Miradas azules se cruzan

20 de Febrero

23:16

Aburrimiento y probablemente unos cuantos kilos de más. Eso era lo único que Medianoche conseguiría si seguía vigilando a aquel estúpido grupo de chupópteros. Había aceptado la misión por la generosa recompensa que ofrecían, además de por la simplicidad del encargo, matar a tres vampiros de baja clase que vivían en un piso cercano a Central Park. Pero estaba teniendo la mala suerte de que la única condición necesaria para matar a los 3 bichos no se estaba cumpliendo, que todos estuvieran juntos en la misma habitación. El tercero aún no había hecho acto de presencia, por lo que el hibrido había pasado horas ahí sentado, observando asqueado las actividades de aquel detestable grupo, mientras pensaba que parte de esa sangre corría por sus venas.

Aquella noche no parecía ser muy diferente, Jake estaba sentado en un coche, el mismo que días atrás, situado cerca de la casa donde habitaban los objetivos. Estaba comiendo una hamburguesa del tamaño de una cabeza, muy atento a cualquier movimiento sospechoso que pudiera haber, pero aquello estaba tranquilo, los dos habituales estaban sentados jugando a las cartas en el salón. El medio vampiro lanzó un suspiro resignado, se terminó la hamburguesa y salió a la carretera, estirándose como un gato que ha estado mucho tiempo metido en una jaula. El aire fresco acarició su rostro y meció su cabellera rubia, ofreciéndole un agradable descanso a todo aquel aburrido trabajo. Lo peor de todo es que tenía una reputación que mantener y no podía sencillamente irse y abandonar el trabajo, tenía que terminarlo aunque estuviera un mes en ese maldito coche.

Mientras su mente se desviaba en pensamientos, sus finos sentidos captaron unos pasos en algún lugar a su espalda. Se volteó con la mirada curiosa, descubriendo por fin al tercer miembro de aquel detestable equipo. Era un hombre de mediana edad, trajeado y con porte de empresario, que caminaba tranquilamente por el patio previo a la entrada del edificio. Una vez que el objetivo hubo entrado en el lugar, el mercenario se preparó con una sonrisa en el rostro, por fin podría terminar aquel pesado trabajo y tomarse unas buenas vacaciones. Pero mientras se preparaba, algo cambió. Medianoche no supo decir que había pasado exactamente, quizás había captado un sonido inadecuado, un olor extraño, pero su instinto le dijo que en aquel lugar había alguien que no debía y el olor a sangre que alcanzó su fino olfato unos segundos después lo corroboro.

-No me jodas. Dijo torciendo el gesto y corriendo hacia el edificio. El olor a sangre era inconfundible y no sangre humana, sangre de vampiro. ¿Alguien se le había adelantado? ¿El tercer miembro era un impostor? Entró a la vivienda con una llave que le habían otorgado sus contratistas y subió al segundo piso tomando las escaleras lo más rápido posible. Una vez estuvo en el rellano, caminó silenciosamente, dirigiéndose al piso concreto. La puerta estaba ligeramente abierta y ningún sonido llegaba del interior. El olor a sangre era fuerte, además de un olor nuevo que el mercenario no era capaz de reconocer. Quizás habían contratado a alguien más por qué no se fiaban de el...

Abrió la puerta lentamente y entró en la residencia. Se encontró en un largo y bien iluminado pasillo, el cual recorrió en completo silencio, accediendo al salón donde los 3 hombres estaban tirados en el suelo en un charco de su propia sangre. Dos de ellos estaban tumbados boca abajo, pero otro de ellos estaba de espaldas, con un enorme corte en el pecho, causa evidente de la muerte. No muy lejos de ellos, el mercenario se encontró con el causante de aquel destrozo, más bien la causante. Se trataba de una linda muchacha de no más de 21 o 22 años. Tenía un rostro tranquilo y atractivo, acompañado con unos hermosos ojos azules, más claros que los suyos. Su porte, su postura y la enorme katana enfundada que portaba en la mano izquierda la identificaban como una guerrera, una persona acostumbrada a pelear.

-Acabas de hacerme perder una buena cantidad de dinero. Dijo fijando una severa mirada en la muchacha. -¿Quien te envía? ¿Acaso no se fiaban de que pudiera hacer el trabajo y han mandado a una niña saca de una serie japonesa? ¡Habla! Medianoche estaba de un humor de perros, si ella trabajaba para alguien que sus contratistas conocían, acababa de perder el trabajo, pero si ella iba por libre o algo así, aún podía atribuirse el mérito del trabajo y ganar el dinero igualmente... Fuera como fuese, debía saber algo de aquella chica y en una situación de emergencia, tendría que silenciarla. Pero algo le decía que aquella linda muchachita le iba a dar muchos, pero que muchos problemas.

No le había costado llegar donde ellos, el rociarse con agua bendita cubría su aroma a lobo, y meterse donde ellos no le costó nada. Eran Cainitas, metidos en el asesinato masivo del Time Square hacia sólo días atrás. Ricos vampiros que simulaban ser de los brotherhood, y que en realidad, eran viles ratas que traicionaban a los suyos. Esto último no sorprendió a Alma, podía esperase eso de un vampiro, de todos ellos, pero tenía un pacto con su padre, y no había nada en el mundo que le haría traicionar la palabra empeñada. Era lo que la distinguía de los demás seres de la noche y que le valdría a la larga su transformación completa.

Entraría en el lugar, tres vampiros desprevenidos, algo jalados con saques de cocaína que cuyos efectos eran intensificados para mandar de viaje a un vampiro. Fue fácil, las puertas altas de la entrara de abrieron de par en par, la chica entraría con aquel rosario pendiendo de su cuello, y resaltando a pesar del apretado traje negro que usaba. Su colbet plateada en alto, y un disparo al primero, en la cabeza, y luego a otro, cruzando la magnum que usaba en la otra, y mandó otro disparo al segundo vampiro que iba a caer sobre mí. Entre los ojos, y destruyendo su cerebro. El tercero de los vampiros le dio más trabajo, llegó hasta ella, y la había golpeado, pero la mujer dio un salto hacia atrás, y cayó sobre sus piernas, sacado la katana de su espalda y en dos movimientos, el pecho del vampiro había sido abierto, hasta su espina. Cuando el hibrido llegó, estaba el vampiro aún con vida y a su lado la esbelta mujer. Ella levantó la katana y cortó la cabeza del licano.

- mil perdones- dijo, pero aquel aroma llegó a ella, entornó los ojos, y estos se colocaron amarillos brillantes - mestizo...- sisero, debería matarlo, pero ese aún era un humano, en parte por lo menos, y aún no escogía bando - si no sabes hacer tu trabajo, no te metas - levantó su colbert y las mostasillas brillaron , apuntaba a él, directamente, disparando.

La bala rozó la oreja del rubio y terminó en la cabeza del primer vampiro, que no había muerto con el tiro. El crucifijo, manchado de sangre, brilló en ese momento - s te gusta la sangre, puedes tomar toda la que quieras - exclamó con una frialdad pasmosa, y caminó en dirección del chico, no tenía idea de rabajos, era cazadora, no mercenaria, eso era peor que ser vampiro. Sus tacones metálicos resonaron, estos parecían tener dientes en la parte de adentro. Pasó por su lado, sin mirarlo, ya se largaba de ahí, antes de que llegaran humanos o los compañeros de esos dos traidores.

- eran cainitas, y te recomiendo que te vayas, o tendrás más acción de la que puedas lidiar- le dijo desde la puerta, antes de desaparecer, ahora corría hacia las escaleras de escape.