar todo y seguro que con esta bastante agradable compañía lo lograría.

Me quedé embelesada entre sus ojos y su voz, escuchándola hablar, sonriendo con tranquilidad y seguridad, llevando mis ojos a los suyos. Realmente era una mujer muy guapa, aunque, por el momento no había visto ninguna vampiresa fea, parecían como una flor mortal, que te atrae con sus colores, con su belleza, y luego, zas, golpe mortal, justo como hacía un mes. Un lugar tan bello, tan hermosamente decorado, casi como un sueño, un cuento de hadas, y de repente, todo se había convertido en una pesadilla, ya no quedaba nada de aquella felicidad, de aquel cuento en el que todo se hubieran quedado suspendidos.
- En realidad no se equivocan, no me da la sensación de que me vayas a hacer nada, pero mentirías si no te hubieras fijado en el olor a sangre - dije ensanchando las sonrisa en mis labios carmines.- No me matarás, pero te has alimentado de otros, y seguramente a más de uno le habrás arrebatado la vida, queriendo o sin querer, no lo se, no te conozco, pero estoy segura de que ha pasado, en todos los años que llevas viva, o muerta, depende de como lo mires- me arriesgué a aventurar.

Me encogí levemente de hombros ante su pregunta, y esperé a que terminara de hablar antes de responder yo, como me habían educado mis padres.
- Pues, vuelvo de un ensayo, lo más normal es que cogiera un atajo rápido y llegar lo antes posible a mi casa, o un taxi, eso hubiera sido lo más seguro pero, hace una hermosa noche, y, me da igual lo que haya pasado, no me voy a privar de algo solo porque algunos vampiros no sepan mantener los colmillos lejos de cuellos humanos- dije algo mosqueda. Me molestaba no poder salir con tranquilidad, me molestaba tener que mirar tras de mi siempre, de ir con algo de agua bendita por si las moscas. Odiaba todo aquello.
- No es para nada inquietante, yo venía por aquí todas las noches, aunque, ahora me veo obligada a tener que no hacerlo, a la mínima terminas desangrada -la miré- sin ofender- dije entonces con un brillo divertido en los ojos.

Escuché lo que dije y la miré con intriga mientras me reía un poco. Caminé para rodearla y pasar por detrás de ella y así estar a su lado. -No solo la sangre da un olor linda. Tu piel, tu humanidad es un olor placentero para todos nosotros, si no hubieras sangrado igual te habría hallado fácilmente. - Le afirmé mientras sonreía un poco. Violette debía cuidar lo que decía, cualquier loco por menos de lo que ha dicho ha asesinado a muchas personas sin piedad alguna. -Claro que sí, esta en parte de nuestra naturaleza y más cuando eres una vampiresa joven si se puede decir es que.. no piensas en los daños que puedes hacer al asesinar gente. - Le expliqué.

-Hmmm, pero no es cuestión de que te prives de hacer cosas o no preciosa. Es seguridad. En el día seguro este lugar esta más vivo que ahorita y bueno, puedes disfrutar mejor de él, pero el anochecer es el toque de queda de los humanos casi no hay por la calle por los grandes peligros que existen. No todos son como yo, muchos son asesinos despiadados que sólo quieren ver el mundo arder, es una lástima. Yo creo en que los humanos y los vampiros podemos coexistir felizmente. - Le comenté y hasta recomendé en cierta manera. El olor que expresaba esta rubia era divino, y muchos no sabrían controlarse.

Me reí un poco. -Tranquila no me ofendes. Tienes razón.

-¿Qué tal si caminamos? - Le pregunté mientras sonreía y esperaba su respuesta.

Seguí su camino con los ojos, ruborizándome ligeramente con sus palabras, no me habían dicho que mi olor era placentero jamás, y aunque fuera como el olor de una chuleta, me lo había tomado como un bonito cumplido.
- Gracias, supongo -dije riendo levemente, para después encogerme de hombros. Había sido algo descuidada con mis palabras, y no las había medido de ninguna manera, pero simplemente me había salido así, y podía ser peligroso e imprudente hablar así, yo ya lo sabía, pero era lo que pensaba.
- Sinceramente, no se como es vuestro mundo, como lo pasáis al ser, "jóvenes" y no tengo mucho interés en saberlo...-me quedé callada durante unos segundos- aún- dije después de esa extraña pausa, que no sabía porque la había hecho. Quizá pensaba que había una razón por la cual me convertiría en vampiresa, y solo se me podía ocurrir una, pero no era nada segura.

