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Sipnosis
Memento Mori
Tras el festival

Fue un mes de locura, el que transcurrió luego del Festival de Invierno, luego de los cepelios de las víctimas, el poder quedó en las manos del Gobernador, Everett Goodweatherm tendría el control total sobre la ciudad, pero Azuka había logrado parte de su objetivo: Los rumores de que el gobierno de Washington ya no estaba tan convencido de compartir el poder con los vampiros; la situación se estaba saliendo de manos, y los cainitas y garras rojas parecían estar ganando la partida. Pero ninguno de los artífices de la destrucción, pensaron que los berkeser se volverían un problema para todos, porque los vampiros que no fueron asesinado por ellos, se transformaron en berkeser, que se han transformado en una manada que deambula por las alcantarillas atacando a quien se les enfrente o quien esté en su menú del día.

Humanos y Vampiros ya no tenían una alianza tan sólida como antes, y las desconfianzas estaban surgiendo.

Mientras que en medio quedaban los licanos, o por lo menos, parte de ellos, Fenrir y Fianna, pero quien padeció la peor parte fueron los Fenrir que en el atentado perdieron a su líder, del que jamás encontraron el cuerpo. Quedaría en manos del nuevo líder de los Fenrir y de Gissiel Earhart, determinar el destino de su clan y tradiciones, pero entre los licanos, se sabía la atrocidad cometida por las Garras Rojas, comandados por Arthur Redclaw, que se habían vuelto muy fuertes.

Por su parte, los rebeldes, el pequeño grupo de disidentes ya no parecían estar tan solos en su lucha, el gobierno de Washington los contactaría extra oficialmente para conseguir sus fines: controlar la ciudad, de una o de otra manera. Etienne LeBlanc, tendría que decidir..

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Por la voluntad de proteger. [Priv. Aniel]

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Mensaje por Invitado Jue Ene 31, 2013 10:20 am

14/05
2014
Central Park
Afueras de la catedral.

Él se hallaba de pie, a unos cuantos metros de distancia de la Catedral, observando hacia el muerto paisaje, hacia la tierra marchita de la que los demonios se habían apoderado. Por suerte, la sal de roca estaba siendo efectiva en su tarea de repeler a las criaturas infernales. Dentro de la catedral, estaba manteniendo a un puñado de refugiados humanos que pronto serían enviados hacia el fuerte humano, la gran mayoría de ellos, habían sido encontrados malheridos en los alrededores. Ahora algunos de sus hermanos se encontraban terminando con las curaciones respectivas, pero las razones para haberse topado con ellas, eran de mas variadas y cada una más dolorosa que la anterior. Haziel suspiró con tranquilidad mientras observaba hacia el cielo grisáceo.

[Comienzo Flashback: Un par de horas atrás...]

—Una de esas cosas...¡se llevo a mi esposa!, ella salió a buscar a nuestra pequeña. Mi señora estaba muy mal, no pudo soportar que la milicia diera por perdida a nuestra hija...¡nuestra única hija!, eso...le rompió el corazón. —El hombre no pudo detener las lágrimas por mas tiempo y rompió a llorar amargamente.

Haziel que se encontraba junto a él en la catedral, dejo caer suavemente una de sus manos en la espalda del hombre y se quedó quieto junto a él, para escuchar su historia. Esperaba de alguna forma que su presencia ayudara al herido hombre a tranquilizarse.

—Mi esposa escapó del fuerte. —El hombre negó con la cabeza. —No se quien le ayudó, pero la alejó de casa sin que yo me diera cuenta...y para cuando me di cuenta de que ella no estaba, el primer lugar al que pensé que vendría, sería al parque. Nuestra casa no quedaba muy lejos y de alguna forma, pensé que ella iría hasta allí para intentar recuperar algunos de nuestros recuerdos...para asegurarse de que nuestra hija no estuviera alli. —El hombre hizo un silencio y a Haziel, le pareció ver el miedo inundándolos. —Logré llegar aquí con ayuda de un hombre que me acomáño hasta la entrada al parque, pero cuando llegué a casa...—los orbes del hombre se abrieron ante el recuerdo y su cuerpo tembló. —¡Esa cosa! ¡Esa aberración!...mi esposa, ella estaba allí, entre sus manos, ¡completamente destrozada! y ¡se la llevo! Mató a mi esposa...y se la llevó. —Finalmente las lágrimas acabaron con su relato.

