Dreaming in Sheep Meadow

13-Diciembre-2012 6:20 a.m.

El sol despuntaba ya entre los rascacielos, los primeros rayos ya comenzaban a llenar Central Park. El forcejeo aun no declaraba a ningún vencedor. Pero lo que si estaba claro era que el vampiro estaba cada vez más nervioso. El sol le daba la ventaja a Alexis. El cazador, herido, sudado y furioso golpeo bajo la mandíbula al vampiro que cayó hacia tras gruñéndole. Alexis cogió una estaca de su cinturón, pero el inmortal ya se lanzaba nuevamente sobre él. Golpeado brutalmente en el abdomen Alex cayó hacía tras estrepitosamente, tenia encima al chupóptero y la cosa no pintaba nada bien. Alexis lo agarraba del cuello, intentaba alejar sus colmillos de su cara. Alex sonrió. El humo comenzaba a hacer acto de presencia, el vampiro se quemaba.

—Que peste a carne chamuscada, ¿no? –lo empujo con la rodilla impulsando al vampiro lejos de él.

El vampiro se miro las manos, él lo sabía, después de 2 horas luchando con Alexis, había perdido. Pero eso no quería decir que se rindiese. Volvió a atacar directamente al cuello de Alexis, las ampollas ya poblaban su cuerpo y el humo era cada vez más. Pero Alex lo esperaba con una estaca que fue directa a su corazón. La sanguijuela se desplomo inmóvil en el suelo, aun se estaba quemando. Alex cayó de culo al suelo, estaba agotado… Las manos le temblaban.

Tembloroso saco su navaja del bolsillo de su pantalón y sin miramientos tomo con brusquedad el brazo del vampiro haciéndolo un profundo y grabe corte. Dios… como deseaba aquello, su contacto hacía días que no le pasaba sangre y tenía que conseguirla de esta manera tan poco civilizada. Bueno, de todos modos iba a matar a aquel vampiro con o sin su sangre. Alex bebió impaciente del brazo del vampiro, su carne estaba muy caliente al contacto, cosa del sol. Pero a Alexis no le importó, bebió con ansias, rozando el éxtasis. Bebió mas y mas, hasta que sintió que era suficiente, su cuerpo era otro, volvía estar rejuvenecido, su visión era más aguda y notaba que la fuerza lo inundaba. El cadáver se estaba secando. Estaba muerto. Alexis se puso en pie y le hizo una cruz.

—Descansa en paz… –comenzó a alejarse de él.

Anduvo una media hora dirigiéndose hacia Sheep Meadow. El sol ya inundaba toda la zona y se podían ver a algunas personas, las que ya se sentían seguras, haciendo jogging. La adrenalina ya había desaparecido y de no ser por la sangre de vampiro, no podría estar en pie. No lo necesitaba pero aun así se tumbó en la hierba de Sheep Meadow y alzo un brazo acariciando el cielo. No le importaba si lo miraban como a un loco. Estaba manchado de sangre, pero de todos modo ya no era una situación tan fuera de lo común como lo podría haber sido antaño. Alexis sentía un gran bienestar y elevación tras recibir su dosis de sangre vampírica. Miro las escasas nubes, como animándolas a desaparecer del todo. Y en un momento cerró sus ojos sumergiéndose en extraños sueños, mas vividos que la vida misma. Una persona normal no habría soportado estar tumbada ahí con el frió de la nieve.

Bruma de color, era hipnotizante. Calor, humanidad, risas, niños, mama y papa preparando la comida en un jardín que jamás tuvieron. Era hermoso y doloroso. Sus hermanos y familiares, todos en comunidad disfrutaban de un tiempo delicioso bajo un cielo demasiado azul para ser el de Nueva York, con un aire demasiado puro para ser el de Nueva York. Pero ahí estaban, si mirabas a tu alrededor podías reconocer Manhattan . Si, debía ser Nueva York. Qué guapa estaba madre, nunca la había visto irradiar aquella serenidad y belleza, si, tal vez cuando era pequeño. Ellah, su madre, acariciaba su rostro, y lo reconfortaba, como solo una madre podía hacerlo. Alex sabía, él sabía que ella estaba muerta, sin embargo ahora vivía como nunca lo había hecho. Y él lo sabia… Eran los efectos de la sangre de vampiro. El cielo no era azul, el aire no era puro, sus padres no cocinaban y su madre no acariciaba su rostro, todo era producto de la sangre.

Abrió los ojos de par en par. Por un momento se asusto y su mano atrapo con fuerza la de Temperance. El cazador la miró confuso, desorientado y con ira. Pero ella era pequeña, tan pequeña… Su mano apenas parecía la de una niña, atrapada con la de él. La soltó y balbuceo algo. El rubio intento erguirse, se llevo la mano al pecho, donde el vampiro lo había golpeado. Fue una terrible sensación de incomodidad, pero no dolor… Aun estaba colocado por la sangre, así que si había algo debajo de la ropa, le dolería mas tarde.

—Yo… yo… –gruñe un poco tocándose la cabeza, todo le daba vueltas.

La miro a los ojos, taladrándole con el hielo de su mirada, la de ella era la primavera. ¿Qué podía hacer ella por él? Eso le había preguntado. Alexis rió incrédulo, aquella mariposilla delicada. ¿Qué podía hacer por él? Su mente se nublo.

—Nada… No puedes hacer nada, nadie puede… Estoy perdido. –era una confesión dolorosa.

Aquel suceso, que jamás lo deja descansar una noche, lo perseguía y lo destruía, consumiéndolo por dentro. Aquella vampiresa, había hecho que su vida estuviera condenada y que sintiese que caía en el abismo más profundo y oscuro que cualquier humano pudiera imaginar, era un adicto y no por voluntad, pero esa sangre había hecho que Alexis se sintiese condenado. Al menos él fue piadoso y mato en limpio a aquella vampira. Ella lo había condenado a la muerte en vida. No había droga peor… Y aquello estaba terminando con él. Pero debía resistir, solo un poco más.

Se levantó tambaleándose, como buenamente pudo, pero la poca estabilidad lo abandonó haciéndole hincar una rodilla en el suelo. ¿Cómo podía sentirse a la vez tan fuerte y tan débil?

En su mente la frase de aquella joven daba vueltas. Todos estamos perdidos… Todos estamos perdidos… Sí, lo estamos. El mundo está condenado, y todos sucumbiremos bajo el manto de la noche. Pero mientras quedará en pie un solo cazador, eso no ocurriría, porque su trabajo era salvar a la humanidad. Y ese mismo trabajo había sido su condena, lo que le había llevado a la sangre, y lo unido que le quedaba por lo que vivir un día más. Al menos, según su parecer, esa era una noble labor, no muy bien reconocida, tal vez si… Pero a la vez era un acto suicida.