Me la quedé mirando mientras hablaba y en como movía los labios y no pude evitar sonreír. Había algo en ella bastante humano. Por norma general, a primera vista, si no es por la piel, no se es muy capaz de distinguir, pero pronto lo consigues, si te fijas, hay algo en los movimientos, los ojos, que los delata.
- La noche es hermosa, me gusta disfrutar de ella - me limité a decir - también hay asesinos humanos - dije como respuesta a sus últimas palabras.
Mis sonrisa se ensanchó cuando dijo que no le había ofendido, y asentí con rapidez con la cabeza a su propuesta, echando a caminar, olvidándome por completo la herida y la media rota.
- ¿Llevas mucho por aquí? -dije más bien para comenzar una nueva conversación.

Me reí por sus agradecimientos. Si, era raro que te dijeran que olías muy bien y que tu olor corporal era un paraíso para la nariz de vampiros, y eso unido al de la sangre, realmente era lo más cercano a un éxtasis desde el buen sentido de la palabra. -¿Aún? - Le pregunté. -Mientras menos interés tengas es mejor, nosotros somos un desastre y realmente, mientras más lejos estén de nosotros, mejor vivirán. Lástima que hayamos invadido todo, literalmente. Al no poder evitar todo esto, empecé a creer en que podíamos vivir juntos pero poco a poco esta teoría va perdiendo argumentos. - Sonreí un poco.

No podía quitarle la vista de encima, me había cautivado la humana de una manera que no pensé que lo hiciera alguna mujer nunca. -Es lo más hermoso que hay la noche, junto a ti linda... - Me reí un poco. -..pero sí, también hay asesinos humanos y despiadados, de esos también tienes que estar atenta, no digo que no, sin embargo precisamente por eso en la noche hay que tener el doble de cuidado. - Sonaba como una maldita paranoica.

-Depende a que te refieras Violette. - Empecé a reírme un poco.

Me la quedé mirando con media sonrisa en los labios, y esperé a que contestara para poder comenzar yo a hablar.
- Sí, aún, digamos que solo habría un motivo por el cual yo me volvería vampiresa -me encogí de hombros, como si fuera normal que dijera eso, aunque, no, no lo era.- pero no importa, porque ese motivo esta tan lejos que se ha perdido ya -dije mientras volvía a centrar mis ojos en ella después de perderlos en la oscuridad. Suspiré levemente.
- Tienes unos deseos muy bonitos, pero difícilmente posibles, los vampiros y los humanos, bueno, me parece más que complicado, imposible, que se lleven bien, quizá consigan una época de relativa paz, pero todo volverá a ser como en el festival, todos lo sabemos por mucho que nos intentemos engañar -dije sin apartar mis ojos de los suyos.

Alcé una ceja al escucharla y sonreí coqueta sin poder evitarlo. Esa mujer me estaba sacando los colores con rapidez, y de una manera extraña.
- Gracias, pero empalidezco a tu lado -me reí interiormente por el chiste estúpido que había soltado. ¿Quién estaría más pálido que un vampiro? Nadie. Bueno, otro vampiro.
- Bueno, pero ahora mismo te tengo a mi lado, me siento segura - dije mientras seguía caminando con tranquilidad. Giré la cara para volver a mirarla y solté una ligera y alegre carcajada al escucharla. Al decirlo me refería a cuanto tiempo llevaba en el parque, pero había sonado de una manera totalmente diferente.
- Me refería a en el parque, pero, ahora me pica la curiosidad, ¿que edad tienes Christina?

Hice un gesto de curiosidad pero decidí quedarme callada ya luego con más confianza preguntarle las razones. -Exactamente, por eso mismo no creo que pueda haber paz entre nosotros, siempre habrá gente que le guste mucho más el estilo de vivir anarquista que la paz sobre toda las cosas pero bueno, sueño con que se pueda alguna vez. - Observé el suelo mientras seguíamos caminando por el hermoso lugar.

