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Sipnosis
Memento Mori
Tras el festival

Fue un mes de locura, el que transcurrió luego del Festival de Invierno, luego de los cepelios de las víctimas, el poder quedó en las manos del Gobernador, Everett Goodweatherm tendría el control total sobre la ciudad, pero Azuka había logrado parte de su objetivo: Los rumores de que el gobierno de Washington ya no estaba tan convencido de compartir el poder con los vampiros; la situación se estaba saliendo de manos, y los cainitas y garras rojas parecían estar ganando la partida. Pero ninguno de los artífices de la destrucción, pensaron que los berkeser se volverían un problema para todos, porque los vampiros que no fueron asesinado por ellos, se transformaron en berkeser, que se han transformado en una manada que deambula por las alcantarillas atacando a quien se les enfrente o quien esté en su menú del día.

Humanos y Vampiros ya no tenían una alianza tan sólida como antes, y las desconfianzas estaban surgiendo.

Mientras que en medio quedaban los licanos, o por lo menos, parte de ellos, Fenrir y Fianna, pero quien padeció la peor parte fueron los Fenrir que en el atentado perdieron a su líder, del que jamás encontraron el cuerpo. Quedaría en manos del nuevo líder de los Fenrir y de Gissiel Earhart, determinar el destino de su clan y tradiciones, pero entre los licanos, se sabía la atrocidad cometida por las Garras Rojas, comandados por Arthur Redclaw, que se habían vuelto muy fuertes.

Por su parte, los rebeldes, el pequeño grupo de disidentes ya no parecían estar tan solos en su lucha, el gobierno de Washington los contactaría extra oficialmente para conseguir sus fines: controlar la ciudad, de una o de otra manera. Etienne LeBlanc, tendría que decidir..

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Si lo llego a saber...

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Mensaje por Invitado Mar Jul 24, 2012 2:29 am

Muchos son los momentos de la vida en los que uno se plantea si lo que hace es realmente correcto. Y pocos son los momentos en los que uno se siente satisfecho completamente con el camino que está tomando. La duda siempre permanece con incomodas preguntas ¿Y si hubiera hecho...?¿Y si hubiera ido por ese lado?. Pero entre ese numeroso grupo de dubitativos, hay unos cuantos que ignoran completamente tales preocupaciones y simplemente hacen lo que se le presente ante la mirada o el pensamiento. Jake Walker, conocido generalmente como Medianoche, es, sin duda alguna, uno de esos afortunados que caminan hacia adelante sin plantearse ninguna cuestión, sin pensar en esas incomodas preguntas. Lo hecho, hecho está y cuestionarse otra opciones es una simple pérdida de tiempo.

Por eso, cuando el puño del joven híbrido impactó en el estómago de aquel desdichado soplón, Jake no se planteó si estaba bien o mal, no se planteó si era lo que tenía que hacer. Sabía que era lo que tenía que hacer y fuera de eso, nada más importaba. El hombre golpeado calló de espaldas, con los ojos muy abiertos, al igual que la boca. Trataba desesperadamente de recuperar el aliento perdido por el tremendo golpe, pero aquello le costaría un buen trozo de tiempo, los golpes de Walker eran famosos por la enorme cantidad de efectos secundarios que solían producir y arrancar de cuajo el aire era uno de ellos.

Mientras tanto, el muchacho de intensos ojos esmeralda se sentó en una cómoda silla de despacho que tenía cerca. No contaba con demasiado tiempo, pero podía mostrar paciencia con aquel tipo, fuera como fuese, le revelaría lo que necesitaba. Metió su enguantada diestra en uno de los bolsillos de su pantalón y sacó un paquete de tabaco, agitándolo ligeramente para que alguno de los cigarros sobresaliera por encima de los otros. Cuando lo consiguió, tomo el pequeño tubo con los labios y procedió a encenderlo con un mechero negro marca zippo, regalo de Kai cuando cumplió 20 años. El cigarrillo emitió una tenue luz y una bocanada de humo emanó de los finos labios del medio vampiro, propagándose por la habitación hasta desaparecer.

-Es el tercero, Carl. Puedo decirte que muy pocos aguantan el cuarto. La voz de Jake era seria, con un tono ligeramente rasgado. -Vamos, no te tortures más y dímelo, así podrás desmayarte y descansar de esto. El magullado Carl hizo un ruido ronco y alzó el brazo, señalando uno de los cajones que tenía la mesa situada a la espalda de Jake. Este asintió y se dirigió al lugar señalado, dejando un suave rastro de humo. El cajón, aparte de tonterías y algo de basura, contenía una nota con una dirección concreta, justo lo que estaba desando ver.