Haziel paso una de sus manos por su espalda y lo abrazó, sintiéndolo llorar contra su hombro, dejando que llorara a su esposa e hija. Todo lo que podía hacer por aquél hombre, era acompañarlo en su dolor.

—Mi esposa...mi hija...¡Me lo han quitado todo!...¿Porque?…¡¿Porque dios permite esto?!

Era una pregunta que el ángel había escuchado mas de una vez. Pero la verdad era, que dios interfería, de las maneras mas extrañas, pero el estaba allí, incluso a través de Haziel.

—No puedo devolver el tiempo atrás. Pero, pondré mi vida al servicio de la paz. No permitiré que mas familias perezcan. Es mi juramento con Ángel del señor.

[Fin Flashback]

Tal como ese caso, había escuchado decenas de otros, todos de familiares, amigos o parejas que habían fallecidos. El mal, la locura y la tristeza asediaban a la humanidad.

La boca del castaño se torció en una ligera mueca. Estaba siendo acechado por los sentimientos que había absorbido. Podía sentir dentro suyo el dolor y la pena de todos aquellos con los que había hablado, gente que ahora seguramente se encontraba algo mas tranquila dentro de la catedral o ya dentro de los muros del fuerte humano. Se llevó una mano al pecho (aquella que sostenía amarrado el crucifijo), presionándola con fuerza a la altura de su corazón.

—Es por esto que vine padre. Tú actúas a través de nosotros, yo sé que amas a estas criaturas y yo los protegeré con todas mis fuerzas. —Murmuró para sí.

Fue entonces que el sonido de pasos llegó hasta él. Volvió a dejar su mano al costado de su cuerpo, se giro en su lugar y observó a la criatura que se acercaba. Una suave y amable sonrisa nació en sus labios. Siempre era reconfortante el contar con la presencia de alguno de sus amados hermanos celestiales.

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Mensaje por Invitado Dom Feb 03, 2013 6:20 am

Desde la noche de Walpuris como los mortales llamaban aquella tierra, he vagado por estas tierras, usando ese cuerpo fisico que me definía y me transformaba desde la idea al cuerpo. Aun no lograba adaptarme a esta esencia, ser parte de algo más allá de sentirme parte del Padre Creador. Oh, yo, Trono del cielo, cercana a los serafines, trompetas de los cielos, que habían dejado de tocar cuando Dios pareció enmudecer ante su siervos. mientras la tierra era azotada por el maligno, y los jinetes de la oscuridad cruzaban el globo llevando muerte, destrucción y enfermedad. ¿donde estaba la nueva Jerusalen?, ¿donde estaba el mesias, Cristo Rey? que seguía sentado a la diestra del padre.

Oh Lucifer, que has desafiado todo cuanto conocemos, y que por ayuda de los que no han muerto, has obtenido una oportunidad que nadie puede desaprovechar. Destruir la fe, aniquilar la humanidad, incluso en las criaturas que no son humanas, y luego reinar desde las sombras, al retirar de la sombra del altísimo la creación divina. Por eso ahora estaba en este lugar, por eso había pisado la tierra de la creación para salvar la fe que ahora casi desaparecía. Ni fe, ni esperanza, ni Dios...

Ni Dios... pero aún podía escuchar su melodía en mi pecho, cuando el sol salía desde el horizonte, o cuando se ocultaba entre los arreboles del crepúsculo, podías sentir su su esencia y me hacia saber que estaba siguiendo lo correcto, por lo que fui creada, porque ya no puedo anotar los actos de la humanidad, cuando ni siquiera tiene la opción de elegir... Haziel había sido de la misma idea que yo, y fue su impulso lo que me hizo dar un salto de fe y tomar este cuerpo.

Mis ojos azules y fríos miraron a mi alrededor, los hombres sufriendo y yo sintiendo su sufrimiento. Repasé con mis dedos la marca de la cruz que estaba sobre mi pecho, y que se lograba ver sobre el borde del corsé negro que estaba usando. Cerré los ojos y busqué la esencia de mi hermano, su compañía había hecho menos traumática la estadía en este mundo, en donde habíamos renunciado a la mayor parte de nuestra santidad con tal de salvarlos...