Me reí un poco con ella. El coqueteo obvio que le demostraba a Violette seguramente hacía que el ambiente fuera más cómodo y flexible entre nosotras. -De nada linda, pero no es así. Tú tienes la belleza natural de los humanos, eso es realmente hermoso y crea una carisma en todas las especies. - Sonreí.

-Bueno, entonces te acompañaré hasta donde vivas si tú quieres. No me gustaría que te pasara algo malo, y conmigo bueno, es difícil que te pueda pasar eso. - Tal vez podría sonar arrogante pero era verdad además, siempre me gustaba proteger a los humanos supieran o no. Y bueno, esta hermosa rubia no sería la excepción en ningún caso.

Volví a reír. -Tengo 151 años en este mundo y 125 siendo una vampiresa. - Le respondí. -¿Y tú, qué edad tienes linda? - Le pregunté.

El tema sobre como los humanos y los vampiros no podíamos ser amigos no tenía mucha charla ya, así que preferí dejarlo de lado, al menos por el momento. No había mucho que hablar, no muchos vampiros deseaban la paz con los humanos y los preferían de ganado, lo sabía, lo había vivido. Sonreí con color tiñéndome las mejillas mientras la miraba.
- Todas las vampiresas, bueno, y los vampiros, sois tan hermosos...pero vuestra belleza es muerta- dije mientras la observaba con atención- ¿os volvéis tan hermosos al convertiros? O solo convertís a aquellos que son guapos? -dije con curiosidad. No había visto ningún vampiro feo, ni uno, todavía me entraba la curiosidad, o quizá solo había visto a los guapos, y había vampiros horrorosos y feos.

- Sería todo un placer que me acompañaras Christina, pero me sabe mal hacerte perder noche, seguro que tenías otras cosas que hacer, en vez de cuidar y acompañarme -dije mientras colocaba bien la guitarra en mi hombro, notando como la correa de la funda se resbalaba por este, y para mi, mis instrumentos eran tan importantes como yo misma.
Ladeé la cabeza al escuchar sus edades, así que tenía 26 años al ser convertida.- Eras joven...cuando te convertiste, digo- dije mientras volvía mi mirada a ella.
- Yo tengo 20 años, aún estoy en la flor de la vida- solté una ligera y alegre carcajada.

Escuché su pregunta y me reí un poco. Hasta razón tenía la linda humana. -Sabes, es la pregunta del año esa que me haces. - Aún seguía riéndome. -Depende de como eras en tu anterior vida. Si eras alguien bueno.. hermoso, la belleza crece y se aumenta de tal manera que es impactante a los humanos, no por capricho. Es el mismo instinto de lo que somos, nos volvemos hermosos para llamar la atención y poder alimentarnos de ustedes si se puede decir. Pero... si, hay vampiros que bueno, en su anterior vida no fueran tan agraciados y no hizo el milagro. El asunto es que no hay demasiados. - Le respondí con todo lo superficial que pudiera sonar pero era así.

-No para nada linda, no creo que el perder el tiempo estando sentada acá fuera una actividad digna de un trabajo. No me harás perder nada de nada. - Le sonreí. -Si, un poco joven, pero te sorprendería al saber que hay vampiros mucho más menores que yo y que tienen tres veces mi edad. - ¿20 años apenas los de Violette? Bueno, se notaba. No era una niña en lo absoluto, era una adulta con derecho a hacer lo que quisiera. Y bueno, esa edad se volvía obvia al verla... como dijo, la flor de la vida. Cuando se es más hermosa. -En realidad sí. Y bueno, no me equivoqué del todo. También intuí que tu edad estaba entre esa cantidad, por 18 o 22 años. Joven, cantante y hermosa. Si tu oferta de volverte como nosotros sigue en pie, cuando quieras me buscas. - Le dije en broma mientras me reía. Entre broma y broma, la verdad se asoma.