Tenía la piel helada, y las manos un tanto arrugadas por la humedad y el frio de la nieve en el suelo. Tal vez el frio estuviera quemando su piel desprotegida después de tanto contacto. Era como un crio abandonado, en su corazón sentía ganas de llorar, de abandonarlo todo y desaparecer… Pero ellos debían pagar todo lo que le habían hecho, y por Dios que los mataría, los mataría a todos ellos… o moriría en el intento.

—Esperanza… –rió incrédulo. ¿Cuántos años podía tener ese vampiro? Su sangre era fuerte, porque aun estaba flipando… O eso creía él.

Al alzar la vista para poder controlar lo que la muchacha hacía, ella le sorprendió con una magnifica sonrisa. Estaba desubicado, no comprendía la situación, no sabía cómo encajar lo que estaba escuchando. Para él la única esperanza que había era la de exterminar a cada sanguijuela del mundo, así por fin sería libre.

Temperance, un nombre adecuado para una muchacha como aquella. El contacto de sus manos, más cálidas que su rostro, le trajo de sorpresa. El cazador apoyó su mano derecha sobre la de Temperance y se podría decir que casi la taladró con la mirada. ¿De dónde había salido aquella mujer? Bien era sabido que en estos tiempos no podías ir por la calle prestando ayuda de manera tan gratuita y confiada como lo estaba haciendo ella, no era algo seguro.

Se separo de ella un poco y se puso en pie.

—Soy Alexis… –respondió con poco convencimiento. —Es peligroso acercarse a los desconocidos…–se toco la sien, notaba una ligera molestia.

Miró a su alrededor, la sangre hacia que lo viera todo con colores mucho mas vividos y con mayor nitidez. Tomo una gran bocanada de aire. Y por su mente pasó que la sangre algún día acabaría con él.

La miró de arriba abajo, había algo raro en aquella chica y su forma de hablar era como si… Entonces lo comprendió. Podría ser una vasalla… Un cazador adicto y una vasalla, que lindo paseo. Rió, con una carcajada. Como si de una Utopía se tratase, todos nos ayudaríamos y sería perfecto y bajo arcoíris de colores los vampiros morirían, dejando un mundo armónico a salvo… Alexis bufó, ella debería tener más cuidado, aunque no temiera prestar su ayuda. ¿Quién le habría protegido, a las 6 menos algo de la mañana, si él hubiera sido un asesino psicópata? La hubiese matado y ella no habría podido hacer nada por evitarlo, y sería su sentido de ayuda al prójimo el que la habría llevado. La sangre hacia que le diese muchas vueltas a todo. Se obligo a despejar la mente.

— Mejor morir de hipotermia que morir asesinada… –la miró con severidad.

Asintió, no sabía coordinar cuanto había pasado ahí. Minutos, tal vez. Horas ¿Quién sabe? El tiempo, ahora que estaba chutado, no tenía importancia para él. Lo que no podía era negar que sus músculos estaban embotados, duros y poco obedientes. Creía tener frio, pero la sangre de vampiro le hacía dudar entre sí lo tenia o no. — Si, lo mejor es movernos. –Alexis la acercó más a sí mismo, si Temperance tenía frio lo menos que podía hacer era prestarle un poco de su propio calor. Ella había sido muy atenta con él.

Como bien había dicho ella, podría haber seguido su camino y el estaría muerto de una hipotermia. No supo decirle “Eh, gracias por despertarme en la nieve, no es necesario que vengas” tal vez simplemente no quiso decírselo. — I… Iremos a un piso franco… –la llevaba pegada a él con firmeza y adaptaba sus largas zancadas a los pasos de Temperance. Poco a poco la fue guiando por calles cercanas al Central Park norte, donde de manera laberíntica dieron con un destartalado bloque de departamentos.

Alexis tuvo que buscar entre sus miles de llaves cual era la que coincidía y la tarea le costó unos minutos, pues aun no era 100% dueño de sus movimientos. Al entrar la cosa no mejoraba. Las paredes del vestíbulo algún día fueron beige, pero de los años, el tabaco y sepa Dios el que, estaban amarilleando. Se separo de Temperance y se llevo la mano al abdomen, le recorrió una punzada de dolor.

Sin importarle que la muchacha estuviera ahí, ni siquiera el frio, se saco el jersey y en sus abdominales pudo observar una gran contusión que ocupaba casi todo el espacio, además tenía un color muy feo. Estaba claro que el golpe que el vampiro le había propinado la última vez le había afectado. Resoplo adolorido. Se apoyó en la encimera para tomar aire un instante.

La había llevado a un estudio pequeño, nada decorado, no era un hogar. La cocina con barra americana ocupaba gran espacio y una cama doble en una esquina casi se adueñaba de lo demás, pero aun quedaba espacio para un pequeño sofá y una televisión. La única puerta que había aparte de la de salida era la del baño, nada espectacular. Eso si, estaba bien abastecido, se notaba que era un lugar para emergencias.

Se giró hacia la muchacha y le dedico casi una sonrisa. — Mi casa, tu casa…

Temperance fue pegada al cuerpo enorme del hombre, que pasó su brazo por sus hombros y la jaló, la chica pasó tímidamente sus brazos por el talle fornido del cazador, y se fue con él por las calles de Manhattan.

La joven pegó su nariz a sus ropas, olía a sangre y a sudor, había sido una batalla enorme, podía escuchar los latidos de su corazón y lo agitada de su respiración, quizás le dolía el cuerpo po las heridas. Por la cabeza de la mujer ni se le pasó la idea de llevarlo a un hospital, ahí no atendían a las personas como ellos, además, ella no había estado en uno, cuando enfermaba, el príncipe llevaba médicos a la mansión y ahí la atendían, pero no recordaba mucho sobre aquellos momentos, y los pocos recuerdos que tenía, eran difusos, como si fueran un sueño.

Luego de haber caminado un trecho que la joven apenas sintió, más concentrada en seguirle los pasos al enorme hombre; llegaron al departamento del hombre. Temperance se quedó fuera, y dejó que entrara, y sólo en ese momento entró, otra vez tímida, no conocía ese lugar y por eso la intimidaba. Miró a todos lados, no sabía si habían espíritus ahí, y podrían atacarla, a veces lo hacían. Miro asustada detrás de las esquinas, las sombras, pero no había nadie. No reparó en las cosas que habían , para ella podía ser un palacete o podía ser un sucucho, y le daría exactamente igual, sólo le importaba que no hubieran fantasmas

Alexis se sacó la ropa, y Temperance pasó por su lado, tampoco reparó en él, se movía lentamente, no estaba aún del todo segura que no hubieran fantasmas, y cuando se dio cuenta que había repasado dos veces todas las esquinas, se giró hacia el hombre, sus ojos verdes lo analizaron y fue hacia él directamente, colocando sus manos en la herida que tenía en el pecho.