Extraño mis alas blancas, ahora, lucen grises y me hacen pensar si realmente estamos haciendo lo correcto...

pero debe serlo... debe...

-Haziel..- digo su nombre, con la voz firme como siempre, y busco sus ojos marrones, detectando en ellos las mismas tribulaciones que pasaban por su cabeza ya menos clara que cuando eran ángeles de los cielos, pero no con menos fe o menos convicción de que se debía salvar a la humanidad, aunque la idea de estar haciendo la decisión de Dios, ya no era del todo clara - te noto cansado hermano... - llego hasta él, y pongo mi mano fina sobre la mejilla de él -este cuerpo humano sufre de cansancio...- le digo con un tono dulce y maternal, girándome hacia donde estaban los humanos -yo los guiaré hacia el refugio humanos Haziel, para que descanses- murmuro, bajando por unos instantes mi mirada.

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Mensaje por Invitado Miér Feb 06, 2013 2:31 pm

Él la observó fijamente en cuanto escuchó el dulce tono de su voz femenina. Ciertamente la voz de Aniel era como una caricia al alma que lograba tranquilizar sus temores, temores que no eran propios, sino que eran todos aquellos que había recogido de las víctimas de los portales y que ahora, había aceptado en su interior para mantenerse firme en su camino y luchar con todas sus fuerzas, por calmar esos temores. Los orbes azules de Aniel, se encontraron con los de él y así, se le quedó viendo por unos momentos mientras la escuchaba. Saberse acompañado en su misión, era de las cosas que cada día agradecía, el tener fieles compañeros que deseaban lo mismo que él. También velaría por ellos, para protegerlos de los males que les aguardaran en el largo camino que esta lucha representaría. Haziel no pudo mas que ser sincero con ella al escucharle decir que lo notaba cansado, y así era, efectivamente sentía algo de cansancio, aunque no sabía bien como responder ante eso. Cosas como dormir se habían vuelto nuevas para él e incluso en el tiempo que ya llevaba en la tierra, aún no se terminaba de acostumbrar. El azabache toco con una de sus manos, la mano que Aniel había puesto sobre una de sus mejillas. Se sentía cálido y reconfortante, hizo que sintiera la necesidad de cerrar los ojos por un momento.

El ángel suspiro suavemente antes de contestar: —Este cansancio no es nada que pueda llevar hermana. No es nada comparado con el dolor que siento al saber lo que ha ocurrido en esta tierra. —Sus orbes marrones se volvieron a abrir para observar hacia las puertas de la catedral. Haziel tomó entre sus manos, la que Aniel había puesto sobre su mejilla, ahora volvía a observarla. —No me parece buena idea que vayas sola hasta allí con todas estas personas. Lo digo porque sabes que no quiero que les ocurra nada y un ángel con una escolta de humanos puede ser un blanco perfecto...no solo para los demonios. —El vivir en la tierra, también significaba que estaban expuestos a la fuerza y la ferocidad de todas las razas que allí habitaban. Si desconfiar de los demás sin conocerlos era una actitud poco sana, el confiar ciegamente también podía traerles la desgracia, y aunque esperaba que nada ocurriera, debía ser precavido, justo en aquellos momentos, muchas vidas dependían de ellos y debían protegerlos hasta que todas esas personas estuvieran tras las murallas del fuerte humano...pero incluso después de eso, Haziel seguiría pensando en todos ellos, haciendo lo posible para protegerlos.

—Si me lo permites, iré contigo. Nuestros demás hermanos se quedarán aquí cuidando al resto de los refugiados y a la catedral. —El ángel soltó con delicadeza la mano de su hermana. Estaba a punto de mencionar algo más, cuando algo le llamó la atención, una nueva presencia, algunos metros hacia más adelante, entre la pila de escombros que decoraban la zona de las arboledas en el Central Park. El castaño se dió la vuelta para poder observar hacia el cuerpo que venía en movimiento hacia ellos, pero entonces se dio cuenta que no era solo uno, sino tres los cuerpos que se movían en dirección hacia la catedral. El ángel miró de reojo hacia el la iglesia, se encontraban a unos veinte metros de la entrada, pero la había observado así, porque algo estaba mal con aquellos cuerpos humanos que se movían...podía sentirlo, en cada uno de ellos, la maldad pura incrustándose en la carne y en el alma, torturando a los verdaderos ocupantes de esos cuerpos.

