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Sipnosis
Memento Mori
Tras el festival

Fue un mes de locura, el que transcurrió luego del Festival de Invierno, luego de los cepelios de las víctimas, el poder quedó en las manos del Gobernador, Everett Goodweatherm tendría el control total sobre la ciudad, pero Azuka había logrado parte de su objetivo: Los rumores de que el gobierno de Washington ya no estaba tan convencido de compartir el poder con los vampiros; la situación se estaba saliendo de manos, y los cainitas y garras rojas parecían estar ganando la partida. Pero ninguno de los artífices de la destrucción, pensaron que los berkeser se volverían un problema para todos, porque los vampiros que no fueron asesinado por ellos, se transformaron en berkeser, que se han transformado en una manada que deambula por las alcantarillas atacando a quien se les enfrente o quien esté en su menú del día.

Humanos y Vampiros ya no tenían una alianza tan sólida como antes, y las desconfianzas estaban surgiendo.

Mientras que en medio quedaban los licanos, o por lo menos, parte de ellos, Fenrir y Fianna, pero quien padeció la peor parte fueron los Fenrir que en el atentado perdieron a su líder, del que jamás encontraron el cuerpo. Quedaría en manos del nuevo líder de los Fenrir y de Gissiel Earhart, determinar el destino de su clan y tradiciones, pero entre los licanos, se sabía la atrocidad cometida por las Garras Rojas, comandados por Arthur Redclaw, que se habían vuelto muy fuertes.

Por su parte, los rebeldes, el pequeño grupo de disidentes ya no parecían estar tan solos en su lucha, el gobierno de Washington los contactaría extra oficialmente para conseguir sus fines: controlar la ciudad, de una o de otra manera. Etienne LeBlanc, tendría que decidir..

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Strangeness and Charm -Etienne-

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Mensaje por Invitado Jue Jul 26, 2012 8:51 pm

20 de diciembre.
12.30 hs.
Central Park

Por suerte aquella noche no había demasiados clientes. Al parecer el frío había hecho que la mayoría de las personas decidieran quedarse dentro de sus hogares, resguardados. Mejor para ella, menos trabajo, más temprano llegaría a casa. Aquel día podía decirse que estaba bastante animada. Hacía poco habían tenido una reunión con la manada para informar sobre la situación en la que estaban y al parecer, según las palabras del líder, las rebeliones contra el príncipe –su aliado- estaban menguando. Podrían haberse quedado tranquilos con aquella información, si los años no les hubiesen enseñado que aquello solo era la calma antes de la tempestad. Las cosas estaban demasiado tranquilas.

Se estaba cansando de tener que esconderse y bajar la cabeza. Por desgracia, sabía que no estaba lista para encarar una guerra como la que se aproximaba. Era joven y no poseía el autocontrol suficiente como para poder controlarse dentro de un campo de batalla como el que se presentaba. No podría diferenciar cuales eran los enemigos y cuales los aliados. Cuando estaba en su forma lobuna lo único que quería era destrozar y mucho más cuando se encontraba cerca de aquellas criaturas, su cuerpo se movía por instinto, sus colmillos no tenían piedad. Entendía que su líder buscaba lo mejor para la manada y lo mejor, en aquel momento, era mantenerse al margen con aquella tregua.

Se acercó a una de las mesas que se encontraba en una de las esquinas del lugar, sólo tenía que cobrarle y ya podría irse. El hombre que se encontraba sentado le llamó la atención, tenía un aroma particular aunque no pudo descifrar qué. Lo había visto hablando anteriormente con una mujer y otro hombre más, pero no había prestado demasiada atención, no era de meterse en las conversaciones ajenas, la verdad es que poco le importaba la aburrida vida de los humanos, de la cual ahora formaba parte. Lo observó disimuladamente pero no encontró nada interesante en él, por lo que siguió con lo suyo. Dejó el dinero al lado de la caja y fue a cambiarse para poder irse de una buena vez.

Ya fuera, dio un gran suspiro, sintiendo el aire limpio entrar en sus pulmones, helándole la garganta. Estaba cansada del olor a comida y a alcohol que había dentro del lugar; con suerte su ropa no olería a nada de eso. Acomodó su morral y metió las manos enguantadas dentro de los bolsillos del abrigo, encaminándose a su casa.