No pude evitar reír después de su explicación. Así que yo tenía razón, solo solían convertir a personas agraciadas, por eso casi todos los vampiros eran tan hermosos, quitando que al transformarse se volvían todavía aún más, solo para atraer a sus presas.
- Justo como una planta venenosa, con hermosos colores vivos, atraer y luego matar - dije mientras recordaba aquellas plantas carnívoras tan hermosas, pero que luego terminaban con la vida de pequeños insectos. Asentí con la cabeza, era bastante interesante y entendible, al menos como ella lo explicaba.
- Bueno, tú debías ser bien hermosa antes de ser vampiresa, de eso estoy segura - dije mientras le guiñaba un ojo divertida y seguía caminando.

Sonreí al saber que no iba a hacerla perder el tiempo, y que no pasaba nada porque me acompañara.
- Entonces genial, será un placer que me acompañes - dije. Sabía que había vampiros más jóvenes que ella, al menos en apariencia o en edad de transformación, pero luego mucho más mayores. Había visto incluso casos de niños vampiro, seguramente fruto de algún error, pero era horroroso verlos saber que jamás iban a crecer ni tener una vida normal, una infancia.
- Me lo supongo..-me limité a decir. No sabía casi nada sobre los vampiros en realidad.
Solté una carcajada divertida al escucharla- También soy modelo -aclaré mientras fingía hacerme la diva para volver a reírme- gracias gracias, lo tendré en cuenta, si me tienen que transformar prefiero que seas tú, así lo último que vea con vida será una hermosa cara...-

Asentí sonriendo por su metáfora. -Básicamente eso somos. Veneno en esta tierra que tiene apariencia hermosa y que sólo piensa en como cazar a su presa. - Me reí un poco. No porque en serio me diera gracia, si no para no caer en el mismo pensamiento pesimista de siempre.

-Gracias Violette, y si, era hermosa pero tampoco como la gente piensa. El vampirismo ayudó a que fuera como soy y que mi belleza aumentara notablemente. Sufría mucho de alergias en la piel que no eran muy agradables a simple vista, sin ser tampoco una bestia deforme. - Sonreí mientras también le picaba un ojo a Violette. Nunca lo había comentado porque era algo totalmente irrelevante. Pero ya dado el caso..¿qué importaba?

Aceptó que la acompañara hasta donde vivía perfecto. La "cuidaba" hasta su departamento y me largaba al mío antes de que amaneciera. Nada podría arruinar la noche... Bueno, esto siempre lo había dicho y todo empeoraba la gran mayoría de las veces.

Me reí bastante cuando dijo lo de modelo con el aire de diva. Me encantaba la rubia. -Bueno, era como que obvio, ¿no crees? aunque... mejor te queda el semblante de chica mala hermosa, guitarrista y cantante. - Tiempo sin mantener una conversación tan agradable como la que tenía con la preciosa humana, en serio me había cautivado. -Gracias, pero además de ser lo último que verías, también sería lo primero bella. Te enseñaría todo sobre este mundo... - Ya comenzaba a ser ir más en serio...¡Pero no! no creo que fuera capaz de arrebatar su humanidad.

Sonreí de lado tras sus primeras palabras. Tenía razón, eran veneno, y al menos ella lo aceptaba, había muchos vampiros que se creían que eran los dioses de este mundo, pero yo los veía como la escoria que quería terminar con él.
- Bueno, supongo que hay gente con diferentes opiniones - dije sonriendo con tranquilidad.
Me quedé pensativa mientras me explicaba lo de la piel. Seguía pensando lo mismo, que más daba si tuviera algunos problemas de piel? Seguía siendo muy hermosa.
- Yo creo que pese a esos problemas que dices, o alergias, seguías siendo una mujer muy hermosa - dije mientras respondía a su guiño con otro, acompañado de una sonrisa divertida.

Me reí y negué con la cabeza- En realidad, no pensaba en lo de modelo, apareció de golpe, una amiga me enchufó en el mundillo, pronto saldrá la campaña, es de jeans- dije soltando una alegre carcajada. Yo, que no solía llevar vaqueros, era la imagen de una marca de ellos, pero en fin, me daba dinero, y podía pagar las facturas con tranquilidad.
Me quedé callada unos segundos, y luego la miré con una sonrisa en los labios.
- No podría tener una maestra mejor y más hermosa que tú - me limité a decir mientras alzaba la vista y me quedaba mirando las estrellas. Era una buena noche, cálida y tranquila, me alegraba poder compartirla con ella.