—Aniel ¿Puedes sentirlos? —preguntó a su hermana mientras veía a los tres cuerpos acensándose (se trataba de dos hombres y una mujer), ahora se encontraban a unos cinco metros de los dos ángeles. La niebla en sus orbes y la torpeza al caminar, eran claros indicios de que esas personas habían sido poseídas por demonios. Aprovecharse así de aquellos humanos, el ángel neutralizo su expresión mientras dejaba pender de una de sus manos, el crucifijo que llevaba atado a la muñeca. Se preguntaba qué era lo que aquellos seres pretendían, venir directamente hacia ellos, ¿acaso simplemente deseaban entretenerse a costa del cuerpo que habían manipulado?

Mostrarles el dolor que podían provocar, ver la tristeza y sentir la pena, la aflicción de. La sonrisa impropia que aquellos rostros traían, eran la propia respuesta para Haziel. Ellos no buscaban nada más, porque no eran demonios de primer nivel, pero aún así los seguidores de Lucifer serían difíciles de confrontar y la única opción para poder salvar las almas de los humanos que habían sido poseídos, era a través de un exorcismo. Aunque lo primero sería lograr inmovilizar a aquellas criaturas demoníacas.
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Mensaje por Invitado Lun Feb 25, 2013 12:18 pm

El cansacio y el dolor no eran comparables con la angustia que sentia en el pecho cuando en el cielo, veian la destrucción de la raza que habían decidido proteger desde el inicio del tiempo. Un suspiro perdido en su pecho afloró entre mis labios cansados, tenía sed, era una necesidad constante de agua, como si de esta se tratase mi existencia... era complejo sentir estas urgencias propias de la carne, así como como una caricia, el tacto de otro... que me hizo mantener entre mis manos la mano de mi hermano.

Y la pregunta del millón, ¿tanto se necesita la acaricia de otro?, ¿era esto lo que los humanos tanto buscaban? incluso los vampiros, incluso los licanos... todas las criaturas bajo el cielo y la noche del padre celestial. Dichosos son los que sintiendo entre sus manos la mano del que quieren, reciben el regalo puro de una caricia... Tuve la idea, que me hizo sonreir y claro que no pude responderle directamente a mi hermano que intentaba protegerme, pero lo miré a los ojos, y ladee un instante mi cabeza...

-no cargues con el mundo sobre tus hombros Haziel, no es necesario, tú y yo somos tan fuertes como cualquier vampiro o demonio... pero tu estas agotado y la inclemencia de la carne te está obligando a guardar reposo - sonreí y fui hasta él, para rodearlo con mis brazos, me estaba volviendo débil -te pido que te quedes con los humanos, deben sanar antes de llevarlos al fuerte humano- susurré en su oído cuando aquella presencia se hizo repentinamente fuerte, quedé en silencio, claro que los había sentido, incluso antes de que Haziel los mencionaran, eran tres almas perdidas...

-Santo padre...- mis alas se hicieron visibles, y se extendieron cuando mis ojos los buscaron entre las sombras, los tres seres se mostraron, sus caras estaban desencajadas y parecían murmurar algo, blasfemias que entre dientes salían. El azufre escurría de sus bocas como al sangre, estaban siendo torturados por sus pecados, la verdad es que compasión no nació en mi alma, mi esencia no era necesariamente misericorde, sino que buscaba la redención o el castigo, como el trono que fui en los cielos. Los actos hablan por los que los ejecutan, más que sus palabras y sus creencias. Entrecerré los ojos.

