Diagramando rumbos...

Esa noche, al igual que muchas anteriores, la noche había caído fría, una intensa nevada se hizo presente durante las horas de sol, por lo que una gruesa capa de nieve imperaba sobre todos los edificios, arboles y cuanta estructura se encontrase a la intemperie… al parecer uno de esos enormes camiones quita nieve se había hecho cargo de despejar las vías automovilísticas hacía poco, ya que en aquella enorme ciudad el detener el tráfico era sinónimo de caos.

Caminó sobre la fina alfombra importada desde la india que se encontraba en aquel salón… la chimenea encendida dibujaba figuras sobre los vitrales de diseños extravagantes a un lado; la estancia de sobrio diseño con varios sofá, algunos cuadros sobre las paredes y algunos portarretratos con fotografías antiguas sobre una mesa, se encontraba con las luces apagadas… las sombras parecieron bailar sobre su marmóreo rostro cuando se acercó al cristal de colores, observando las vías a lo lejos, los pocos árboles que parecían perdidos en una jungla de concreto, y una gran cantidad de autos y mortales, era probable que algunos inmortales también caminasen mezclados entre la enorme aglomeración.

Pasó sus finos dedos entre su cabello, tirándolo hacia atrás con suavidad, esa noche habría al igual que en muchas anteriores, una reunión con sus subalternos más importantes; la pondrían al tanto de los acontecimientos actuales y del progreso de los planes… pronto una bella mujer de cabellos castaños se abrió paso dentro de la habitación, luego de escuchar la aprobación para que lo hiciese.

Cual princesa la vampiresa fue meticulosamente vestida, un bello vestido negro con cintas y encajes en color ambarino, de corsé presente cubría su estilizado cuerpo, unas botas negras bajo el vestido dejaba en vista que bajo algún imprevisto, tendría siempre gran movilidad, ya que afortunadamente ese vestido no se lo impediría; y en sus cabellos un elaborado peinado pronto se hizo presente… la joyería apropiada, en plata con piedras preciosas como de costumbre, terminaron el excelso conjunto.

Salió de la estancia caminando por aquel largo pasillo hasta encontrarse frente a la puerta doble que daba paso a aquella sala; donde como máximo unos nueve vampiros se encontraban dentro, esperando por ella… los formalismos y una tediosa plática pronto se hicieron presentes, hasta que luego de un rato finalmente la reunión se dio por concluida… las horas habían pasado; era tiempo de disfrutar de un buen aperitivo; y su andar felino la llevó hasta el Central Park, unos jóvenes caminaban hacia una de las pistas de patinaje; al ver a la bella inmortal, que en apariencia era realmente joven no dudaron en detener su recorrido para asediarla con insinuaciones y halagos… gran error.

Antes de que se dieran cuenta la vampiresa les había cautivado lo suficiente, parecían encontrarse bajo un hechizo, que se rompió cuando sus largos, blancos y perfectos colmillos fueron clavados sobre la suave piel del moreno muchacho; el rubio abrió sus ojos aterrorizado, corriendo despavorido… Azuka terminó de deleitarse con su presa, dejándolo seco; luego su mirada escarlata brillante se dirigió hacia donde aquel bello rubio había huido; no era divisible en las cercanías, pero había memorizado su aroma, y a velocidad vampírica no hubo pasado más que unos cuantos minutos cuando le dio alcance.

Una bella luna llena brillaba en lo alto iluminando a su hija, reflejando su esplendor sobre un lago congelado, a orillas de donde ahora terminaba con la vida del pelirrubio… dejó caer el cadáver al suelo, alzando su mirada hasta la madre luna que parecía contemplar encantada aquella escena… sonrió en sus adentros, ya que muy pronto su reflejo se teñiría de rojo, ella y los suyos se encargarían de eso.

Se encontraba abstraída un tanto en sus pensamientos, cuando sus agudos sentidos sintieron la presencia y el aroma de uno de sus acérrimos enemigos naturales, un licántropo… y sangre ¡sí!, el repulsivo aroma a sangre de lobo hería su fino olfato; un instante más y sintió otra presencia, una que parecía dividida… similar a la propia pero con la dulce fragilidad que solamente los humanos poseían.

Se dirigió con suma rapidez hasta donde ambas presencias se encontraban; y justo cuando estuvo a unos veinte metros de distancia divisó a un precioso hombre, de cabellos rojos cual sangre y mirada esmeralda penetrante, clavando una katana sobre el licántropo… con un suave movimiento limpió la sangre de la misma; a la vampiresa le pareció una escena casi divina; un bello ángel oscuro que daba fin a esa asquerosa bestia… guardó silencio apreciando esa magnífica obra en la distancia, que parecía ser ejecutada solamente para su deleite.