- estas muy lastimado... - lo miró hacia arriba, y se sacó el abrigo, llevaba un vestido vestido negro con un estilo casi de muñeca, que hacia juego con su propia actitud. No tenía joyas o accesorios, solo el vestido que la cubría. Pasó sus dedos otra vez por la herida - ¿esa puerta es el baño, ven, te limpiaré, ¿hay vendas? - sabía tratar heridas, y lo llevó al baño, en donde daría el agua, sentándose en el borde de la tina de patas que había. Sintió el agua, estaba saliendo caliente y eso le gustaba.

- ¿aún estás dominado por la sangre? - le preguntó, sentada en el mismo lugar, esperando que la tina se llenase.

Alexis observo a la muchacha, ella parecía buscar algo. Frunció el ceño sin comprender, ¿sería todo una treta de algún vampiro para llegar hasta él y asegurar el perímetro? La observo con detenimiento, era pequeña y delicada. Al menos lo era en comparación con él. Ella se le acercó y puso sus dedos sobre la contusión. No pudo evitar dejar escapar un quejido entre dientes. ¬—No es nada… He tenido heridas peores… –Alexis agarró las manos de Temperance. Pero ella lo llevó hasta el baño. En el trayecto la sangre había hecho que el espacio que había desde ellos hasta la puerta se alargara y acortara.

¿Qué pretendía aquella muchachita? Llegados al baño le indico con un gesto donde estaba el botiquín, bajo el lavabo, y dios mío que pedazo de botiquín. Tenía todas la clase de vendajes imaginados, gasas, esparadrapo, una infinidad de medicamentos (antiinflamatorios, calmantes, sedantes, para bajar la fiebre…), incluso había utensilios quirúrgicos en bolsitas de plástico esterilizadas. Era un piso franco de cazadores y se notaba en cosas como esas, a veces regresaban heridos, como ahora.

La observo abrir el grifo del agua caliente, ella se sentó al borde de la tina y el la miró de arriba abajo. No entendía por qué hacía todo aquello… ¿Estas dominado por la sangre? Esa pregunta le hirió más que cualquier golpe. Corto el contacto visual con ella y fue hasta el lavabo dándole la espalda, la cabeza aun le daba vueltas, su visión no era enteramente suya y su mente aun no le respondía con claridad, tenía los sentidos embotados, al contrario de cuando tomas la sangre y en principio tus sentidos parecen acrecentarse y afinarse. Se apoyó en el lavabo y se miró al espejo, sí, aun estaba dominado por la sangre, sus pupilas estaban dilatadas y no podía negarlo. Bajó la cabeza, sus manos temblaban aun y sus vellos estaban erizados, no sabía si era por el frio.

—No… No lo se… Tal vez –no quería admitirlo.

No quería mirarla y ver en sus ojos un juicio. Nadie de su alrededor conocía el suceso con la vampira Cassandra, nadie sabía que ahora era un adicto desde hacia tiempo… Era vergonzoso y cada vez se sentía mas derrotado.

Podía ver la culpa en su semblante, no era muy difícil reconocer en sus gestos de una persona que cargaba con una gran culpa, Temperance se encogió de hombros, y cortó la llave,el agua había llenado la tina y el vapor comenzaba a empañar el espejo donde Alexis se reflejaba, haciendo de la imagen borrosa, como su propia mente. Temperance emitió un suspiro y se puso de pie, caminando hasta el hombre.

-no lo juzgo- había tratado con otras personas adictas a la sangre, la mayoría de los que estaban con el príncipe les sucedía lo mism, aunque era la primera vez que trataba con un cazador, y en él veía los mismos deseos de un vampiro por la sangre - no tengo porqué, por favor...- volvió a suspirar y su voz se fue perdiendo, haciéndose más apagada, por el nudo en la garganta que se le había hecho. Puso las manos en los hombros desnudos de Alexis y se apoyó en él, primero los labios, luego la mejilla, en un abrazo que a pesar de la temperatura helada de la joven, estaba cargado de la dulzura de un ser como Temperance.

-déjeme cuidar de ud- lo abrazó un poco más fuerte, luego, un suave beso entre sus omóplatos, y lo tomó de la mano para sacarlo de aquel ensimismamiento que la imagen de sí mismo había producido - dese un baño - se colocó frente a él, y levantó su mirada verdosa, las mejillas estaban tomando color, y sus labios lucían como melocotones maduros - sólo... debe relajarse, ya pasará - otra vez el dorso de su mano fue a la mejilla de Alexis y lo acarició, empinándose para depositar un suave beso en sus labios.

Para Temperance esos gestos no significaban más que mero cariño, preocupación, ¿amor? ¿que era el amor?, para ella eran sólo cuentos, o mejor dicho, nunca se había detenido a prensar en aquello. Le sonrió al hombre y fue hacia el lavado en donde estaban las vendas y las demás cosas. Agachada buscó lo que pudiera servirle - umm tiene un cuanto hay, bien... ejem- sacó su cabeza de las puertas, sentada en el suelo, y le sonrió abiertamente - pero límpiese, que así, no podré atender sus heridas- volvió a buscar las cosas que necesitaba, tatareando una canción.

Alexis suspiró, estaba cansado. Se frotó la sien y los ojos, y pudo escuchar como cortaba el agua. Su cuerpo se tenso cuando ella puso sus manos en los hombros, pero igualmente se destenso y relajo un poco. Recibió aquellos gestos con intranquilidad. Que magnifico ser podía ser Temperante, como un ángel apareció cuando él estaba un tanto perdido, y bajo sus “alas” de atención estaba consiguiendo que Alexis se sintiese un poco menos desamparado. Aquello era… cuanto menos un tanto extraño, no eran buenos tiempos y no acostumbraba a tener aquel trato tan conciliador con desconocidos… Pero se sentía bien y le parecía que así debía ser. Ella estaba tan fría como él y era extraño pues siempre era una persona de temperatura calida y agradable. Todo se debía a la sangre y al contacto frió de la nieve hacia un rato.


¿Cómo podía relajarse en una situación como aquella? ¿Cómo podía relajarse?, si a su alrededor el mundo era un sin sentido que se derrumbaba y si algo podía salir mal siempre salía mal. Cuando se giró la contempló y se fijó en cada detalle de su rostro. Quería descubrir algo mal en ella, pero solo logró fruncir el ceño. Le sorprendió con aquel beso. Alexis se apoyó en ella ligeramente en lo que duró y muy perturbado. ¿Por qué lo había hecho? Aquello no podía estar bien y ella era una muchacha visiblemente tan joven… Alexis se llevo las manos a la cara negando y murmurando algo que no pudo entenderse. Alexis avanzó hacia la bañera dejándola buscando los utensilios que necesitaría para atender la contusión, que cada vez era un poco mas molesta. Quizás tenía una costilla rota.