- criaturas oscuras que osan entran en terreno santo... curioso...- puse mi mano sobre el pecho de Haziel para dejarlo atrás, él habia librado demasiadas batallas como para buscar otra más, aunque claro, él tenia formas menos radicales que las mías. Mis ojos brillaron, y apunté mi mano contra ellos, justo antes de que las tres criaturas se lanzaran contra mí. Les salí a hacer frente, deteniéndolas justo antes de que llegaran donde Haziel, extendiendo mis alas y cubriendome con ellas, para girar y lanzarlos lejos -ve y protege a los demás... que no lleguen al altar!- si su sangre llegaba al altar, el lugar perderia su santidad y todos estariamos en peligro. Jalaría de los cabellos a la mujer, lanzandola por los aires, para seguir haciendoles frente al resto de los humanos que se me lanzaron encima mordiendo mis alas. Un grito de dolor salió rasgando mi garganta, el ardor era inconmesurable, pero no me detendría, era un guerrero de dios, y por su santo nombre me encargaría de estas almas, buscando su salvación.

-Piedad es lo que os daré!- tomé a uno de ellos del pecho, y lo azoté al suelo, murmurando las sagradas palabras del sello haciendo que este se abriera en el piso. La oscura sombra de su pecho salió, y peleando y rasguñando la piel de mi brazo, intantaba mantenerse en este mundo, pero no lo dejé, empujé hasta que aquel ser fue expulsado a su ruina. El cuerpo del humano quedó tendido en el suelo, y busqué a los demás, quedaban dos y uno de ellos saltaba a mi espalda, clavando sus uñas en mi hombro... ardor... tanto ardor.....
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Mensaje por Invitado Vie Mar 01, 2013 8:04 am

Era extraño sentirse protegido, como todas aquellas nuevas sensaciones que había podido ir descubriendo, así también no podía evitar el preocuparse por sus hermanos, todos ellos eran importantes para él, habían bajado a la tierra para ayudar en todo lo posible y así como para él, para el resto también había muchas cosas que les resultarían nuevas. Observó a Aniel mientras esta se separaba de él, dejándolo levemente atrás para poder ella quedar mas cerca de las criaturas que ya se encontraban cerca. Los ojos de Haziel se clavaron en la nuca de Aniel mientras ella apuntaba ahora hacia las criaturas; estas mismas, como atraídas por el actuar de ella, se lanzaron en carrera. Haziel dio un paso hacia adelante, pero se detuvo al ver como su hermana se posicionaba ahora delante de él e impedía que las criaturas avanzaran, haciéndolas retroceder de un solo y fuerte impacto. Escuchó las palabras de Aniel, pero desde la puerta trasera, sintió el ruido de pasos que se detuvieron no muy lejos de esta. Era la presencia de Neliel y de otro de sus hermanos. Con ellos allí, las puertas de la catedral estarían mas que aseguradas. Los orbes marrones de Haziel se dirigieron brevemente hacia los dos seres que protegían la puerta y luego volvió a mirar a su hermana en pleno combate.

Fue justo para ese momento cuando dos de los tres seres aprovecharon que Aniel trataba de controlar a la mujer y se encaramaron sobre ella, mordiendo las alas que pronto desaparecerían por no estar hechas para este mundo. La mujer poseída voló por los aires, pero los otros dos seres seguían allí y Haziel miraba todo con atención, no sintiéndose muy cómodo por no ayudarla, por oír su grito de dolor, era que no quería luchar contra la voluntad de ella. Parecía que Aniel había tomado la ventaja, uno de ellos estaba siendo enviado de vuelta al plano que le correspondía, abandonando la tierra entre insultos y blasfemias hacia el santo padre. Sin embargo, fue el otro hombre poseído quien se aprovecho de aquél acto, encaramándose sobre su hermana y haciendo que el ángel perdiera la calma que de momento había mantenido. El ángel avanzó hacia adelante, moviéndose rápido, llegando hasta Aniel y arrebatando de su espalda a aquél ser que la había arañado. La mano derecha de Haziel se cerró en torno al cráneo de aquella criatura, quitándola del alcance de su mano y manteniéndola a algunos centímetros del piso, cosa que sus pies no pudieran tocar el suelo. El hombre intentó rasgar el rostro del ángel, pero Haziel lo tumbo en el piso, apoyando una de sus manos sobre el pecho de la criatura (aquella que tenía colgando de la muñeca el crucifijo).