Unos gritos llegaron a sus oídos cuando estaba cruzando el Central Park. Al parecer alguien estaba teniendo una fuerte discusión. Se paró en el lugar para poder escuchar, quizás fuese un robo. No quería meterse en problemas pero… ¿A quién engañaba? Tenía ganas de poder hacer algo. Desde aquella vez que salió librada de Staten Island, no se había metido en ningún lio, después de la pequeña reprimenda que le habían dado, se había comportado como una buena niña y ya estaba un poco cansada de jugar el papel de buena dentro de la manada. Sabía acatar las normas, pero no podía evitar que saliera aquel lado suyo, lo llevaba impreso por su nacimiento. Además aquella situación se había topado con ella, no la había ido a buscar, o algo así.

Siguió las voces captando pequeños fragmentos de esta, pudo descubrir que no era un robo. Distinguió a tres personas distintas, una de ellas era una mujer y no parecía estar muy contenta. A medida que se iba a acercando más notaba que eran dos los que gritaban, al parecer la tercera era a quién le estaban reclamando pero por su reacción no parecía importarle mucho. Se quedó a una distancia considerable, muy quieta, escuchando. Olfateó para ver si se trataban de vampiros y no pudo evitar arrugar la nariz cuando un peculiar aroma llegó a ella. Era el mismo que había sentido antes, el que provenía de aquel hombre extraño. Su curiosidad se incrementó. ¿Qué estaría haciendo? Probablemente las otras dos personas fueran las mismas que se habían reunido con él anteriormente. Apartó unas hojas que le tapaban la vista para poder observarlo mejor. Fue en ese instante cuando la mujer se abalanzó sobre él como una fiera. El extraño únicamente freno el ataque sosteniéndola de los brazos, al parecer sin querer hacerle daño, pero el otro aprovechó el momento para atacarlo también.

No se tomó ni un momento para pensarlo. Salió de entre de los arbustos chistando, molesta. No le gustaban las peleas desiguales, a menos que el que estuviera en desventaja fuese un enemigo suyo. Sí, no era demasiado justa en aquellos casos, pero al que no le gustara que le dieran. Así eran sus reglas.

—No creo que sea justo un dos contra uno —comentó con una sonrisa socarrona, deteniendo el ataque del hombre, quien clavo los ojos llenos de ira en ella. Su sonrisa se acentuó y alzó las manos a la vez que en su cara aparecía una mueca de inocencia—. No es mi culpa que mi lado justiciero salga justo ahora —levantó los hombros y los dejó caer, quitándole importancia a todo el asunto.

Parecía que había encontrado su diversión de aquella noche. Aunque quizás está se volviera en su contra y terminara siendo un tres contra uno. No había pensado aquello cuando decidió salir de su escondite. Ahora ya estaba jugada.
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Mensaje por Invitado Sáb Oct 27, 2012 5:52 am

Solía tomar café, porque le gustaba tomar café. Entonces, no era extraño que fuera al mismo sitio todos los días a tomar café, usualmente lo hacía acompañado, de dos vampiros que trabajan con él en la estación, quiénes algunas veces "actuaban" como humanos, aunque Etienne estaba seguro de que lo vigilaban, porque tenían sospechas de lo que él estaba haciendo. Así que con una sonrisa, en aquella tarde, los evito todo el día diciendo que no estaba disponible, cuando finalmente se cansaron de buscarlo, se fue de la comisaría a tomar un café.

Durante gran parte de su descanso, observo las calles heladas, la gente iba y venía como podía pues el invierno se estaba incrementando conforme pasaban los días, y el frío pese a ser una criatura inmortal, no era algo que resistieras. Estaba tan absorto en sus pensamientos que no se fijo mucho en la muchacha de cabello oscuro que le trajo la cuenta, ni cuando pago. Estaba comenzando a sospechar que lo estaban siguiendo, así que en esta ocasión decidió cruzar el Central Park para despistar a sus acosadores.

No obstante no tardo mucho en el cuál lo alcanzaron y comenzaron a reclamarle el porqué los había dejado solos, pero Etienne no respondió, se encontraba tranquilo y en silencio y prefería que no contestar a su extraño interrogatorio.

—Es tarde, y está haciendo frío. El hecho de que trabaje con ustedes, no implica que me agrade su compañía —ante su comentario la vampira se molesto, y sin que pudiera detenerla se lanzó sobre él. Estaba dispuesto a enfrentarla cuando otra voz los interrumpió, intrigado miro a la mujer que se había presentando a "ayudarlo".

Golpeando a la vampira en el estómago, corrió donde la mujer, si bien su aroma le era peculiar, su instinto de protección se activo inmediatamente.

—¡Son vampiros! —le murmuró agitado—, será mejor que no intervenga Señorita... —y evito alargar las palabras porque siendo honesto, no quería exponerla al peligro. Sus dos compañeros de la estación lo miraron muy molestos, casi salvajes. No le agradaba para nada lo que iba a suceder.
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