Introdujo los dedos levemente en el agua, estaba caliente, lo que necesitaba. No lo pensó mas, comenzó a desabrochar su cinturón y pantalones. Y en poco estaban cayendo al suelo, los hizo a un lado. Dejó caer su ropa interior y se metió en la tina. Una persona algo más baja que él habría estado mas cómoda, pero algo era algo. El calor lo inundaba, se echó hacia atrás y con las manos mojadas se mojó el pelo. Buscó el jabón y lo olió previamente, era jabón de leche. Lo vertió sobre la esponja y comenzó a frotarse. Parecía abstraído en sus pensamientos. Se inclino hacia tras en la tina, quedando mas bien tumbado y mirando al techo dejó escapar un suspiro profundo, como si estuviera dejando ir lo malo de aquel día. Ya no quería pensar mas en los vampiros y el mal que representaban. Pero aquello era algo que nunca lo abandonaba.


Inclino la cabeza hacia un lado y observó la espalda de Temperance.


—¿De donde has salido? ¿Por qué haces esto? –preguntó con un hilo de voz, parecía inquieto por eso.

No podía descubrir por que ella hacia aquello. No se conocían, no se debían nada, nada los unía… Cerró los ojos con fuerza y pensó que cuando los abriera ella ya no estaría ahí, no existiría, todo habría sido un producto creado por la sangre. Pero cuando abrió los ojos allí seguía ella.

Ni se inmutaría cuando el cazador se desvistió para meterse a la tina, ella estaba más preocupada de encontrar las cosas que usaría para curar al cazador. Bostezó, estaba ya cansada de haber andado casi toda la noche en la calle, sin dormir y cuando no lo quisiera, su cuerpo comenzaba a pedir un descanso. Se puso de pie con algunas vendas y ungüentos en las manos y los dejó sobre el lavado. Alexis estaba metido en la tina, enrollado de tal manera que pudiera entrar en la tina que se hacia pequeña ante su gran volumen.

-¿hacer qué?- se sentó en la taza del baño, apoyando sus codos en sus rodillas, miraádolo sin comprender sus preguntas, es más, lo miraba como una madre miraba a un hijo que preguntaba sobre cosas obvias pero que aún así debía responderle. Ladeo un poco más su cabeza y su cabellera hermosa cayó por su hombro y se quedó en reposando sobre su hombro y brazo - la pregunta realmente es ¿por qué no hacerlo?, ud estaba necesitado, ¿por qué no brindar ayuda... y no me diga porqué es peligro, porqué es un desconocido, siempre me dicen lo mismo y nunca he escuchado, imagino que es muy temerario, pero siento que debo hacerlo, eso me hace ser útil al ayudar a quien lo necesite- tomó la esponja que tenía Alexis en sus manos, y se la quitó pero suavemente para ella ahora pasarla con delicadeza por su rostro y sus hombros.

No había un sentimiento oculto en sus movimientos o en su rostro, como si aquello lo hiciera por el mero hecho de hacerlo, como una máxima absoluta de comportamiento, la mera liberalidad de hacer una buena acción en post de otro. Lo quedó mirando y le sonrió, se notaba cansada y pálida, aunque quizás siempre tenía ese tono en su piel, como si hubiese sido tocada por el dedo de la muerte, pero que siguiera viviendo en ese mundo,

- y sobre de donde he salido... no sé, nací en Londrés... pero he vagado por muchas partes del mundo, por lo menos cuando vivia mamá - se encogió de hombros, no sabía a que se refería con esa pregunta, por eso respondió lo obvio, - y esta noche sólo caminaba... creo que iba a mi casa, pero la verdad ya no recuerdo que iba a hacer, ejem...- se sonrojó, le causaba gracia su propia manera tan distraída de ser - ¿le molesto aquí?, podría irme si quiere - siguió limpiándolo, con mucho cuidado sobre todo en donde estaban sus heridas.

Alexis negó con ímpetu. No podía estar de acuerdo, había que tener mil ojos y no podías ir prestando tu ayuda a cualquiera. Al menos no, si no tenías las espaldas bien cubiertas. Él estaba necesitado y a Dios daba gracias por haberla puesto en su camino… Al menos ahora no estaba muerto por el frio. Pero eso no quitaba que la actuación de la muchacha había sido una locura. ¿Y si la hubiese matado en un error provocado por la sangre? Esa fue una pregunta que no se atrevió a preguntar. Bufó de manera sonora y se froto por el pecho con cuidado y concentración. No sabía que hacia él permitiendo que una chica joven como ella, una posible vasalla y desconocida.

Cuando Temperance le quitó la esponja se la quedo mirando con la nariz arrugada. Pero dejo que lo enjabonara un poco, mientras la escuchaba. Era demasiado para él. Se sentía como un crio desvalido, pero a la vez sentía que las palabras de Temperance eran reales y ciertas, solo brindaba su ayuda a quien la necesitaba. Y ella lo había pillado en un momento de necesidad muy grande.

Alexis quedó muy quieto al escuchar la explicación de donde había salido Temperance. En realidad él hablaba de un tiempo más futuro. Él quería sabe en qué ambiente se desenvolvía. Muchas dudas dudas surgieron después de su explicación. Sus cejas se alzaron inevitablemente, su madre había muerto… Sintió una gran pena por ella. Porque él había perdido a su madre, y aquello a veces le superaba. La extrañaba y la añoraba cada día, era un pilar demasiado grande en su vida, y ella simplemente ya no estaba mas… —Siento tu perdida, Temperance... Yo también perdí a mi madre hace no mucho, la extraño -Alzó su mano y acarició con la yema de los dedos la mejilla de Temperance, las huellas del agua dejaron en la mejilla de la joven vasalla lo que pareció el rastro de lágrimas. Tomó la esponja de las manos de Temperance.

—Creo… que podré limpiarme solo. –al menos eso pensaba él. El abdomen le estaba matando. Ya estaba seguro, debía tener alguna costilla rota. Pero no era adecuado que ella estuviese realizando esa tarea. Él era un hombre criado con unas costumbres de la vieja escuela, claro que bastante contemporáneo. —Puedes ver la televisión mientras tanto, prometo no tardar –Alexis hizo una mueca al inclinarse para frotarse el abdomen.

No quería pensar como se doblaría para limpiar las piernas y demás, era mejor no pensarlo y hacerlo del tirón. Suspiro y se echó un poco del agua caliente en la cara buscando la relajación que apenas podía encontrar.

- la perdí hace mucho tiempo, y por más que la desee ver, no podré nunca hacerlo- su rostro se vuelve a entristecer, ni siquiera podía estar con el fantasma de su madre, ella había desaparecido, pero si su padre estaba con ella, a veces, él había muerto al año que había nacido, a manos de vampiros, él también había sido cazador, pero encontró buenos aliados entre los de la hermandad. Suspiró y volvió a limpiarlo con la esponja hasta que Alexis decidió quitarsela.