El hombre poseído sonrió mientras una risa bi-vocal bastante tétrica se dejaba escuchar por el lugar, hasta que la misma criatura pareció cansarse de reír y escupió un par de palabras:

—¡¿Donde esta tu dios, ángel?! ¡Jodete tu! y ¡Que se jodan los tuyos!, ¡para ustedes no hay nada en este mundo mas que muerte!

La criatura volvió a reír mientras intentaba ponerse de pie bajo el peso ejercido por la mano de Haziel sobre su pecho. Las uñas del hombre rasgaron la piel de la mano del ángel, pero aquellas heridas...aquél dolor, no era nada comparado con que lastimaran a sus hermanos, a los seres a los que el había venido a proteger. —Abandona este plano, criatura impura. Para ti, ya no hay lugar en este mundo. —Y tras estas palabras, pronunció el sello. Durante el proceso del mismo, la criatura se estremeció, la tierra se abrió, dejando ver las fosas de lava ardiente del plano infernal, y allí, aquella criatura cayó sin poder sostenerse mas tiempo de aquél cuerpo que había robado. La tierra se cerró como si nunca hubiera sido abierta, ahora bajo su mano tenía un cuerpo que aún respiraba aunque con dificultad, pero aún quedaba un poseído mas...y su hermana Aniel.

Observó hacia Neliel para que llevara el cuerpo de aquél hombre hacia el interior de la iglesia y él, se giro para poder asegurarse de que Aniel se encontrara bien.
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Mensaje por Invitado Lun Mar 04, 2013 2:37 pm

Lastimada, aunque más bien molesta por la presencia de esos seres, el ángel no había mostrado jamás una verdadera cercanía con la creación, sus razones, ya conocidas por Haziel, eran muy distante a las bondadosas razones de su hermano, de ahí que no intentara del todo salvar la vida de los humanos poseídos, aunque claro, tampoco buscaba su muerte, aunque había comprendido que Haziel los amaba y por lo mismo, no podía traicionar así la confianza de su hermano, el cariño que él mismo profesaba había comenzado a ablandar el duro corazón de la trono, que intentaba comprender un poco más a la creación, más allá de la objetividad absoluta de sus actos... que por sus propios designios celestiales no debía juzgarlos, sólo anotarlos...

-oh padre... celestial...- murmuré, mi hombro dolía terriblemente, alargaría mis manos hacia la nuca del humano, y lo jalaría con violencia sobre su propio peso haciéndolo caer, el cuerpo se azotaría con violencia levantando polvo, atontado, el hombre lanzaria sus manazas para agarrarme y rasgar mis ropas, alcanzando el borde de mi camisa, rasgándola en el forcejeo. - conocerás a tu creador!- alzaría la voz, y levaría mis plegarias al padre creador, presionando su pecho con mi rodilla flectada, y mi mano en su frente, marcando la santa cruz que se marcó en su frente, quemándole la piel.

- vuelve al infierno...- gemí, pronunciando las palabras y abriéndose el portal, pero el demonio, sin que lo notara, mordería su propia mano y la llevaría a la herida que había hecho en mi ala... sentí el juego, la sangre comenzó a perturbarme, pero logré expulsar al demonio de aquel cuerpo.

-Haziel...- me puse de pie, todo estaba borroso, y sentí las terribles ganas de vomitar, -Haziel...- lo busque ahogada, y caí de rodillas, no me di cuenta cuando mi cuerpo tocó el suelo, y un sudor helado me recorrió por completo.. desagradable sensación, yo... ahí, perdida y con la boca seca como si hubiera comido sal, ni siquiera podía llamar a mi hermano, ni sabía si estaba cerca...

Cerré los ojos, personas se agolpaban a mi alrededor, no podía distinguirlas, solo sentir el fuego fluir desde mi herida hacia el resto de mi cuerpo, quemándome -due... duele...- murmuré, antes de cerrar por completo los ojos.
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Mensaje por Invitado Mar Mar 05, 2013 9:54 am

Su vista se posó en su hermana justo cuando esta se ponía de pie. El hombre al que había exorcizado se encontraba en el suelo y con el mismo cansancio visible, su pulso era débil, pero con los cuidados de sus hermanos, se pondría bien. La voz de Aniel le atrajo. Por primera vez la oía débil, la enorme fortaleza de su hermana se quebraba ante el dolor. Se movió hacia ella pero no alcanzó a llegar antes de que el cuerpo de Aniel tocara el suelo, mas sin embargo, en cuanto llegó junto a ella, levantó su espalda con una de sus manos. Otros ángeles también se habían dirigido hacia el lugar y rodearon a ambos seres. Haziel escrutaba el rostro de su hermana mientras la misma pronunciaba ahora palabras entre cortadas.