Jake se guardó la nota en el bolsillo y esbozo una pequeña sonrisa. -¿Ves? Ha sido mucho más fácil de esta manera. Gracias por tu ayuda. Salió por la misma ventana que había usado de entrada y tras un pequeño salto accedió al callejón del edificio. Inmediatamente se encaminó al lugar señalado en la nota, consultando el mapa en su telefono para estar completamente seguro de la localización. No estaba demasiado lejos de aquel destartalado edificio, unos 10 minutos andando aproximadamente en dirección norte.

El hibrido salió a la calle principal y caminó a buen paso, ganándose alguna y que otra mirada curiosa por el camino. No era la ropa lo que llamaba la atención de la gente, pues en ese momento vestía unos vaqueros oscuros, unas botas negras y una camiseta de manga larga ajustada, también negra, acompañada con unos guantes de cuero sin dedos. Lo que realmente llamaba la atención era su largo cabello blanco y los brillantes ojos verdes, ligeramente cubiertos por el flequillo, que caía desordenado por su rostro. No era una combinación de colores demasiado común, por lo que no podía evitar destacar ligeramente allá por donde iba.

Al poco rato, acabó llegando a la dirección que contenía el pequeño trozo de papel. Se trataba de una especie de almacén abandonado, con puertas y ventanas selladas por tablas de madera y metal. No tendría muchas dificultades en romperlas, pero haría demasiado ruido y aquello no sería para nada bueno. Decidió probar suerte por el tejado, así que con cuidado escaló por la parte trasera de la fachada, haciendo gala de una agilidad increíble, y en apenas unos minutos ya estaba en la parte superior de aquel polvoriento edificio.

Tuvo suerte, el terrado contenía una amplia cristalera con fines luminosos que le vendría de perlas como entrada. Varias de las zonas de la cristalera estaban rotas, así que aprovechó una de ellas y saltó por ahí, dejándose caer hasta llegar al suelo en una caída de al menos 20 metros. Aterrizó en el suelo sin ningún tipo de problema, agachándose ligeramente para absorber con todo su cuerpo el impacto y así repartir la fuerza del golpe. Jake sabía que lo que acababa de hacer no era normal, un humano corriente y moliente no sobreviviría a esa caída, al igual que no tendría su fuerza y velocidad. Sabía que había algo antinatural en el, pero su mente lo negaba como una estrategia de defensa. El era así y punto, el motivo le importaba poco.

Tras incorporarse, examinó el lugar con la vista, encontrándose con una escena nada esperada. A unos pocos metros de el, se alzaba una fémina de porte elegante, iluminada por la única luz del lugar que provenía de una pequeña bombilla en la pared. La mujer poseía un bello rostro de tez pálida, largo cabello rojizo y unos preciosos ojos de un tono azul muy claro y brillante. Alrededor de ella había 8 cuerpos aproximadamente, tumbados en gran variedad de posiciones y evidentemente muertos. Pero aquello no importaba, lo único que importaba es que la pelirroja sostenía entre sus manos un pedrusco escarlata del tamaño de una pelota de golf, justo el objeto por el que lo habían contratado. Su recuperación y entrega eran los dos objetivos de la misión encomendada por su intermediario Kai.

-Está bien, me da igual quién eres o lo que ha pasado aquí, Dijo el hibrido, caminando con las manos metidas en los bolsillos y la mirada fija en la de la mujer. -Pero ese trozo de piedra me interesa mucho y tiene que irse conmigo. De forma pacífica será más rápido y fácil. Tú decides. Dejó de caminar tras situarse aproximadamente a dos metros de ella, esperando su reacción, preparado para hacer lo que fuera necesario para conseguir su objetivo.
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Mensaje por Invitado Mar Jul 31, 2012 10:27 am

La vampira admiraba aquella joya con ojos golosos. Era una pieza excelente, de corte impecable, refinada y ante todo era el rubí más caro que jamás se pudiese poner en una exposición. Podía haberlo comprado, si. ¿Y qué? No quería que quedase constancia alguna de la joya se iba con ella. Y el mejor modo era robarla, aparte de robarla era un excitante y divertido añadido. Casi tenia la nariz pegada a la vidriera y se disponía a hacer un corte en el cristal cuando la ronda de guardias de seguridad se unieron a los 6 que ella ya había matado cuando llego al lugar.

Gruñó molesta, un hombre nunca dejaba que una mujer disfrutase tranquila de los pequeños placeres de la vida. En pocos segundos los dos guardias habían muerto. Uno con el cuello partido y el otro contorsionado de una extraña manera que daba a entender que tenia la columna partida por varios lados, al igual que las piernas.

Saorise cortó el cristal y con delicadeza y una dulzura maternal saco el rubí poniéndolo en un paño de seda sobre su mano. Era una piedra exquisita… Y ronroneaba como una gata, desecha en placer. Se acomodó su vestido.