Le había quitado la esponja de las manos y al hacerlo se había quejado al hacerlo, además la había mandado a ver tele mientras el terminaba. Temperance se mordió el labio inferior, no estaba acostumbrada a contradecir las órdenes que le daban, no era parte de su naturaleza, pero habían momentos en los que creía que debía hacer algo más que ser mero testigo de los hechos. Se inclinó más en él, si se hubiera acerca más, se hubiera metido en la bañera.

- tiene una costilla rota - se inclina un poco más y coloca sus manos en su torso desnudo y húmedo. La cercanía de la joven llevará su aroma a la nariz del cazador. Era un aroma encantador, como a niña, pero al mismo tiempo que delataba a la mujer que se estaba convirtiendo sin que ni ella misma lo notase. Era a manzanas maduras, a bosque, a libertad, un aroma que atraía por su sinceridad y pureza - sí, aquí está - señala, presionando ligeramente, la piel del cazador ha comenzado a ponerse morada en ese sector - creo que debería ir a un hospital- levanta su rostro, su dulce cara esta muy cerca del rostro del cazador, le sonrie, a pesar de lucir ligeramente preocupada, es capaz de seguir sonriendo.

- podemos ir?.. aunque sé tratarlo, pero si se ha enfrentado a un vampiro puede ser más grave de lo que yo pueda tratar - le habló manteniendo la misma corta distancia de su primer movimiento, pero se apartó poniéndose de pie - de todas formas, ud decide - inclinó su cabeza girándose para salir del cuarto de baño, dado que eso era lo que le habían pedido.

Caminó por la sala de estar, y buscó un sillón donde sentarse, miró a todos lados, tan azulozo todo por a luz del alba y los rayos del sol que comenzaba a verse en el horizonte. No buscó la forma de prender el televisor, era muy poco lo que veía de Tv, prefería una película, un libro y escaparse al teatro y verlo desde el telón. Temperance se acurrucó en el sillón y se quedó rápidamente dormida, hecha un ovillo buscando darse calor así misma.

Me asintió comprendiendo a Temperance, era duro no tener una madre e incluso el que ya era mayor cuando murió le ha pesado su ausencia como nada antes lo había hecho. ¿Quién podía ayudarla a no sentirse mal? Cada uno afrontaba la perdida de seres queridos como buenamente podía. Nadie supera la muerte mejor que nadie, tal vez se aprendía a vivir con ella. Pero según su juicio una persona sana y con unas emociones naturales, siempre lamentaría la muerte de su familia cercana y amigos… Era parte de la humanidad que forma parte de las personas. Y tanto Temperance como Alexis debían convivir con la perdida de una madre.

La vio acercarse mucho a él en la bañera, pero Alexis no se movió, ni para atrás ni a un lado… Nada. Solo la observó hasta que las frías manos de la joven se apoyaron en su torso, Alex se estremeció sin poder evitarlo. El perfume de Temperance era embriagador. Ignorando su dolor en el costado se inclino un poco para poder captarlo mejor. Cerró los ojos y respiró con profundidad, pero no podía hacerlo bien porque le resultaba doloroso. Cuando Temperance apretó en la zona dañada, Alexis soltó un quejido bastante fuerte, con el trastorno que le había producido su olor. Negó con ímpetu.

— No, no puedo ir a un hospital… Son demasiadas las lesiones que he tenido ya… y no me gusta que queden constancia de ella. Entiéndelo, un cazador que ha matado a tantos vampiros pierde un poco de su libre albedrío –Alexis se reclino un poco en la bañera apoyando bien la espalda en busca de comodidad y de remitir el molesto dolor del costado izquierdo.

Alexis se sintió mal cuando ella abandonó la estancia, en cierta medida era por que Temperance lo distraía con su presencia y le ayudaba a pensar menos en cuan molesto era aquello, le dolía. Y daba gracias por qué no hubiesen sido varias costillas, o por la que se había roto no había perforado el pulmón. Se puso de pie después de un rato limpiándose entre quejidos y maldiciones.

Salió del baño con la cintura envuelta en una toalla blanca. Sus pupilas ya no estaban dilatadas. Ya no estaba dominado por la sangre. Pero al verla ahí el estomago le dio un vuelco, y pensó que tener en el sofá a una jovencita como Temperance no estaba bien. En algún lugar debía haber alguien preocupado por ella… Maldijo por lo bajo y con los pies descalzos se acercó a un mueble en busca de algo de ropa, encontrando algunos pijamas viejos y gastados. Se puso un pantalón gris largo, pero no una camiseta, no quería ni pensar en aguantar el roce de la tela sobre la herida.

Ver dormir a Temperance le provocaba una gran ternura, así que ni pensó en despertarla para pedirle que le curara. Quería moverla a la cama y dormir él en el sofá. Pero era consciente de que si se atrevía a cogerla, sus quejidos por el esfuerzo y el dolor la despertarían. Fue a uno de los muebles de la cocina y cogió dos analgésicos tragándolos con un poco de agua, y fue andando hacia la cama con la mano apoyada en el costado. Como si eso le ayudara a contener el dolor y a calmarlo al andar. Le hecho una manta por encima a Temperance Alexis se tumbo con cuidado en la cama conteniendo mil maldiciones y tapándose solamente hasta la cintura, tenia frio en el torso. Intento pensar en otras cosas. Liberar su mente. Quería olvidar aquella mañana, era vergonzoso que un hombre de 29 años viviera aquellas cosas delante de una muchacha que dios sabría cuantos años tenía. Pero los analgésicos no le hacían un gran efecto. Asi que solo podía limitarse a observar el techo sobre si.

Se había dormido, llevaba días sin dormir, las pesadillas comenzaban a ser más recurrentes, gritos sin rostro y tanto dolor, que la obligaba a andar en vela, lo que agudizaba sus crisis epilépticas y sus "ausencias", que la dejaban fuera del mundo. Es más, antes de encontrar a Alexis había tenido una larga ausencia y no se había dado cuenta cuanto tiempo había pasado desde que había llegado al Central Park.

Despertó, agitada, levantando sus brazos, y miró a su alrededor, ¿cuanto había dormido? Había algo más de luz en el lugar, así que podía haber dormido sólo unos minutos, o quizás había dormido un día completo, pero no podía saberlo, se sentía igual de cansada y el cuerpo le dolía, agarrotado por las horas de vigilia. La manta cayó, ella intentó evitar se deslizara hasta el suelo, la sujetó con su mano y se puso de pie, cubriéndose con la la misma manta y buscar a Alexis.

No estaba en esa sala, ni cocinando algo. Al primer lugar al que fue a verlo fue al baño, quizás se había dormido ahí, pero la tina estaba vacía y sin agua, el hombre se había ido a ido a otro lugar. Así que fue a la cocina y buscó algo con que hacer para desayunar, tenía hambre e imaginó que Alexis estaba también hambriento. La sangre de vampiro producía luego gran letargo, cuando su efecto pasaba.