—La llevaré adentro. —Haziel tomó a su hermana entre sus brazos, levantándola con cuidado. Los que se encontraban a su alrededor, se movieron para permitirle la vía libre hasta el interior de la catedral, aunque no por eso dejaban de observar al ángel que llevaba en brazos. Estaban preocupados. Quizá hasta hace poco, se habían mantenido al margen de cualquier daño colateral (en el que no contaba el posible hecho de sus perdida de santidad o la reducción de sus poderes), pero el problema al que habían bajado a tratar, tenía tanta fuerza como ellos y por ende, no estaban exentos de cualquier daño o peligro, de que los lastimaran e incluso los mataran; solos sus voluntades podrían oponerse ante el hecho de que seres como ellos, para los que el tiempo no corre ni tiene importancia, ahora podía volverse un momento o un segundo mas de vida. Al bajar a la tierra, se tenían que acostumbrar a todos los cambios que el mismo mundo provocaba en sus cuerpos y en sus mentes. —Fuerza mis hermanos. —Les dijo el ángel mientras comenzaba a caminar con Aniel depositada entre sus brazos. —La oscuridad querrá destruirnos, pero nosotros debemos mantenernos firmes como un bastión ante la corrupción. Somos la esperanza y la vida y no dejaremos que actos de destrucción nos hagan dudar. —Su voz se escuchaba firme mientras avanzaba. Sus hermanos asintieron humildes y le siguieron en procesión hacia el interior de la catedral, dejando a solos dos ángeles delante de las puertas de la misma, los que se encargarían de cuidar y vigilar en caso de que más criaturas amenazaran con irrumpir en el santo lugar.

Haziel llevó a su hermana hasta una de las camillas que tenían en la parte trasera de la catedral, allí donde se hallaba una de las dos capillas menores que el mismo establecimiento poseía. Algunos humanos se volvieron de sus lugares para observar llegar al ángel junto con su hermana en brazos, sin embargo el solo le prestó atención al ángel que llegó junto a él. —Uriel, por favor, necesito agua para limpiar la herida. Bendícela hermana, nos servirá para aliviar el dolor que esta aquejando a Aniel. —Aunque ya luego solo podrían esperar a que lo que hubiera sido absorbido por la herida, fuera eliminado por el mismo organismo del ángel. Luego su propio cuerpo comenzaría a reconstruir la herida, esa era una de las habilidades que habían mantenido a pesar de su nueva materialidad y Haziel agradeció a su creador en aquél momento, por que sus hermanos y él conservaran aquél don. La bella ángel de cabello albino salió por el pedido de su hermano mientras él la tendía con cuidado en la camilla. El pelimarrón encorvó su espalda para poder dejar su rostro mas cerca del de Aniel. —¿Aniel? Hermana, ¿Me escuchas? —su voz suave, fue solo oída por ella. Deseaba traerla de vuelta de la inconciencia mientras limpiaban la herida.

Uriel llegó pronto con una fuente de metal con un líquido incoloro. Lo posicionó en una mesa y adentro enjuagó un paño que luego cedió a Haziel, quien pudiendo ver las alas de su hermana, comenzó a limpiar la herida, esperando que aquello le produjera una mejoría ante la mayor ausencia de la sangre demoníaca. El otro ángel ayudó a limpiar la piel manchada de su hermana mientras y se mantuvo en silencio. Pronto Uriel terminó y procedió a retirarse para seguir con su deber, pero Haziel se quedó junto a su hermana, sosteniéndole una de sus manos con calidez, esperando que recuperara la conciencia. De cierta forma se sentía culpable por la herida de ella, por dejarla pasar por aquél dolor, aunque sabía y aceptaba que ella había tomado aquél deber por su propia voluntad. Haziel apoyo los codos sobre la camilla mientras sostenía una de las manos de ella entre las suyas.
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