Nadie podía negar que se iba a convertir en la ladrona más elegante de todo Nueva York, quizás la llamasen loca, quizás delirante… Pero ella pensaba que aquella era una ocasión especial y se había vestido acorde, a la moda de los años 20… Suspiró con añoranza, aquella había sido una gran década para la moda femenina. Tan elegante, tan refinada… ¿Dónde iba a colocar el pedrusco cuando llegase a casa? Rió divertida, quizás después de todo lo vendería… Puso morritos y lo miro lastimeramente, no, no lo haría. Era demasiado bonito.

Escucho un golpe mullido, algo familiar, como cuando se dejaba caer en algún lugar… Solo que fue algo más rudo. Suspiro impaciente y se giro a ver quién diablos la interrumpía esta vez, y por dios deseaba que no fuese uno de esos calvos gordos y bigotudos de seguridad. Pero no lo era, apenas era un muchachito, un crio con una hermosa cabellera plateada… ¡Ah! Que muchacho mas apuesto y su olor… Hmmm dhampiro, rió al escucharlo e inevitablemente sus afilados colmillos asomaron.

—¿O si no qué? ¿Me pegarás? –Saorise hizo un puchero. —Cielo, creo que no es buena idea ir de matón por la vida… –le dio la espalda y comenzó a caminar, pero después de un instante paró y se giró levemente. —Me encanta tu pelo. –lo dijo remarcando cada palabra, como si hablara con un deficiente mental.

Se giró nuevamente y camino tranquilamente mientras envolvía el pedrusco en el paño de seda y lo guardaba en su bolso. Estaba dispuesta a salir por donde había entrado. La escalera de incendios.

El discreto vestido:
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Mensaje por Invitado Lun Ago 06, 2012 11:32 pm

Spoiler:
El joven de cabello dorado enarcó una ceja al escuchar la respuesta de la muchacha que tenía justo delante de él. No era lo esperado, ciertamente, pero debía reconocer que absolutamente nada de lo que tenía delante correspondía con lo que su mente había formado. No era el rival que esperaba, ni la vestimenta, ni la situación en general... Sobre todo la vestimenta. ¿Quien demonios sale a matar gente con un vestido de gala?. Medianoche dio un suspiro, encogiéndose de hombros. ¿Que debía hacer? La solución rápida tomaba la dirección de la violencia, pero algo en su interior le decía que con aquella mujer no era lo más óptimo. Ese algo era el instinto y nunca le había fallado, además de garantizarle un día más de vida en más de una situación.

Pero en ese mismo momento se estaba jugando una alarmante cantidad de dinero, por lo que decidió aparcar su instinto un rato y salir a la aventura, a ver qué pasaba. Debía actuar con cuidado, era peligrosa, de eso no había duda alguna, no podia infravalorarla... Pero con esa apariencia y ese vestido... demonios, era difícil no hacerlo. La muchacha pelirroja caminó hacia la escalera de incendios, lo que probablemente había sido su ruta de entrada. Medianoche caminó hacia ella, acelerando ligeramente el paso, pues al parecer estaba dispuesta a marcharse sin hacerle caso alguno. Lógicamente no iba a soltarle un golpe por la espalda, no era su estilo. Y si la llamaba probablemente pasara de él, así que la única idea que abordó su mente fue levantar su bota negra y propinar un fuerte pisotón al extraño vestido que llevaba la aún más extraña mujer.

Lógicamente no pretendía detenerla solo con eso, de un simple tirón se libraría de su "prisión". La idea era provocarla de alguna manera y esa parecía ser la más directa. Una persona que va a robar o recuperar una piedra que vale millones con un vestido muestra tres cosas. Las dos primeras locura y habilidad. Locura por llevar una vestimenta tan poco adecuada y habilidad por conseguir matar a un buen grupo ella. La tercera es vanidad, le da importancia a su imagen y también se la dará a lo que le otorga esa imagen. -Si, lo haré. Dijo el medio vampiro encogiéndose de hombros. -No puedo permitir que te lleves ese pedrusco, mi reputación y mi jubilación están en juego, así que ya te lo dije bonita. Gírate, dame la piedra por las buenas y te pagaré la lavandería, o gírate y lo hacemos por las malas, tú decides.

Los llamativos ojos azules del muchacho emitieron un suave brillo, mostrando tensión inconscientemente. Cuanto más cerca estaba de ella, más le pedía su instinto que saliera pitando de aquel lugar. Algo en aquella chica resultaba terriblemente peligroso y Medianoche no sabía decir el que. Su parte racional decía que era una simple chica, que si era necesario la reduciría por la fuerza, otra parte menos racional le decía que "y una leche" que saldría perjudicado al intentarlo. Fuera como fuese, la decisión ya estaba tomada, o salía de aquel lugar con el pedrusco o salía de aquel lugar con el pedrusco, no había ninguna otra opción para elegir.

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