El refrigerador no tenía más que dos huevos, y aun estaba la duda s esos huevos no estaban podridos. Buscó algo más, té o café, y ambos había aunque poco pero era suficiente para los dos, pero faltaba algo más para comer. Así que fue en busca de su abrigo y salió, las llaves de Alexis las había visto sobre la mesa que estaba cerca de la puerta. Abajo había una tienda ahí compró pan, leche, jugo, tenía algo de dinero y pudo comprar las cosas para el desayuno; sólo pasaron 10 minutos cuando Temperance volvió al hogar de Alexis y preparó un desayuno. Estaba acostumbrada a cocinarse. Donde el príncipe, nadie más comía y ella debía velar por sus alimentos o lo olvidaría.

- ¿Alexis?- preguntó, lo habia escuchado en el dormitorio y entró con una improvisada bandeja, usando un gran libro, como un atlas que había encontrado - debe comer- el té humeaba, así como el café - debe comer- se sentó en la cama, sonriendo encantadoramente.

Alexis no podía más con su alma. Después de permanecer despierto por más de 48 horas con anterioridad, el pequeño sueño en la hierba de Central Park no le ayudaba en nada a permanecer despierto. Pero era el dolor en el costado lo que le impedía conciliar el sueño ahora. Conforme los analgésicos hacían un poco de efecto Alexis echaba cabezadas de 5 o hasta 30 min. Incluso le comenzaba a doler la cabeza, parecía que se avecinaría un día que prometía ser nefasto para el cazador. Al menos aun estaba vivo y había vuelto a eliminar a una de esas malditas sanguijuelas… “Por ti, mamá…” pensó. Pues desde que un brotherhood matara a su madre, todos los vampiros que eliminaba era dedicado a ella. Una valkiria indomable que limpiaba la tierra de esos inmundos seres, protegiendo a muchos humanos indefensos y dominados… Dejo escapar un suspiro de añoranza y admiración

Comenzó a dormitar, soñando incoherencias. Escenas oscuras y caóticas. El día iba avanzando, horas hasta que el sol estuvo alto y la fiebre le subió un poco, lo suficiente para que ya no tuviera frio y un capa de fino sudor cubriera su frente. En su abdomen un moratón considerable cubría la mayor parte de la musculosa superficie. Se removió un poco en la cama y soltó un quejido llevándose la mano al abdomen el efecto de los analgésicos se había pasado y le dolía mas nuevamente. “¿Alexis?” Escucho su nombre y abrió los ojos de golpe. Sí, Temperance… Los sucesos de la temprana mañana volvían frescos a su mente.

La vio entrar y se incorporó como buenamente pudo, dedicándole una torcida sonrisa. —Eh… Hola…–le habló un tanto ronco y se aclaro la voz. —No tengo mucho apetito… ¿Llevas mucho rato despierta? Antes no quise despertarte para… ya sabes… –señaló el moratón. —Para curarme, pero ahora puedo vendarlo solo… –sonrió de medio lado. Podía o eso pensaba.

Temperance se sentó a su lado diciéndole que debía comer. Alexis estaba bien pálido y con unas ojeras violeta bien marcadas bajo los ojos. Alexis echó mano del café lo primero y agradeció a Dios que aquella muchacha se tomara las molestias que no tenía por qué tomarse. Dio un largo sorbo que le supo a gloria. Suspiró cerrando los ojos. —Por favor come… yo no voy a poder, pero muchas gracias, Temperance –el cazador acaricio el dorso de la mano de la chica.

—Eres muy joven –señaló —¿No hay nadie que te eche de menos en casa después de tantas horas? –esa pregunta le había ocupado la mente durante mucho de los ratos en los que no había podido dormir.

Siguió sentada en la cama, con la bandeja en las manos, pero cuando él, la rechazó, la dejó a los pies de esta, aunque Alexis había tomado el café, por lo menos había aceptado algo de lo que Temperance había preparado. Acomodó la bandeja, y se volteo hacia Alexis con un gesto cansado. Ël levantaría su mano para acariciar la mejilla de la joven. Su tacto era suave, aunque ligeramente helado, la piel de su mejilla parecía de porcelana, y la joven bajó la mirada cuando él la acarició.

- puedo curarlo, fue la razón por la que vino ¿no? - ella es ahora quien acaricia la mejilla de él, pasando sus dedos por su mandíbula de angulosa forma, tan masculina, y fijándose en los ojos claros y atormentados del hombre que a pesar de su gran tamaño y seguramente fuerza física excepcional, se veía tan desvalido y perdido delante de la pequeña joven - además, ya había sacado las cosas del baño- sonrió, y sin más, se puso de pie, - voy por ellas- - exclamó sin dejar instante para objeciones, y responder las demás preguntas, porque ella ya había decidido ir en busca de las vendas.

Salió a paso ligero de la habitación, parádose en la puerta y volviendo su rostro hacia Alexis, hubo un instante de silencio, antes de que le regalara una bella sonrisa.


- y coma lo que le he traído, me ha gustado mucho cocinar para otra persona y rara vez he podido hacerlo, coma por favor- fue casi una súplica y salió de la habitación, volviendo al poco rato, con las vendas y algunos unguentos que había encontrado. Caminó hasta la cómoda y ahí los dejó, para abrir las vendas, manteniéndose de espaldas al hombre.

- posiblemente estén esperándome, pero dudo que estén preocupados por mí, bueno, sólo dos de esas personas, Axel y Vladimir, pero también creo que no se alarmarían demasiado, siempre dicen que me busco los problemas- volvió hacia Alexis - no llevo demasiado tiempo despierta, de hecho, tampoco ha dormido mucho ud - se sentó en la cama, cerca de él, la bandeja estaba más lejos, así que no les estorbaría. Lo quedó mirando, - prometo que termino esto y me voy - bajó su mirada y colocó los ungüentos sobre la piel del cazador, intentando no presionar demasiado, ni hacerle demasiado daño.

- me gustaría... poder ayudarlo más... esa adicción lo llevará a la muerte- se encogió de hombros, y no lo estaba mirando, sus largas pestañas se podían ver más hermosas, ahora en esa cercanía y con la luz del día sobre su piel que parecía que apenas era acariciada por la luz solar. Temperance era como un lirio de la noche, que sólo se mostraba cuando el sol se escapaba a descansar. - ¿me duele?- volvió a preguntar, ahora mirándolo a los ojos intensamente, como si no supiera mirar de otro forma.

Alexis asintió. Ella había venido para curarlo, se sentía avergonzado de sí mismo y casi no podía mirarla a los ojos. No debería estar abusando de su caridad de aquella manera, aquella muchacha tendría a alguien esperándola, fuese quien fuese. Y su buena voluntad hacía que cuidase de él sin necesidad… ¿Cómo podía el haberlo permitido? No, no, no y no… Quería decirle que se marchara que ya estaría mejor, a la vez quería rogarle que no se marchara después de curarlo, que se quedase un poco mas con él. Se sintió ridículo y aparto la mirada, trasladándola hasta la ventana. Pudo observar la fachada de un edificio cercano y algunas ramas de árboles que quedaban bajo la ventana.