Asentí. -Es bien que haya gente con diferentes opiniones el problema está cuando no se respeta eso. Pero en fin. - Quería dejar el tema del racismo entre vampiros y humanos zanjados.

Sonreí con algo de pena. No me considerabas así en mi estado de humana, no una belleza deslumbrante como podría ser ahorita. -Bueno muchas gracias preciosa. También la definición de belleza se ha cambiado mucho con el pasar del tiempo... lo que en esa época te hacía ver mal en la sociedad tal vez ahorita resulte interesante para muchas personas. - Le comenté con respecto a los pequeños problemas de piel que tenía anteriormente.

Escuché su explicación y me reí también junto a ella. -¿Una campaña de jeans? ¡Ya la quiero ver! - Le exclamé sonriendo. -Pero bueno... Bienvenido sea cualquier tipo de publicidad o compaña de lo que sea mientras tenga buena paga, ¿verdad? - Le guiñé el ojo divertida.

-Y no podría tener otra alumna tan exótica y perfecta como tú. - Lo dije con más seriedad mientras sonreía un poco. Era verdad. ¿Qué podía decirle? Me gustaba la honestidad y más cuando se trataba de estas cosas.

No añadí nada más en ese tema, no me apetecía, y al parecer a ella tampoco, así que en eso también estábamos de acuerdo. Me limité a asentir con la cabeza mientras hablaba, sin dejar de mirar al frente, ya me había caído una vez, no me quería caer ninguna vez más.

- Bueno, estoy segura, que si yo hubiera estado viva en ese entonces, y te hubiera conocido siendo humana, me hubieras parecido igual de hermosa, o quizá más..-la miré a los ojos durante unos segundos antes de proseguir- estabas viva..-me limité a decir como si aquello lo explicara todo. Sí, los vampiros eran hermosos, pero les faltaba algo, siempre les faltaba algo. Vida. El latir del corazón, sentimientos humanos, vivir, todo aquello había quedado atrás, muy atrás para ellos, y eso era lo que les faltaba, haciéndolos estar lejos de la gran perfección que ellos mismo piensan que tienen, o que, como vampiros, adquieren nada más transformarse. Yo siempre vería a una humana mucho más hermosa que a una vampiresa, aunque, a primera vista, cualquiera se quedase con esta última. Pero no estaba viva.

Me paré de golpe y puse una de las poses que había tenido que poner en la sesión de fotos, marcando el trasero, y solté una carcajada- No creo que tarde mucho más en aparecer por aquí, a mi ya me han ingresado la paga base, luego, depende de como se vendan, me darán un extra o no -me encogí de hombros y la miré de nuevo- pues sí, mientras pueda pagar las facturas o los vicios, me da igual que anuncio tenga que hacer -alcé ambas cejas- como uno de ropa interior, ese si que sería interesante -dije para volver a reír imaginando la cara que pondría Tyler si llega a ver ese tipo de campaña, aún no le había comentado lo de los jeans si quiera.

Volví a sonreír y me encogí de hombros.
- Pues si me da por transformarme, ya te llamaré - dije mientras le guiñaba un ojo divertida. ¿Yo? ¿Vampiresa? Era algo totalmente loco, muy loco, pero, si lo era, tendría un futuro, o eso esperaba. Ya no estabas segura en esa ciudad, siendo nada, aunque, el ser inmortal te daba una pequeña gran ayuda.

Sonreí. La chica tenía razón, lo que le daba más belleza a un ser, fuera lo que fuera, era la vida. Su vitalidad, su humanidad, algo que los vampiros habíamos perdido hacía ya mucho tiempo lamentablemente y que empiezo a creer que nunca tuvimos en realidad. -Estoy de acuerdo contigo Violette. Tal vez si era más bella de lo que dice la gente que soy ahorita. El ser humano es lo más perfecto que existe. - Le dije sonriendo como cumplido hacía ella. La envidiaba desde cierto punto de vista. Joven, hermosa, talentosa y estaba viva. Cualquiera de mi raza con dos dedos de frente lo haría de la misma manera que la mía.