Ella ya lo había preparado todo para curarlo. Alexis guardó silencio mientras ella iba a por las cosas, pero cuando se giró y le sonrió Alexis no pudo evitar responderle con una media sonrisa. Arrugo la nariz mirando la comida, tenía muy buena pinta. Mucho mejor de la que tendría si lo hubiese cocinado él. Y su voz había sido como una súplica, así que Alexis hecho mano de una tostada y dio un trago del zumo. Le dolía el costado, pero no se aumentaba al comer, así que picoteo de todo un poco.

Alexis masticaba un poco cuando ella entro por la puerta. Le hizo un repaso general de arriba abajo y no pudo resistirse.

— Dime… Esos Axel y Vlad… ¿Son vampiros? –Alexis quedó mirando cómo le aplicaba y soltó un siseó le había dolido cuando ella comenzó a aplicarla sobre el gran moratón.

Entonces ella habló de su adicción. Alexis empalideció mas , si cabía. Nadie, de los pocos que lo sabían, había abordado el tema de la sangre de manera tan directa y al ver la reacción de Alexis enseguida dejaban el tema de lado. Pero esta vez se serenó y cerro los ojos para despejarse. Intentaba poner la mente en blanco, pero eso nunca le salía bien. Al final se limitó a responder.

— Hace tiempo que estoy muerto… –algo así pensaba cada día.

La sangre de vampiro no era solo una droga, era la muerte. Una vez lo pruebas… estas perdido. Aquello pasó en contra de su voluntad, pero aun así Alexis necesitaba dosis diarias para ir tirando y no caer en un estado de demencia y fiebres que lo volvían loco, cada vez que intentaba dejarlo. Pensando en eso casi no recordaba que el costado le dolía.

—No, no demasiado. –respondió sobre si le dolía. Agarro su m ano para que se detuviese un momento y lo mirara a la cara. —Puedes quedarte todo el tiempo que necesites. No tengo como agradecerte todo esto… –señaló a su alrededor.

La soltó y cerró los ojos, soltando todo el aire que sus pulmones contenían.

Debió moverse para poder cruzar las vendas por el torso del hombre, sentándose cerca de él, y luego levantándose para pasar la venda ancha, y apretar sin hacer que la venda fuese molesta. Seguía pensando que el hombre debía ir al hospital, pero de tener un pulmón perforado o algo más grave, ya estaría muerto, sino, ya hubiera colapsado, y seguramente no estarían hablando siquiera. Se quedó detrás de él, pasando la venda por su hombro para darle mejor soporte. AL terminar, se inclino sobre el hombro desnudo y besó su piel, un cálido beso maternal. Volvería sobre sus pasos para sentarse al lado de él, y tomar la taza de té que se había preparado con una de las tostadas, llevándosela a la boca y darle una mascada, ya no estaba segura si había almorzado el día anterior, o si habia desayunado, sólo el hambre que tenía le informaba que debía alimentarse con algo.

-a ver - tomó su mano y le sintió el pulso de él, mirando hacia el cielo mientras sus dedos delgados tocaban la muñeca del cazador -pues tiene pulso, eso quiere decir que aún está vivo - señaló algo evidente, pero que para una persona como Alexis podía tener mayor relevancia que para otro -estar muerto...¿sabe lo que es estar verdaderamente muerto?, no.. no lo sabe - pensaba en los vampiros que lo eran por razones ajenas a su voluntad. No eran pocos los vampiros que habían sido condenados a esa vida de una manera violenta- lo de la sangre... es algo que está, pero se puede controlar porque lo que lo matará no será la adicción en sí, sino un vampiro más fuerte que acabará con ud y la verdad es que no me gustaría que eso pasara, sería demasiado cruel - acarició su frente, pasando y masajeando su cabeza, peinando sus cabellos.

-umm... si, lo son, ambos son vampiros, cuidan de mí - se encogió de hombros, eran pocos los que comprendían la relación con ellos dos, y más, comprendían que una humana llamara "amigos" a dos vampiros, más cuando uno de ellos se alimentaba de su sangre -sé que es extraño, pero, que sea extraño no quiere decir que sea malo ¿o no?- preguntó, levantado la mirada, sonriendo.

-y es por eso que debo irme ya, he pasado mucho tiempo fuera, aunque me gustaría quedarme, es bueno... hablar con alguien que no sea vampiro- bebió un poco más de su té, tomandolo con ambas manos y calentarlas -aun tengo algo de frío, ha nevado bastante... y pronto será navidad... aunque eso no me da mucha alegría - habló sin esperar respuesta, era más un pensamiento en voz alta. y se puso de pie, dejando la taza en la mesa de noche -debe comer más ¿bueno? - arregló su vestido, y miró a todos lados -¿necesita que vaya a comprar algo más antes de irme, señor Alexis?- ahí estaba de nuevo esa servicial manera que tenía, llena de movimientos protocolares y educados.

Alexis intentaba no moverse bruscamente para no sentir dolor, pero lo hacía con toda la suavidad que era capaz para que Temperance pudiera realizar el vendado con más comodidad. Ella estaba haciendo un magnífico trabajo y Alexis se sentía incomodo por no tener como retribuirle aquello. La buena voluntad de algunas personas era indiscutible, y aquella chica era más bien un ángel ajeno a la realidad que todos vivían, ella parecía algo distante aunque estuviese prestándole atención. Alex hizo una mueca adolorida cuando ella estaba terminando de pasar el vendaje. No pudo evitar mirarla con intensidad cuando esta beso su hombro con maternalidad , era raro que lo tratasen así. No estaba acostumbrado a la dulzura, siempre estaba rodeado por personas rudas, agresivas, cazadores por lo general y entre los cazadores el cupo de dulzura era realmente limitado.

No pudo evitar reír cuando le tomó el pulso. Pero era una risa oscura. —Realmente hay cosas peores que estar “clínicamente” muerto… Quizás hay cosas que no comprendes… –Alexis le retiro la mirada frunciendo el ceño, a veces podía ser un poco huraño y esa era una de las ocasiones en las que quería huir y esconderse. Pero diablos, siempre conseguía salir adelante un día más. —Si llegara ese día en el que un vampiro más fuerte y astuto que yo me matase… No estoy seguro de que fuese más un castigo o una liberación…

Alexis se irguió repentinamente al oír que eran vampiros. ¡Si, era una vasalla! Miró su cuello en busca de marcas. Dios… ¿Cómo no lo había confirmado antes? ¡Se alimentaban de ella! Alexis se puso de pie, le dolía, pero no le importo. Su mano derecha se apoyaba en el costado de manera involuntaria. —¿Qué no es malo? ¿Cómo puedes decirme que la sangre me llevara a la muerte? ¡Eres una vasalla! Puedes morir en cualquier momento, antes que yo… ¿Qué cuidan de ti? –Alexis bufó, estaba furioso. No tenía por qué preocuparse de ella, era prácticamente una desconocida, sin embargo después de lo que ella había hecho por él, no podía evitar querer su bienestar. —No cuidan de nadie, son sanguijuelas que no solo chupan la sangre si no que te exprimen hasta que sacan de ti todo lo que quieren. No acogen huérfanos por caridad, estas en peligro –Alexis pareció suplicante, le rogaba sin decírselo explícitamente que abandonara aquello.

Caminó con lentitud hacia ella, si era brusco podía hacerse daño (más del que ya se había hecho) y luego lo lamentaría. Tomó sus manos con suavidad y las alzó levemente. —Puedes quedarte aquí… no tienes porque regresar –la soltó y esperó su respuesta. Agacho la cabeza riendo en bajo, él ya la sabía… Como todo vasallo que había visto antes… “No, estoy bien, me cuidan…” Y luego más tarde o más temprano acababan encontrando su cadáver. Aquella muchacha le dio casi tanta pena como se daba a sí mismo.

Dio un paso hacia atrás, pegándose a la cómoda que estaba apoyada en la pared cuando Alexis alzó la voz negando absolutamente la posibilidad de que ella estuviese bien con los vampiros. Levantó la vista, pero se había encogido de hombros y ahora lo miraba con el ceño entrejunto. No era el primero que decía aquello, incluso Vladimir tampoco podía concebir la idea de que ella aceptara aquella vida de vasalla, pero, era lo que había decidido, ¿costaba tanto comprender?.

Alexis se intentaba acercar más a ella, mientras hablaba sobre los vampiros, solo lo que hacían y lo que le iban a hacer. Temperance se preguntó si su cuello tenía las marcas aún, quizás sí, y llevó su mano a su cuello, para cubrir donde la había mordido la primera vez, al mismo tiempo que soltaba sus manos del agarre de Alexis y volvía a dar un paso hacia atrás, alejándose más de él. Bajó sus manos, lentamente hasta abrazarse así misma, sin levantar la vista hacia él.

-así es...- guardó silencio, quizás le estaba diciendo que sí a su propuesta, pero no era así, Temperance no dejaría al príncipe, le debía demasiado y su lealtad superaba los límites mismos de la salud mental e integridad -hay muchas cosas que desconozco, que me gustaría saberlas, pero las desconozco, porque no se puede saber todo...- mordió su labio inferior, y dio un paso más hacia atrás -debería volver a la cama, aún se queja del dolor - se encogió de hombros, ya estaba bastante distante de él, y el frío en la habitación aumentaba cuanto más distancia había entre los dos.

- puede ser que... tenga razón, que sean monstruosos, pero son lo que conozco, y por lo menos, aquellas dos personas cuidan de mí, y no puedo simplemente largarme, además ¿que haría lejos de ellos?, mi existencia se debe a ellos y a otros vampiros, y hacerlo... se me hace un acto desarmado y demasiado mal agradecido, y si es por peligro, incluso aquí corro peligro- lo miró a los ojos, y soltó los hombros que se le habían tensado demasiado.

-no me quedaré, pero lo vendré a ver, así sabrá que estoy bien... cada semana, vendré, además, debo revisar aquellas vendas - le sonrió, pero no se sentía demasiado cómoda ya en presencia de Alexis, aquella reacción de él la había intimidado -es mejor que me vaya, descanse - da un paso más hacia atrás, y se gira para ir hacia el salón de estar y tomar su abrigo, así pronto estaría fuera de aquella casa, de camino hacia la mansión.

Alexis fruncía cada vez más el ceño al verla retroceder asustada. ¿Qué diablos pensaba aquella muchacha? ¿Qué el asesino de humano era él? Por Dios santo y bendito, ¿a qué punto de locura iban a llegar? Alexis se detuvo y no avanzó más, no estaba dispuesto a que lo mirasen con miedo… Al menos no ella, no una humana. Negó con rotundidad y se llevo la mano izquierda a la frente. No la podía creer, no podía creer aquello.

Maldijo en los dos idiomas que sabía, no podía creer que aquella chica hermosa, dulce y aparentemente cabal, hablara así… Con esa gratitud y buenaventura con los vampiros. Bajo sus manos y apretó los puños y la mandíbula, ¿Por qué Temperance no lo veía? Porque ella parecía ser consciente de que ellos eran monstruos. Alexis se giró mirando la ventana, parecía que la cordura abandonaba el mundo, pero una y otra vez se obligaba a recordar que era una vasalla y que tenia la mente lavada… No la culpo, el era un adicto, no debía reprocharle nada… Pero no podía evitarlo, no quería tener que recogerla del suelo, cuando su cuerpo yaciera inerte y frio sobre la nieve en cualquier punto de Nueva York. Suspiró y parecía que el alma se le escapaba entre los labios. Estaba siendo derrotado por las circunstancias de la vida.

Él ya sabía que no se quedaría, eso no le causo ninguna emoción fuerte, más que un leve recuerdo de tristeza. Asintió, aun mirando por la ventana avanzo unos pasos a la cama y se sentó con una suavidad y delicadeza impropias de él. La miró abatido, con sus ojos azules como el hielo que se formaba en las cornisas de los edificios. Se encogió de hombros y asintió conformista.

—No puedo retenerte… Ni puedo, ni quiero… no seré yo quien te cause dolor –dijo con tono solemne. —Creo que te equivocas con respecto a la gratitud… Y aquí… –dijo con fiereza. —…no corres peligro alguno mientras yo permanezca vivo. –Alexis la miró con tal fiereza que podría haber sido un licano a punto de cambiar su forma.

La miró como el que no ve y lleno de incertidumbres, miedos y pensamientos oscuros se tumbo en la cama. La dejaba marchar en paz.

— Eres un ángel… –dijo alzando la voz cuando ella se giraba. —…que no te corten las alas. –deseó poder estar drogado de “V” (sangre de vampiro) y transportarse a un lugar mejor.

Lo miró hacia atrás, mordiendose el labio inferior, por un segundo imaginó la idea de quedarse ahí y dejar atrás la vida bajo la protección del príncipe, pero Everett jamás la dejaría, jamás. Se encogió de hombros, para volver su rostro hacia el frente, y salir de la habitación. Era demasiado el tiempo que había transcurrido desde que había dejado la mansión. Suspiró ya en la sala de estar, y se sacó sus aretes, dos hermosas esmeraldas que Everett le había regalado y las dejó sobre la mesa de comer. Sería su regalo para el joven. Acto seguido, y tomando su abrigo, salió del departamento, corriendo practicamente para llegar cuando antes a casa.