También me reí junto a ella por la pose que puso un momento para mostrarme como lo hizo con la propaganda de los pantalones. -Entonces estaré pendiente a ver si te veo en la televisión entonces. Y seguro eso te traerá más fama a lo que haces, que te vean de manera nacional o internacional algunas veces debe tener sus beneficios... - Le comenta. -... además del dinero por supuesto. - Sonreí. -¿De ropa interior? Ese me llama más la atención! - Exclamé mientras me reía.

-¿A mi? Que halago la verdad. Pero si un día en serio lo quieres, piénsalo muy bien, y te ayudaría como nadie. - No la estaba invitando a mi mundo. Para nada. Sólo le decía las verdades y realidades del momento, poco a poco. -Es algo que si quieres vivir en esta ciudad, es un plus muy grande. - Agregué sonriendo un poco.

-¡Estoy totalmente segura!- exclamé de golpe, sonriendo. Lo estaba, enserio, realmente pensaba que aquella mujer habría sido más hermosa viva, independientemente de los problemas que me dijera que tenía.Sonreí con sinceridad, y al pasar junto a un puesto de perritos me llevé una mano al estómago justo después de que hiciera un sonido totalmente embarazoso. Carraspeé avergonzada y saqué mi monedero.
- Con tu permiso me compraré algo de cenar, entre los ensayos no me di cuenta de la hora que era y no comí nada...-confesé mientras me pedía un especial con todo, menos mostaza, no me gustaba la mostaza.Con el perrito ya en mis manos, y mi hambre estando apunto de ser aplacada, al menos por el momento, puesto que yo era de apetito grande, seguí caminando hacia mi casa.

- Oh, sí, me haré muy famosa- dije con una evidente nota de exageración en mi voz- y entonces podrás decir que me conociste una hermosa noche -solté otra carcajada y pegué un gran mordisco a mi perrito caliente, masticando en silencio durante unos segundos.
- Pues, como siga comiendo como lo hago, dudo que me den ningún anuncio más, me pondré enorme -dije entre risas limpiándome las comisuras de los labios con la servilleta que traía aquel manjar callejero, barato y delicioso. Le dí otro boca, con algo de culpabilidad al recordar como mi nuevo jefe, y asesor de imagen como él se hacía llamar, me había dicho que cuidara y vigilara mi alimentación. Pero como siempre, yo hacía lo que me venía en gana.

- Sí, supongo que ser vampiro te abre muchas puertas, pero te cierra otras tantas, de momento no me quejo de mi condición humana, pero, si cambio de idea- dije mirándola de reojo- te lo haré saber..todavía no estoy preparada para abandonar a estos pequeñines -dije levantando lo que quedaba de mi perrito caliente, para pegarle otro gran mordisco, notando los sabores deliciosos que identificaban el lugar. Sonreí lamiéndome los labios para eliminar cualquier resto de comida o salsa de ellos.

Sonreí cuando dijo que quería comprar algo de cenar. Si mi "sistema digestivo" funcionara seguramente la acompañara a comer el perro caliente, pero bueno, no podía obviamente. Tampoco me hacía falta, una de las cosas del vampirismo era la ausencia al apetito totalmente. No necesitaba de eso, por lo menos no ahora... -Bueno sí, siempre alardearé de eso cuando seas la cantante más famosa del mundo, que te conocí en central park una noche cualquiera por simple casualidad. - Me reí junto a ella. Seguimos caminando mientras ella terminaba de comer.

-No lo creo Violette, por unas pocas veces que comas como quieras dudo que pierdas esa hermosa figura que tienes. Además, con que la gente que asesore no se entere de ello, todo perfecto. - Se veía tan feliz mientras saboreaba su comida. Eso me hacía sonreír. -Cuando quieras. Y bueno, yo también extrañaría eso si tuviera el chance de escoger. Tuve la mala fortuna de no haber nacido en esta época y poder sentir el sabor de lo que comes, según tus expresiones se ve muy bueno. - Agregué mientras me reía un poco.